Por Valentina Temesio
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Juan Wauters dice que hasta el momento en el que una pandemia atravesó el mundo, él nunca había parado. En la crisis del 2002 su familia emigró a Estados Unidos, y él también. Para el músico —que en ese entonces tenía 18 años— ese viaje fue “traumático”, se sintió “exiliado”. Juan Wauters siempre tuvo la urgencia de escaparse, de andar por ahí. Y cuando paró se encontró. “Durante el covid descubrí que me gusta la estabilidad”, canta en su último disco, Wandering Rebel.
La pausa de los escenarios, de las giras, de recorrer el mundo —que amortiguó con el apoyo que el Gobierno de Estados Unidos le dio a los artistas—, lo hizo pensar, “tener un poco de perspectiva” de lo que era su vida hasta entonces. “Empecé a valorar otras cosas, me hizo bien”, reflexiona.
En 2023 el músico sigue viajando pero, cuando terminan sus giras, vuelve a casa, a Montevideo, donde se instaló. Sin embargo, se siente de los dos lados: de su país natal y de Estados Unidos, más precisamente Nueva York, que lo acogió. El músico, de alguna manera, se convirtió en un nexo: trae canciones de aquellos lares, de sus vivencias, de sus recuerdos, pero también lleva la tradición uruguaya al mundo.
Quizá sea por eso que su música, que a veces canta en inglés y otras en español, impacte en los dos hemisferios. Quizás sea por eso que hace poco, cuenta, un tipo se le cruzó en la ciudad de Oklahoma, en el medio de la nada, y le dijo: “La canción favorita de mi hijo de tres años es ‘Milanesa al pan’”. Después le pidió una foto para mostrársela al niño, porque cada vez que se sube al auto le pide a su padre que le ponga esa canción.
Después de una gira de más de 30 conciertos por Estados Unidos, este viernes 28 de julio, Wauters se presenta en La Trastienda junto con su banda.
En las letras de Wandering Rebel se repite la palabra casa. ¿La pandemia te hizo pensar en el hogar como un concepto?
Sí, como un espacio físico, pero también conceptual. Un espacio al que puedo regresar, en el que me siento a gusto. Porque, hasta entonces, no tenía eso. Siempre fue muy loca mi vida en Nueva York, desde el principio hasta ahora. Siempre andaba a las corridas; pude evaluar otras cosas, darme tiempo para desarrollar.
¿Qué cosas? ¿Artísticas?
Artísticas no tanto porque, la verdad, fue un poco complicado crear bajo ese clima. A mí no me cuesta mucho, soy creativo, lo disfruto mucho. Pero mi mente estaba apestada de muchas cosas, había mucha incertidumbre y era muy personal. Muchas cosas de las que escribí no las compartí. El disco es bastante personal, pero fue un poco complicado crear bajo ese clima, era todo bastante apocalíptico y ya había demasiado de esa energía en el mundo, no quería seguir tirándola. A mí, principalmente, me sale crear de cosas que suceden en mi vida. En mi música no hablo de cosas que no conozco. Ya estaba bastante agobiado con el exterior, el interior estaba bastante contaminado y no quería seguir en el círculo vicioso y meterme en ese agujero.
Decís que Wandering Rebel es bastante personal. Leí varias veces que era tu disco “más introspectivo”, ¿lo sentís así?
No sé si es más introspectivo que cualquier otro disco, quizás el momento de la vida de los humanos sí. Porque no había mucho exterior, era todo más introspectivo, aunque todos mis discos son así. Quizás mi primer disco [N.A.P North American Poetry] sea el más introspectivo. La vida estaba muy para adentro esos días; era difícil encontrarse con gente, siempre había una excusa, te ibas a encontrar con alguien y en el último momento te decían que estuvieron en contacto con un positivo. Estuvo bueno la verdad, hoy en día, haciendo esto me siento como otra persona.
Desde N.A.P North American Poetry hasta Wandering Rebel hubo un cambio en tu camino musical.
Empecé a girar mucho por Estados Unidos y cuando me enteré de que a la gente le gustaba mi música también me acerqué a Uruguay.
¿Qué sentís ahora que podés girar por el mundo, sacaste seis discos y tu carrera está más consolidada?
Hablan de la curva de aprendizaje y desarrollo, como si fuera una gráfica. Siento que, por la manera en que he hecho todo, aunque ahora el proyecto tiene un poco más de estructura, siempre ha sido bastante orgánico el crecimiento; todavía no fue exponencial. Nunca me hice una súper estrella de un día para el otro, siempre fue gradual. El proyecto crece, pero va paso a paso, no he sentido una gran diferencia. Pero si me tengo que remontar a esos tiempos, cuando inicié, y comparar, nada que ver, porque en esa época yo era muy loco, estaba un poco traumado por la vida y era muy terco, muy cerrado. Por ejemplo, a los discos los grababa yo, la música la tocaba yo, el disco lo mezclaba yo; el arte de tapa también. Era como un círculo más cerrado, cada vez me voy abriendo más, me expongo a situaciones que nunca me hubiese expuesto, la cosa va creciendo. Pero en aquella época yo estaba en contra de que la música sea mi manera de generar ingresos, quería que solamente fuera un espacio en el que yo me divierta.
¿Ahora no es así?
No, porque después llegó un momento en el que la música me empezó a exigir tanto tiempo que tuve que tomar una decisión. Yo estudiaba matemática en la universidad; a los 20 años me independicé y tenía un trabajo para pagar mi alquiler, tenía que ir a estudiar y tocar en el grupo. En un momento toqué fondo y con ayuda de una psicóloga decidí que lo que más me gustaba de todas las actividades —a pesar de que me encantan las matemáticas— era la música. Desde entonces, he tomado medidas para encontrarle la vuelta y subsistir de la vida.
¿Cómo vas con eso?
Hace años que no hago otra actividad más que esta. La llevo bien. A veces, me gustaría un poco más de estabilidad. Siento que algún día me voy a comprar una casa, no tengo opción; como viene todo, siento que un día me va a ir mucho mejor. Un día, siento, que le voy a encontrar más la vuelta todavía. Pero como ha sido todo un proceso, sigo en eso. Me gusta que sea así, porque yo también me respeto. Por alguna razón, antes era así, nunca me castigué ni me obligué a cambiar radicalmente todavía. Pero de a poco cambian mis prioridades. Por ejemplo, ahora ya entiendo un poco más que esto es un negocio, cómo funciona, siento que me tengo que cuidar, que tengo que hacer ciertas cosas para que al negocio le vaya mejor. Cada vez considero más esas cosas.
El hecho de monetizar la música no significa que no sea arte.
Exacto. Pero sí, hay toda una movida, porque como arrancó como algo catártico, era un espacio en el que yo comentaba mi vida personal y la compartía con las personas en mi entorno, ahí en Queens. Pero de repente querían que tocáramos en Manhattan, en Brooklyn, en otros estados.
Grabaste Wandering Rebel en Nueva York, Los Ángeles, Buenos Aires. Pero también en Cabo Polonio, ¿cómo fue esa experiencia?
Yo quería componer, pero no tenía un lugar en Montevideo. Un amigo tiene un rancho ahí y me dijo: “Si querés te presto el rancho un mes, tengo paneles solares y podés cargar tu iPad y tu teléfono ahí”. Y me fui. Estuvo bueno estar totalmente desolado por un mes componiendo. Compuse lindos temas ahí, “La milanesa al pan”, “Mensaje codificado”, otros temas que no entraron en el disco.
¿Cómo fue el proceso de creación del disco?
Fue recomplicado, la primera vez que hice un disco distanciado de mi público, ya no me veía más reflejado delante de este. Tampoco es que me volqué a las redes, estaba muy distanciado, no lo tenía como un espejo. Porque, hasta entonces, mi público era un espejo de mi música, yo veía reflejadas las reacciones de mi música.
¿En qué sentido?
Por ejemplo, a “Milanesa al pan” la toqué en vivo y me di cuenta de que a la gente le gustaba; siempre hacía eso. Esta vez, no tuve esa oportunidad y fue recomplicado. Fui para Uruguay a fines de 2021 y pensé en hacer el disco ahí, pero compuse canciones para luego grabarlas y no me cerraba la movida. Entonces, me fui a componer un rato a Nueva York y grabé otro conjunto de canciones, unas 15. Después, ya que estaba en Estados Unidos y seguía recibiendo esos pagos del Gobierno, me fui a Los Ángeles a componer y a grabar un rato, que tengo muchas amistades ahí. Hice unas 40 canciones, pero todavía no me cerraba, no le encontraba la vuelta. Justo cuando estaba terminando todo, un amigo me invitó a grabar a Brasil. Fui y grabamos con él y su colega, algunas canciones nuevas y unas nuevas versiones. Al final había como 60 grabaciones. No cerraba. En 2022, salí de gira y cuando volví a Montevideo cerré el disco.
Se gestó en Montevideo y terminó en Montevideo.
Es el primer disco que termino en Montevideo. Es increíble la música como vehículo principal, me está ayudando a sanar cosas, a acercarme a Montevideo. A encontrarme ahí, compartir con mi gente ahí. En Nueva York la movida es diferente, nunca llega a ser lo mismo. Es el país donde nací.
¿Cómo te encontró la vuelta a Montevideo?
Muy bien. me siento recontento de estar ahí, ha sido muy interesante el proceso, porque antes era como una fantasía Montevideo, una tierra lejana, algo que yo había experimentado en otra parte de mi vida, que lo sentía por momentos. Ya había pasado como un año entero en Montevideo. Ha estado bueno, por ejemplo, a veces escucho los tamboriles desde mi casa y no salgo corriendo. Está bueno dejar que eso decante, entenderlo; volver y entender mis relaciones con mis amistades, mis familiares, que nada es urgente y nos podemos ver cuando pinta y está bien. También reconectar con algunas de las personas que hacen música en Montevideo.
Es tu regreso como músico.
Exacto, ahora estoy tratando de entender mi lugar en la sociedad. La verdad que ha sido muy interesante. También estuvo bueno salir de Nueva York y sentir lo mismo que sentía al volver a Montevideo. La última vez que me fui pensé que allá todo cambia tan rápido que quizá, cuando volviera, iba a ser un desconocido y nadie se iba a acordar de mí, y fue al revés. Estuvo buenísimo volver a Estados Unidos y confirmar que, aunque yo me vaya, va a ser imposible deshacerme de ese legado que mi familia tiene ahí. Vivimos esas experiencias tan traumáticas, son pensamientos que se nos cruzan.
¿Echaste raíces en las dos ciudades?
Sí. Además, mis hermanos, mis padres, se quieren quedar en Nueva York. Yo soy el que ha sido un poco más viajero y, además, siempre tenía algo con volver a Uruguay. Volví de una manera particular, con el tiempo decidí quedarme, empecé una relación. A mí me hizo bien estar en Uruguay.
Por Valentina Temesio
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