Por Catalina Zabala | @catazabalaa
La experiencia hace al maestro. Aprender de los errores está en todo manual básico cuando se quiere crecer. Y después de 26 años de éxito en el panorama musical, dicho concepto se vuelve un mantra para estos tres músicos que hoy, décadas después de sus comienzos, siguen agotando entradas y representan una referencia musical a nivel nacional.
Desde 1998, el trío La Triple Nelson se encarga de dar vida el rock de manera comprometida y sin cansancio. Christian Cary (voz y guitarra), Fernando "Paco" Pintos (bajo y coros) y Rafael Ugo (batería) conforman su alineación desde los orígenes. Al mirar hacia atrás, descubren como ha cambiado la música durante todos estos años, y cómo esta los ha cambiado a ellos.
Aseguran que este no fue un camino de rosas en todos sus segmentos, pero destacan su capacidad de aprender de los errores, así como su compromiso como artistas y como amigos, que lo mantiene unidos hasta el día de hoy.
La banda se presenta el 3 de agosto en La Trastienda, y las entradas pueden adquirirse aquí.
¿Cómo surgió en su momento el nombre de la banda?
Paco Pintos (P.P.): Es una llave de lucha libre que se llama la “Doble Nelson". Cuando empezamos a tocar, empezamos a decir que aplicábamos la Triple Nelson. Después lo empezaron a usar nuestros amigos y quedó como nombre. Era uno de los más horribles que teníamos, pero fue el que quedó.
Christian Cary (C.C.): Porque nos decían que tocábamos muy fuerte de volumen, y la llave de la fuerza la asociaban ahí. Fue quedando, a mí tampoco me gustaba el nombre, hasta que después te acostumbras.
La banda ya tiene 26 años de trayectoria. ¿Qué cambios trascendentes ven en la música desde los 90 hasta hoy?
C.C.: Un millón. Lo que pasa es que la música ha cambiado mucho en general. Sobre todo porque la música que nosotros escuchábamos era una música que no es la que hoy está en el oído de los más jóvenes. Era más artesanal, capaz, era menos pensada y más sentida.
P.P.: Algo que hemos visto es que el rock pasó mucho de moda. Igual nosotros lo seguimos practicando, y hay un montón de artistas jóvenes que hacen otro tipo de música que también está buenísima. La música va mutando, se va transformando, se va auto alimentando, y termina siendo otra música: a veces son buenas, a veces son malas, antes también nos pasaba cuando nosotros empezamos que había música que estaba de moda tipo hip hop, y a nosotros nos parecía que estaba bien pero no tanto.
¿Depende de la costumbre y la adaptación?
Rafael Ugo (R.U.): Es que pasa en todas las épocas. Todo se va transformando, pero el rock para mí es algo parejo. Obviamente va y viene, pero siempre está. A veces vuelve con más fuerza o menos fuerza, y en el medio vienen nuevos estilos. En el 90 y pico no existía el reggaetón, por ejemplo, ni el trap. Son estilos que no existían en aquel momento, que van interrumpiendo estos plazos como fue con el rock, en un caso más antiguo el blues, pero eso por suerte va a seguir pasando. Incluso a veces también contagian al rock... ellos hablaban del rap, nosotros invitamos a Santulo a que rapee una de las canciones que grabamos. Entonces también van relacionándose nuevos estilos.
Tienen varios discos publicados. ¿Cuál disfrutaron más en componer?
C.C.: Yo creo que los disfrutamos todos. Lo que pasa es que para los primeros discos, nos juntábamos en lo de Paco, que era acá a la vuelta de mi casa. Nos juntábamos a tirar ideas, y no sabíamos ni que estábamos componiendo canciones para un disco. Después se fue transformando más en un hábito de sentarse a componer, o esperar que baje algo para componer, y cada disco se fue yendo para diferentes lugares.
No sé si podría decir que hay un disco que disfrutamos más en componer. Sí creo que los últimos discos los disfrutamos mucho en cuanto a su proceso de grabación. Porque como estamos más grandes, aprendimos muchas cosas que no hay que hacer en el estudio, que sí las hacemos en vivo. Cuando estamos en el estudio disfrutamos de grabar, de escuchar lo que grabamos, del proceso de trabajar como estamos haciendo ahora. En ese proceso, cuando los tres nos sentamos y empezamos a trabajar sobre los temas, pasamos muy bien.
R.U.: Sí, yo creo que los discos también tienen que ver con la etapa de la vida en la que estás, entonces lo último es lo que tiene más que ver contigo en este momento. Cuando ves lo que hiciste antes está buenísimo, porque ves el proceso que atravesaste, y eso genera nostalgia.
¿Cuáles son esas cosas que no hay que hacer en el estudio?
C.C.: Lo primero es tocar fuerte en demasía sin necesidad. En vivo uno tiene mucha adrenalina y toca fuertísimo, le pega fuerte a la batería, a la guitarra, a la cuerda… cuando cantás, cantás mucho más fuerte porque estás emocionado con el público de adelante. Te lleva a un estado de adrenalina increíble, es maravilloso. Pero si lo traducís al estudio, a una canción por ejemplo, esa canción queda totalmente fuera de lugar. Se va para un lugar que no está bueno. Y eso lo vas aprendiendo con el tiempo... lo aprendimos en los primeros discos.
P.P.: Los solos largos...
C.C.: Claro, a mí me siguen gustando, pero no así. Ya los matizamos bastante más.
P.P.: Perder tiempo.
R.U.: Algo importante que fue hace poco, y que fue una gran inversión hacerlo, es tener un productor. Vos hacés las canciones, entonces cuando tenés un productor que no solo te arma las canciones, sino que también piensa cómo se va a grabar en el estudio, con qué instrumentos vas a grabar para llegar a un óptimo sonido, ese que uno se imagina cuando vas a grabar, y que también te interprete a lo que querés llegar, es tremendo el tiempo que te ahorrás, porque hay un montón de cosas que ya están previstas.
También estás más tranquilo, porque para grabar, salvo las bandas que son muy conocidas y que pueden estar un mes en el estudio, vos tenés no sé, una semana para trabajar. Sale dinero y te va pasado la ficha, entonces tenés que terminar en determinado tiempo. Eso crea una cierta tensión para grabar. Pero cuando hacés eso con un productor, hay mucha cosa que ya está resuelta, y todo va como funcionando bien. Esa tranquilidad también está buena en el producto final.
¿Tuvieron alguna crisis como banda en la que se plantearan dejar el proyecto?
C.C.: Las bandas son como las parejas: si una pareja no tiene una crisis, cuando tiene la primera, se separa. Nosotros hemos tenido sí, como todas las parejas. 26 años son un montón de años. Con Paco nos conocimos cuando los dos teníamos pelo, y largo. Éramos otras personas, y no las que somos ahora. Éramos muy chicos.
P.P.: Además, no solo pasaba por problemas entre nosotros, sino que por ejemplo, la situación de la música o laboral, a veces te hace querer parar. Pero después te das cuenta de que es lo que te gusta hacer y lo que amas, entonces siempre seguís un poco más, un poco más, un poco más. Después vuelve la ola, vuelven las ganas. Igual ahora, después de estos últimos discos, creo que estamos en un muy buen momento.
C.C.: Yo creo que para nosotros, tener una banda es tener un refugio donde sentirnos bien. Hay cosas que te hacen sentir mal, y que van más allá de lo que uno quiere. Nosotros tocando en vivo nos sentimos bárbaros: tocando, grabando, ensayando, a veces pasa pila de rato y no te das cuenta, y mirás el celular cuando terminas de ensayar y ves que tenés 200 mensajes. Nunca estuviste tanto tiempo sin mirar el celular, y fue por estar haciendo música. Es un lugar en el que nos gusta estar y disfrutamos.
R.U.: Es vocacional: es mucho trabajo, para poco resultado. Entonces ahí pensás en rendirte. Pero cuando algo es vocacional lo necesitás para tu vida, y sin eso no podés estar, entonces naturalmente lo seguís haciendo. En algún momento vienen las buenas y las maduras, pero tenés que estar acostumbrado a bajar y subir.
C.C.: Hemos pasado por tantas… desde que no nos iba a ver la gente hasta que empezó a vernos, desde que no compraban los discos hasta que los compraron, desde que no compraban entradas y nos iban a ver pero cuando era gratis, y cuando había que pagar no, hasta que pagaron entradas también: ahora se va a agotar La Trastienda y nos encanta, hicimos un Antel Arena y se agotó, hemos hecho todos los lugares más lindos que hay para tocar, pero no siempre fue así. Como hemos pasado por todas las etapas, digamos que hemos aprendido más allá de los problemas que pueda haber.
Tienen una canción para la Celeste: ¿De dónde surge la idea y cómo fue ese proceso?
C.C.: Salió en 2009, en las eliminatorias para Sudáfrica 2010. Uruguay venía medio mal, venía perdiendo dos partidos y yo soñé la canción. Me desperté con mi compañera y le dije: “me pasó algo rarísimo. Soñé una canción, y tengo toda la letra y toda la música en la cabeza. Pero es una murga”. Yo no escuchaba murga en ese momento. Entonces me dijo: "levantate y escribila". Me levanté y la escribí sin la guitarra. Después pasó rápidamente a ser un rock, que esa es la que está grabada. La escribí toda de corrido, letra y acordes. Pero creo que me habrá pasado con suerte dos veces. Se ve que estaba sugestionado con Uruguay.
¿Cómo ven ese vínculo entre la música y el fútbol?
P.P.: El asunto es que el fútbol es una pasión, y los músicos somos muy pasionales. Muchos músicos mezclan esa pasión con su pasión en la música, entonces es obvio que hay canciones emblemáticas. Todo compositor tiene alguna que se le viene al corazón y a la mente. El fútbol es algo tan popular y tan pasional que el compositor, que quizás siente pasión por ambas cosas, decide juntarlas y algo siempre aparece.
R.U.: La música también tiene eso de encapsular un momento o determinada actividad, desde un single que ponen para vender algo, o la canción oficial de un mundial de fútbol, o la canción para la selección uruguaya... creo que cada uno de nosotros se acuerda de la canción de la selección o del mundial de un determinado momento, la de Italia 90 por ejemplo. Entonces se sabe que la música encapsula y le da algo diferente a todo, en este caso al fútbol, pero te diría que la música siempre está ahí y te lleva a un lugar que solo con imagen no es posible.
¿Se consideran una banda de referencia a nivel nacional?
C.C.: Para algunas personas sí. Nos costó darnos cuenta de eso. Lo que pasa es que cuando ya tenés determinada cantidad de años, vienen y te lo dicen. No es que nosotros toquemos para ser una referencia, es como que con los años y con los discos, se nos han acercado muchas personas para decirnos que aprendieron a tocar instrumentos por nosotros, o que sus hijos llevan nuestros nombres, o que se casaron con nuestras canciones. Pasan muchas cosas con la música y está buenísimo.
¿Cuáles son sus referencias internacionales?
R.U.: Depende de las épocas. En algún momento fui muy fanático de Queen por ejemplo, antes era muy del jazz, U2, después de que tenés hijos conocés otras cosas: ahora hay un grupo que se llama 21 Pilots que está tremendo... yo soy una mezcla de todo. Un enchastre de estilos de música: rock, jazz, música brasilera, mucha música.
P.P.: A mí me gusta toda la música también , pero mi principal influencia increíblemente son mis amigos de Paysandú. Empecé a conocer compositores que vivían cerca de casa, siempre nos mostrábamos entre nosotros las canciones que hacíamos y fueron mi primera influencia. Cuando vine a Montevideo tuve mucha influencia que veía en los cantautores de los teatros, y después empezás a escuchar música y te abrís, desde Red Hot Chilli Peppers hasta Spinetta, Charly... Caetano en Brasil...
C.C.: Yo escuchaba lo que escuchaba mi hermano más grande. Tenía tres años más que yo, y cuando sos chico tres años es un montón. Entonces él escuchaba rock: Pink Floyd, The Doors, Led Zeppelin, también fue muy fanático de Queen. Yo después pasé al blues y fui muy fanático, me considero un cantante y guitarrista bluesero: más allá de que toque cualquier estilo de música, lo hago desde ese lugar de sentimiento. No es que lo intente hacer, pero me sale por ahí.
En su momento no me gustaba la cumbia ni un montón de otros estilos, hasta que tuve hijas que iban en el auto escuchando toda esa música tanto tiempo, que tuve que aprender a convivir con ella: o me volvía loco o convivía. No es que me guste, no escucho reggaetón ni cumbia, pero puedo estar en un lugar con esa música y no irme. Ya no soy tan radical como para no aguantarla más. Al ir 300 kilómetros en auto escuchando mucha música variada de los celulares de tus hijas, aprendés a convivir más.
¿Cómo se adaptan al presente en cuanto a plataformas, internet y redes sociales? ¿Les cuesta, o se acostumbraron bien?
C.C.: Nosotros pudimos hacerlo bien. Desde siempre estamos como amigos de la tecnología. Para que tengas una idea, en este lugar donde estamos ensayamos temas que si te muestro, nunca vas a pensar que están grabados acá. Suenan fuertísimo, y de manera tecnológica hicimos un sistema para que con auriculares no se escuche nada de afuera. Es una batería electrónica que Rafa odia. Pero es impresionante lo que se puede hacer. Con las plataformas ningún problema. El único, es cuando te cuesta darte cuenta que en realidad es un negocio, y que tenés que estár adentro del negocio porque sino la plata que genera tu música se la lleva otro, y es tu trabajo. La gente debería entender mucho más rápido de que tiene que estar del lado de todo esto, para poder hacer que ese dinero que generan por su trabajo sus canciones, no se vaya tan rápido para otros lados.
Tocan el 3 de agosto en La Trastienda. ¿Qué tienen preparado para la fecha?
C.C.: En La Trastienda vamos a grabar el segundo disco de la banda, que no está en las plataformas. No fue subido en su momento por asuntos internos, no nuestros sino asuntos con sellos. Es un disco que nos encanta y que la gente no puede escuchar, porque no está en Spotify ni YouTube de manera original. Como el disco cumplía 20 años, decidimos grabar de vuelta las canciones para poder editarlo y subirlo a las plataformas. 20 años después, la gente canta las canciones, a veces incluso más que nosotros.
Le pedimos a la gente que ya tiene sus entradas, que vaya preparada para cantar, porque va a ser un show en conjunto. Después vamos a tocar los clásicos de siempre que la gente también canta, para que queden registrados quizás en otro disco. También estamos terminando de armar un disco nuevo que vamos a grabar en septiembre, lejos.
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