Tras varios años recorriendo los escenarios como La Chancha Francisca, en 1998 decidieron prescindir del nombre propio y seguir como un power trío. El cambio (pasar de nueve integrantes a tan solo tres) les permitió una contundencia sonora precisa y, por sobretodo, una dinámica compositiva que depuró el caos y los preparó para la década más prolífica, la del 2000. Sin embargo, los alejó del tono festivo y la propuesta devino en una postura más intransigente y anticapitalista.
Con aquella formación mantuvieron el sonido eléctrico hasta el 2012, cuando decidieron bajar los decibeles y virar su repertorio en plan acústico. El cambio fue bien recibido y, de hecho, el formato les permitió tocar bastante más, pero duró poco.
En simultáneo, Juan Bervejillo, el histórico guitarrista, compositor y cantante de La Chancha fundó proyectos paralelos: “Juan Berve y la banda inestable” o “Juan Berve y los adornos”, alcanzando cierta convocatoria pero extinguiéndose en 2020. Luego de algunos años de silencio, Yanny Ipolliti, el baterista fundador, llamó a Bervejillo para cerrar la historia con un concierto en directo, pero el reencuentro y los ensayos volvieron a poner a la Chancha en carrera.
Hoy son un un cuarteto (guitarra y voz, bajo, batería y saxo) y proyectan la grabación de un nuevo álbum en vinilo. Fue por esa razón que irrumpimos una noche, en ocasión de un ensayo en su sala en la zona de Tres Cruces. Sobre su historia, el comienzo, la censura, la intransigencia, las referencias, el caos, y las razones de algunos de los clásicos de su repertorio es que va esta entrevista de LatidoBEAT.
Porque Juan Bervejillo, Yanny Ippoliti, Daniel “Mireya” Lozza y Alejandro “Alito” Nari volvieron a reinventar esta banda nacida a mediados de los 80.
A casi cuatro décadas de su fundación, y tras una silenciosa disolución pre pandémica, la pionera banda de rock puerca La Chancha regresa para poner sobre el escenario sus exequias formales y al mismo tiempo sembrar las semillas del regreso, presentándose el 1 de junio en Sala del Museo (entradas acá).
Foto: Javier Noceti
¿Por qué regresa La Chancha habiéndose disuelto en 2019? ¿Fue por necesidad, demanda o pura nostalgia?
Juan Bervejillo (J.B.): Demanda hubo y mucha, todo el tiempo. Creo que todo se dio naturalmente. Lo que pasa es que la banda nunca se disolvió, la veíamos como un proyecto inviable. Además, la idea de hacerlo por diversión siempre es válida.
Vos estabas haciendo un camino artístico despojado de La Chancha, tocando solo, tocando a dúo, tocando en otro colectivo.
J.B.: Yo estaba haciendo cualquier cosa y, en parte, quiero seguir haciéndolo porque son experimentos diferentes.
Entonces, ¿están volviendo porque no fue clara la despedida?
Yanny Ipolliti (Y.I.): Le propuse a Juan volver para una despedida, para hacer un cierre en vivo, porque había quedado la parte eléctrica en una nebulosa.
J. B.: Claro, pensá que el último disco eléctrico (A la carta) se grabó en 2010 y después hubo algunos toques esporádicos, nada más. La última fue una década de toques acústicos.
Ese formato acústico les permitió tocar mucho de todas formas.
J. B.: Sí, pero Yanny no estaba en la banda acústica. Estaba Daniel (Aguerregoyen).
Y.I.: Los toques eléctricos que hicimos requerían de mucho esfuerzo y tenían muy poca convocatoria.
J.B.: Era muy depresivo. Entonces, lo que se hizo fue continuar con la formación acústica. La eléctrica quedó en el éter, en la nada.
¿O sea que fue Yanny quien reclamaba las exequias?
Y.I.: Claro, por lo menos una misa.
¿Creen que La Chancha es parte del mausoleo del rock?
J.B.: Qué horrible esa palabra. No, espero que no. Del altar, sí.
El debut de La Chancha Francisca tuvo lugar en el Montevideo Rock I, pero no sobre el escenario principal sino en el galpón de bovinos de la Rural del Prado. ¿Cómo llegaron a tocar ahí? ¿Era un concierto simultáneo al mítico festival?
J.B.: La verdad que no recuerdo, había un concurso de la intendencia. No sé si todas las bandas que se presentaban tocaban en vivo o solo las seleccionadas, pero ahí tocamos. Era tocar dos temas y afuera. Nos fue bastante bien.
Y.I.: La Chancha tenía una cosa en ese momento que llamaba mucho la atención, y era que nos cagábamos en todo, y funcionó.
J.B.: Era una banda muy nihilista y a la vez muy sarcástica. Caía bien.
Foto: Javier Noceti
Originalmente, La Chancha Francisca fue concebida como una banda bastante festiva. ¿Qué pasó desde entonces? Porque en el devenir con “La Chancha”, si bien mantuvieron la ironía, consolidaron una postura más intransigente, filosa, anticapitalista?
J.B.: No sé por qué. Creo que la música fiestera me da algo de nostalgia, y creo que es saludable hacerla, pero de alguna manera fuimos decantando hacia una cosa más combativa, más frontal y no tan simpática. De todas maneras hay muchas canciones que mantienen el juego y conservan esa cosa lúdica. La música es bastante alegre, por más que las letras sean más filosas o incisivas. Y, ojo, no todas las letras son filosas, es un poco la fama que se hizo la Chancha, pero algunas son más livianas o más abstractas. Creo que pasa por darse permiso para hacer lo que uno siente y no encasillarse. Eso es lo que hace que la banda siga teniendo vida, sino sería repetirse o consolidar una especie de marca que tiene respuesta del público.
Y.I.: Eso sería repetir la fórmula y es lo que no queremos.
J.B.: Lo haríamos si nos diera plata.
¿La Chancha tiene una fórmula para hacer canciones?
J.B.: No, pero podría haberla tenido cuando empezó y se hizo conocida. Podríamos haber explotado ese modelo. Pero después pasaron cosas, yo me fui de la banda, estuvimos dos años sin tocar… Es toda una cosa azarosa, de idas, venidas y desencuentros.
Vos te vas de la banda después de grabar el primer disco.
J.B.: Sí, después de grabar.
Vayamos al disco debut. Grabaron su primer LP en 1988, Las berenjenas también rebotan, pero el álbum demoró en editarse por culpa de la censura de “El Presidente”. El disco fue editado (por el sello Orfeo) finalmente sin ese tema. ¿Qué pasó? ¿Les recomendaron no incluirla o llegó una orden indeclinable de eliminar la canción?
Y.I.: No lo sabemos claramente. Aparentemente la orden fue dada por el Ministerio de Educación y Cultura de que ese tema no podía salir. Era la época de Sanguinetti y el sello nos lo comunicó de esa forma.
J.B.: Fue como el canto del cisne de la censura; ¡todavía podemos censurar!
¿La sienten como una situación similar a la del Montevideo Agoniza de Los Traidores, en el que la banda tuvo que reemplazar cinco canciones del repertorio?
J.B.: Sí, pero lo que pasó con el disco de La Chancha fue que además se demoró, salió cuando ya nadie lo esperaba. Salió por obligación.
Y.I.: En su momento hicimos algunas propuestas irónicas, como por ejemplo sacar el disco en una bolsa de nylon negro, tal como se vendían por entonces las revistas porno en los kioscos. Después, propusimos rayar con un clavo uno por uno el surco de ese tema y que saliera tal cual con ese tema rayado.
J.B.: Al final, se hizo una placa nueva donde el tema no está, pero la hoja con el texto de las canciones tiene un espacio en blanco. Pensá que había sido todo escrito y dibujado a mano por Yanny. Qué sé yo… Filling the blanks.
Y.I.: Hoy resulta una cosa tan ridícula que no se puede creer.
J.B.: Patética. Recuerdo que el Varo (Rock de Acá, XFM), cuando ya estábamos en la segunda vida de la Chancha e hicimos el N.E.N.A. (No Estamos Ni Ahí), allá por el 94 nos propuso sacar el tema en unos de los primeros CD que se hacían de ensalada con otras bandas, Rock de Butaca. Pero la verdad que grabamos el tema y no pasó nada.
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Letra de “El Presidente”, tema censurado y apartado del álbum debut de La Chancha Francisca:
“El presidente es un actor con experiencia, / un payaso, un monigote que me rompe la paciencia. / El presidente también moja el canzoncillo, / no es un Dios, no es un profeta ni siquiera un monaguillo. / El presidente es presidente porque es vivo y trepador. / Cuando está solo en el baño piensa que es un ganador”.
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No era un tema tan confrontativo para la censura, mucho menos en democracia.
J.B.: Bueno, pero de pende la mentalidad de la gente que estuviese en el gobierno. En la época de los militares seguramente hubiésemos tenido serios problemas, pero en democracia era casi lo mismo que puede decir cualquier murga hoy. Yo no escucho mucha murga, pero supongo.
¿Creen que la Chancha fue a destiempo, a contra corriente, o no estuvo en el lugar justo y el momento indicado?
J.B.: Depende, porque hubo momentos en que nos fue fenómeno y otros en donde el público estaba más frío.
Y.I.: Lo que pasa es que nos agarró una época jodida, los 90s fue el corte de todo.
J.B.: Los primeros cinco años de los 90 fue una cosa medio careta.
Y.I.: Pero también hubo una renovación de La Chancha, ya entrados los 2000, cuando nos conformamos en trío.
J.B.: Claro, sí esa fue la mejor etapa, del 2000 al 2010, hubo ocho discos ahí.
Foto: Javier Noceti
¿Por qué te fuiste y por qué decidiste volver en aquel momento?
J.B.: Me fui porque yo tenía un proyecto muy intransigente y los otros gurises querían tener el café con leche sobre la mesa. Yo estaba muy punkie y quería hacer algo muy por fuera.
Pero cuando te fuiste no inauguraste ningún otro espacio artístico, ¿o sí?
J.B.: No, es que a mí me cuesta mucho hacerlo solo. Intenté hacer algunos temas solo que después se incorporaron al repertorio de la Chancha. De ahí por ejemplo salió “Era Mentira”. Lo que pasó fue que aquella primera banda más fiestera no prosperó.
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Fragmento de “Era Mentira”:
“¿Te acordas aquella vez que te dije que te amaba en la esquina de Fomento y Agraciada? / Era mentira, era mentira. / Y vos te fuiste ilusionada, que herejía”.
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Cuando Juan se bajó del proyecto, ¿la banda siguió con actividad?
Y.I.: Lo intentamos, pero no resultó. A López (bajista fundador) se le había ocurrido hacer un casting para elegir cantante. No sabes lo que fue…
J.B.: El Mireya también entró por casting, un poco antes. En realidad esperábamos a otro que nunca llegó, y llegó él. El que esperábamos era uno rubio de pelo largo.
Y.I.: En realidad fui yo el que le puso Mireya. Esa vez caí al ensayo un poco tarde y cuando entré le dije: ¿Vos sos el Mireya? Y me dice: Sí, sí.
J.B.: Cuando me fui habían llamado a Gabriel (Santos), un gran pibe para ver si podía cantar, pero después me volvieron a llamar a mí e hicimos algunos toques. Sería por el año 89.
En el libro Porcinismo, en el capítulo “Las cosas como son”, advertís que a la Francisca le corresponde atribuir parte de su popularidad a los medios, fundamentalmente el Dorado FM. Sin embargo, con La Chancha, advertís que no gozó de ninguno de estos privilegios y el éxito fue solo propio. ¿Se sintieron solos?
J.B.: Es que gran parte de la camada de bandas de aquella época fue propulsada por las radios, sobre todo por El Dorado, y los programas de Carbone. Recuerdo haber visto videoclips de Los Traidores, y era ¡guau! Lo que pasa es que la gente joven no se puede entender mucho esa época si los situamos en la salida de un período absolutamente castrante. No había nada. Nosotros teníamos 20, 21 años. Era como estar preso, sin acceso.
Para mí, aquella new wave, con bandas como B52 y ese tipo de propuestas más fiesteras era una música con formulas súper sencillas. A mí me entusiasmaba porque era una especie de democracia musical, tocando cosas sencillas podías hacer algo que motivara a la gente. Es una consigna que todavía tengo.
Y.I.: El contexto venía del canto popular y toda la gente deprimida.
J.B.: La metáforas del canto pupu eran: la noche, el amanecer, las cadenas y el contexto era la vereda, el vecino, el compañero. Era una cosa opresiva. Yo había comenzado haciendo canto popular, tocando canciones de Viglietti, ponele… Cantaba en comités de base por un choripán y un vaso de vino. Tenía un grupo tipo Rumbo que me emocionaba porque teníamos bajo eléctrico, pero no nos dejaban tocar justamente por estar electrificados. Eso es anterior a La Chancha Francisca, debe ser por el 82.
Foto: Javier Noceti
¿Qué etapas fundamentales de La Chancha podrían identificar de su recorrido artístico que conmemora el año próximo 40 años?
J.B.: Para mí la mejor etapa fue cuando entró Alito.
Alejandro “Alito” Nario (A.N.): Yo entré a fines del 98.
J.B.: Lo que pasó ahí con el Mireya (Daniel Lozza) fue no encontrábamos lugar para el saxo en una propuesta tan fuerte.
D.L.: Lo que pasó fue que veníamos de una banda de nueve personas donde todos opinábamos de todo. Era un gran caos hasta que explotó y se produjo como una limpieza, y se volvió a una cosa más pura, al trío. Yo igual grababa en los discos pero el formato en vivo era de power trío.
J.B.: Cuando empezó La Chancha Francisca, el saxo le daba una identidad y al mismo tiempo un espíritu festivo.
¿Sumo era una referencia?
J.B.: No es que fueran mis referentes, pero sí. Bandas que tenían ese espíritu eran: Sumo, Los Paralamas, Los Twist. El saxo tenía un poco el alma, era la columna vertebral. Ahora estamos tratando de hacer algo intermedio, que tenga riff y también una cosa rítmica. Eso le da vida al proyecto. El rock está bueno pero llega un momento que se vuelve oscuro.
La década del 2000 fue la de mayor productividad de la banda. Publicaron 2 discos de estudio en 5 años, además de un recopilatorio y dos álbumes en directo. (Todos Queremos ser Parte del Show en 2000, Pan y Circo en 2002, el CD Multimedia Nada Se Pierde en 2003, el disco en vivo La Chancha es Así en 2004, e inmediatamente La Felicidad te Necesita Estúpido en 2005). ¿A qué se debió?
J.B.: Lo que sucedió fue que decidimos cortar el caos. La banda en la época de Dios no quiere cosas chanchas (1998) estaba bárbara, pero éramos ocho y todos opinaban. Entonces empezamos a ensayar con Yanny y López, solo los tres, y nos sentimos súper cómodos. Era más tocar y experimentar que estar discutiendo. Al poco tiempo, López dejó la música. No la banda, sino la música.
A.N.: Cuando yo iba a ensayar a la sala de ellos, escuchaba de afuera al trío y me encantaba. Decía, "qué diferencia, cómo me gusta esto".
J.B.: La verdad que nos sentimos como aliviados de todo aquello, era agotador.
D.L.: Por entonces había mucha falta de madurez de muchos de nosotros.
J.B.: Claro, se perdía mucho tiempo jodiendo, en el chistecito, en la broma. “Axidente”, por ejemplo, no la hubiese tocado nunca, para mí era un boceto. Era un demo, la letra era un chamullo para luego hacerle una letra pero quedó eso.
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Fragmento de “Axidente”:
“No me mires con desprecio, / todavía no tiene precio mi razón”.
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¿En qué contexto surge aquella canción?
J.B.: Yo lo que recuerdo es que por aquel momento me gustaba mucho Charly García y cada tanto hacía una canción en el estilo de Charly que me salía. Para mí, melódicamente tenía esa línea. Las canciones de Charly son muy clásicas, mozartianas. Son melodías perfectas, redonditas, que terminan con un moño y una frutilla. Otra parecida a esa es “12pm”.
D.L.: De hecho, el show de Sala del Museo lo abre mi hijo (Tomás) haciendo temas de Charly.
J.B.: Y va a tocar también mi sobrino, con su banda que se llama Los ex presidentes, o algo así, que me encanta.
Hace unos años, comenzaste a recorrer distintos escenarios bajo el nombre de proyectos como: “Juan Berve y la banda inestable” o “Juan Berve y los adornos”. ¿Qué buscabas? ¿Te pesa la historia de la banda?
J.B.: Creo que ahí buscaba volver a la banda grande pero con una disciplina de sonido más apropiada, actualizada. Pero eso se cortó con la pandemia.
¿No querías asociarlo con La Chancha?
J.B.: No porque era un proyecto más light, no sé, sin esa distorsión y ese peso. Aspiraba a una orquestada: dos vientos, teclados, dos guitarras. Era para pasar el rato. Hicimos un show y nos fue bien; el segundo hubo media sala y en el tercero vendimos cuatro entradas. Hasta acá llegó mi amor. Es que mi nombre no tiene convocatoria. La que convoca es La Chancha.
¿En este próximo show van a adelantar repertorio nuevo?
Y.I.: Aún no, pero hay canciones a las que dedicarle tiempo después del concierto.
J.B.: Eso es lo que vamos a hacer después del show.
¿Entonces volvieron para quedarse?
J.B.: Y mientras haya algo para hacer…
D.L.: Mirá, hay que verlo desde un lugar que aún no lo hablamos. Somos todos muy amigos desde hace muchos años. Con Juan siempre seguimos haciendo cosas, pero con Yanny y Alito hacía años que no nos juntábamos. Aunque no estemos tocando, el grupo está. Si además seguimos haciendo cosas, genial.
Foto: Javier Noceti
¿Nunca hubo una ruptura o un quiebre por enemistad?
J.B.: No, quizás el alejamiento fue por cuestiones naturales de la vida.
D.L.: A ver, acá no hay contratos, lo que nos une es otra cosa. Yo extrañaba todo esto.
J.B.: La energía de la amistad se siente cuando haces música, se cocina de otra manera. Somos cuatro músicos y cuatro amigos.
¿Necesitan generar repertorio nuevo para no estar en ese regocijo nostálgico de las viejas canciones?
J.B.: No estamos en ese regocijo nostálgico. Las canciones se hacen para tocarlas toda la vida, no para que duren seis meses. Lo que pasa es que hay que negociar porque la gente quiere escuchar las viejas canciones.
D.L.: Cuando empezamos a hacer la lista de canciones eran más de cuarenta y había que sacar. Hay mucho material.
J.B.: Hicimos una encuesta entre la gente y surgieron cincuenta. No es que habían cinco temas preferidos y el resto no conocía nadie. Eso me gusta porque significa que de todo lo que hiciste hay un equilibrio.
Con ese repertorio podrían hacer casi dos conciertos distintos.
D.L.: Sí, totalmente.
J.B.: Es verdad, podríamos hacer el concierto A y B, y que se peleen a ver cuál es mejor.
D.L.: Fue lo que hizo Charly con 3x60.
Juan, quiero pedirte una observación sobre alguna de las canciones del extenso repertorio de tu autoría. Puede ser un contexto de su concepción o alguna característica que quieras destacar de la canción:
“Cuentos y cuentas”.
“Con el prestigio que gane siendo bocón puedo tirar algunos años y cuando el mundo viene a pedirme perdón yo no lo atiendo”.
J.B.: Es una canción inspirada en un personaje como Maradona, un lumpen que se hace popular y todos lo empiezan a querer. El tipo dice por qué ahora son todos amigos míos. Un día me desperté con esa melodía.
Foto: Javier Noceti
El tema habla de un desbocado. ¿Hay algo de autoreferencia?
J.B.: Es que uno siempre se identifica un poco con la canción, pero a veces son personajes que uno inventa o que desarrollás a partir de personajes que ya existen. Esa siempre me hace acordar a Maradona aunque no es una canción para él. No le haría una canción a Maradona. Es un personaje ultra popular que viene de abajo, que no tiene filtro y le chupa todo un huevo. Así soy yo, no tengo filtro, todo me chupa un huevo y vengo de… la riqueza.
“La curiosidad no mató al gato”.
“No quiero quererte pero de verdad / Voy a hacer la prueba por un rato. / Sólo me seduce la curiosidad / Y espero que esta vez no mate al gato”.
J.B.: Fue uno de los primeros temas que hicimos de demo. Ahora ya estoy maduro, pero al amor siempre lo vi con prudencia. Hay otra canción que habla de lo mismo, que es inédita y dice: “Un poco de prudencia viene bien”, tipo acércate pero no tanto. Y esa canción es un poco en esa lógica; no quiero quererte pero voy a hacer la prueba. Trataba de salir sin heridas afectivas.
“La felicidad te necesita estúpido”.
“No sueñes / Búscate un patrón / una idea, un estandarte
Una formula, una droga / que te alivien la existencia
No pienses, / No consumas tus neuronas / Con problemas que te exceden / No te exijas demasiado / mira que te estas quemando”.
J.B.: Una vez Alvarito Carballo nos preguntó en una nota para El Observador, ¿cómo se va a llamar el próximo disco? Y yo le respondí: “La felicidad te necesita estúpido”. La verdad es que no tenía ni la menor idea, pero se me ocurrió ese título y luego hice la canción con lo que me sugería esa frase. A veces, me pasa que cuando creás las canciones estás en un estado medio alfa, casi de transe, y que no se puede interrumpir. Tenés que tirar del hilo sin pensar y cuando salís de ese estado no podes explicar mucho, simplemente conectaste una antena, bajaste información y viste que las cosas más o menos encajaban. Hay varias canciones que ni recuerdo cómo sucedieron. Esa es una.
¿Sos todavía el único proveedor de la banda, el compositor?
J.B.: Sí, pero la banda siempre le da la costura esa que yo no puedo lograr. Necesito que se toque la canción, que haya un ida y vuelta de ideas.
D.L.: Juan nunca quiso ser el director musical. El tipo trae la canción y todos participamos de los arreglos. De todas formas, la última palabra casi siempre la tiene él, a veces.
Y.I.: Sí, pero siempre trabajamos desde una idea de letra y música.
J.B.: Hay varias técnicas para componer: interactuar, ser más estricto, o dejar que cada uno diga lo que quiera y proponga cosas que nunca se te hubiesen ocurrido.
Y.I.: También nos pasa que de repente agarras canciones y recién le encontrás lo que necesitaba tener.
J.B.: Sí, nos pasó con un tema de A la carta y que por alguna razón no nos terminaba de cerrar. Ahora le hicimos un cambio de ritmo y quedó servida en bandeja.
Foto: Javier Noceti
“Yo jugaré”.
“Antes de empezar a hacernos daño / Antes de empezar a hacernos mal / Mis heridas tardan en cicatrizar / Un solo disparo me puede matar. / No me confundas con tus celos / No te interpongas en mi vuelo”.
J.B.: Era una canción que hice por el 91. Estaba trabajando en el Forte di Makalle, abajo del Mambo, y estaba todo el tiempo laburando escuchando: “Cuidado la bomba chita, cuidado la bomba chita”. A veces, las canciones nacen de un momentito de clarividencia que uno tiene en cualquier lugar, con respecto a lo que sea. De repente, se te ocurre una frase que representa una especie de sentimiento sobre una relación. “Yo jugaré limpio mientras pueda y mientras quieras” es eso, me apareció como una frase generadora. Muchas veces encuentro eso, frases inspiradoras.
Hay otra canción que nació ahí que es “Préstame tu moto”. Viste que dice: “Rock y samba y mambo todo me da igual / una noche de verano en carnaval. El que espera no puede desesperar / todo lo que empieza puede terminar”.
Les pregunté por varios clásicos. ¿Agregarían algún otro?
D.L.: “Algo nos está saliendo mal”.
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Fragmento de “Algo nos está saliendo mal”:
“Queríamos ser independientes de los caprichos del Capital / La plata no tiene importancia, podemos ser felices igual
Pero si ya nadie nos toma en serio, / nadie cree que pueda ser verdad / Hay que agachar la cabeza y decirlo: Algo nos está saliendo mal”
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J.B.: Estábamos en un concierto en el Teatro de Verano y tocó Plátano Macho. En aquel momento era como la novedad, porque era ese hip hop lleno de ruiditos que nadie había hecho. Cantaban en inglés y con toda una cosa muy cool. Nosotros ya habíamos tocado, y yo me había ido a las gradas a escucharlos. Pero veía cómo los locos intentaban montar una fantasía que no les salía, porque era Uruguay, y sentía que todo aquello no terminaba de cuajar. Se me ocurrió esa frase, como una frase generadora. Después que la hacés, lo que la originó no importa. Es como “La felicidad nos necesita estúpidos”, una frase que decís que sale de acá.
Entonces, ¿se viene un concierto de reunión o despedida?
J.B.: Va a ser una reunión puntual. Veremos luego qué pasa. La verdad es que el plan es grabar alguna canción que tenemos para ver qué sucede. Nos propusieron hacer un vinilo, así que seguramente así sería.
D.L.: A mí me entusiasma mucho grabar estos temas nuevos, que están muy buenos. Me entusiasma grabarlos en este formato. Pero somos cuatro y vas a tener seis opiniones distintas.