Por Sofía Durand Fernández
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"Ese es mi amigo el Puma, dueño del corazón, de todas las mujeres, que sueñan con su amor", cantaba Sandro en 1973. Ese mismo año, en Venezuela, se estrenó la telenovela Una muchacha llamada Milagros. Omar "El Puma", uno de los personajes, estaba inspirado en el Gitano. El chico que lo interpretó no solo adoptaría el mismo apodo de Omar de manera permanente, sino que también experimentaría un punto de inflexión en su carrera.
La voz del otro lado del teléfono delata los 50 años de carrera en el show business —así le dice él—. Con personalidad y sin rodeos, José Luis "El Puma" Rodríguez destaca las dos cualidades que lo han llevado a alcanzar y mantener el éxito internacional durante tanto tiempo: aprender a decir que no, y no quedarse quieto. "Todo lo que se estanca, se pudre", afirma en entrevista con LatidoBEAT.
El oriundo de Caracas recuerda sus inicios en Los Zeppy, las cartas que recibía por parte de sus fanáticos, las dificultades que los artistas tenían para difundir su trabajo cuando aún no existían las redes sociales, y la ilusión que siempre tuvo de poder salir de Venezuela y trascender fronteras.
Desde ese entonces, han habido más roles actorales, colaboraciones con íconos musicales (Julio Iglesias, Paul Anka), éxitos como "Agárrense de las manos" y "Dueño de nada", problemas de salud que llevaron a un doble trasplante de pulmón y una pandemia, entre otras —muchísimas— cosas más.
Pero "El Puma" continuó y continúa subiéndose a los escenarios.
"Todo lo que se estanca, se pudre".
Para festejar este recorrido, el artista se presentará el 30 de marzo en el Auditorio del Sodre. "Con Uruguay se prendió un romance hace años y ha continuado hasta ahora, ya es un romance adulto", dice. Las entradas se pueden adquirir aquí.

Cortesía de la producción
En diciembre del año pasado lanzaste tu colaboración con Los Palmeras, “Juanpacho”, ¿cuál fue tu experiencia trabajando con ellos?
Tengo una conexión muy fuerte con Argentina y esta colaboración con Los Palmeras me pareció fabulosa. En junio haremos un show juntos en Buenos Aires, en el Movistar Arena. Tengo una relación con Argentina y con Uruguay muy fuerte, no los separo mucho. Con Uruguay se prendió un romance hace años y ha continuado hasta ahora, ya es un romance adulto.
En 2017 te sometiste a un doble trasplante de pulmón. ¿Cómo vivís el festejo de tus 50 años de carrera tras todo lo que transitaste?
Me siento con mucha suerte y con mucha aprobación de Dios para poder seguir andando y recorriendo escenarios. Entre la operación y todo lo que ocurrió, estuve en un compás de espera por 7 años, ocupándome de mi salud. Me dijeron que a lo mejor vivía, pero no me aseguraron que volvería a cantar. Tuve que empezar de cero, remar y darle otra vez.
¿Te apoyaste en Dios para salir adelante?
Por supuesto, me apoyé mucho en Cristo. Sin la fe es imposible avanzar. Hay gente que dice “gracias a Dios que no creo en Dios”, esos están más equivocados que todos. Soy un firme cristiano, creo en las profecías, creo en todo lo que está ocurriendo.
¿Qué opinión te merece lo que está ocurriendo en Venezuela, tu país natal?
Hay ciertos regímenes e ideologías que no funcionaron y no van a funcionar. Lo que queda es el malandrismo y los pillos. No hay ninguna ideología, queda un grupo pequeño de humanos que controla a la mayoría, pero por la fuerza. Y eso tiende a desaparecer en el planeta Tierra. Cuba no soporta más, Venezuela y Nicaragua tampoco. Son personas que se aprovechan de la riqueza del país y lo controlan, pero son los menos. Si la gran mayoría tuviese un tipo de defensa, ya los hubieran borrado.

Cortesía de la producción
Antes de consagrarte como solista, formaste parte de diferentes agrupaciones, como Billo's Caracas Boys. ¿Qué enseñanzas de ese periodo obtuviste para el resto de tu carrera?
Estuve cinco años con una orquesta de baile que me enseñó mucho. Estuve un año y medio, o dos, con un quinteto llamado Los Zeppy, inspirado en The Platters. Todo eso es experiencia. Toda la experiencia y conocimiento que puedas obtener a través de la práctica, nunca a través de la teoría, son buenos.
¿Siempre tuviste la intención de trascender fronteras y convertirte en un artista internacional?
No sé si tuve la intención de convertirme en “El Puma”, pero empecé rápidamente con mi carrera en la actuación, hice alrededor de 14 telenovelas. Recibía muchas cartas y sabía que un día iba a salir. Hasta que llegó el momento: en la novela Una muchacha llamada Milagros se creó el personaje de “El Puma”. Siempre tuve la ilusión de salir de Venezuela.
¿Qué encontraste de especial en la actuación?
Cuando actúas, tu ser interior representa un personaje. Yo no tomé clases de actuación, era otro tipo de actuación antes, muy acartonada y sobreactuada. Intenté ser natural, pero en ese entonces era difícil. Actuar realmente me ayudó. En el arte tú puedes cantar, actuar, tocar un instrumento, bailar, eso es el show business. Eres un transmisor de emociones y de fe, y la gente toma para sí lo que necesita.
Lograste llegar a otros países en tiempos donde no existían las redes sociales. ¿Creés que en ese entonces los artistas la tenían más difícil?
Ahora es más fácil y más rápido, con una canción que pongas en Spotify puedes alcanzar el nivel mundial. Antes, para hacer una promoción, tenías que montarte en el avión, ir al país, hacer radio, prensa y televisión simultáneamente. No existían las redes, tenías que ir personalmente a hacer la entrevista.

Cortesía de la producción
¿Qué opinión te merecen los artistas contemporáneos?
Es música. Todo es música y todo es válido. Uno nunca puede decir que todo tiempo pasado fue mejor. Hay música para todos. Yo no creo que una pareja de cincuenta años esté perreando por ahí, se verían ridículos.
¿Estarías dispuesto a colaborar con alguno de ellos?
Si me buscan, sí, sino no. No coincidimos, somos dos mundos aparte. Si lo hago, me diluyo, no soy yo. Uno tiene un sello personal, como todos los artistas internacionales: Raphael, Julio Iglesias, Camilo Sesto en su momento. Prestarte a otra cosa es diluirte.
¿Es importante aprender a decir que no?
Si aprendes a decir que no, te va a ir mejor en la vida. El "sí" complace a todo el mundo, menos a ti. El "no" aleja a las personas, pero te protege, te va a dejar acercarte a las personas que realmente quieren tu bienestar. El "sí" te va a matar, complácete a ti primero y después a los demás. Es el ejemplo del avión: la máscara de oxígeno póntela a ti primero. Tuve que aprender a decir que no. Me di doscientos mil porrazos, hasta el día de hoy me los doy y me pregunto por qué no dije que no.
¿Seguís aprendiendo?
Claro que se sigue aprendiendo, nunca terminamos de aprender. Todos los días te das tortazos y sigues adelante, eso es el crecimiento, no puedes quedarte quieto. Todo lo que se estanca, se pudre. Hay que estar todo el tiempo en movimiento, pensando qué hacer y cómo vas a hacerlo. Todo lo que pueda hacer lo hago, si no todo se torna aburrido, yo no vacaciono.
Por Sofía Durand Fernández
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