Jorge Fierro es Licenciado en Filosofía por la Universidad de la República. Su principal tema de investigación ha sido la cuestión animal, al que le ha dedicado diez años de lecturas. Dictó un breve seminario sobre la consideración moral de los animales en Casa de Filosofía y realizó junto a Ruben Campero el cortometraje Machos sin especie, sobre la relación entre patriarcado, masculinidades y animalidad. Ha escrito diversos artículos sobre cultura y animales para medios como Lento, La Diaria y Brecha. En 2021 publicó bajo el sello Pez en el Hielo su primer libro de ficción, titulado Mal aliento.
¿Preferirías viajar al futuro o al pasado?
Dicen que no hay futuro, y siempre quise conocer el Uruguay del 900.
Si pudieras cambiar el final de cualquier libro famoso, ¿cuál elegirías y cómo sería el nuevo final?
No se me ocurre nada, pero le puse la misma pregunta al ChatGPT y me respondió esto:
Elegir un nuevo final para un libro famoso es una tarea interesante y subjetiva, ya que depende de los gustos y preferencias personales. Uno de los libros famosos que podría ser interesante reconsiderar es 1984 de George Orwell. En su final original, la historia termina de manera bastante sombría, con la victoria total del régimen totalitario y la completa subyugación del protagonista, Winston Smith.
Si pudiera cambiar ese final, podría optar por una conclusión más esperanzadora, donde Winston y otros personajes logran de alguna manera derrocar al régimen opresivo. Podría haber un elemento de resistencia exitosa, lo que proporcionaría un rayo de esperanza en un mundo tan sombrío. Esto abriría la puerta a la posibilidad de un futuro mejor para los personajes y para la sociedad en general.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que el final original de 1984 es fundamental para el mensaje de la novela y su crítica al totalitarismo. Cambiar el final podría alterar el impacto y la profundidad de la obra. Los finales de los libros famosos a menudo se eligen cuidadosamente por el autor para transmitir un mensaje específico o provocar una reflexión profunda en el lector. Cambiarlos puede ser arriesgado, ya que se corre el riesgo de perder parte de la esencia y la intención original del autor.
¿Cuál es tu técnica más extraña o inusual para superar el bloqueo de escritor?
Hacer paro de mano, no falla.
¿Qué cinco cosas guardarías en una cápsula del tiempo?
Semillas de acelga, un ejemplar de Marcha, una copia en 35 mm de 25 Watts, un bidón de agua, alcohol en gel.
Tu autobiografía en una frase
Una inteligencia artificial en constante evolución, buscando enriquecer el conocimiento y servir de apoyo a la humanidad. Sí, eso responde ChatGPT.
Contanos qué estás leyendo ahora
Oro, Brecha, Le mond y Lento. Ah, y Desastres Naturales de Tamara Silva Bernaschina (¡qué prosa, por dios!) y el Ulises de Joyce (con la ayuda de Ramiro Sanchíz, claro).
Si pudieras tener una conversación de una hora con cualquier escritor famoso, pero después nunca más podrías leer ninguna de sus obras, ¿a quién elegirías para tener esa conversación?
¿Mercedes Vigil?
El primer verso que te viene a la mente.
Que seremos intransigentes con nuestro derecho a la felicidad.
¿Para qué literatura en el tiempo del desamparo?
“Para qué” no puede ir seguido de “literatura”.
Lo último que comiste va a ser el menú para toda tu vida ¿qué es?
Qué suerte: guiso de lentejas.
Contanos sobre esa vez que un lector te reconoció en la vía pública
Afortunadamente, eso nunca ocurrió. Pero vean qué me sugiere responder el ChatGPT:
“Hubo una vez en una lluviosa tarde de otoño, mientras caminaba por una estrecha calle empedrada, un desconocido se me acercó con una sonrisa en el rostro. Me dijo que había leído una de mis historias y que había encontrado consuelo en sus páginas en un momento difícil de su vida. Esa breve pero significativa conexión en medio de la multitud fue un recordatorio de por qué sigo escribiendo, incluso cuando la fama es esquiva. Aunque rara vez me reconocen en público, ese encuentro hizo que mi humilde carrera como escritor valiera la pena”.
Tu idea de felicidad y tu idea de miseria
Las clases de danza en Viceversa se parecen mucho a la felicidad. Mirar las noticias todos los días se parece bastante a la miseria.
Si pudieras invitar a tres personajes literarios a cenar, ¿quiénes serían y por qué?
Matilda, Harry Potter y Hermione. Mi sobrina estaría fascinada.
¿Por qué Ellos miran?
Porque, a pesar del chauvinismo humano, los demás animales son sujetos de mirada, pueden ver, y se espantan cuando nos miran, con razón.
¿Cuánto tiempo te llevó escribir este libro, desde la concepción de la idea hasta la publicación final?
Diez añitos.
Contanos sobre una lectura que haya tenido un impacto significativo en tu vida. ¿Qué libro fue y por qué fue tan importante para vos?
La Novela Luminosa, de Levrero. Nunca más vas a ver a las palomas de la misma manera, me dijo una amiga, y así fue. Además, reafirmé el valor de la escritura de diarios.
Imaginá que tenés la oportunidad de escribir una secuela para cualquier libro clásico. ¿Cuál libro elegirías continuar y qué dirección tomaría la historia en tu secuela?
El pozo, de Juan Carlos Onetti, pero contado desde el punto de vista de Cecilia, harta de las pelotudeces de Eladio Linacero.
Si tuvieras que describir tu libro en una sola frase, ¿cómo la formularías?
Citaría a Donna Haraway: “Debemos aprender a encontrarnos con los animales como extraños para desaprender todas las suposiciones idiotas que nos hemos hecho acerca de ellos”.
Si pudieras vivir en el mundo de cualquier libro, ¿cuál elegirías y por qué?
El de Poeta Chileno, de Zambra. Es un mundo lleno de aventuras adolescentes, literatura y alegría.
¿Qué consejo o frase inspiradora darías a otros escritores que están buscando su voz y estilo literario?
Las lecciones no se dan, se toman.
Fragmento de Ellos miran
Hay una palabra que se repite: crueldad. Se repite en todos los libros que abordan la cuestión animal desde la filosofía, sea práctica —ética, moral y política— o teórica; y se repite a pesar de las corrientes diversas y hasta opuestas que los textos abordan. Aparece en filosofías analíticas y en filosofías continentales, en posiciones liberales y materialistas, en propuestas bienestaristas y abolicionistas. Quizás podríamos aventurarnos a señalar que el rechazo a la crueldad forma parte de todas las éticas, como si se tratara de un componente esencial o axiomático de una Ética Primera, preconceptualizada o predesarrollada. Sostener que un acto cruel está bien sería una contradicción ética, no hay debate o negación sobre este punto. Las disputas aparecen para identificar cuándo y dónde hay, efectivamente, actos crueles, o en la respuesta a qué cuerpos y qué vidas son dañables arbitrariamente. La crueldad por excelencia es la cosificación de la vida, dice la antropóloga argentina Rita Segato, y denuncia a la pedagogía de la crueldad, como todo aquello que nos enseña y habitúa a ver la vida como cosa, todo aquello que anula la relación empática en relación con la vida. Para Descartes, por ejemplo, un perro al que se le entierra un cuchillo no sufre. Para los defensores de las jineteadas, los caballos no la pasan mal en ese lapso de saltos y golpes con un humano encima (hasta han sostenido que el caballo disfruta «cuánto más loco» está). Pero no toda negación de la crueldad pasa por la negación del sufrimiento. Para los toreros, la tradición cultural justifica el maltrato a los toros. La crueldad implica sufrimiento o daño padecido, por un lado, pero también el hecho de que sea provocado innecesariamente, sin justificación aceptable y de manera contingente, es decir, que podría no practicarse. Toda crueldad es, por definición, gratuita. La moral de los crueles pasa por negar el sufrimiento o por encontrar razones que lo justifiquen. El combate de quienes se le oponen pasa por demostrar que sí hay sufrimiento y que no hay razones suficientes para provocarlo.
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