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Contenido creado por Sofia Durand
Música
Tres circunferencias

John Bonham: el baterista que le dio una cadencia irremplazable a Led Zeppelin

A casi un mes de la fecha de su aniversario, recordamos la virtuosidad y el caos de Bonzo, cuyos golpes en la batería aún suenan.

26.06.2024 13:43

Lectura: 9'

2024-06-26T13:43:00-03:00
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  Escribe Juan Gabriel López | @galopezjuan

Tocó la batería con las palmas de las manos ante 30.000 personas, en un estadio gigante aclamando por su sólo. Destruyó hoteles con armas medievales asiáticas. Murió ahogado en su propio vómito de vodka y conquistó la banqueta de oro proclamándose como el mejor tocando baterías. 

El 31 de mayo se cumplieron 76 años del natalicio de una leyenda. John Henry Bonham, más conocido como Bonzo, es aclamado mundialmente por ser uno de los bateristas más icónicos, y tal vez, hasta el más importante de la historia del rock. 

La lista de canciones de Led Zeppelin en las que Bonzo tiene una participación fundamental, es interminable. "Good Times Bad Times", "Rock and Roll", "Ramble On" son algunas de las claves para entender cómo el músico se transformó en leyenda. Pero también lo son el carisma, la bondad, el desenfreno, las adicciones y, como toda leyenda del rock, su trágico final. Su vida, obra, anecdotario y muerte, son dignos de recordar. El baterista de Led Zeppelin fue claramente uno de los músicos más influyentes en la historia de la música occidental, y vivió como una leyenda hasta su último día.

Nacido en Redditch, Inglaterra, Bonham demostró desde muy pequeño su increíble talento para la percusión. A pesar de no tener formación musical formal, Bonzo era capaz de tocar la batería con una precisión y poder impresionantes. La calidad y potencia del joven inglés fueron las razones por las que Jimmy Page y Peter Grant, quienes eran el guitarrista y el manager de Led Zeppelin respectivamente, se convencieron de que él era el indicado para la banda. 

“Lo único que sé hacer, lo único que hago bien, es tocar la batería. Por eso me dediqué a ella con tanta intensidad”, declaró Bonzo alguna vez. Su vida estaba muy marcada por el amor al instrumento. 

La recomendación venía del vocalista y frontman, Robert Plant, amigo de Bonzo desde sus 16 años. Juntos, ya habían compartido lugar en la Band Of Joy, y también en Crawling King Snakes. Además de verlo tocar en vivo en aquel club local, Page y Grant lo conocieron personalmente, con todas sus vicisitudes.

De Bonzo se decía que era un caballero, un poco rústico, pero muy amable y atento. De vida familiar apaciguada, se casó joven con Pat Phillips y tuvieron a sus dos hijos, Zoe y Jason. La familia vivió en una casa rodante y por algún tiempo rozaron los límites de la pobreza. En ese entonces, Bonham quería vivir de la música, pero también trabajó como obrero de construcción. Esto le curtió las manos y puede que haya sido el motivo por el que, años más tarde y en el medio de sus shows, una de las performances fuera la de largar los dos palillos al público para seguir tocando con sus endurecidas y creativas palmas.

Televisiones volando por los aires, pianos al borde del abismo, habitaciones de hoteles destrozadas por completo, abusos a mujeres, celos iracundos. Si bien la personalidad del baterista era humilde y tranquila, cuando Bonzo bebía y o se drogaba, todo cambiaba. Eso también fue Bonzo y su anecdotario bien lo relata. Una de las historias que peor habla de una personalidad signada por excesos es la que cuenta que el equipo de gira pescó a un tiburón bebe, desde el cuarto del Edge Water Inn en Seattle.  Bonzo no tuvo mejor idea que atar a la cama a una joven y violarla con el pescado. 

John Bonham. Foto: Dina Regine.

John Bonham. Foto: Dina Regine.

Otra anécdota un poco menos trágica es la que cuenta que el percusionista robó una katana exhibida en un hotel de Tokio. Acto seguido, destrozó en pocos minutos todo lo que tenía al alcance de su cuarto. No contento con ello, fue a la habitación de John Paul Jones, lo sacó a éste de allí y repitió la acción. Obviamente, el hotel nunca los volvió a aceptar.

En 1977, Bonzo fue preso junto a dos técnicos de Led Zeppelin y el manager. El motivo fue una brutal golpiza a un guardia antes de un concierto en Oakland, por lo que la banda se distanció de Estados Unidos por un tiempo. 

Trágica e inesperadamente, el hijo de cinco años de Robert Plant falleció a los pocos días, por lo que la banda se forzó a un párate y estuvo al borde de la disolución. Las tensiones por el comportamiento errático de Bonzo y éste último hecho trágico, hicieron tambalear la continuidad de la banda.

Dos años más tarde, volvieron a los escenarios europeos. Realizaron una gira durante 1979 y parte de 1980, hasta el deceso del baterista y el consecuente fin de la banda. La muerte de Bonham se dio en el marco de una gran expectativa por parte de los fans y de la misma banda. El motivo era el regreso, luego de tres años, a los estadios y mega conciertos en Estados Unidos. El 24 de septiembre de ese año, los integrantes se juntaron a ensayar en la mansión de Jimmy Page ubicada en Windsor, ciudad cercana a Londres. 

Una de sus últimas y más recordadas frases, según Plant, fue cuando este lo conducía en su automóvil a la casa de Page. Desde el asiento trasero, Bonzo esbozó una broma que reflejaba un poco la tensión entre los músicos: “Se acabó esto de tocar la batería. Cualquiera toca mejor que yo. A partir de ahora yo canto y vos le das a los parches".

Luego de una de las noches más alcohólicas que un músico tuvo en la historia del rock, Bonzo se desplomó en uno de los sillones de la mansión con más de 50 medidas de vodka en su cuerpo. Dos asistentes lo cargaron y lo recostaron de costado en una cama, detalle que demuestra amplia experiencia en dominio de borracheras, pero la acción fue insuficiente.

Al otro día, cuando a la hora pautada el baterista no estaba en su banqueta, comenzaron a buscarlo por la mansión. El hallazgo fue el cuerpo de Bonham ahogado en su propio vómito. La leyenda murió bajo su ley. 

Led Zeppelin en Chicago (1975)

Led Zeppelin en Chicago (1975)

Su muerte conmocionó al mundo de la música y dejó un vacío irremplazable en Led Zeppelin. A pesar de los intentos de la banda de continuar sin él, decidieron disolverse, reconociendo que sin Bonzo no había Led Zeppelin.

Algunos de los intentos de refundación de la banda tienen a Plant como propulsor. El más notorio y, a la vez, el peor, fue el concierto Live Aid. La fecha fue la más grandiosa en cuanto a recitales benéficos y se realizó en simultáneo en el estadio de Wembley y en el John F. Kennedy de Filadelfia.

El caluroso 13 de julio de 1985, será recordado por siempre por la presencia de esos dos conciertos con gigantes como protagonistas. Bob Dylan, Paul McCartney, Mick Jagger, Keith Richards, Eric Clapton, Queen, Black Sabbath, The Who, The Beach Boys, David Bowie, Elton John y Sting fueron algunos de los que tocaron ese mítico día. 

La hambruna en África no se solucionó, pero el festival organizado por Bob Geldof y Midge Ure, fue todo un éxito en términos artísticos y de recaudación de fondos. Muchos recuerdan la histórica actuación de Queen y buenos regresos, como el de los ´Who’. Sin embargo, la nota negativa la dio Led Zeppelin, por supuesto, sin Bonzo, y con un peculiar suplente. 

Phil Collins admitió siempre su fanatismo por la banda y es conocida su amistad con Robert Plant. De hecho, dos años antes en un encuentro de premiaciones, los músicos fingieron un beso de lengua para sellar su amistad ante las cámaras. Lo cierto es que si hay algo que caracteriza a Collins, es su desfachatez. Apenas falleció Bonzo, el ex Génesis y Brand X, llamó al frontman de rulos y se ofreció a ser el reemplazo.

El resultado fueron unos fallidos 20 minutos de recital con doble batería (también participó Tony Thompson). La voz desafinada de Plant, el enojo de Page con Collins y el desastre musical que resultó por la falta de ensayos, tuvo como resultado el peor recital de la historia de Zeppelin. Si bien Plant intentó retomar las canciones con relativo éxito, la fuerza y la creatividad, la precisión y la sonoridad de Bonzo fueron irreemplazables.

Los excesos fueron una marca registrada del baterista y no sólo en cuanto a sexo, alcohol y drogas. También a la hora de tocar rock and roll, la sobrecarga hasta el límite fue una característica positiva y sobresaliente, que elevó la vara de los bateristas para siempre. Por ejemplo, durante la canción "Moby Dick", Bonzo toca un solo —épico y estruendoso— que llegó a tener más de 25 minutos de duración en vivo.

Generalmente, a la hora de interpretar esta canción, Plant lo presentaba y abandonaba el escenario. John Paul Jones lo seguían como acompañante en bajo y batería hasta que el torbellino de los parches desataba una bataola de sonidos inigualables.

Su marca ineludible en el rock pasa por mezclar ritmos disímiles a una velocidad muy alta y frenar cuando es necesario. La habilidad de Bonham para combinar compases complejos con una increíble fuerza física lo convirtió en una figura emblemática en el mundo de la batería. Su estilo influenció a innumerables bateristas, y su técnica innovadora sigue siendo estudiada y admirada hasta el día de hoy.

Las inspiraciones de Bonham estuvieron marcadas por los grandes hitos del jazz, como Gene Krupa y Joe Morello. Desde el momento en que ingresó, Bonzo se convirtió en el motor rítmico de la banda, aportando su estilo único y su energía inigualable a canciones como "Whole Lotta Love", "Kashmir" y "Stairway to Heaven".

A lo largo de su carrera, Bonham luchó contra su adicción y su comportamiento errático causó tensiones en la banda. A pesar de todo, se convirtió en un pilar de Led Zeppelin, y su presencia en el escenario era fundamental para el sonido único de la banda.

Su marca se puede sentir en bandas de todas las generaciones, y su habilidad para combinar fuerza y técnica sigue siendo un punto de referencia para los bateristas actuales. A pesar de su corta vida, el legado de Bonzo seguirá vivo eternamente.