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Juan Wauters: "Quiero cantar una canción como el feliz cumpleaños que se la saben todos"

El músico uruguayo que busca llegar a todos los corazones recorrerá su repertorio este sábado 18 de junio en La Trastienda.

15.06.2022 22:21

Lectura: 14'

2022-06-15T22:21:00-03:00
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Por Valentina Temesio

Juan Wauters le puede cantar a una milanesa, al caballo de un patrón de campo, a una fruta que un camión trajo, a otro soldado, a sus amistades, familiares y desconocidos. Juan le canta a la gente, para llegar a todos los corazones y cumplir su misión. Una que le costó aceptar, pero que decidió seguir, porque es la que le tocó. 

Wauters, un músico que nació en Uruguay, pero se hizo adulto en Estados Unidos, es un hijo de la emigración de la crisis del 2002 en el país. A sus 18 años, entre rabia y tristeza se instaló en Nueva York. Pero como muchos cambios ese sentimiento también fue dicotómico, estaba acompañado de la excitación de conocer una ciudad nueva con mucho para ofrecer. 

Sin embargo, en ese entonces el arte no estaba en los lineamientos de su crianza, que eran terminar el liceo y asistir a una universidad. Por eso, estudió Matemática, aunque no se recibió. Porque según recuerda, una parte suya, una rebelde, estaba en contra de aquello que estaba instaurado. Y se volcó a la música. Ese camino que alimenta su lado aventurero, sus locuras, sus ganas de cantar las cosas que le pasan, de conectar. 

Su música se materializó en 2008 junto a The Beets, una banda de garage rock que se jactaba ser de Queens y no saludaba al público en sus actuaciones. En 2013 ese proyecto se disolvió y su carrera como solista lo encontró.

Un año más tarde salió N.A.P North American Poetry, su primer disco como solista donde priman las canciones en inglés y una impronta experimental. Entre ellas está “Escucho mucho”, una que en sus shows repite hasta el cansancio, o al menos, hasta que el público la aprenda de memoria. A este, le sigue Who Me (2015), su segundo disco solista, que también tiene a la lengua anglosajona como primer idioma. 

Wauters tocaba música, pero como Estados Unidos queda muy lejos de Uruguay, en aquel entonces, no sabía que en el país del que emigró con 18 años, sus canciones también sonaban. Se enteró en 2015, cuando un amigo de su infancia en Montevideo se lo encontró y le dijo: "Che, vos tenés que venir a tocar a Uruguay, mirá que hay gente que te escucha". Un año después, Wauters dio su primer concierto en su país natal. También, abrió una puerta, una que lo acercó, que le quitó ese título de turista que sentía al volver, que lo encontró con músicos contemporáneos y que lo despertó.

Aquel primer concierto en Montevideo trajo consigo su tercer álbum La Onda de Juan Pablo (2019), compuesto de canciones en español escritas en siete meses de viaje, que además, reivindica América Latina e incorpora instrumentos y músicos del continente a su obra. El mismo año lanzó Introducing Juan Pablo y mediante colaboraciones de amigos artistas, nuevos géneros y una pandemia de por medio en 2021 llegó Real Life Situations.

A lo largo del tiempo, Wauters enlazó un vínculo con sus raíces y la música fue un puente para “sanar esa ruptura violenta” que tuvo con el país. A pesar de que sus canciones vienen de otro hemisferio, las considera también parte de Uruguay. Este sábado 18 de junio se presenta en La Trastienda junto a una banda que viene de una seguidilla de más de 60 conciertos y que viajará por todo su repertorio.

—¿Qué sentiste cuando te mudaste a Nueva York?

—Principalmente tristeza, combinado con rabia y el sentimiento de estar sorprendido por algo nuevo y excitante de estar en una nueva ciudad con tanto por conocer como Nueva York. Fue decisión de mi familia que nos mudáramos para ahí, yo me quería volver para Montevideo, pero no me apoyaron en eso. Entonces yo estaba con rabia, era un adolescente, tenía 18 años. A la misma vez, de repente había algo de Nueva York que me empezaba a gustar. Convivieron esos dos sentimientos. Fue súper triste y traumático, pero a la misma vez ha sido re lindo. Al poco tiempo me hice amistades en el barrio al que me mudé, en Queens.

—Te abrió un horizonte diferente, ¿en ese momento sabías que te ibas a dedicar a la música?

—Hace poco que pude aceptar mi destino. Porque era un hobbie y a mi me gustaban otras cosas. Yo era estudiante, me gustaba la matemática y era del grupo socioeconómico que establece que lo que hay que hacer es estudiar en la universidad. Entonces yo hice eso también. No me recibí porque a la misma vez la música me empezó a demandar mucho tiempo y era algo que también me gustaba mucho. Es como una existencia especial la vida que llevo ahora, puedo sacar un disco y tocar en diferentes lugares. No sé si es más especial, es diferente, soy bastante aventurero, entonces esto me llamó la atención, mucho más que quedarme en la ciudad haciendo lo que mis padres me inculcaron. Estaba re rebelde, quería escapar de ese tipo de vida.

—¿Hubo un día en el que dijiste “quiero dedicarme 100% a la música" o se dio progresivamente?

—Todo progresivamente, tiene sus altos y bajos. Porque a pesar de que tengo mi público que me re apoya y voy a todos lados, que está zarpado y me quieren pila, no soy masivo ni ahí... Pero el público que tengo es fidelizado, que me apoya en mi viaje. Entonces, ha sido todo orgánico cómo ha crecido. Pero tiene sus altibajos, el tema de la plata, yo vivo en una ciudad que es re cara para mantener un espacio, un estilo de vida, una calidad de vida.  Me costó mucho aceptarlo, tuve que hacer sacrificios para llevarlo a cabo. En un momento no quería más con la música. Decía: "Yo ya no quiero más no tener casa". Me acuerdo de un día que tuve una crisis personal y con ayuda de profesionales, hablando así, con psicoterapia, pude llegar a aceptar que este es mi llamado y mi responsabilidad en el mundo: compartir mi música y hacerme cargo de que me lleve hacia donde me lleve. Por suerte puedo cobrar, pagarle a los músicos que vienen a tocar conmigo. Estamos tranquilos, un poco más, no es que tiro la plata para arriba, tengo que tocar pila para hacer una diferencia. Pero por suerte hay públicos en muchos lados y puedo hacer muchos conciertos. 

—Tu público está compuesto por gente de Estados Unidos, de Uruguay y del mundo, llegaste a un montón de oídos

—En cada lugar que toco va gente local, si toco en Escocia van escoceses, si toco en Montreal va gente de ahí. En Toronto me pasó por primera vez en la historia que cayó uno al concierto con la camiseta de Uruguay, estuvo muy bueno. En realidad la gente me identifica mucho con Nueva York, el lugar en el mundo donde crecí y me hice adulto. 

—Es una edad de pila de cambios

—Si. Yo cargo con eso. Mucha gente que me va a ver por ahí me dice: "Yo te veía en Nueva York cuando eras chico". La gente me identifica con ese espacio. Definitivamente yo también he hecho un esfuerzo para acercarme a Uruguay también, porque siempre representé al país en todos los lugares que voy.

—¿Cómo fue la primera vez que tocaste en Uruguay?

—En 2016 hicimos nuestro propio concierto en La Trastienda. Fue todo un evento porque para mí era un cierre en mi vida, se abrió una puerta. Me reconecté con los contemporáneos míos. Yo antes venía a Uruguay y me encontraba con mis amigos de la niñez y de mi familia, a visitar. Pero después empecé a forjar lazos con la gente de la música y con él público que tengo yo. No paré de volver, vengo todos los años ahora. Antes venía una vez cada cinco años. Hice un esfuerzo también para reconectar con mi uruguayo. Por cuestiones de supervivencia lo había tenido que dejar de lado. Mi vida estaba sucediendo allá, yo soy uruguayo, lo voy a hacer siempre, pero vivía en otro país y mi vida sucedía allá, venir era como un paseo. Ahora me vuelvo a reinsertar en la sociedad uruguaya que es algo que quería hacer desde que me fui. Me quedó pendiente.

—¿Hacer música te ayudó a ser más uruguayo?

—No exactamente. Pero la música fue mi puente hacia Uruguay, mi conexión. La música me ayudó a sanar esa ruptura violenta que tuve.

—En el último toque que diste en Uruguay, en La Cantina del 25, las personas cantaban las letras contigo, incluso dejabas que te canten a vos. ¿Qué te genera eso?

—Me encanta. Me siento realizado como músico. Que mis temas resuenen en espacios en el mundo, especialmente en mis mismos, con el público uruguayo, que la gente pueda conectar con mi sentimiento. Es lo que siento yo, no sé si la gente lo hace, pero siento que la gente se siente identificada con algo que tengo que decir yo.

—¿Eso es algo que construiste o que se dio?

—Abro esa puerta, con mi música siento que genero ese espacio para el sonido del público. Hay músicas capaz que son tan invasivas sobre el público que no pueden cantar, pero yo toco bajito, las voces se sienten. Y también, yo no soy indiferente a la gente que me viene a ver, estoy agradecido que estén ahí. Me pueden escuchar por la radio, por la computadora, en el teléfono, pero en realidad la posta es en vivo, cuando estoy ahí. A la música que hago le presto atención a las letras, cuento vivencias de una persona normal como yo. Quizá alguna historia que pueda contar, le pueda llegar a resonar en su vida y se la aprenden porque dicen: "Eso me pasó a mi también". Hago muchas rimas, trato que la letra sea entretenida. 

—A veces tocas con banda y otras tocas solo con tu guitarra, ¿qué diferencia encontrás? 

—Lo que más me gusta es tocar solo con la guitarra para hacer esa comunión con el público. Cuando toco solo manejo todos los sonidos, los volúmenes, subo, bajo, corto, es más experimental, lo hago como estilo fogón como si estuviéramos tocando en el living de tu casa. Me encanta eso, pero también vivo de la música. Yo quiero llegarle a todos los corazones del mundo, no como una misión capitalista para hacerme rico, quiero conectar con el corazón humano, quiero cantar una canción como el feliz cumpleaños que se la saben todos. Quiero escribir esa canción. Eso me va a decir que estoy conectado con el corazón humano. Siento que mi misión como artista es esa: conectar. 

Me doy cuenta que cuando vas a un concierto y hay música a la gente le gusta bailar, le gusta el espectáculo y con la banda puedo crearlo, hay más música. Me gustan los dos, en mis discos hago eso, le pongo instrumentación a los temas, pero los escribo solo con la guitarra. Si yo quiero llegar a los corazones, al público en general, también tengo que hacer un esfuerzo para acercarme a ese público, con la orquesta siento que me acerco más al público que no consume música más experimental.

—Con La Onda de Juan Pablo reivindicaste América Latina, ¿eso surgió por vivir en Estados Unidos o ya tenías influencias antes de irte?

—Todo eso surge a través de la primera vez que di un concierto en Uruguay, fue un despertar. Me di cuenta que la mayoría de mi repertorio estaba en inglés y decidí que mi próximo disco iba a ser en español. Lo iba a componer en México, pero hablando con un amigo uruguayo de la niñez me di cuenta que no tenía mucho que ver con ese país. En ese momento había hecho una gira donde toqué en Uruguay, Argentina, Chile y vi la musicalidad de todos los lugares y dije: "Voy a hacer una canción en cada lugar en un viaje". Grabé canciones con instrumentos y personas autóctonas de cada lugar para darle esa impronta al disco. Quería que mi música se empape de eso.

Este disco es mi vuelta a América Latina, soy yo sanando con algo que me pasó de la niñez, me marcó pila irme a Estados Unidos, para bien y creo que también fue muy doloroso. A través de esto yo estoy sanando esa herida, haciendo las pases con Uruguay e ir y saber que está todo bien, que no hay ningún cuco como mis viejos pensaron. Fue duro para mis viejos también, pero yo me crié pensando que en Uruguay no sé podía vivir.

—Sos uruguayo y estadounidense, de alguna manera explotas esas dos nacionalidades

—Sí, exactamente. Representar mis vivencias y experiencias musicales. La verdad que cargo pila con la música uruguaya, siempre la disfruté y siento que mi música está y siempre va a estar ahí. El neoyorquino siempre ha estado, últimamente me he abierto a otras cosas, pero siempre va a estar también. La impronta mía no es la misma que la de una persona que nunca se fue de Uruguay. En Nueva York me ven como un par, saben que soy uruguayo, pero también me ven como que soy de ahí. 

—En el "Show de los Muertos" de Who Me hay un poco de R&B y hip-hop y en Real Life Situations el género tiene más protagonismo que antes, ¿esa influencia te llegó de tus vivencias estadounidenses o venía desde Uruguay?

—Ese género siempre existió en paralelo en mi música, nunca lo he explotado tanto. Real Life Situations fue con otros artistas y se fue para ese lado. El género siempre existió en paralelo, es de la música que más consumí, pero como a mi me gusta la guitarra nunca lo había explotado tanto.  Estuvo bueno abrirle la puerta, hacer ese disco de colaboraciones para darme cuenta de que ese estilo siempre existió en mí y que mi música se puede ir para ese lado sin dejar de ser mía. Me encanta poder seguir sacando discos y abriendo el espectro de lo que hago: no soy una banda de rock y no soy un cantante folk. Si mañana hago un disco de murga uruguaya o puro candombe tampoco voy a dejar de ser el mismo Juan Wauters, después si quiero puedo hacer uno de rock, de rap, está todo bien. Mi esencia existe en todas las músicas. Me encanta y me di cuenta con el tiempo.

—La mayoría de las veces que tocas en Uruguay fueron en Montevideo, ¿te gustaría tocar por fuera de la capital?

—Sí, la verdad que me encantaría, lo hice una vez. Pero me gustaría que fueran shows gratis y no tener que preocuparme por el dinero, lo tendría que hacer como una inversión o un proyecto mío. Porque sé que no hay público mío ahí, quizás van algunas personas, pero no puedo estar cobrando lo que cobro en Montevideo. 

—¿Sentís que vas a llegar a escribir una canción que sea como un feliz cumpleaños?

—Por eso yo hago lo que hago. No puedo pensar que no, siento que sí, la vida lo dirá. Si hay un pueblo en el mundo que asocia una de mis canciones ya sería suficiente. Aveces pienso en canciones de Alfredo Zitarrosa o Jaime Roos, personas que tienen temas que lo sabemos todos. Si yo ya le llego a un pueblo ya es suficiente. Ya hay un pueblo que sabe mis canciones, no es todo, pero es el que me acompaña. Si juntamos a todas las personas que me siguen de todo el mundo, ya es un pueblo porque cantan conmigo en todos lados. 

Por Valentina Temesio