Por Catalina Zabala
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Si hay algo que Gonzalo Deniz busca evitar, es la monotonía. Esto se observa en varias aristas: su manera de hacer música, su incursión en proyectos musicales diversos, sus referencias artísticas, e incluso su nombre. Alejado del "Gonzalo Deniz" que figura en su cédula de identidad, el artista comenzaba a desarrollar su carrera musical en los tempranos 2000 bajo un nombre artístico que provenía de un libro que leía. Franny y Zooey (1961) de Salinger marcaría, sin que él lo supiera, el punto central de toda su carrera.
Sin embargo, una pandemia que traía más preguntas que respuestas, lo llevó a una crisis de identidad. ¿No debería, quizás, dejar el seudónimo y usar su nombre? Esta duda se transformaba en certeza en 2021, y en 2022 lanzaba Mientras tanto, en Montevideo bajo el nombre de Gonzalo Deniz. Hoy, dos años después, reconoce las posibilidades que ofrece esta línea divisoria. Vuelve a subirse al barco de Franny Glass, un nombre artístico que, según explica, le proporciona mayores libertades creativas.
Los patrones de cambio identitarios también se escuchan en su música. Inspirado por la música popular uruguaya, pero con influencias que van desde Bob Dylan hasta melodías provenientes de Mali, Gonzalo Deniz ha experimentado constantemente y en todas direcciones con un único objetivo: romper la canción y hacerle preguntas. Unas preguntas que él mismo intenta responder.
Después de idas y venidas, se presenta este viernes 5 de noviembre en el Teatro Solís, bajo su antiguo pero característico nombre de Franny Glass. El show tendrá lugar a las 21.00 h, y las entradas pueden adquirirse aquí.
Tu nombre en el escenario ha variado. De un nombre de banda, pasaste a Franny Glass como nombre artístico solista, después a tu nombre personal, y de nuevo a Franny Glass. ¿A qué responden estas transiciones?
Cuando empecé este proyecto en 2006, era una banda que se llamaba Franny Glass & los bla bla bla's. Franny Glass era el personaje de una novela que yo estaba leyendo en ese momento, que se llama Franny y Zooey, de Salinger. En ese momento estaba leyendo sus libros, y sentía que era una influencia en lo que yo estaba escribiendo. Quería que el nombre tuviera alguna referencia. Pero no le puse el nombre como si fuera el mío, sino que era el nombre del proyecto musical. Antes de grabar el primer disco, terminó siendo mi proyecto solista. Mi primer disco, del 2007, ya lo grabo como solista, pero como mantuve algunas canciones de ese primer proyecto, decidí también mantener el nombre, porque tenía 20 años y no quería sacar un disco con el nombre de la cédula. Me parecía que todavía era muy joven para sacar un disco solista, y así estuve tocando 15 años con ese nombre, Franny Glass, que terminó siendo prácticamente mi sobrenombre.
Había personas que pensaban que yo me llamaba así. Entonces siempre tuve una relación conflictiva con ese nombre; por un lado me gustaba que no fuera el mío, pero por otro lado ya se había convertido en él. Me decían "Franny", pensaban que era mi nombre. Paralelamente, siempre tenía la idea de que quería publicar material con mi nombre real. En el 2021, en medio de la pandemia, no había conciertos y no se sabía muy bien qué iba a pasar. Había mucha incertidumbre en términos de lo material, de cómo íbamos a seguir viviendo, y también en términos artísticos. Por estas preguntas que se planteaban, me pareció un buen momento para dar ese paso y publicar material con mi nombre real. Entonces saqué este álbum que salió hace unos años, que se llama Mientras tanto, en Montevideo, que es el único que saqué con mi nombre real.
Empecé a componer el disco que saqué ahora en noviembre, que se llama Ahora después (2024). Lo compuse todo, lo grabé, y cuando terminé, vi que cada canción del disco fue como un experimento a nivel compositivo y de grabación. Me alejé bastante de lo que para mí era la manera normal de hacer canciones. Cuando estaba por sacar el disco, me di cuenta de que el vehículo más importante para mí, o mi lugar y mi "casa artística", en realidad siempre había sido Franny Glass, porque toda mi vida adulta prácticamente había publicado bajo ese velo del nombre de fantasía. Me había gustado la libertad que me había dado el cambiar de identidad, pero me gustaba también esa cosa de que Franny Glass no era yo, sino que podía ser una banda. A nivel escénico, para estar en el escenario y tocar en vivo, me daba otra libertad. Entonces utilicé lo mejor de los dos mundos, por decirlo de alguna manera. Este disco lo hice con la libertad creativa de haber usado mi propio nombre durante un tiempo para presentarme. Pero a la hora de publicarlo, decidí otra vez ponerme la máscara y retomar a Franny Glass con lo que había surgido de estos últimos tres años.
Tras haber vuelto a Franny Glass, ¿te arrepentís de haber usado tu nombre personal en estos tres años?
No, yo creo que fue un proceso que me fue sorprendiendo, porque no fue tomarme un descanso. Para mí era algo permanente. En realidad no me arrepiento, porque si no hubiese hecho ese cambio, no habría hecho ese disco. Si yo lo hubiese compuesto pensando que era uno de Franny Glass, seguramente habría tomado otro tipo de decisiones. Al final de cuentas, pienso que en cada disco de Franny Glass me gustó explorar cosas nuevas, probar cosas nuevas. Y es como si en ese álbum me hubiese engañado a mí mismo, en pensar que Franny Glass no existía más, y hacer algo completamente nuevo. Pero cuando lo terminé de hacer, me di cuenta de que era un disco de Franny Glass. Siento que fue parte del proceso creativo, y ya queda claro que soy Gonzalo, que mi proyecto es Franny Glass, y que el día de mañana puedo hacer cosas como Gonzalo Deniz, o cosas como Franny Glass como proyecto artístico. Fue un proceso que tuve que atravesar para darme cuenta de algunas cosas, pero como te digo, no me arrepiento. Es como en las películas: aparece un obstáculo y después todo vuelve a la normalidad, pero no es igual que al principio. Hay algo que uno trae de esa crisis, y yo creo que es un poco el caso. No sé cómo va a ser el final, si va a ser una tragedia o va a ser un final feliz, pero por lo menos ahora se siente bien.
¿Al volver a Franny Glass, estás volviendo también a una forma concreta de trabajar, o bajo ese nombre pueden tomarse diferentes caminos?
Creo que una constante en la discografía de Franny Glass, porque a mí me gusta pensarme a nivel de álbumes y de cierto recorrido, ha sido el probar cosas diferentes. Si bien hay una manera de escribir canciones, o una voz que pueda caracterizarse como de Franny Glass, lo cierto es que siempre he tratado de hacer álbumes bien distintos entre sí, cada uno es un universo, o al menos yo lo pienso así. Entonces, me parece que a nivel discográfico no hay una manera de hacer las cosas. Pero sí, como te decía, a la hora de tocar en vivo. Yo ya tenía una manera de estar en el escenario como Franny Glass, que es distinta si me presento con mi nombre. Creo que la constante ha sido el cambio, y probablemente siga siendo así.
¿Te parecen importantes, a nivel general, los nombres artísticos?
Para mí los nombres son importantes, sean los reales o los inventados. Yo pasé a presentarme con mi nombre porque creía que los nombres eran importantes. Creía que tenía que hacerlo con mi nombre real, y no con uno de una novela estadounidense escrita en la década del sesenta. Me parecía que había algo que tenía que ver con mi búsqueda artística, en la que tenía que ser yo mismo y nadie más. Después volví al nombre de Franny Glass por la misma importancia de los nombres. Podría haber dejado el nombre atrás, pero el nombre no me había dejado atrás a mí. Seguían percibiéndome como Franny Glass. Creo que está en lo que cada uno decida. Está buenísimo usar tu propio nombre para tener una carrera artística, y también está bueno, si querés, tener ese velo. Ser uno cuando vas a un almuerzo con amigos, cuando te vas de vacaciones y a la feria, y ser otro cuando estás arriba del escenario. Me parece que hay algo lindo de la música, que es esa cosa más de fantasía, pero está en cada uno el cómo decide llevarlo adelante.
¿Qué referencias artísticas crees que se reflejan en tu obra?
Cuando empezás en la música, tenés muy claras cuáles son tus influencias, son como los pósters en el cuarto. A medida que empezás a tener más experiencia, a conocer más música, a tocar y todo, empiezan a ser mayor cantidad y más entreveradas. Es más difícil nombrarlos. Pero en este álbum hay una influencia de la música latinoamericana mayor que en mis otros discos. También de algunas partes de África, y sobre todo de la música popular uruguaya. De repente en otros discos se pueden encontrar más influencias estadounidenses, europeas, más anglosajonas. A mí siempre me gustó mucho el folk de los años sesenta, como Bob Dylan, y otros, y fue lo que estuvo muy presente desde el comienzo del proyecto. Esa idea de cantautor con letras narrativas. Y creo que en este álbum está más presente que nunca una cosa más regional, mi foco estuvo puesto ahí. La música popular uruguaya, y sobre todo la más experimental, de jugar con la canción popular y llevarla a sus extremos. Creo que esa vertiente es la que está más presente como referencia en mí música.
Tuviste experiencias como miembro de una banda y como solista. ¿Personalmente trabajás más cómodo como solista, o con un grupo? ¿Qué rescatas de ambas experiencias?
A mí me gusta mucho trabajar colectivamente. Siempre que puedo, me presento en formato de banda. Me gusta grabar con otras personas, no me gusta que el proceso creativo sea desde el principio hasta el fin llevado a cabo por mí. Pero también me doy cuenta de que, cuando estoy haciendo discos, tengo algunas cuestiones bastante claras de lo que quiero hacer, y que si tuviera que negociar en cada aspecto se me haría difícil. He tenido proyectos colaborativos y colectivos, pero he mantenido siempre mi proyecto solista. Entonces creo que es un poco de las dos cosas: me gusta tener este proyecto en el que puedo tener un concepto claro y seguir hasta las últimas consecuencias con eso, pero también me gusta colaborar y compartir, y que otras personas puedan aportar lo suyo al contenido y a lo que se está haciendo. Porque siento que siempre que se hacen las cosas en conjunto son mejores, pero tengo esta visión y quiero que me ayuden a llevarla a cabo. Las dos cosas tienen cuestiones muy positivas, y yo he encontrado de alguna manera en este proyecto un equilibrio entre poder estar acompañado, pero poder plasmar ideas que tengo claras sobre lo que quiero hacer.
¿Cómo hace el artista, al trabajar con un equipo, para lograr transmitir las ideas concretas que tiene en mente, y que se lleven a cabo? ¿Cómo se logra que todos estén en sintonía?
Generalmente cuando trabajo con otras personas, cuando armo una banda o un equipo para grabar o para tocar, busco personas a través de la admiración que siento por ellas. Si me encanta lo que hace esta persona, si intuitivamente siento que podría aportarle algo a lo que yo estoy haciendo. Entonces generalmente no marco rigurosamente lo que tiene que hacer; siendo admirador de lo que hacen marco lineamientos generales de por dónde me gustaría ir, pero dejo que se aporte. En mi caso, que es un proyecto en el que a veces tocamos en formato de banda, pero que yo soy el que lleva adelante el proyecto, también es mucha coordinación y paciencia, y saber que ya es un montón lograr ensayar y que le dediquen tiempo a esto. Es todo un arte el gestionar los grupos. Al fin y al cabo, uno puede tener dolores de cabeza previos a los conciertos y a las grabaciones, pero después siempre te das cuenta de lo importante que es rodearse de personas en las que uno confía y admira, y que pueden aportar cosas a lo que se está haciendo. Entender que yo no las podría lograr solo.
Trabajaste en bandas sonoras para cine. ¿Cómo es la experiencia en ese trabajo? ¿Qué reto significó para vos en comparación a lo que hiciste siempre?
Es bien distinto. Yo estudié cine, entonces no me era ajeno el funcionamiento de los distintos roles que hay en torno a una película. Cuando hago discos propios, yo soy el que toma las decisiones, porque hay un universo que estoy creando y soy el que pone las reglas. La lógica uno la conoce, y tenés que tratar de que otras personas se interioricen con eso. Cuando trabajás en una película, sos un elemento más de otros que juegan en torno a la idea del director. Está la fotografía, la actuación, la dirección de arte, el vestuario, y la música es un elemento más. Vos estás al servicio de algo que es mayor que la música en sí misma. Cuando hacés un disco, la música es el fin en sí mismo. Pero cuando hacés música para una película, es eso. Tratar de entender lo que quiere transmitir el director y trabajar en función de eso. Son dos tareas que, si bien son de componer música, son bien diferentes y ocupan distintos canales. El cine ocupa un tipo de energía creativa diferente.
¿Cómo fue ese proceso de pasar de trabajar tus ideas, a trabajar para las ideas de otro?
Mi experiencia fue con el director Diego Parker Fernández. Tuve otras experiencias que fueron muy buenas, pero mi principal experiencia trabajando para cine fue con él. Por un lado, le gusta la música que yo hago, y siempre tiene muy claro por dónde quiere ir. Entonces trabajamos con muchas referencias, y él también tiene una idea de a dónde puedo llevar yo esos conceptos. Sé que a veces el trabajo para películas es más frío o implica involucrarse menos, pero yo nunca tuve una experiencia así. Hubo mucha cercanía y fue muy de charlar y pensar ideas, me vi muy por dentro. Sobre todo en las películas de Diego, que estuve involucrado desde el guion mismo, antes de que se empezara a filmar. Capaz que fui un poco malcriado en ese sentido, pero las experiencias fueron muy buenas.
Lanzaste un nuevo álbum, Ahora después. ¿Qué propone en comparación a los anteriores? ¿Qué lo caracteriza?
Yo creo que es un disco en el que cada canción es un experimento. A nivel sonoro, a nivel armónico, a nivel rítmico, sin que dejen de ser canciones. Algunas son más convencionales y otras menos, pero creo que hay una idea de explorar y de llevarla a otros territorios a través de la disonancia, o del trabajo de la interacción entre los instrumentos y los arreglos. Creo que tiene una fuerte influencia de la música popular uruguaya, de romper con lo establecido. Hay una vertiente de la música popular uruguaya que siempre estuvo cuestionando la canción misma y las formas. Pienso en los que cantaban, en Eduardo Mateo, Mariana Ingold, trabajar sobre la canción popular, pero no ser conservador, sino al contrario. Tratar de romper la canción y llevarla a otro lugar, y creo que esa es una de las principales influencias que tiene el disco.
Es algo construido con los mismos elementos, pero que tiene ciertas anomalías. Ese era el primer impulso, utilizar elementos de música uruguaya, regional, algunas cosas de música africana que estuve escuchando, influencias de Mali y otros países. Tomar elementos de ahí, pero a través de cambios en los procedimientos de composición, generar una canción que es familiar. Que los elementos sean reconocibles, pero que haya algo en ella medio descentrado, sacado de lugar. Generar algo de extrañeza y familiaridad al mismo tiempo. Hacer algo que plantee una posibilidad distinta de hacer las cosas. Sin darle ninguna importancia al trabajo que yo hago, pero creo que en la música en general hay una tendencia a lo homogéneo, a parecerse a tal cosa, y en ese sentido se pueden generar espacios alternativos dentro de lo musical. Generar divergencias y probar otros caminos. Creo que hay una idea fuerte de eso. Fue un laboratorio muy divertido y lúdico en el estudio con el productor Fabrizio Rossi, de probar las ideas más alocadas y sin filtro. Fue un proceso muy lindo y muy libre de trabajar con las canciones.
¿De dónde surge el nombre?
A nivel de las letras, hoy mi foco está en encontrar expresiones que tengan un sentido cotidiano y coloquial, que usemos muy a menudo, pero que si te detenés y las empezás a analizar, tienen un significado más profundo o filosófico. El "ahora después" tiene esa cosa de desfasaje temporal, y lo usamos todo el tiempo para referirnos a que no vamos a hacer ahora. Es una especie de espacio en el tiempo, porque no es después y no es ahora. Es reuruguayo decir eso, pero si lo pensás tiene una cosa de un posible desfasaje temporal. Me gusta encontrar eso, expresiones que son recomunes, y resignificarlas. Es como el "andá viniendo".
¿Esto tiene relación con lo que explicabas de romper con lo establecido en términos de composición?
Sí, se relaciona con el contenido. El título es una síntesis de algunas cuestiones que aparecen bajo otros signos dentro del álbum, a nivel musical.
¿Qué dirías que le falta al panorama musical uruguayo de hoy? ¿Qué podría enriquecerlo?
Un amigo periodista me decía, y creo que tenía algo de razón, que él sentía que lo que estaba pasando hoy en día con la música era que todos estaban pateando al medio del arco. Yendo a lo seguro. Estoy hablando de impresiones y de cosas que me han dicho otras personas, porque sería injusto decir que en la música nadie se arriesga a hacer nada. Conozco muchos proyectos que sí lo hacen, que quizás no tienen tanta visibilidad. Pero de hablar con algunas personas que son observadoras de lo que está pasando musicalmente, entiendo que hay una tendencia a lo homogéneo, al no arriesgarse. Si uno consigue un poquito de atención, no quiere soltarla. Si esto tuvo más "Me gusta" o más reproducciones, vamos a agarrarlo y potenciarlo.
Por otro lado, siento que siempre que hablamos del quehacer musical terminamos hablando más de cómo hacer para subir mi música, qué es mejor, cómo hago para que más personas la escuchen. Si es mejor subirla un martes o un viernes, cómo sostener mi personalidad artística en Instagram sin convertirme en un entertainer. Estamos medio atomizados. Uno podría pensar que hay más posibilidades, hoy cualquiera puede publicar su música y eso es excelente. Pero creo que estamos atomizados por un montón de cosas que rodean lo musical, y que hay menos discusión sobre lo musical justamente. Yo creo que hay una energía puesta en eso y es entendible, porque hacer música lleva un montón de esfuerzo y de dinero, y a veces queda en una publicación: "Salió mi disco".
La gente se está aglomerando tras las propuestas más mainstream. Lo llevo a los escenarios, está redifícil vender entradas en los escenarios medianos, es difícil fijar una entrada que te permita pagar los gastos. Si es más cara significa que va a ir menos gente, pero todos los fines de semana se llena el Antel Arena con espectáculos internacionales y entradas de $2.000. Por un lado está lo que se dice de la música uruguaya. Al no haber expectativas de volverte megamillonario, la gente termina haciendo lo que se le antoja, y por eso hay tanta música interesante en nuestra historia. Porque no era gente apuntando a ser famosa. Era gente que hacía música por placer. Pero por otro lado, hay una cuestión de no arriesgarme si tengo una ventana de atención, por miedo a hacer algo que pueda disgustar. Creo que la música puede servir para confortar y dar alegría a las personas, pero que no solamente tiene que ser para agradar. Es una de las cosas que pueden suceder dentro de la propuesta artística. Me parece que falta un poco de discusión y de riesgo, porque quizás estamos atomizados por otro montón de trabajos que tenemos que hacer, que antes no teníamos.
Por Catalina Zabala
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