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Contenido creado por Federica Bordaberry
Historias
Sinner

Gili Shani, fotógrafo no oficial de KitKatClub, uno de los clubes más sexuales de Berlín

Es reconocido por sus retratos en blanco y negro en uno de los clubes más famosos de Berlín, donde está prohibido sacar fotos.

02.11.2023 13:10

Lectura: 28'

2023-11-02T13:10:00-03:00
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Por Federica Bordaberry

Si en Berlín ya son conocidos algunos boliches por tener dark rooms, donde la actividad sexual está permitida, el KitKatClub posiblemente sea el que más lo permite. Es, justamente, un dark room total. Las relaciones sexuales, y cualquier otro aspecto de la sexualidad, está permitido en todas partes del club, siempre y cuando sea consensuado.  

Aunque tiene una política de diversidad, donde todo el mundo está invitado, no todo el mundo ingresa. Hay un código de vestimenta estricto: lo fetichista. Látex, cuero, medias de red, tacos altos, arneses. Látigos.  Tiene tres pistas de baile y una zona exterior con piscina. Está decorado con luz ultravioleta y pinturas de colores fluorescentes del pintor berlinés Vigor Calma alias "Der Träumer" (el soñador).

Dentro, hay pocas reglas. Más allá del respeto, del consenso, de lo fetichista, no se permite el ingreso de teléfonos celulares ni cámaras de fotos. Sin embargo, ahí dentro, los miércoles y los sábados, circula un hombre con una cámara. Pregunta. Se aleja de la persona. Le saca una foto. Le muestra. 

Lo que sigue, y es una de las razones por las que ese hombre se hizo conocido, es pasar la foto a blanco y negro y, luego, subirla a su Instagram. Gili Shani, un fotógrafo que vive en Berlín hace varios años, logró convertirse en el fotógrafo no oficial de KitKatClub. Es una de las pocas personas que registra lo que sucede allí, que documenta esa escena. 

Nacido en Tel Aviv hace cincuenta años, pasó por la fotografía de moda, por las revistas (algunas eróticas, otras no tanto), por lo comercial. Documenta lo que queda del Berlín underground, el de hace veinte años, y tiene dos libros de fotografía publicados. El último, "Sinner", fue publicado este año, y se puede acceder a él a través de su página web

Desde LatidoBEAT, hablamos con ese fotógrafo que logró volverse ícono de uno de los boliches más sexuales de Berlín, a pesar de tener una política de no permitir fotografías. 

*Esta entrevista fue originalmente hecha en inglés.

¿Dónde entró la fotografía en tu vida mientras crecías?

Para mí fue diferente. Cuando tenía 20 años, regresé de India y no sabía qué hacer con mi vida. Tenía una novia y su mamá me preguntó: "¿qué vas a hacer con tu vida?". Le dije: "no sé". En ese momento, trabajaba en un bar. Hice esto durante muchos años en Israel. Trabajé en bares durante casi 20 años. Me preguntó "¿qué te gustaría hacer?" y le dije "me gustaría sacarle una foto a tu hija".

Ella dijo: "tal vez deberías aprender fotografía". Así es como comenzó. Nunca antes había hecho fotografía profesional. Tenía una cámara que me regaló mi hermano y ya está. Así es como comenzó, para ser honesto. Luego, fui a una escuela.

Cuando llegué a esa escuela estaba en una entrevista y me pidieron que les mostrara algo de mi trabajo. No tenía nada para mostrarles. Me preguntaron: "¿Por qué deberíamos tomarte?". Le dije: "porque es una escuela de arte privada y pago dinero". Así fue como empecé a estudiar fotografía. Era bastante aburrido para mí, toda esa situación. Estuve allí dos años.

Después de esto trabajé en una tienda de fotografía. Estaba imprimiendo fotos para la gente y uno de los fotógrafos de allí necesitaba un asistente. Era fotógrafo de moda. Luego, me convertí en fotógrafo de moda asistiéndole. Trabajé con él durante dos años. Después de esto, empecé a hacer una revista con otro amigo, era sobre la vida nocturna en Israel.

¿Aprendiste fotografía en Israel?

Sí. Era una escuela de arte, así que en realidad no se trata de aprender fotografía. Te enseñan lo básico y tratan de desarrollar tu mente con cosas así. Para mí, nunca fue un reto y siempre fue aburrido. Nos daban una tarea y había que trabajar en ella durante un mes. En mi caso, llegaba una semana después con lo que había terminado. Siempre quisieron ver el proceso. Es lo mismo con las matemáticas, tenés el número al final y hay que mostrar el proceso. Era bastante aburrido y después de dos años lo dejé y empecé a trabajar por mi cuenta.

A los treinta años te mudaste a Berlín, ¿cómo llegaste a la ciudad?

Yo era fotógrafo en Israel, pero en Israel era bastante difícil. Llegás al punto en el que ya trabajaste con toda la gente de allí y no hay otro lugar dónde trabajar. No estaba en un buen momento de mi vida, un poco deprimido, y siempre quise ir a algún lado. Nunca antes había estado en Berlín. Mientras trabajaba en el bar, había una chica de Berlín y nos hicimos amigos. Hice una sesión de fotos con ella y me dijo que trabajaba en un club de Berlín.

Durante seis meses estuve trabajando desde Israel, haciendo volantes para ellos. Nunca los había visto en mi vida. El nombre del club era Sage, donde hoy es KitKatClub. Me invitaron a ir a Berlín para Año Nuevo y llevé mi cámara conmigo. Me gustó mucho estar en Berlín. Disfruté e hice fotos en el club. Les dije que quería mudarme para aquí y que si podían ayudarme.

Así comenzó. Me dijeron: "Sí, podés ser el fotógrafo del club para nosotros". No tenía nada que ver con la moda. Me mudé para acá y me ayudaron con papeles y todo. Trabajé para ellos durante unos seis años, más o menos. Luego, el Sage comenzó a cerrar, así que seguí adelante. Durante ese tiempo, comencé a tener conexiones en el mundo fetichista, debido a los volantes. Modelos de todo el mundo vieron mi trabajo. Siempre me escribían porque querían hacer sesiones de fotos conmigo. Empecé a trabajar con una revista y luego fotografié las portadas. Así que empecé a fotografiar fetiches y todas esas cosas. Así es como me metí en esto. Yo venía de la moda y, de repente, ya no hacía moda.

¿Cuál es la historia de cómo llegaste a KitKatClub por primera vez? No como fotógrafo.

Cuando Sage me invitó aquí, era la segunda noche después de la víspera de Año Nuevo y un amigo mío se me acercó y me dijo "vamos a alguna parte". Fuimos a su casa y nos cambiamos de ropa. No sabía a dónde iba y entramos en el KitKatClub.

Estaba bastante vacío, había unas cincuenta personas allí y una pareja teniendo sexo en el sillón. Yo pensé  "estoy en casa". Cuando me mudé a Berlín, solía ir allí todas las semanas, mientras trabajaba en el Sage Club. Cuando terminaba en Sage, solía ir al club KitKat los sábados. Con el tiempo llegué a conocer a todo el mundo allí. Desde que estoy en Berlín he estado todos los fines de semana en KitKat, a menos que no esté en Berlín.

Foto: Gili Shani

Foto: Gili Shani

Era el KitKat de Templehoff, ¿verdad? ¿En qué se diferencia del actual?

Principalmente, que estaba muy lejos. No estaba en medio de la ciudad. Para ir a KitKatClub tenías que tomar un tren y luego tenías que caminar. Tomar un taxi, al menos desde donde yo vivía, no era muy barato. La gente que fue allí estaba lista para ir a KitKat. Yo diría que era mucho más como una comunidad, gente que va todos los fines de semana, donde todo el mundo se conoce.

El código de vestimenta era mucho más estricto. Yo me ponía corsés y pantalones de cuero. Y era underground. Creo que eso marcó la diferencia. Hoy está justo en el centro de la ciudad y cualquiera puede entrar. La sociedad tiene una mente mucho más abierta sobre ese tipo de cosas, cosas que en mi época eran underground. Cuando decía "¿quieren ir a KitKat?", me decían que la gente estaba loca allí.

Todo es un concepto sobre Berlín. Si nos fijamos en el Berlín de hace veinte años, creo que estaba dividido, al menos en lo que respecta a la vida nocturna. No es que todo el mundo fuera a todas partes. La gente punk iba a fiestas punk, la gente gótica iba a fiestas góticas y la gente techno iba a fiestas techno. El KitKat era más comunitario, era más reconocible por la gente que iba allí. Era algo más personal de lo que es hoy.

¿Cómo empezaste a sacar fotos de un lugar donde no se permiten teléfonos, ni fotografía?

Bueno, me llevó catorce años convencerlos de que lo hicieran. Había hecho algunas fotos en KitKat antes, en diferentes fiestas. Era muy difícil con esta política de no hacer fotos en KitKat. No había forma de hacer fotografías. Incluso hoy en día, si le preguntás a los propietarios, te dirían que no hay fotógrafo. A pesar de que saben que estoy allí, no hay fotógrafo en KitKat, desde su punto de vista.

Establecimos algunas reglas básicas al respecto. Todo comenzó porque estaba haciendo fotos en una fiesta en KitKat, y me dejaban hacer las fotos. Después de hacerlas, se las mostré a los dueños y les dije que quería empezar a hacer fotografías todos los sábados. La idea era crear un libro sobre KitKat. Todavía es algo que está en el aire, hacer este libro o no hacer este libro. Hoy es un poco más complicado. Es todo un reto crear esto porque no puedo usar las fotos sin una autorización de modelo firmada, en general.

Por lo tanto, establecimos reglas básicas que eran muy claras. A todas las personas a las que les hago fotos tengo que pedirles permiso. Esa fue la primera regla y la más importante. En segundo lugar, tenía que difuminar a todas las personas en el fondo. La tercera regla era que, si había una sola persona que se quejaba de que yo hiciera fotos, esa sería la última vez que haría fotos.

Con el tiempo, la gente se acostumbró a que yo estuviera allí. Antes del coronavirus también estaba más concurrido, la gente venía todo el tiempo. Después del coronavirus, el lugar realmente cambió. Hay mucha gente que no sabe realmente quién soy, o por qué hay alguien caminando con una cámara en el club. Hoy en día, muchos turistas van allí. Por supuesto, hay fiestas en las que hay otro público, como Symbiotikka. El sábado se convierte en una mezcla de toda la gente de todas partes.

Cuando trabajaba en el otro club, solía venir a KitKat por la noche. En ese entonces, estaba empezando a hacer fotos. Hoy, a las tres de la mañana, no hay forma de que pueda hacer fotos. Está demasiado lleno, la gente está demasiado paranoica para hacer las fotos. Podés hacer una foto en el otro lado del club y alguien va a venir a decirte "por favor, no me saques una foto". Realmente ha cambiado. Hoy empiezo sobre las once y a la una de la madrugada ya estoy guardando la cámara. Si antes hacía cien fotos por noche, hoy hago veinte.

Hay una especie de voyeurismo en tu fotografía, o en tu lugar en KitKatClub, ¿verdad?

Como persona, incluso hoy en día, no soy parte de KitKat porque no participo en lo que está sucediendo allí. En las relaciones, siempre fui monógamo. Me gusta ir a KitKat y observar a la gente. Pero no es solo en KitKat, es en todas partes. Siempre soy yo el que está sentado en un costado, mirando. Aquí es donde entra en juego ser voyeur.

Mi primer libro fue "Voyeur. Berlín. Kinky", que hice junto a Chris de Symbiotikka y todo surgió durante el coronavirus, de la idea de que los clubes estaban cerrados. No había ninguna razón para que hiciera más fotos. No podía subir fotos de un club que estaba cerrado. Le ofrecí a la gente en mi Instagram si querían que les sacara fotos, como si fueran a KitKat. Iba a sus casas y hacíamos fotos. De ahí surgió la idea de hacer el libro.

El primer libro fue bastante voyeur, pero no lo suficiente para mí. Había algunas personas desnudas, pero no lo suficientes. El año pasado hice un segundo libro llamado "Sinner". El segundo libro es mucho más hardcore que el primero. Soy yo yendo a las casas de las personas y fotografiándolas teniendo sexo o en situaciones muy íntimas. Creo que esto viene de este punto de ser un voyeur. Como fotógrafo sos un voyeur natural.

Has trabajado con la fotografía erótica como género. ¿Cuál es el concepto detrás de la fotografía erótica?

Ya no hago fotografía erótica. Todo mi estilo fotográfico ha cambiado. Cuando me mudé a Berlín, tenía todas estas modelos fetichistas que querían que les sacara fotos. Era fotografía de moda. Estaban semidesnudas o desnudas. A ver qué es lo que vos llamás erótico, pero para mí era la escena, lo que me rodeaba, esto era lo que hacía. Con el tiempo, ahora apenas estoy haciendo ese tipo de sesiones de fotos. Si hago una sesión privado, simplemente voy a las casas de las personas y les saco fotos ahí. Ya ni siquiera uso luces. Estoy usando luces naturales y un poco de luz artificial. Eso es lo que utilizo para mis fotos de hoy.

Todo el aspecto fotográfico de mí tiene más que ver con el documental que con la moda o el erotismo. Así llamaría a mi fotografía hoy en día. Ya no es erótico. Ni siquiera estoy haciendo retoques a las fotos que estoy sacando. Estoy fotografiando a la gente tal y como son y haciendo las cosas que quieren hacer.

Prefiero fotografiar a la gente más desnuda que hacer moda porque eso es lo mío. Al final, se trata más bien de dejar registro de la época en que Berlín solía ser underground y cómo está llegando a la nueva generación que viene. Es cómo me veo en mi fotografía. Es más documental. Definitivamente, no me llamaría un fotógrafo erótico.

Compartís tu trabajo en redes sociales, ¿alguna vez te han reportado fotos o tu cuenta?

Millones de veces. Ya me borraron dos veces de Instagram. Estoy constantemente en shadow ban. A menos que pongas notificaciones, no te van a aparecer mis publicaciones. Podría haber usado Twitter, o lo que hoy se llama X, pero cuando le digo a la gente que voy a usar usando la foto en el club, es principalmente para Instagram. Una vez más, no se trata de la gente desnuda, se trata más bien de documentar este lugar. En este momento esto es lo que tengo, esto es lo que soy. Tampoco recibo millones por subir la foto. Es documentar el club y lo que está pasando allí.

Hoy en día, es más difícil porque no encuentro a las personas a las que quiero fotografiar. Si te desplazás hacia abajo, a través de mi Instagram, vas a ver cómo ha cambiado a lo largo de los años, cómo ha cambiado la multitud y cómo se ve en un período de siete años. Creo que hay una gran diferencia, pero es parte del proceso. Esto es una cosa documental. Redes sociales... Me odian, seguro. Solicité el tick azul muchas veces y nunca respondieron.

Estás documentando KitKatClub como fotógrafo, pero también lo conocés desde hace muchos años como una persona normal. Entonces, ¿cómo definirías a KitKat?

Si no sabes lo que es KitKat, no deberías ir a KitKat. Esto es lo principal. Solía ser un lugar en el que nadie podía hacer fotos y nadie podía ver lo que había dentro. Además, mi Instagram es probablemente como un 70% de hombres y algunas mujeres, porque los hombres quieren ver a las chicas semidesnudas y cosas así.

En Berghain, que también tienen una política de no sacar fotos en el interior, también ha cambiado a lo largo de los años. No es el Berghain que conozco, y yo solía ir al Berghain. Creo que esto es un proceso, así que, ¿qué es KitKat? Ya no puedo decirte qué es KitKat porque la gente que va allí es curiosa. Son personas que quieren encontrar un lugar para ser ellos mismos.

Creo que es un club con gente bailando en ropa interior. Si quieren tener relaciones sexuales, todo está permitido allí y hay mucha tolerancia. Hoy, esta sería la multitud de KitKat. Ya no es como cuando estaba en Templehoff. Era diferente. La gente venía allí a jugar, a ponerse sus trajes, su fetichismo, la ropa, a usar látex o a usar tacos altos, y esas cosas berlinesas que se pueden ver en KitKat.

Todavía ves a algunas personas usando esas cosas, pero principalmente son hombres con shorts cortos y arneses. Y hombres en ropa interior. Así es hoy en día. Creo que todavía hay fiestas que hablan a ciertas multitudes, pero en KitKat, lo que lo hace más especial, es que todo el mundo puede ir. No se trata de hablarle a un público determinado. Podés ir si querés azotar a alguien, o podés ir si quierés bailar y disfrutar de la música. Eso es lo que KitKat es para mí hoy.

Foto: Gili Shani

Foto: Gili Shani

¿Cómo elegís a quién sacarle fotos en KitKat?

Estoy en KitKat los miércoles y sábados. Los miércoles es la noche de Symbiotikka. Llevo dos años trabajando ahí, o algo así y la gente sabe que estamos sacando fotos, así que tengo mucha más libertad. Puedo sacar fotos. Quiero decir, saco fotos a todo el mundo. Ese es mi trabajo y eso es lo que estoy haciendo allí. Hago las fotos y fotografío a tanta gente como puedo.

El sábado es solo mi punto de vista, quién creo que es interesante o que me recuerda al viejo KitKat. O lo que sé de KitKat. Así es como elijo a la gente. No lo hago por los likes en mí Instagram o cosas así porque de todos modos estoy en shadowed. Este es mi punto de vista, nunca recibo plata por esto de todos modos, así que puedo hacer lo que quiera.

Así es como elijo a las personas. Tenés que usar algo que sea interesante o tenés que tener un look interesante. No solo ser una turista de Francia que se pone ropa interior y viene al club. Puede que sea muy hermosa, pero eso no es lo que me interesa de lo que quiero mostrar. Porque, para mí, la diversidad es muy importante. Todo el mundo es bienvenido allí y esto también es algo muy especial de KitKat. Esto es lo importante, la diversidad. 

Hacés retratos en blanco y negro, ¿cómo lográs que no sea siempre lo mismo? ¿Cómo se trabaja con eso?

No creo que haga que se vea diferente cada vez. Me alegro de que pienses así, pero para mí todo se ve igual. Cuando miro mis fotos, es como si tuvieran mi firma. La gente puede ver las imágenes y reconocer quién hizo la foto. Desarrollé este estilo durante todos estos años. Es una foto de Gili Shani. Hay otro fotógrafo allí que está haciendo fotos, totalmente diferente a lo mío. Me alegra que pienses que es diferente, pero para mí todas se ven iguales. En siete años, he utilizado el mismo escenario para las fotos. Nada cambió realmente.

¿Cuál es la diferencia entre fotografiar para revistas y fotografiar, por ejemplo, en KitKat, o en cualquier otro trabajo en el que documentes?

Entre todos estos trabajos, tenía una marca de lentes. Lo creé con otros dos socios míos, con los que ya no estoy conectado. Ese fue un trabajo de tiempo completo porque creamos la marca. Básicamente, estaba haciendo la marca y usaba modelos que venían de KitKat y cosas así. No hay mucha diferencia para mí. Es moda. Los trabajos comerciales es volver a mis raíces, donde comencé como fotógrafo de moda. Por supuesto, hay una gran diferencia entre esto y sacar fotos en KitKat, en una fiesta.

Desde el equipo, la vibra, todo. Mis fotos dependne de lo que estoy fotografiando. Muchas veces, solo uso la luz del día, y no la luz externa, mientras fotografiaba a la gente en sus casas. Mi concepto es no usar más luces externas, trabajar con luz natural. Además, los equipos mejoraron mucho. Hay una fiesta en KitKatClub en la que estoy trabajando con cámara y ya no uso flash. Esto es lo que más me gusta hacer en estos días, porque realmente lo está haciendo mucho más documental. Esto es en lo que más me concentro hoy, hacer las cosas más naturales y no artificiales.

Hablando de documentación, ya has publicado dos libros de fotografía. El primero "Voyeur. Berlín. Kinky.", ¿podrías contarme sobre esa experiencia?

Era la época del coronavirus y le ofrecí a la gente ir a sacarles fotos en sus casas. Ese era el concepto del libro. Traté de contactar a la gente y había muchos que querían hacerlo. El único problema fue que les escribía y me decían, por ejemplo, para hacerlo en dos semanas. Empezó a ser demasiado ajetreo para mí y acá entra la parte de Symbiotikka. Chris de Symbiotikka, cuando vio la historia que publiqué para hacer esto, dijo "es una gran idea, tal vez podamos hacer algo juntos". No me interesaba hacer nada juntos. Me volvió a preguntar después de dos semanas, cómo iba, y le dije que no iba porque me costaba mucho coordinar con la gente.

Chris dijo: "hagámoslo juntos" y yo dije "está bien, si encontrás a la gente, yo les saco las fotos". Eso es lo que hicimos. Chris iba encontrando a la gente e íbamos hasta ahí junto con Chris. Ir a las casas, sacar fotos, fue una experiencia muy linda, sobre todo para la época. Mientras todo el mundo estaba encerrado, íbamos de un lugar a otro haciendo fotos. El libro salió y se agotó.

El segundo libro es mucho más hardcore. Tiene cosas mucho más íntimas, un contenido mucho más explícito. Es el mismo concepto. Le ofrecí a la gente que yo fuera a sus casas y lo publiqué en mi Instagram. Fotografié a más de setenta personas en sus casas. Este segundo es el libro "Sinner", que es todo negro. Lo hice negro en todas partes. Ambos tienen el mismo tamaño, el mismo número de páginas.

El segundo lo hice yo solo. En el primer libro teníamos 240 personas. En mi nuevo libro solo tengo 70 personas. Eso fue bastante interesante porque lo hice con mucha gente que nunca había conocido antes. Publiqué en mi Instagram que quería hacer un libro. A algunos de ellos los conocí mientras entraba por la puerta. Fue muy interesante hacerlo. Lo hice en unos tres meses y medio. Ya se han vendido bastantes, unas 400 copias, y sólo hay 1000.

Foto: Gili Shani

Foto: Gili Shani

Algunas personas llegaste a conocer, entonces, mientras entrabas por la puerta, ¿cómo es llegar a lograr tanta intimidad como fotógrafo con alguien que acabas de conocer?

No me preguntes cómo lo hago, ¡no lo sé! Este es el mejor cumplido que puedo recibir. Mucha gente, después de la primera vez que los conocí, recibí un mensaje diciendo que se sentían muy cómodos conmigo. No sé cómo lo hago. Voy allá, conversamos con la persona, hablamos, tomamos café juntos. Luego entrés en el proceso de sacar fotos. Creo que puedo darme cuenta lo que una persona quiere hacer y lo que no quiere hacer. La gente se siente cómoda y para mí ese es el mejor cumplido que puedo recibir.

¿Cómo fue el proceso de publicación de ese libro, con un contenido tan explícito?

Eso fue difícil. El primer libro que hicimos en la República Checa no fue un problema. Empezamos en Polonia, pero era demasiado explícito. Entonces encontramos una empresa checa. Cuando hice el nuevo libro, también me puse en contacto con esta empresa. Fue bastante difícil porque estuve hablando con ellos sobre hacerlo, y no vieron el resultado final, pero no creía que tuvieran ningún problema en hacerlo.

En ese momento, cuando el libro estaba listo para imprimir, cuando les envié el PDF, empezaron con "no, no podemos imprimir esto, eso es demasiado contenido explícito para nosotros". Básicamente, fui rechazado por otras cinco compañías por hacer este libro. Un buen amigo mío me dijo, "no les digas al principio que es un libro porno". No lo llamo un libro porno, para mí es una cosa documental. Estaba documentando la escena. Este es un proceso personal de ser un voyeur y ver estas cosas. Al final, encontré una empresa alemana y me dejaron hacerlo. Estaban de acuerdo con eso. Fue genial porque realmente había perdido la esperanza. Me dijeron "imprimimos lo que quieras". Y eso es todo. Empecé a trabajar con ellos y un mes después de que salía el libro, pero realmente estaba a un paso de rendirme y no hacerlo.

La idea no es publicar digitalmente estas fotos, ni en las redes sociales, ¿por qué?

Porque creo que si alguien quiere ver esas fotos hay que pagar dinero. Eso es todo. El o la modelo puede publicar las imágenes. Si quieren, pueden usarlo en línea, o para OnlyFans, o en Instagram. Venden el libro en la tienda debajo de mi casa. Ahora tienen una copia que está abierta, y la gente puede mirarla, pero, al principio, tenías que pagar para verla. También necesito ganarme la vida con algo.

Lo financiaste a través de crowdfunding y la financiación superó el dinero que pediste, ¿cómo te sentís al respecto?

Eso fue muy halagador para mí. Empecé con un objetivo de 2.000 euros. Luego, cuando estaba por llegar al objetivo, lo hacía más alto, y más alto, y más alto. El cost0 del libro fue de 18.000 euros. Ese era el objetivo, pero nunca pensé que lo alcanzaría. Cuando hacés el crowdfunding, si no alcanzás el objetivo, no te dan el dinero. Es por eso que tuve que hacer esto todo el tiempo, por etapas. Pensé que tal vez iba a llegar a 14.000 euros y luego el resto vendiendo el libro.

Cuando llegué al objetivo, fue muy halagador para mí. ¿Qué más se puede pedir? Estaba muy contento por ello. Vendí muchas copias a través de esa campaña y tuvo bastante éxito. No se me habría permitido vender este libro a través de la plataforma, por lo que no dice nada sobre cómo se ve al final. Pero sabían lo que había dentro del libro. Creo que estaban entusiasmados con la forma en que me las arreglé para hacerlo sin hablar del tema.

El nombre del libro es "Sinner" y creo que esta es exactamente la gran pregunta que todos nos hacemos. El hecho de que estemos haciendo lo que hacemos, ¿te convierte en un pecador? Esto es lo que hace que este libro sea tan único. No son modelos, son personas que no podrías verlas en esta situación a menos que compres el libro, y eso es lo que lo hace tan especial. Podría ser tu vecino y podría ser cualquier otra persona.

Foto: Gili Shani

Foto: Gili Shani

Tenés un tatuaje que dice "sinner". ¿Por qué te interesa tanto este concepto?

Soy un pecador. El tatuaje en mi estómago dice "sinner". El tatuaje vino antes que el libro. No soy religioso, pero siempre tengo esta pregunta sobre quién será el que pueda juzgarme por lo que hago. Al final, vivo mi vida y si vivir mi vida significa que soy un pecador, el gozo que tengo en la vida me hace un pecador, entonces estoy orgulloso de serlo. Por eso lo tengo en el estómago. Tengo otros tatuajes, así que no importa qué tipo de tatuajes tengo. Tu cuerpo es un lienzo y podés hacer lo que quieras.

He oído que no te llamas a ti mismo artista, ¿por qué?

Porque no soy un artista. Porque básicamente estoy documentando algo a través de mis ojos. ¿Quién puede decir quién es artista y quién no? Creo que algunas personas pueden ver mi libro y decir que es un libro de arte. No es un libro de arte. Es un libro documental sobre personas que hacen lo que sea que hagan. ¿Por qué es arte? ¿Porque le ponés precio? Soy fotógrafo, eso es lo que hago. Estoy haciendo fotos y mis modelos son mi tema. Al final, lo que estoy fotografiando es lo importante, porque este es el resultado. Me llaman artista, pero no me importa.

Hubo un tiempo en el que no usabas digital. ¿Cómo era hacer este tipo de sesiones de fotos en ese entonces?

Complicado. Cuando usábamos película, la foto estaba en tus manos. Siempre podías escanear la imagen y ponerla en Photoshop, pero en ese momento el escáner no era de buena calidad. Para los usuarios, no para las empresas. Usar un escáner era mucho más difícil, incluso retocar, durante este tiempo.

Tenías que encontrar el color correcto de la piel y dibujar en la imagen. Eso fue antes de Photoshop. Hubo un tiempo en que así funcionaba. Tenías que ser muy bueno en la técnica. Crecí con esto. Veo que hoy en día hay una distancia entre yo y muchas otras personas que se llaman a sí mismas fotógrafos. La técnica es muy importante. Por supuesto, ahora todo es mucho más fácil porque sacás fotos digital, lo ponés en Photoshop, podés hacer más sombras por aquí, menos sombras por allá. Podés jugar con éso.

Pero cuando además sos un buen fotógrafo técnico, entendés la luz. Significa que vas a tener que trabajar en Photoshop diez segundos, en lugar de tres horas en una imagen. Ya no uso Photoshop. No retoco granos ni estrías porque el mundo está mucho más abierto a ese tipo de cosas. Cuando empecé en la fotografía, todo tenía que ser perfecto. Todas estas imágenes sobre cómo la gente necesitaba verse. Esto es algo a lo que el mundo está mucho más abierto y no hay razón para ocultarlo. Todo cambió de esta manera.

Hoy en día no diría que todo el mundo puede ser fotógrafo, pero cualquiera puede hacer fotos. Pero, ¿eso te convierte en fotógrafo? Desde mi punto de vista, no es así. Muchas veces, las personas están contratando para un trabajo y quieren algo específico y, si no conocés la técnica, no podés proporcionarles lo que quieren. No importa lo bueno que seas en Photoshop, también hay algún tipo de básico que tenés que saber y comprender, especialmente cuando hacés rebotar la luz del día junto con la luz artificial.

En mi época hacíamos una polaroid, luego veíamos los resultados, y después sacábamos las fotos. Y si cometías un error, todo se acababa. No había forma de que pudieras arreglar estas cosas porque estabas haciéndolo con película. Durante ese tiempo, los fotógrafos solían ser fotógrafos técnicos. No era un chico cachondo con una cámara que quería fotografiar a chicas desnudas. Por supuesto, también tenías estos, pero podías reconocerlo de inmediato con la calidad de las fotos. Todos los modelos pueden ver la diferencia en cosas como esta. Ojalá pudiéramos volver a esos tiempos. Internet es lo peor que le ha pasado al mundo.

Tus imágenes, principalmente las de KitKat, son significativas para algunas personas porque las hacen parte de una escena. ¿Sos consciente de ello?

Lo mío es mostrar KitKat al mundo. No es solo KitKat, es toda la época, es todo el horizonte, toda la escena. Si alguien lo toma como un cumplido, bien por él. Totalmente bien para mí si se sienten bien al respecto.

Por eso me gusta mucho sacar fotos en Symbiotikka, porque tengo mucha más libertad. Me gusta fotografiar a todo el mundo y no tengo que despejar a toda la gente del fondo. Puedo hacer que la gente entre en acción, que la gente baile, que se emocione. Creo que esto es lo más importante para mí a la hora de hacer fotos, intentar mostrar todo tipo de emociones.

Tenemos gente que conocemos en KitKat a los que no necesito preguntarles si puedo sacarles una foto o no, porque están muy contentos de que les saque fotos. Puedo fotografiarlos mientras bailan, viendo la emoción en su rostro. A mucha gente también le gusta jugar frente a la cámara, no sexualmente, solo mostrando caras. Todo está trabajando en conjunto.

Me gusta mucho la gente que no sigue, que no le importa una mierda. A mí me pasa lo mismo. Al final esto es lo que soy, no necesito retocarme la cara. Realmente creo que todos los estándares que han creado las redes sociales han convertido a las estrellas en personas que no tienen talento, pero hay que vivir con ello. Si no puedes vencerlos, únete a ellos.

Por Federica Bordaberry