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Contenido creado por Agustina Lombardi
Cine
Las flores y la hierba

Godland, donde el espacio y el tiempo ocupan un lugar entre los personajes de Islandia

La película del director Islandés Hlynur Pálmason ganó el primer lugar en el Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay 2023.

24.05.2023 14:37

Lectura: 6'

2023-05-24T14:37:00-03:00
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Por Federica Bordaberry

Apenas comienza la película, se lee:

“En Islandia se encontró una caja con siete fotografías de placa húmeda tomadas por un sacerdote danés. Estas imágenes son las primeras fotografías de la costa sureste. Esta película se inspira en estas fotografías”.

Sobre ese hallazgo le contó al equipo, al elenco, a los financiadores. Sin embargo, esas imágenes no existieron. Se trata de una parte de la ficción que se le ocurrió mientras escribía, para estimular su creatividad.

Por esa razón, el director islandés Hlynur Pálmason no iba a mencionarle las fotografías al espectador. Pero sintió, finalmente (y lo ha dicho en muchas entrevistas), que, si lo habían inspirado, entonces el espectador también debía saber sobre ellas.

Es cierto que las imágenes no existieron, pero es falso decir que no existen. Pálmason y su equipo las crearon de verdad con el proceso de colisión de placa húmeda, como se hubiera hecho a finales del siglo XIX, tiempo donde se ubica su última película, Godland (Dinamarca, Islandia, 2022).

Hasta el momento solo mostraron una de las imágenes, la portada de la película.

Se trata del tercer largometraje de Pálmason, que ya cuenta con Un blanco, blanco día (2019) y Winter Brothers (2017), donde también actuaron el danés Elliott Crosset Hove y Vic Carmen Sonne.

La historia que cuenta es la siguiente: el padre Lucas, un cura danés, cruza Islandia con la misión de construir una iglesia en un pueblo remoto antes de que caiga la primera nieve del invierno. Dentro de sus intenciones está, además, fotografiar su viaje y a las personas que lo acompañan.

Desacostumbrado a la naturaleza cruda, Lucas se enfrenta a un entorno extremadamente duro, donde la lucha por sobrevivir entre el hielo, los ríos violentos y los volcanes hará que su actitud arrogante se desmorone enseguida.

Filmado en formato 4:3 de ángulos redondeados, lo que simula un daguerrotipo clásico de la época, Godland no solo impresionó a la crítica internacional (especialmente en Cannes), sino que además fue la ganadora de la competencia internacional del Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay en 2023.

“La contundencia del uso de todos los recursos cinematográficos para sostener un relato fascinante en la Islandia de fines del siglo XIX. A través de una narración lineal y aparentemente sencilla, en la que un paisaje descomunal aplasta a los personajes, se entrelazan, en una inusual complejidad, las relaciones entre civilización y naturaleza, lenguaje y nación y vocación y deseo. Pocas veces en una sola película todos sus elementos resultan orgánicos de principio a fin, lo que suscita un placer absoluto poco frecuente en el cine de hoy”, justificó el jurado de la competencia, integrado por Roger Koza, Manolo Nieto y Alicia Migdal.

A Godland se la ha comparado con trabajos de otros directores como John Ford y Kurosawa, películas donde el espacio de la trama (en este caso Islandia rural) tiene una relevancia tal que llegan a ejercer, sobre la trama, el peso de un personaje.

Es decir, si el paisaje no fuera el que es, la acción se daría de otra forma.

Un paisaje donde es fácil enloquecer. Donde en las noches de verano el sol nunca se pone. Donde las personas se olvidan de dormir. Donde el clima puede ser extremo y sombrío. Un paisaje donde se filmó durante dos años y que representó un desafío físico, específicamente para Elliott Crosset Hove (quien representó a Lucas), que perdió muchísimo peso. 

Un paisaje donde aparecen ríos crecidos con fondos de piedra y barro, montañas cubiertas de musgo verde fosforescente, piedra negra de la que se escapa la lava y desiertos de hielo.

Un paisaje, además, donde el equipo fotográfico que carga Lucas durante el viaje simboliza la impracticidad del hombre de ciudad (o de pueblo) entre lo salvaje.

Godland avanza lentamente. A veces, de forma dolorosa. Debe hacerlo.

Debe hacerlo para transmitir lo agotador, lo tortuoso, el cambio de estaciones, la muerte, las cosas que se pudren y se transforman. Sobre todo, para transmitir la fragilidad del hombre.

El propio Pálmason ha hablado de su fascinación por el paso del tiempo y lo registra, por ejemplo, a través de la muerte y la decadencia gradual de un caballo, una secuencia que demoró dos años en filmarse.

En ese contexto, donde el espacio y el tiempo son tan relevantes como los personajes que construyen la historia, se ha hablado de una cercanía con el género wéstern. Se desarrolla a través de un viaje en territorios peligrosos, el choque entre el forastero y los locales. Es lo épico, lo político y lo íntimo del género lejos de los desiertos americanos y los indios nativos.

Sin embargo, la intención del director ha estado explícitamente vinculada a explorar una tensión entre Dinamarca e Islandia, la segunda parte de la primera en ese siglo XIX, a través del contraste entre Lucas y Ragnar, el islandés que funciona como guía durante gran parte del viaje.

El hombre moderno contra el hombre de la naturaleza. Ese mismo choque es el que también ha llevado a una interpretación sobre el colonialismo y una crítica al mismo. El hombre europeo que, con sus costumbres, se impone, conquista, y quiere construir una iglesia en un pueblo remoto.

Toda la película juega con opuestos. El título de la película en danés está escrito en rojo y el islandés en azul. Vanskabte Land es en danés y Volaða land es en islandés. Ninguno significa Godland. Significan, en realidad, algo similar a “tierra miserable”. Dentro de la propa película, el idioma se vuelve una barrera entre Lucas y el resto de los islandeses.

Con tres películas hechas, y sobre todo con esta última, Pálmason se ha vuelto un director dueño de un estilo personal. Y curioso. Logró mezclar, como pocos, el humor y la violencia (ambos desde lugares bastante sutiles). Logró una fotografía tan cuidada como poco obvia. Tan íntima como incómoda. Logró vincular temáticas tan profundas y universales como simples.

“Pronto las flores y la hierba crecerán y estarás en ellos”, dice uno de los personajes de Godland, una niña. Ojalá Pálmason se reencuentre con sus espectadores a través de esa profundidad cinematográfica.

Por Federica Bordaberry