Por Catalina Zabala | @catazabalaa
El sentimiento de identidad resulta clave en el mundo de la creatividad. El artista es artista porque siente una necesidad imperiosa de sacar eso que lleva adentro, y plasmarlo de una manera u otra. Algunos pintan, otros escriben, otros hacen música.
Pero, ¿cómo expresar aquello que se lleva dentro, si no hay una identidad o un sentido de pertenencia? Se trata de encontrar el hogar que no viene con la sangre; aquel con el que uno tropieza alguna vez en la vida, pero del que no se vuelve a separar.
Isabel Lenoir encontró su hogar a través de sus amigas, que la invitaron a participar en actividades en relación al candombe. Hoy no se despega de este mundo y crea dentro de él, generando nuevos significados, y quizás incluso haciendo que otros también se identifiquen a través de su música.
La cantante se presenta el 1ero de agosto en el Teatro Solís, y las entradas pueden adquirirse aquí.
¿Cómo surgió tu interés por la música? ¿Cómo fue ese recorrido?
Creo que hice música toda mi vida. Desde el momento en el que nací, ya había música en mi casa. Ya se escuchaba música brasilera, se escuchaba bossa nova... siempre estuvo eso en mi casa. También mi madre y mi tía son actrices, entonces tengo como un ambiente muy artístico que siempre me rodeó. Miré muchas series como Hannah Montana y todo ese ambiente Disney Channel, que me re llevó hacia eso.
¿Cómo es tu relación con el candombe y qué te hizo elegirlo como género predominante en tus creaciones?
El candombe para mí es un ritmo muy familiar. No te digo esto desde el nivel de familia de sangre, porque mi familia no fue habitué de los espacios de candombe. De hecho yo llegué sola, por amigas que me fueron invitando. Pero sin embargo, cuando empecé a ir a esos espacios, me empecé a vincular y a sentir muy cómoda: para bailar, para soltarme, para ser quien soy, para mostrar mi pelo, mi piel, cómo me quiero sentir yo, y transitar la ciudad y la vida, que capaz en otros espacios uno se siente más reducido.
Pero en los espacios de candombe hay una heterogeneidad muy zarpada en la que yo me siento muy cómoda y muy en familia. Aparte el ritmo es increíble, es algo que me encanta bailar y hacer bailar a otras personas,. Entonces me parecía muy interesante investigar sobre algún género en el que no hubiera tantos jóvenes ahora. Ahora está Facu Balta, Juli Rada va a sacar un disco de candombe, pero en realidad no es que haya guríses en la vuelta haciendo candombe. Lo vi como un espacio muy fértil para investigar.
Fotos: Javier Noceti
¿Cuánto tiempo de trabajo significó Piscina libre?
Piscina libre se dividió entre la parte A, que fue medio año, y después la parte B, que fue más o menos otro medio año.
¿Cómo fue esa experiencia?
Muy colaborativa, y muy enriquecedora. Aprendí mucho, creo que en una producción una aprende muchísimo: desde entrar al estudio por primera vez, entender los arreglos, entender todas las partes que tiene una canción en sí misma (que yo la verdad no tenía ni idea), y pude aprender de Feli que fue el primer productor de la parte A, y Gonza, que es el productor de la parte B. Me abrieron la cabeza, trabajar con mis compañeras de la banda también fue importante.
¿De dónde viene el nombre?
Piscina libre es como un concepto que yo uso para hablar sobre esta sensación que una tiene de tranquilidad, cuando está en la rambla de Montevideo. La rambla termina siendo una piscina gigante, en la cual todes podemos estar ahí y compartir. Esa sensación de estar en tu casa y tener la oportunidad de caminar hacia la rambla. Hay mucha gente que elige no meterse, pero yo por ejemplo lo re milito, eso de poder vivir las playas de Montevideo. Es agua, yo soy de Escorpio y me encanta estar en el agua. Es una fuente de inspiración para mí muy zarpada y fue un homenaje a esa piscina.
Fotos: Javier Noceti
¿Qué trae esta segunda entrega en comparación con la primera?
Esta parte B trae muchísimo más candombe. La parte A es como un collage de un montón de ritmos folclóricos uruguayos y latinoamericanos, pero en la parte B se juntan mucho más el candombe y la bossa nova a tope. Otra cosa que tiene la parte A es que fue mi primer material, entonces no tenía mucha idea de dónde iba a terminar confluyendo. Pero creo que ahora la parte B es decidir querer ir hacia el candombe de por sí... creo que hay una dirección.
¿Por qué dividirlo en dos?
A mí me gustaba mucho la idea del vinilo. Nunca voy a sacar un vinilo, no creo que lo saque, o por lo menos no he tenido la oportunidad, pero me pintaba mucho la idea del vinilo y de poder crear algo que tuviera dos partes. También por algo económico; en los proyectos autogestionados e independientes como es el mío y los de pila de amigues, está esto de hacer las cosas por EP´s por ejemplo, esto de hacer un EP y probar a ver qué pinta. Capaz pinta horrible, y al menos no gastaste tanta plata. Hacer desde ya un álbum de 12 canciones me parecía una bocha. Me parecía muchísimo, entonces hice ese EP, que al que por suerte le fue hermoso.
Fotos: Javier Noceti
¿Trabajaste en la producción de Piscina libre? ¿Cómo fue tu rol en ella?
Sí, yo me considero una persona muy obsesiva, muy autoexigente también. Entonces si bien a mí me gusta trabajar con gente que arregle o que produzca, que por eso los llamé a Feli y a Gonza, siempre me gusta estar en la producción haciendo los arreglos, pensando cosas, aportando mis ideas, y no me gusta que la gente me corte las ideas. No me siento cómoda trabajando con alguien que me diga, "yo voy a hacer lo que yo quiera con tus canciones".
Creo mucho en el trabajo colectivo y en el intercambio de ideas, entonces si bien yo soy la cantante y la que hace las canciones y las letras, también dejo que otras personas entren y pongan sus cosas en las canciones. Gonza, por ejemplo, en la parte B, hizo un montón de arreglos en la guitarra que son increíbles, que son el alma de la canción, y sin él no estarían. Entonces sí soy productora, soy como una co-productora, pero creo que también hay mucho de mis amigues.
¿Cómo es ser una artista joven y hacer candombe, e ir a contracorriente frente a otros géneros más populares?
El otro día me preguntaron qué esperaba de la música. Y yo creo que no espero nada, entonces en relación a eso creo que si hubiera optado por hacer ritmos más marketineros, sin desmerecer, pero ritmos más mainstream, por ahí tendría un deseo de ser viral y de llegar al éxito super rápido y ganar un montón de guita. Y creo que hacer música de este estilo, como es el candombe o los ritmos folclóricos nuestros, es una militancia también. Yo lo hago desde el lugar artístico y no me considero una militante, pero sí me parece que es una militancia. No creo que tenga una competencia con la gente que hace rap o que hace trap, son cosas distintas y no tiene nada que ver una cosa con la otra.
Fotos: Javier Noceti
¿Qué relación ves entre el arte y la política? ¿Te parece que van o deben ir de la mano?
Es una buena pregunta. Yo soy una persona muy política, me gusta mucho la política. Y obviamente tiene que haber una relación arte- política. La hay, en el momento en el que yo decido hacer candombe, e invitar a mis amigas a cantar candombe, hay una decisión política. Es sobre la reivindicación de la cultura uruguaya. Escribir canciones en español y cantar en español es política. Es reivindicar lo nuestro. En relación a las temáticas que una quiere hablar por ejemplo, en las canciones, yo hablo mucho desde un lugar de la mujer empoderada, que no le importa mostrar que le gusta el otro.
En "Chamuyo", que es la canción que se ha movido más, básicamente intenta chamuyar al otro, pero yo no espero nada de eso. Estoy chamuyando y estoy sacándolo, y no sé si hay tantas canciones en las que la mujer se muestre de manera tan abierta. Creo que hay más canciones de desamor, de el “me dejaste- te dejo”, que también las hago, obviamente. Pero me gusta hacer canciones en las cuales yo me vea a mí misma como una mina a la que no le importa nada. Entonces eso me parece que también es una militancia.