Por Gustavo Kreiman | @guskreiman
Las mujeres en el rock argentino tienen una historia tan larga como el rock argentino.
Charly García es una referencia ineludible en ese territorio. Un faro bicolor de bigote al tono que iluminó y atardeció la escena de la música, que cumplió hace poco 72 años y está por sacar un disco nuevo, La lógica del escorpión. Muchas personas estuvieron cerca de él, compartiendo y disfrutando. Muchas mujeres también. Una de ellas fue María Gabriela Epumer. Guitarrista, bajista y vocalista de Viudas e hijas de Roque Enroll.
Otra mujer que estuvo cerca de Charly, y que como María Gabriela, también tuvo su recorrido autónomo, con otras bandas y como solista, es Hilda Lizarazu. Cantó junto a él, se acompañaron y divirtieron juntos. Hilda también es fotógrafa, y canta con la pasión, la lucidez y la inteligencia de quien conoce el oficio por trabajarlo desde que es muy joven. Comparte alegría y belleza armónica cuando lo hace.
Hilda nació en Curuzó Cuatía, Corrientes, Argentina, en 1963. De la tierra colorada de ese suelo, pasó al asfalto y las luces de Nueva York por un tiempo, donde creció y vivió parte de su adolescencia. Volvió a Argentina en los años 80, trabajando como fotógrafa, y vinculándose con la música desde el saber de su voz y el entusiasmo. Formó parte de las bandas Suéter y los Twist como vocalista, y desde 1989 hasta 1993 compartió escenarios con Charly García como cantante.
Luego lideró la banda Man Ray, y continuó su carrera como solista. Con Charly en esa época se hicieron amigos. Unos años más tarde, después de que él estuviera complicado de salud, realizó en Vélez ese concierto histórico en el que terminó cantando arriba del piano frente al estadio lleno, haciéndole el aguante bajo la lluvia. Una lluvia que moja, contagia, limpia y calma. Ella también estaba vocalizando ese momento.
Hilda Lizarazu presenta el 7 de septiembre en el Teatro Solís su último disco, Hilda canta Charly. Un show de más de 20 canciones de Charly García, cantadas por ella y acompañada por una mini-orquesta. Incluye a su hija, al hijo de su pareja (Lito Vitale, que también la acompaña en el piano y participa de la gira), y muchas otras mujeres y hombres jóvenes.
El disco es un homenaje, pero también una celebración. Y no sólo una celebración a Charly: también una a sí misma, de su recorrido, de lo bien que le hace cantar.
En el disco, se escucha una voz que canta con experiencia vivencial, y no solo musical. Se resignifican las letras a partir de la expresividad emotiva con que canta, y los arreglos musicales son cuidados y muy potentes. Con una puesta en escena transdisciplinar que yuxtapone fotografía, escenografía, iluminación, vestuario y videos.
¿Cómo es tu vínculo con Uruguay? ¿Qué te gusta de venir a tocar acá?
No voy tan seguido, pero Montevideo es una hermosa ciudad. Me hace mucha ilusión ir por primera vez a tocar a ese gran teatro de ustedes, el Solís. Estuve en otra oportunidad en formatos más chicos, pero esta es la primera vez que voy en un formato grande, con una banda de 11 músicos, y con esta propuesta, Hilda canta Charly. Es una celebración, y un show homenaje a este autor y compositor argentino que queremos tanto. Por suerte tuve la oportunidad de ser vocalista algunos años atrás, y ser parte de su banda.
Con Uruguay tengo el más lindo de los sentimientos, pero no voy asiduamente. Amo la música uruguaya, o parte de ella. Alguna vez tuve la oportunidad, en los 90, de grabar con Los Terapeutas, con Mandrake Wolf, un divino, luego también pude participar en un disco de Jaime Roos. Y yo también invité a Jaime y a los Curtidores de Hongos a mediados de los 90 con Man Ray, el grupo del que era parte y co-compositora. Así que cada tanto nos cruzamos algún que otro invite, y siempre que puedo hago algún cruce de este Río de la Plata que nos une y nos separa.
Esa es mi concepción o percepción de Uruguay. Por supuesto Rada, en la parte profunda del corazón musical, y también su hija. En fin, muchos músicos hermosos hay ahí en vuestro país. Nada más que admiración.
Sos parte de la historia del rock argentino. ¿Por qué volver a Charly en este momento?
Se fue dando de forma natural, no hubo una premeditación. Toda la Argentina viene reconociendo la enorme y prolífica carrera de Charly. Yo estuve en Los enfermeros, mi última participación fue a comienzos de los 2000, en 2008 o 2009, cuando lo acompañé en ese concierto de regreso, el Concierto Subacuático allí en Vélez. Hay una gran admiración por su obra, y en realidad, a partir de sus 70 años, que cumplió hace dos años, se empezaron a rendir distintos tipos de homenajes musicales, en los cuales yo participé en algunos, junto con él.
También Fito Páez en el Teatro Colón, en simultáneo, el día que él cumplió 70 años lo celebraba. Siempre hay celebraciones de su música, y a mí me parece buenísimo porque es homenajear al artista en vida. Luego creo que la obra de él es tan eterna que va a perdurar, como la de Los Beatles, como Bach. Va a seguir por varias décadas hacia adelante, porque es una canción popular que atraviesa muchas generaciones.
Y yo tuve la suerte de ser parte de su familia musical en algún momento de mi vida, y en algún momento de su carrera. Se fue dando de forma natural. Este año yo celebro mis 20 años de carrera como solista, y a fines del año pasado estuve en Nueva York, donde le rendían un homenaje por los 40 años de Clics modernos (1983), en la esquina donde él se tomó la fotografía de portada. Y ahí tuve la oportunidad de cantar. Tuve mucha emoción, porque la gente allí presente también estaba muy emocionada de darle homenaje. En Nueva York él grabó varios discos, y la pasó muy bien, siempre expresó que esa ciudad le gustaba mucho.
Allí en ese momento, a finales del año pasado, en el mes de noviembre, canté en ese homenaje. Después llegó diciembre, y como yo estoy cumpliendo mis 20 años de solista, hablando con Lito Vitale, le digo: “¿Y si hago un disco que se llame Hilda canta Charly? Por eso te digo que no fue algo tan premeditado sino más bien natural, yo nunca dejé de cantarlo a Charly. En mi segundo disco de solista, Hormonal (2007), grabé "Buscando un símbolo de paz", y en el disco Antigua (2022), grabé "Pasajera en trance". Siempre voy grabando algún que otro tema de él.
¿Cómo hiciste la selección de temas para el disco y para el show en el Solís?
Esa selección fue en conjunto con Lito Vitale. Fuimos escuchando cada disco y también pasando por mi filtro femenino de intérprete, y buscando las letras, dónde me siento mejor yo, en qué tipo de lírica, de poesía. Creo que elegí un puñado de 11 canciones del disco que puedo interpretarlas realmente sintiéndolas, sintiendo que las puedo hacer mías.
Para el show por supuesto hay más del doble, más de 20 canciones. También fuimos eligiendo temas que pudieran adaptarse a la formación de estos 11 músicos que me acompañan. Tenemos una mini orquestita de chelo, violín, clarinete, flauta y saxo alto, y con los arreglos de Lito la verdad que quedan hermosas las canciones. Estamos muy felices de poder continuar con este proyecto y con este show con el que estuvimos todo este año. La gente siente mucha emoción con esto que acontece en los encuentros. Yo pensé que íbamos a hacer nada más que un Teatro Coliseo, pero ya vamos más de 20 shows y el público agradece, se emociona, así que muy contenta yo, y también el equipo, porque además la celebración y el encuentro, es trabajo para todos.
¿Cómo armaste la banda? Además de Lito Vitale hay muchas mujeres jóvenes en la mini orquesta.
A la banda la fuimos armando con Lito. Ahí tenemos una parte familiar: en guitarra eléctrica está Luciano Vitale, el hijo de Lito. Y en coros y en guitarra acústica, está Mía Folino Lizarazu, que es hija mía, así que ambos tenemos nuestros hijos ahí.
Y luego está en bajo Federico Melioli, que es el músico que viene tocando conmigo desde que yo empecé mi carrera solista, es parte de mi familia musical. Después en batería hay una dama, que se llama Roki Fernández, que tocó conmigo en la presentación del disco anterior, y tiene su propio grupo. Resultó que terminaron siendo más chicas que chicos, cosa que me encanta. Porque cuando yo iba de gira con Charly García, eran 16 varones y yo.
¿Cómo te sentías como mujer rockera siendo joven, y como te sentís en la actualidad?
Ahora después de cuatrocientos millones de años se nota que también el planeta genérico está cambiando de cierta forma, y hay muchas mujeres más haciendo música y dedicándose a lo que tiene que ver con el arte o la industria musical. Me siento feliz, me siento muy comprometida con lo que hago desde que era chica, joven. Y siento que soy un referente para las nuevas generaciones, o sea, por lo menos es lo que me dicen, yo no me doy cuenta puntualmente, pero si me lo dicen, les creo. Recibo mucho respeto de mis colegas músicas, que están emergiendo, recibo cariño a borbotones y me gusta. Me gusta ser un referente y por eso también me tomo con mayor responsabilidad todas las acciones.
La música es lo más parecido al lenguaje del cielo. Y vos además de música, sos fotógrafa. ¿Qué tiene la imagen que la música no puede dar?
La imagen es mucho más impactante. No hay que comparar, pero así como vos decís que la música es sagrada, para mí también. La imagen es más impactante. Vos podés tener el audio de un nacimiento, pero si tenés el audio y la imagen de eso, genera otro impacto, se vuelve más real. La música atraviesa invisiblemente los sentidos y las emociones, y por eso es increíble y hermosa, pero la imagen tiene otro caudal de realidad, que se compone desde la vista. La imagen trae la realidad de una manera más fiel. La pintura devino en el mundo de las visuales con el avance tecnológico. Haber creado la fotografía y las películas, que son fotos que se mueven muy rápido, parece mágico, es impresionante. Eso es una magia creada por el hombre, y encima ahora podemos hacerlo en una realidad virtual como esto de las videollamadas, y directamente me vuela la cabeza. Es tremendo.
¿Qué es un "Extraño ser"?
Esa es una canción de Zabaleta con la que se me identificó, y yo me identifico muchísimo. La tocábamos mucho con Man Ray. Yo creo que él me vería a mí como un extraño ser. Como un adorable ser también. Es linda esa palabra, ese adjetivo que pone. Yo cuando canto esa canción intento tirar esa onda, no de adoración, pero sí de reconocimiento de lo extraño. Profesar el amor hacia el prójimo, dados estos tiempos tan viles que estamos viviendo. Me parece que tenemos que volver. No sé si al mismo lema de “Paz y amor”, pero sí tratar de transmitir paz y fraternidad. Fraternidad, sí. Quiero enfrentar la oscuridad desde este lugar de respeto, de amor y de voluntad de preservar nuestra humanidad.
¿Cómo mata el viento norte?
Ahí mismo en la canción lo dice, “mi pequeña almita baila de alegría”. Tuve que ensayar tantas veces esa frase para no llorarla arriba del escenario. La emoción que me da cada vez que canto eso no tiene nombre. Por suerte ya traspasé la barrera y nunca lloré. Tenía como un temor, en cierta forma hasta de ternura, porque emocionarse a mí me da un cierto pudor. Pero bueno, es parte de lo invisible y lo hermoso de la música que hacemos, y de lo que transmite. Es eso. “Mi pequeña almita baila de alegría”, y es hermoso.
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