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Francisco Fattoruso, enamorado del bajo y con influencias que van del gospel al folklore

El uruguayo se estará presentando con banda en vivo este 5 de enero en el Pionero bar cultural en Santa Mónica.

05.01.2024 16:33

Lectura: 7'

2024-01-05T16:33:00-03:00
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Por Federica Bordaberry

Todo colabora con la parte creativa. En eso, Francisco Fattoruso (1979, Las Vegas, Estados Unidos) está de acuerdo. Un músico que no solo ha pasado por muchísimas ciudades que fueron clave para su formación musical, sino que, además, un músico cuya familia ha sido importantísima para todo esto.

Hijo de Hugo Fattoruso, considerado como uno de los mejores músicos del mundo para grandes como Spinetta o Fito Páez, y de María de Fátima Quinhoes, cantante carioca de bossa nova. Sobrino, entonces, de Osvaldo y reemplazo de su abuelo Antonio, fallecido antes de su nacimiento, en el Trío Fattoruso.

Si todo aporta, todo es parte de una identidad, todo construye, todo forma, todo colabora, la vida de Fattoruso ha sido un embudo. Elementos, personas, momentos de la vida que lo han marcado, tanto a nivel musical, como a nivel personal.

Primero, vino el piano. Después, la guitarra, “porque quería ser Slash”, dice Francisco. Finalmente, llegó el bajo. “Prefería tocar la guitarra, pero tenía un bajo y, al final, llegó un momento en que me di cuenta que lo precisaba, que tenía una conexión con el instrumento”, explica cuando se refiere al Fattoruso de 14 años.

“Por el lado de la música, recuerdo a mi padre siempre estudiando y componiendo música, y haciendo arreglos. Por otro lado, mi madre que también canta, pero sino ponía un disco de bossa nova. Siempre había música sonando en casa”, explica Francisco.

Mientras que crecía, en Río de Janeiro, “en la calle con mis amigos andábamos en skate y nos llegó toda la movida ochentera, es como que me crié con las dos músicas. Con la que había en casa, que era más folklórica, jazz, otro tipo de música, y después con la música de mi generación que era todo como muy rock, heavy metal, rap, todos estilos así que eran nuevos en esa época y eso fue mi formación inicial musical”, explica.

Cuando tuvo doce años, se mudó para Uruguay y, cuando llegó, pasó algo similar. Por un lado, su padre que seguía componiendo y arreglando, pero los amigos montevideanos escuchaban otra música, diferente a lo que se escuchaba en Brasil. Por esos días, lo que se escuchaba eran bandas de la índole de Queen, los Beatles, The Doors, Pink Floyd, música que Francisco empezó a descubrir recién ahí.

“También viví en Nueva York muchos años, es como que fui agarrando un poquito de cada lado”, explica.

Nació en Las Vegas, en Estados Unidos. Muy de niño, vivió en Río de Janeiro y pasó, en su adolescencia, entre Montevideo y Nueva York. Siendo mayor de edad, se mudaría a Atlanta, en Georgia. Fue y vino, desde entonces, a varias ciudades. A todo aquello, se incorporó Los Ángeles.

Montevideo, Buenos Aires, Atlanta y Nueva York. Ahí están, según dice Francicsco, las ciudades que más lo marcaron porque fueron los años donde estuvo más activo a nivel musical. Y donde pudo aprender mucho.

“Cuando mi padre vivía en Nueva York, yo lo acompañaba a grabaciones, estudios, a los shows. A veces, tocaba de invitado y tuve una exposición a músicos de un nivel increíble que ayudaron con la formación. En el caso de Nueva York, se agrega ir a las disquerias. Antes que no había internet y descubría los discos ahí. Habían muchas tiendas que estrenaban todo ahí, así que pude descubrir una cantidad de música impresionante”, cuenta.

Atlanta, por otra parte, le regaló el góspel. Estando ahí, se hizo amigos que tocaban en la iglesia. “Empecé a ir y toqué muchos años. Aprendí un montón con eso. No solo de góspel, sino de toda la música afroamericana. El R&B, hip hop, soul. Esa música que yo creía que conocía. Cuando llegué ahí vi que había todo un mundo que me faltaba y me enriqueció pila musicalmente”, dice.

Entonces, no es solo folklore, o solo rock. Es también metal, candombe, soul, funk, hip hop, góspel, blues, country, bluegrass. Son ciudades, son géneros, son experiencias, que lo han convertido en multiinstrumentista, productor, arreglador, compositor y músico de sesión.

Montevideo, por otro lado, “me ofreció mucho porque fue donde viví en años muy importantes de formación musical. Siempre yendo con Rada y Jaime al carnaval, a ver murgas, ver los ensayos. Mi padre me llevaba a la casa del Lobo Núñez y los domingos a ver los tambores. Eso te pega muchísimo”, agrega sobre sus años creciendo en Uruguay.

Una de las primeras veces, sino la primera, en que Francisco llegó a Uruguay, su padre Hugo estaba de gira con Jaime Roos. “Mi padre me llevaba a la gira con los músicos. Cuando me iba, me acuerdo que le pedí al sonidista que me diera una grabación, él siempre grababa todos los shows en casete. Cuando volví a Brasil, lo escuchaba y me daba pila de nostalgia de Uruguay. Formó parte de mi identidad uruguaya porque fueron los años que mi padre tocó más seguido con Jaime”, cuenta Francisco.

Aunque en Uruguay no fue solamente Jaime, ni su padre, sino que también aprendió de personas como Fernando Cabrera, Ruben Rada o Juan Pablo Chapital. Y de su tío, Osvaldo Fattoruso.

Ya habiendo cumplido 18, Francisco volvió a Uruguay por un tiempo. Participó de un jam con su tío y, al día siguiente, éste llamó a su hermano para proponerle volver a armar el Trío Fattoruso, que originalmente tenían Hugo, Osvaldo y Antonio, el padre de ambos.

Ocuparía, entonces, el lugar de su abuelo que falleció antes de que llegara a conocerlo, el lugar de un bajista igual que él. Literalmente, igual a él: “soy una copia”, dice su nieto.

“Empezamos a ensayar y era como una clase de música acelerada. En poco tiempo aprendí muchísimo. Tanto de Hugo, como de Osvaldo. Él era profesor nato, daba muchas clases y sabía cómo enseñar. Para mí fue increíble poder aprender con él porque, en realidad, el aprender era en un ensayo, no era que iba a clases”, explica.

Últimamente, ha tocado con el brasileño Ivan Lins, el chileno Beto Cuevas, la norteamericana Janelle Monáe, ha organizado un revival de la mítica sesión de jam Martes On Fire y, vinculado a Argentina y a Luis Alberto Spinetta, ha tocado con Illya Kuryaki and the Valderramas desde que tiene 18 años.

“En Argentina estuve expuesto a toda la cultura musical argentina, que también son terribles musicos, eso me marcó bastante”, explica y cuenta que entró a Illya Kuryaki gracias a una recomendación del propio Spinetta.

“Con Spinetta generamos como una amistad porque íbamos mucho al estudio de él. En los últimos años ya vivía en el estudio y era un ser increíble que siempre me dio mucha inspiración. Desde el lado de la persona y también musicalmente”, dice.

Pero las influencias no son solamente musicales. Fattoruso hoy tiene dos hijas, que se llevan diez años de diferencia. “Por supuesto que todas las cosas que van ocurriendo en la vida, buenas y malas, se te suman para la parte creativa. Mis hijas se llevan diez años la una de la otra, entonces pude disfrutar con cada una su infancia, con mucho cariño”, declara.

Su próxima presentación musical en Uruguay será este viernes 5 de enero en el Pionero, en Santa Mónica, un balneario cercano a José Ignacio en Maldonado. Presentando “Rock On Fire”, a las 22:00 horas, se trata de una noche de rock 100% puro recorriendo las mejores décadas del género. Lo acompañarán Matías Rada, Dinamita Pereda, Rodolfo Sayagues, Santiago Juan, Alejandro “Llambo” Llambias y otros invitados especiales.

Por Federica Bordaberry