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Contenido creado por Manuel Serra
Música
Por Little Butterfly Records

La Bossa Nova de Hugo y Osvaldo: una joya perdida que vuelve a las bateas este 2022

Es un álbum casi secreto editado en 1969, que pasó casi desapercibido, pero que con el tiempo se volvió un preciado objeto de colección.

11.08.2022 13:41

Lectura: 6'

2022-08-11T13:41:00-03:00
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Por Little Butterfly Records
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Escribe Andrés Torrón | @AndresTorron

Dentro de la extensísima discografía de los hermanos Hugo y Osvaldo Fattoruso, hay una cantidad de joyas escondidas. Desde álbumes muy prestigiosos que tienen una fundamental pero no debidamente acreditada participación suya, a discos solo conocidos por fans y coleccionistas. Una de esas rarezas es un álbum casi secreto editado en 1969, que, en su momento, pasó casi desapercibido, pero que con el tiempo se volvió un preciado objeto de colección: La Bossa Nova de Hugo y Osvaldo.

En 1964, Hugo y Osvaldo Fattoruso formaron Los Shakers junto a Roberto Pelín Capobianco y Carlos Caio Vila.  El grupo tuvo a Los Beatles como principal modelo y los integrantes llevaron la identificación con sus ídolos al máximo.

Pese a su extrema juventud, los dos hermanos ya eran en ese entonces músicos profesionales experimentados. Desde niños habían sido parte junto a su padre del Trío Fattoruso, dedicándose luego a tocar jazz y toda clase de música. Esa mezcla de descubrimiento adolescente junto a una gran experiencia y training musical hizo de Los Shakers algo único. El noventa por ciento de su repertorio estaba compuesto por músicas originales. Hugo y Osvaldo eran ya desde ese tiempo dos grandísimos compositores y la banda dejó canciones que resistieron el paso del tiempo. A la vez, se fueron despegando cada vez más del modelo, mostrando su personalidad y pertenencia a esta parte del mundo. La culminación de todo esto es La conferencia secreta del Toto’s Bar, de 1968, el increíble último trabajo de la banda, uno de los discos más elaborados del rock sudamericano de la época, donde aparecen además las mezclas pioneras de candombe y tango con rock.

Ese disco se transformaría en una influencia fundamental para el rock del continente, pero sería un fracaso comercial. El sello no supo qué hacer con un álbum que se alejaba tanto de su idea de un grupo pop para vender a los adolescentes, y retrasó su salida. Cuando se editó, a fines de 1968, la banda ya había dejado de existir y los hermanos Fattoruso estaban en otra cosa.

Un nuevo sonido

En 1969, Hugo y Osvaldo vivían en Buenos Aires y tenían aún un contrato que cumplir con el sello Odeón. Según recuerda hoy Hugo, la idea de grabar un disco de bossa nova con temas propios y algunas versiones, donde él y Osvaldo se ocuparan casi en exclusividad de todos los instrumentos; partió de ellos.

“Fue una propuesta de nuestra parte a Miguel Ángel Rota —productor de Emi Odeón en esa era—”, recuerda Hugo. “Estábamos ociosos, recién separados Los Shakers, tocando con Billy Bond y haciendo además algo de jazz. Tuvimos total libertad para elegir el repertorio. Había un sistema en que teníamos que dar el nombre del tema que íbamos a grabar días o semanas antes. En muchos de los temas propios primero pusimos el nombre y después los armábamos con Osvaldo”.

El disco muestra el talento, la apertura musical y la temprana originalidad como creadores de Hugo y Osvaldo. Tiene una pizca del toque beatle de Los Shakers, mucho del oído jazzístico que ambos curtieron desde su infancia, una novedosa lectura de la bossa nova mezclada con otros ritmos regionales y un espíritu de libertad y frescura que estaba en los Shakers y seguiría con otros rumbos en su posterior experiencia.

“Ese tipo de propuesta nos era familiar, las fusiones siempre nos acompañaron, nunca fuimos puristas”, dice Hugo acerca de la propuesta del álbum.

Lo más particular de La Bossa Nova de Hugo y Osvaldo es su mezcla entre una propuesta de bossa más convencional con ciertos arreglos y giros armónicos y melódicos que se apartan completamente de ese ambiente. El “Poema de las cinco rosas” es el mejor ejemplo de esto: una maravillosa mezcla de bossa nova y pop sicodélico, que podría haber inaugurado un género musical. Hay mucho más, además de nuevas relecturas de temas de Los Shakers (“Never, Never”, “El pino y la rosa”), versiones de los Beatles (“You Like Me Too Much”) y Burt Bacharach (“This Guy's in Love with You”). Las canciones propias “Sueño y realidad”, “Amaneciendo” y “La larga noche” dan cuenta del amor de los hermanos Fattoruso por Tom Jobim, haciendo una adaptación del universo bossanovístico muy parecido al que habían hecho con los Beatles en la experiencia de Los Shakers. La versión de “Chicalanga” de Manolo Guardia, cantada en inglés como el resto de las canciones del álbum, muestra no solo la influencia fundamental que Guardia significó para los dos hermanos, sino un camino musical que ambos desarrollarían ampliamente en los años siguientes.

Este álbum olvidado es un eslabón fundamental que une las experimentaciones de La conferencia secreta del Toto’s Bar con lo que Hugo y Osvaldo Fattoruso desarrollarían en Estados Unidos durante la década del 70. El salto del pop de Los Shakers a la experiencia de jazz fusión de Opa tiene su punto de apoyo en La Bossa Nova de Hugo y Osvaldo.

En su momento, el disco pasó desapercibido. Quedó en un limbo, no calzaba con el sonido de los Shakers; no era un álbum pop, pero a la vez era demasiado sicodélico para quienes escuchaban bossa o jazz. Como nunca se reeditó, las pocas copias del lanzamiento original se transformaron en un preciado objeto de colección. En 2006, un ignoto sello discográfico italiano editó el álbum en CD, y volvió a despertar el interés por esa música única. En este 2022, el disco finalmente recibió la edición en vinilo que se merece, por parte del sello español Sommor, y es distribuido por Little Butterfly Records de manera exclusiva en Uruguay.

Hugo confiesa que hace mucho tiempo que no escucha este álbum, que vuelve a su formato original 53 años después. Y, aunque con su bajo perfil característico relativiza un poco sus aportes dice: “Sé que al menos hay cinco temas que me gustan como quedaron, o sea que no me da vergüenza”.

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