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Cine
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Jim Jarmusch, piedra angular del cine independiente, minimalista, punk y poético

Habiendo pasado las siete décadas, en el día de su cumpleaños celebramos la obra de uno de los directores más relevantes del cine moderno.

22.01.2024 16:59

Lectura: 11'

2024-01-22T16:59:00-03:00
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Por Federica Bordaberry

Jim Jarmusch. Protagonista vivo del cine under, del cine outsider, del cine independiente, del cine marginal.

James Robert Jarmusch. El director americano que tiene la habilidad de hacer de su cine rock and roll.

Nacido un 22 de enero de 1953 en Ohio, Estados Unidos. Un director de cine. Un guionista. Un productor. Uno de los símbolos del cine independiente desde la década del 80. Uno que, aunque vive en Nueva York, le da vergüenza ajena cuando lo tildan de neoyorquino. Uno que vivió en Berlín y París, que le encanta en primavera, que le interesa Tokio porque es extraño y hermoso, que le apasiona Roma. Uno que, si no tuviera familia ni amigos, se iría a Tánger en Marruecos porque es una cultura que no se basa en el alcohol, sino en el hachís.

Uno que dijo eso hace unos años en varias entrevistas y que, perfectamente, podría ya haber cambiado de opinión.

Uno que piensa en las ciudades como sus amantes.

TRAVELLING OF JIM JARMUSCH from Semen Ryabuha on Vimeo.

Que en Ohio, cuando vivió ahí de niño, vio películas como Attack of the Crab Monsters (1957), The Blob (1988). Que vio a Ghoulardi, el ícono del Medio Oeste que presentaba un programa de películas de terror en la televisión. Que devoraba novelas policiales de Charles Willeford y James Cain.

Que a principios de los 70, se mudó a Columbia en Nueva York, para estudiar literatura. Que se obsesionó con poetas como John Ashbery y Frank O'Hara.

Que a los 20 años se fue a vivir a París nueve meses, como estudiante de intercambio. Que allí su amor por el cine recibió una gran inyección. Que pasó sentado en los cines de esa ciudad viendo películas de India, de Japón, de Hollywood. Que descubrió, así, a directores como Edward Dmytryk, Yasujiro Ozu, Mizoguchi o a la new wave de cine brasileño.

Que tuvo una adolescencia enfocado en bandas como MC 5, Los Stooges y The Velvet Underground. Que no le gustaba, ni a él ni a sus amigos, la música de la costa oeste como Crosby, Stills, Nash. Que es alto, flaco, lleva casi siempre puestos lentes de sol y tiene el pelo gris plateado desde que es adolescente.

Que no entiende por qué todas las obras arquitectónicas, en la cultura occidental, tienen que tener siempre ángulos rectos. Que, dice, hay gente que vive en tipis y otras cosas que son circulares y que eso es, en cierto modo, mucho más natural y práctico para retener calor.

El que le dijo a la revista New Yorker, en una ocasión, que tiene fobia a los querubines y a las imágenes de Abraham Lincoln, pero no así a los símbolos de calaveras y tibias cruzadas. Dijo, también, que en vez de parecerle elementos oscuros, son recordatorios instructivos de la mortalidad y, en definitiva, “amonestaciones para mejorar el comportamiento moral”.

Que le gustan los helechos y los hongos. Que se definió en prensa como un micologo aficionado y que eso se ve cuando, en su última películas de zombies, cuando mueren en vez de sangre largan esporas negras.

Que después de la generación de cineastas americanos que tuvo, por ejemplo, a Peter Bogdanovich, y a la que tuvo a Martin Scorsese, Brian De Palma, Steven Spielberg y George Lucas, vino la suya. Ahí, además de él, estuvieron Spike Lee, los hermanos Coen, Wes Anderson.

Johnny Depp y Jarmusch en el Festival de Cannes en 1995 (Foto: Georges Biard)

Johnny Depp y Jarmusch en el Festival de Cannes en 1995 (Foto: Georges Biard)

Que, dentro de los de su generación, aunque él difícilmente se refiera a una generación que lo acompañó, es de los pocos que mantuvieron el rumbo de lo independiente y lo freak.

Que no está tan interesado en contar tramas como en hacer películas que son, más o menos, recortes culturales abundantes en referencias a música, otras películas y sus artistas favoritos. Que, por lo general, desvía sus películas de las narrativas tradicionales para priorizar estados de ánimo y desarrollo de personajes.

Que, además de su trabajo como director, apareció en películas como Leningrad Cowboys Go America (1989) y Fishing With John (1991). Que, según la página Celebrity Net Worth, su patrimonio se acerca a los 5 millones de dólares.

Que ha sido, en definitiva, una de las piedras angulares del cine moderno. Que ha incorporado en sus películas muchísimo rock and roll con músicos como Tom Waits, Joe Strummer, Iggy Pop y miembros de The White Stripes y Wu-Tang Clan.

Pero que tiene una relación de amistad especial con Iggy Pop y con Tom Waits y que, con este último, se conoció en una fiesta organizada por Jean-Michel Basquiat en los 80. Se hicieron amigos, cuenta Barney Hoskyns en su biografía de Waits Lowside of the Road (2009), que ambos se sentían incómodos entre la gente glamorosa del arte, por lo que abandonaron la fiesta.

En 1980, Permanent Vacation. En 1984, Stranger Than Paradise, la que ganó la Cámara de Oro en el Festival de Cine de Cannes, marcando un momento crucial en su carrera. En 1986, Down by Law. En 1989, Mystery Train. En 1991, Night on Earth. En 1995, Dead Man, la película que cuenta con música de Neil Young. En 1997, Year of The Horse, un documental de conciertos centrado en Neil Young y su banda Crazy Horse. En 1999, Ghost Dog: The Way of the Samurai, donde Jarmusch reclutó a RZA de Wu-Tang Clan para componer la banda sonora.

En 2003, Coffee and Cigarettes, con la participación de Iggy Pop y Tom Waits. En 2005, Broken Flowers, que consolidó todavía más su lugar como director ganando el Gran Premio en el Festival de Cine de Cannes de 2005.

En 2009, The Limits of Control. En 2013, Only Lovers Left Alive, que llevó siete años en financiarse. En 2016, Paterson. En 2016, también, Gimme Danger que, más que un documental de música, es una carta de amor a Los Stooges. La idea de que él hiciera esta película fue de Iggy Pop a quien, a esa altura, conocía hacía mucho tiempo.

Una película que hizo que Jarmusch gastara casi 40 mil dólares de su bolsillo y que, por ende, se vio obligado a frenar de filmar. En ese entonces, preparó Only Lovers Left Alive. Logró conseguir alguien que financiara Gimme Danger y volvió a trabajar en ella mientras editaba la película de vampiros. Volvieron a detenerse para hacer Paterson y terminaron editando ambas al mismo tiempo. En la mañana, trabajaba en el documental de Los Stooges en el Lower East Side de Nueva York y, en la tarde, en el West Side dedicado a Paterson.

En 2019, The Dead Don’t Die. En 2021, French Water, un fashion film para Saint Laurent, protagonizado por Charlotte Gainsbourg, Indya Moore, Julianne Moore, Chloë Sevigny y Leo Reilly, al ritmo de composiciones musicales de Noveller y The Brian Jonestown Massacre.

Ha dicho públicamente que el problema de Hollywood es el miedo que tiene a hacer una película de la cual no puedan evaluar la demografía. Y que, así, cavan su propia tumba en términos de innovación artística.

Además, un músico.

A finales de los 70 y a principios de los 80, fue uno de los rostros que caminaba por el underground de Nueva York. Cantaba y tocaba el teclado en la banda de post-punk Del-Byzanteens. Aunque tuvieron un éxito menor, fueron parte de la escena del mítico CBGB y su música apareció en la película The State of Things (1982) de Wim Wenders.

Cuando se separó la banda, Jarmusch dejó de tocar por mucho tiempo. Sin embargo, la selección musical de sus películas siempre es ecléctica: Coffee and Cigarettes incluye a Iggy Pop, el Modern Jazz Quartet y un Mahler Lied interpretado por Janet Baker, mientras que Broken Flowers jugó un papel en la popularización del jazz etíope.

En 2009, la banda que hoy se conoce como Sqürl, se formó como Bad Rabbit. Parte de ella eran (y son) Jarmusch, su socio cinematográfico (y productor) Carter Logan, y el ingeniero de sonido Shane Stoneback.

La intención, en aquel entonces, era musicalizar The Limits of Control. Cambiando su nombre a Sqürl, lanzaron EPs para Only Lovers Left Alive. Y, más allá de aquello, los propios Jarmusch y Logan armaron un proyecto cinematográfico musical al encontrarse con Man Ray.

Así, por ejemplo, pusieron música a cuatro cortometrajes seguidos del fotógrafo surrealista para celebrar el centenario de su obra: Le Retour à la raison (1923), Emak Bakia (1926), L'Étoile de mer (1928) y Les Mystères du château de dé (1929). En 2023, publicaron un disco completo bajo el nombre de Silver Haze (2023).

En el capítulo de los Simpson dedicado al festival Sundance de cine, Homero se cruza a Jim Jarmusch caminando. Corre hacia él y le pregunta: ¿quién eres? “Trato de responder a esa pregunta en mis películas”, responde el personaje.

Es sabido que a Jarmusch no le interesa particularmente hablar de su vida privada. Porque, es cierto, ¿qué importa?

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Las cinco reglas de oro de Jim Jarmusch (2004):

Regla #1: No hay reglas. Hay tantas maneras de hacer una película como cineastas potenciales. Es una forma abierta. De todos modos, personalmente nunca me atrevería a decirle a nadie más qué hacer o cómo hacer algo. Para mí eso es como decirle a otra persona cuáles deberían ser sus creencias religiosas. A la mierda con eso. Eso va en contra de mi filosofía personal, más un código que un conjunto de "reglas". Por lo tanto, ignorá las "reglas" que estás leyendo actualmente y, en su lugar, consideralas como meras notas para ti mismo. Uno debe tomar sus propias "notas" porque no hay una sola manera de hacer nada. Si alguien te dice que solo hay un camino, su camino, alejate lo más posible de él, tanto física como filosóficamente.

Regla #2: No dejes que los hijos de puta te atrapen. Pueden ayudarte o no ayudarte, pero no pueden detenerte. Las personas que financian películas, distribuyen películas, promueven películas y exhiben películas no son cineastas. No están interesados en dejar que los cineastas definan y dicten la forma en que hacen su trabajo, por lo que los cineastas no deberían tener ningún interés en permitirles dictar la forma en que se hace una película. Llevá un arma si es necesario.

Además, evitá a toda costa a los aduladores. Siempre hay personas que solo quieren participar en el cine para hacerse ricos, hacerse famosos o tener sexo. En general, saben tanto de cine como George W. Bush sabe de combate cuerpo a cuerpo.

Regla #3: La producción está ahí para servir a la película. La película no está ahí para servir a la producción. Desafortunadamente, en el mundo del cine esto es casi universalmente al revés. La película no se está haciendo para servir al presupuesto, el cronograma o los currículos de los involucrados. A los cineastas que no entiendan esto se les debería colgar de los tobillos y preguntarles por qué el cielo parece estar al revés.

Regla #4: Hacer cine es un proceso colaborativo. Tenés la oportunidad de trabajar con otras personas cuyas mentes e ideas pueden ser más fuertes que las tuyas. Asegurate de que permanezcan enfocados en su propia función y no en el trabajo de otra persona, o tendrás un gran lío. Pero tratá a todos los colaboradores como iguales y con respeto. Un asistente de producción que está reteniendo el tráfico para que el equipo pueda obtener una toma no es menos importante que los actores de la escena, el director de fotografía, el diseñador de producción o el director. La jerarquía es para aquellos cuyos egos están inflados o fuera de control, o para las personas en el ejército. Aquellos con los que elegís colaborar, si tomás buenas decisiones, pueden elevar la calidad y el contenido de tu película a un plano mucho más alto de lo que cualquier mente podría imaginar por sí sola. Si no querés trabajar con otras personas, andá a pintar un cuadro o escribí un libro.

(Y si queres ser un puto dictador, supongo que hoy en día solo tenés que meterte en política...).

Regla #5: Nada es original. Robá de cualquier lugar que resuene con inspiración o alimente tu imaginación. Devora películas antiguas, películas nuevas, música, libros, pinturas, fotografías, poemas, sueños, conversaciones aleatorias, arquitectura, puentes, señales de tráfico, árboles, nubes, cuerpos de agua, luces y sombras. Seleccioná solo cosas para robar que hablen directamente a tu alma. Si hacés esto, tu trabajo (y robo) será auténtico. La autenticidad tiene un valor incalculable. La originalidad es inexistente. Y no te molestes en ocultar tu robo, celébralo si te parece. En cualquier caso, recordá siempre lo que dijo Jean-Luc Godard: "No se trata de dónde sacás las cosas, sino de dónde las llevás".

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Por Federica Bordaberry