La situación es la siguiente: es 1992 y los Guns N' Roses tocan en el Estadio de River Plate en Buenos Aires. Los Ratones Paranoicos, ya consagrados, son el show de apertura. En medio del concierto, Juanse, el histórico frontman de la banda, cae y se rompe una pierna. Se acercaron enfermeros y se lo llevaron en una camilla. 

Esa noche, la multitud lo aplaudió durante 10 minutos ininterrumpidos. 

“Nosotros, justamente, surgimos porque no nos convencía mucho lo que estaba pasando en Argentina con el rock and roll. Que, en realidad, no estaba pasando nada porque los que hacían rock and roll hacían otro tipo de rock and roll. Hacían un rock and roll más orientado hacia lo que fue el inicio del rock nacional”, dice Juanse en entrevista con LatidoBEAT junto a Pablo Memi, bajista de la banda. 

Eso hizo un grupo de muchachos de barrio, específicamente de Villa Devoto, a los que les gustaba escuchar Faces, Humble Pie, los Rolling Stones, Sex Pistols, los New York Dolls. Una banda que tomó un sonido mucho más del rock Stone, a diferencia de lo que estaba surgiendo en la Argentina de los 80, un sonido rockero mucho más vinculado al “rock nacional”. 

En todo aquello, el primer disco homónimo de los Ratones Paranoicos, en 1986. Y, por ende, el primer hit: “Sucia estrella” producido por Gustavo Gauvry. Aquella formación, aunque no siempre fue la misma durante los útlimos 40 años, contaba con Juanse (Juan Sebastián Gutiérrez) en voz y guitarra, Pablo Cano en guitarra y coros, Pablo Memi en bajo y coros, y Roy Quiroga en batería. 

A 41 años de la existencia de la banda, son 37 discos editados, convertirse en un símbolo del rock argentino y rioplatense, el amor de miles, mostrar su música por el mundo entero. Ser, de forma inevitable, una parte de la historia de la música del sur del mundo. 

“¿Dónde está el nudo del rock and roll? En el entusiasmo por hacer rock and roll, que te guste realmente el rock and roll, el estilo. Hace que a vos esos tres tonos, cuatro tonos, te den la suficiente capacidad o voluntad para tener creatividad sobre esa estructura”, dice Juanse a LatidoBEAT.

En el marco de la gira “Adiós para siempre tour 2024”, Ratones Paranoicos se estará presentando el próximo sábado 20 de abril en el Cosquín Rock de Montevideo (entradas acá). 

Foto: cortesía de producción.

Se dice que Ratones Paranoicos es una de las bandas clave en la historia del rock argentino. Después de 40 años, ¿creen que eso es así?

Juanse (J): Nosotros, justamente, surgimos porque no nos convencía mucho lo que estaba pasando en Argentina con el rock and roll. Que, en realidad, no estaba pasando nada porque los que hacían rock and roll hacían otro tipo de rock and roll. Hacían un rock and roll más orientado hacia lo que fue el inicio del rock nacional. 

Pablo Memi (P): Lo que se llamaba el rock progresivo. 

J: Exacto. Entonces, nosotros éramos muchachos de un barrio, de Villa Devoto, que les gustaba escuchar Faces, Humble Pie, los Rolling Stones, Sex Pistols, New York Dolls, así te podría nombrar 200 bandas más. Lo que pasa que ese es un tipo de rock and roll que tiene una coherencia de compartir una sensación en el momento de ensamblar los instrumentos. El rock and roll es un estilo que, si vos lo observás del punto de vista estructural, es muy limitado, porque son tres o cuatro tonos que vos manejás. Algunos mayores, otros menores. Por otro lado, tampoco no es un estilo que requiera de gran cantidad de integrantes. Entonces, hay limitaciones por todos lados. ¿Dónde está el nudo del rock and roll? En el entusiasmo por hacer rock and roll, que te guste realmente el rock and roll, el estilo. Hace que a vos esos tres tonos, cuatro tonos, te den la suficiente capacidad o voluntad para tener creatividad sobre esa estructura.

P: Aparte, te da esa ventaja. Nosotros cuando empezamos teníamos quince años, que nos juntamos cuatro, y ya tenés la banda armada. 

J: Claro, es mucho más práctico y económico, además. Porque, aunque tuvieras plata, con un bajo, dos guitarras y una batería podías desenvolverte tranquilamente, que es lo que gracias a Dios nosotros tenemos. No nos importa el ámbito, mientras estén esos elementos sabemos perfectamente que podemos hacer lo nuestro, podemos mostrar lo que nos gusta hacer. 

Pablo Memi. Foto: cortesía de producción.

Cuarenta años son muchos años de acompañarse en una banda. ¿Qué lugar les parece que tomaron para el rock argentino y rioplatense?

J: Lo que pasa es que nosotros nunca nos fijamos en eso. Nunca fue una actitud de ver en qué lugar estábamos, si estábamos primeros, segundos, terceros. Ni si quiera en la época en que explotamos comercialmente, que fue en la década de los 90. Tampoco nos preocupaba ser la mejor banda. Nosotros lo usábamos como leit motiv, “somos la mejor banda de rock and roll”, pero es una cosa que decimos y se nos podría haber ocurrido otra cosa, también. Sabemos que lo que nos impulsó a hacer lo que hacemos no fueron los primeros puestos, sí fue la permanencia. Poder vivir de esto, sin necesidad de tener que recurrir a otro tipo de trabajo que no nos interesa, ni nos gusta. Por ejemplo, atender en una inmobiliaria.

P: Incompatible. 

J: Era lo que no nos gustaba. Para poder sostenernos en nuestra vida tuvimos que aprender a ser lo que correspondía con el estilo que nos gustaba hacer, porque también hay otra cosa que es algo muy importante: tenés que involucrarte. Lo nuestro fue un lanzamiento al vacío total, no teníamos la menor idea de lo que nos iba a pasar. Sabíamos que, o sentíamos, mejor dicho, que lo hacíamos bien. Eso, sí. Pero lo que iba a pasar... no lo teníamos para nada previsto, pero sí teníamos ganas de tener previsto eso. Sabíamos que era lo único que sabíamos hacer. 

Foto: cortesía de producción.

Váyanse a cuando recién empezaban como banda, ¿qué hacen distinto a lo que hacen hoy a nivel técnico, a nivel sonoro, arriba del escenario?

P: Es lo mismo, más la experiencia. Después de cuarenta años de escenarios y de grabaciones y de giras.

J: Interiormente, seguimos siendo los mismos. Me doy cuenta la edad que tengo cuando me afeito. Pero sino después lo demás no siento diferente. Obviamente, responsabilidades. Haber tenido hijos, compartir la vida con la persona que amás, con sus altos y bajos. Yo creo que eso fue algo que siempre tuvimos claro, tener dónde volver después de hacer todo lo que hacíamos. Somos una banda que ha tenido mucha gira, mucho desastre, mucho caos. Volver a casa era algo que nos ordenaba mentalmente. 

P: Y alguien que te aguante en casa.

J: Claro, alguien que no te espere con un palo de amasar detrás de la puerta de la cocina. Porque eso también es recíproco. Si bien nosotros estamos acostumbrados a sostener, a tener amplitud, también somos personajes extraños. Somos caprichosos, tenemos nuestras fórmulas para establecer nuestras costumbres y todo eso requiere de un trabajo, también, porque hay que trabajar sobre uno mismo. Pero es muy divertido. 

Foto: cortesía de producción.

A lo largo de los años, si hay algo que ha cambiado bastante, es el concepto de la actitud rock. Si antes tener rock implicaba excesos y romper todo, hoy el concepto es distinto, incorporó eso de cuidarse más y de cuidar al resto. ¿A ustedes eso les pasó? Eso de cambiar la mirada de qué es rock. 

P: Hay un cliché atrás de la actitud del rockero. No lo podés comprar y tomártelo muy enserio. Porque, en definitiva, lo único que queda es el amor por la música que hacés. Evocar esos momentos que viajabas con esa música que escuchabas. El riesgo está en ese estereotipo. Hay un riesgo de perderse ahí.

J: Lo que pasa es que también está todo determinado a través de lo que es. Yo creo que también, un poco, pasa por el hecho de que a determinada edad no pensás en la muerte. Hasta los 25 años la muerte te puede sorprender, pero no la esperás. A partir de los 25/30 la muerte se acerca porque hay muchas experiencias con respecto a allegados, a gente conocida, amigos, colegas. Imaginate, después de los 50.

O sea, en ese aspecto creo que nosotros tenemos perfectamente claro que acá hay una aproximación a nuestro ciclo vital que naturalmente tuvimos la bendición de poder cumplirlo en el ámbito que a nosotros nos gusta, con todos los excesos que hubo, que hay y que habrá. Porque uno va reemplazando el exceso.

No hay un estereotipo del rock, hoy. Hoy hay un estereotipo de la estrella popular. Lamentablemente, cambiaron un montón de cosas. Se perfeccionaron los tipos de químicos que se consumen, se aislaron a las personas. Fijate que hay mucho menos familias en el mundo, hay mucha más cantidad de individuos que viven solos, que no comparten, que están metidos en su mundo, que trabajan directamente desde su casa, no van al trabajo. Encima apretan un botón y con el home banking ya tienen depositado el sueldo. Cambió todo.

Uno quiere compartir un momento de felicidad, que es nuestra función. No es que vivamos de darle alegría a la gente, porque no sé si lo hemos logrado, pero lo que sí estamos es comprometidos con algo que artesanalmente a nosotros nos dio la posibilidad de unirnos y comunicar. Yo creo que en estos momentos lo más importante es la comunicación. La comunicación de todo tipo, porque también hay como un bluff creado alrededor de la integración a través de las tecnologías, que está buenísimo, siempre y cuando la uses a favor de que vos la pases bien, no a favor de agredir, de discutir, de odiar a alguien que no conocés, por ejemplo, porque se puso una remera al revés. Son cosas que la madurez nos dio, cierto conocimiento sobre que no nos importe lo que pase con respecto a eso. 

P: La gente que habla desde el anonimato que es moralmente reprochable, eso de odiar u hostigar.

J: O no tener nada que hacer. 

P: Eso es basura.

J: No tenés nada que hacer, y no hacés nada. Cómo puede generarse una generación de gente que haga cosas que tengan cierta profundidad, si estuvieron todo el proceso de su adolescencia escribiéndose con un teléfono. Es muy difícil que aparezca un nuevo Edgar Allan Poe, o William Blake, muy difícil. Esto cada vez va a ir evolucionando hacia un lugar mucho más profundo. Hoy tenemos en el noticiero cómo un tipo destruye a seis personas adentro de un tanque de guerra, no importa de qué bando es. Estamos naturalizando eso que te explicaba antes, de lo que fuimos adquiriendo conciencia. 

P: Y no es muy diferente a los juegos de guerra.

J: Claro, ahí empieza todo. Vos cuidás a tu hijo, suponete: no salgas, no hagas esto, no hagas lo otro, y después está en living matando gente con un antifas. Está bien, es un juego, pero ahora cada vez el juego se acerca más a la realidad concreta. Entonces, ya va a dejar de ser un juego y estamos al borde. Te diría que en setiembre va a oficializarse la Tercera Guerra Mundial, por ejemplo. O, no importa cuándo sea, porque va a ocurrir. ¿Por qué? Porque hay muchos intereses dentro de ese esquema. Entonces, ¿cómo comienza todo? Naturalizando a través de la comunicación ciertas situaciones que no tenemos por qué incorporarlas a nuestra vida cotidiana. Nos están acostumbrando. Nos están llevando a que pase eso. Obviamente, hay un sistema de poder, que es lógico que exista, pero no se puede luchar contra el sistema de poder creado por el mismo ser humano para dialogar con nada, el sistema de poder está aislado, está arriba del todo, están encerrados en algún palacio, en algún castillo, no sé. Nosotros somos parte de una generación que el logro era hacer música, tocar, y que vaya un montón de gente a vernos. No iba más allá de eso. 

Foto: cortesía de producción.

¿Cuáles han sido los caballos que tiraron del carro de los Ratones estos últimos 40 años?

J: La gente, el público, y nuestras ganas de seguir tocando. Quizás sean los dos elementos que son fundamentales, querer seguir, querer actuar. 

P: Sí. Y, a lo largo del camino, tuvimos un productor como Andrew Logham que creía y cree absolutamente en nosotros. Eso es un gran empuje.

J: Es un extra ball que se te va presentando y yo creo que haber tomado buenas decisiones, muchas veces en su momento no tan buenas, pero a la distancia embrionariamente terminaron transformándose en flores copadas. Creo que los espacios que hay que hacer, así como en la música a veces es mucho más importante el silencio que lo que está sonando, en la “carrera” (que yo no lo llamaría "carrera”, pero mucha gente dice "carrera”), sí es bueno que haya descanso. Ir a Montevideo, por ejemplo. Está bueno ir y esperar que salga el Buque, que te pasen a buscar, y no llegar en un helicóptero a la terraza del hotel. Porque son diferentes formas de ver la vida, pero a nosotros la original nos dio buen resultado y nosotros seguimos esa, no se puede decir “fórmula” tampoco, pero esa forma de vivir. 

Foto: cortesía de producción.

¿Qué hay en los Ratones, e incluso en hits como el “Rock del gato”, que los volvió un clásico del rock?

J: Eso es lo que no sabemos. 

P: Hay una cosa, que es la historia. Canciones que tienen una historia. Que esa historia se completa con la interpretación del que la escucha y eso le da una vigencia permanente y una mutación permanente. Pueden ser interpretadas de una manera, en un momento, y de otra manera en otro. Y eso las hace vigentes, no está cristalizado en un pasado. 

En esto del Adiós para siempre Tour hay algo muy mexicano en esto de festejar el final de una vida, de verla con alegría. ¿Cómo les gustaría ser recordados?

J: El concepto de “adiós” a mí mucho no me gusta. Sé que es una despedida, la vamos a hacer en la medida que nosotros los lugares nos cierren para presentarnos. En particular, a mí no me interesa ser recordado, te digo la verdad. Lo que sí quiero es que se acuerden de ir a verme, que nos vayan a ver mientras estemos. Después, no importa. Vos fijate que ha habido grandes estrellas, muy populares en la historia del mundo, que hoy nadie recuerda. El otro día veía chicos que no saben quién es Michael Jackson, o que saben quién es porque lo vieron haciendo el moon walker.

P: A mí me sorprende porque hay videos de chicos en internet que escuchan algo por primera vez, y no pueden creer, porque no son tan pendejos. 

J: Lo que pasa es que se masificó todo y, obviamente, hay una superposición hoy de estrellas internacionales. Algo de oído de tenemos, porque sino no hubiéramos grabado 25 discos, y yo hay chicas que no las reconozco. Algunas son muy buenas, otras no me interesan, otras están en el medio, pero no termino de diferenciarlas porque hay 200 lanzamientos. Ahora, mientras estamos hablando hay seis o siete lanzamientos internacionales de millones de views y de consumo en todo el mundo. Entonces, es otro aspecto. A mí no me importaría terminar tocando en un bar y que esté lleno de amigos, porque ya lo hicimos todo nosotros, gracias a Dios.

P: Mientras paguen la entrada...

J: Eso, sí, que paguen la entrada porque no les vamos a garpar la entrada, encima. 

Foto: cortesía de producción.

¿Por qué irse? ¿Por qué terminar con los Ratones?

J: Porque hay que poner el periodo, que llega a cada uno de nosotros. También es una actitud muy juvenil nuestra. Tal vez un poco adolescente, porque después de estar con alguien uno se fuma un cigarrillo y se va a su casa. Esta es una forma de hacer el amor, también, con la música. No estar atado a un matrimonio de esos que realmente producen rechazo. 

P: Un cuatrimonio, sería. 

J: Claro, nuestra unidad es el producto también de saber decir, “te llamo, la semana que viene hablamos, vamos a comer una pizza, no vamos a ensayar, después vemos si volvemos o no volvemos”. Yo creo que esa es la gran bendición que tenemos. Sabemos que hoy es muy costoso alcanzar eso y nosotros somos conscientes, y lo disfrutamos en la magnitud que podemos.