Por Gerónimo Pose | @geronimo.pose

Caminan de la mano, madre e hijo, por el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Deteniéndose en originales de Hopper, Magritte, Dalí, Van Gogh, Pollock y Frida Kahlo. Jean-Michel Basquiat (1960 – 1988) no había cumplido los once años y ya era un pequeño entusiasta del arte. Su madre lo matriculó como miembro junior del Museo de Arte de Brooklyn, lo llevaba a numerosos recitales en vivo y se encargó de que estuviera rodeado todo el tiempo de estímulos creativos.

Si ahora se encuentra en el Reina Sofía de Madrid, por ese entonces el Guernica (1937) de Picasso se podía ver en la ciudad de Nueva York. Estuvo 42 años colgando sobre suelo norteamericano, bajo estricta petición del autor. Quería que la obra retornara a su país una vez que se hubiera instaurado la república, y eso no ocurrió hasta 1981.

Mucho se ha dicho sobre el Guernica, y no es la intención aportar nada a los restos de la tinta. Pero sí se puede pensar en el cuadro como una de las principales enseñanzas que vivió Basquiat. Hay un breve cameo en una de las escenas iniciales de la película Basquiat (1996) dirigida por su amigo Julian Schnabel. El artista ha declarado, ya públicamente, que ese óleo sobre lienzo fue crucial para lo que vendría más tarde.

La deformación de las figuras, las expresiones animales, la pintura como vía de comunicación tanto de las emociones como de las problemáticas sociales. Se percibe, todo eso, como el corpus creativo de ambos autores. En el caso de Basquiat, danza entre la reivindicación y la lucha por los derechos de la cultura negra.

Mostrándose reticente a preguntas que escondían tintes racistas de periodistas ignorantes, él terminaba siempre respondiendo con simpatía e ironía. Y es que Basquiat, se dice, es el artista afrodescendiente más exitoso de los últimos tiempos. Allí está el debate que se encuentra en casi todas las conversaciones que se tienen con respecto a este tema, ¿cuántos artistas plásticos negros conoce uno desde Occidente, desde el eurocentrismo, desde el colonialismo?

Jean-Michel Basquiat por Andy Warhol (1928–1987)

Nació el 22 de diciembre de 1960 en Brooklyn, Nueva York. Jean-Michel Basquiat pasó su infancia bajo el ala de su padre haitiano, de profesión contador, y de su madre puertorriqueña que ejercía el diseño gráfico. Tenía dos hermanas menores, Lisane y Jeanine. Familia de clase media, con padres posteriormente divorciados, diversos cambios de colegio, expulsiones de supuestas instituciones para superdotados por actitudes de rebeldía y el arte como catapulta hacia la fama, fueron acontecimientos e ideas que envolvieron a Basquiat hasta su muerte.

Cuando tenía siete años, y mientras jugaba en la calle, un auto lo atropelló dejándolo gravemente internado y con diversas lesiones físicas. Fue sometido a intervenciones quirúrgicas, pero, lejos de ser un hecho desafortunado, este sería uno de los momentos que marcaría el futuro de Basquiat.

Durante la recuperación, la madre le obsequió el libro Gray´s Anatomy (Henry Gray, 1958). Como su título indica, trata todo lo relacionado a la anatomía humana, y esto no solo daría el nombre a su futura banda de jazz experimental Gray, sino que influenciará muchísimo su obra, que está ciertamente marcada por la presencia de cráneos, figuras esqueléticas y estudios del cuerpo humano.

Intentó ingresar al epicentro del arte neoyorquino y comenzó pintando grafiti. Abandonó los estudios y se escapó de su casa con diecisiete años para vivir en las calles o en edificios abandonados del Bajo Manhattan. Se mantenía como podía. Interviniendo camisetas, postales, puertas, marcos de ventanas, cualquier superficie que pudiese soportar el peso creativo de Jean-Michel era atacada y, luego, comercializada para la supervivencia del artista.

Así nació SAMO, siglas que refieren a “same old shit” (la misma mierda de siempre, en inglés), seudónimo que se le atribuye solamente a Basquiat, pero que era compartido con su amigo Al Díaz. Bajo ese disfraz, pintaban las fachadas de las galerías de arte o de restaurantes icónicos donde sabían que estaban reunidos los máximos exponentes de la cultura de los años 70.

Póster de SAMO (1979) por Ganskörperfutter

En ellas, dejaban inscripciones poéticas y frases con grados altos de ironía, junto a la marca registrada de SAMO. Atrajo la atención de todo un círculo artístico que se preguntaba, ¿qué carajo es SAMO?

Se empezó a ver su nombre en artículos, en los diarios y demás. Así fue como, poco a poco, con la ayuda de una gran cantidad de latas de spray, su nombre terminó resonando en todos los rincones de la zona del downtown Manhattan.

Fab 5 Freddy, artista visual y amigo de Basquiat, en el documental Jean-Michel Basquiat: The Radiant Child (2010) dirigido por Tamra Davis, dice que el objetivo central del grafiti es la fama. Es llamar la atención. Acaparar una superficie y decir, “acá estoy yo, mírenme”. Al Diaz, en el mismo documental, declara que Basquiat siempre quiso ser famoso. SAMO fue creado con esa intención. Y es un pensamiento compartido por toda una generación. Todos buscaban mudarse a Nueva York queriendo lograrlo. Detrás de cada esquina, existía un sueño.

Fanático de Miles Davis, Billie Holiday, Dizzy Gillespie y de Charlie Parker, pintaba a boxeadores y policías negros, apilaba neumáticos para luego darles una capa de color blanco y decidía que la obra estaba concluida. Declaraba que Burroughs era su escritor favorito vivo. Se relacionó con Madonna por un periodo de cuatro meses y tuvo un estrecho vínculo de amistad con Andy Warhol, quien fue el responsable del ascenso de Jean-Michel de los muros del Lower Manhattan a la Galería Marlborough.

Aunque, por supuesto, hay un sinfín de personalidades que alegan que Warhol se aprovechaba del gran momento que atravesaba Basquiat para mantenerse a flote, en un momento que parecía hundirse apresuradamente. O, al menos, eso se percibía del precursor del arte pop.

Influenciado por todos y por todo, Basquiat absorbía todo lo que su entorno le entregaba. Pensaba el arte como un trabajo de minuciosa observación. Trabajó en un mítico sótano, cedido por Nosei, merchante de arte italiano, ubicado en el Soho, donde algunos creían estaba secuestrado. Pintar al ritmo de la música jazz de BPM acelerado pudo haberlo ayudado a entrar a una zona donde se le permitía la libertad.

Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat, Bruno Bischofberger y Francescopor Galerie (1984). Imagen de Bruno Bischofberger.

Una de sus parejas, la pintora Suzanne Mallouk, quien fue la que mantuvo económicamente a Basquiat durante mucho tiempo, narraba el proceso creativo de Basquiat dentro de su departamento. Cualquier cosa le servía para ponerse a crear, e incluso lo hacía mientras tenían visitas. Una frase disparada de la televisión, algo extraído de una conversación, el flujo imparable del trabajo bajo la presión. Un pasaje del libro Jean-Michel Basquiat: The Notebooks (1993) dice: “Los lienzos de Basquiat son telas estéticas que captan las filtraciones de una mente zumbante. Aspira las consecuencias culturales y las escupe sobre el lienzo estirado, perturbadoramente transformado”.

Era el final de los 70 y comienzos de los 80. Las drogas, la violencia, la marginación y la creación eran lo que más se encontraba en las calles del East Village. Keith Haring pintaba sobre los anuncios del metro de Nueva York personajes que luego serían parte de su impronta artística. Warhol era fotografiado por Ben Buchanan en la terraza del club nocturno AREA. El grafiti se cultivaba en las calles junto a una cultura pop que emergía de entre el calor liberado de las alcantarillas que remiten a una escena escalofriante y urbana de Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976).

La agitación de masas, el rumbo de personas desoladas sin un futuro planteado, herencia del punk de los 70. A través de los registros de Karen O´Sullivan se revive lo que fueron los últimos intentos por reanimar a un género que estaba tendido en el suelo, habiendo contagiado con fuerza su forma de vida y su visión en las generaciones venideras. Fotografías de Joe Strummer, Beki Bondage, de la entrada al mítico CBGB, Misfits, Patti Smith, etc. Barbara Kruger realizaba collages conceptuales y exponía junto a Basquiat en muestras grupales en el Annina Nosei Gallery.

Sin título (1981) de Jean-Michel Basquiat.

Estaba todo en el punto exacto de ebullición. Se podía ser quien se quisiera y esa misma sensación de libertinaje explosivo puede que sea la explicación de su caída estrepitosa. Luces de Neón (Jay McInerney, 1984) puede que sea la novela que mejor refleja a esa generación suicida que se amalgamaba con la autodestrucción, la ofrenda física al arte y el faranduleo, el inacabable postureo del que se burló Luca Prodan años más tarde en pequeños bares porteños. Según el autor, en una entrevista ofrecida a El País, “los 80 fueron la época sagrada de la bohemia, la música, el sexo y las drogas”.

Gray, la banda experimental en la que Basquiat estuvo, contaba también al cineasta Michael Holman y otros artistas. Ninguno de los dos mencionados eran músicos ni tenían alguna formación en el área. Se dedicaban a la deconstrucción de melodías y sonidos. Nunca llegaron a grabar un disco durante este periodo donde Basquiat exploró el espacio misterioso del sonido, pero se puede encontrar por los rincones del internet “Shades of…” un compilado realmente interesante que abre sus puertas con una grabación de Jean-Michel hablando con el operador de la línea de prevención del suicidio.

Tocaban en lugares como el famoso Mudd Club, el anteriormente nombrado CBGB y el Hurrah. Además de adoptar varios nombres, también supieron contener distintos miembros a lo largo de los años como Shannon Dawson, Wayne Clifford e incluso al actor Vincent Gallo. Jugaban dentro del estilo musical que denominaron como ignorant. Según lo que uno puede interpretar y estudiar en base a la información que se recopila en los sitios de internet y, hablando estrictamente del periodo de Gray en el cual Jean-Michel era miembro (la banda sigue trabajando hasta el día de hoy, habiendo sido la encargada de musicalizar varios documentales y películas sobre la vida del artista), Gray se deslizaba en los géneros No Wave, Avant Garde, la música Noise, Industrial y la electrónica. Sin abandonar nunca las influencias jazz y la experimentación.

Son alrededor de 2.875 las obras disponibles para salir a subasta que gestó Basquiat a lo largo de su vida. Se podría hablar del valor histórico, social, o de cómo su pintura Untitled se vendió hace unos años por 110 millones de dólares, dejando a Jean-Michel posicionado junto a sus ídolos Picasso y Van Gogh en el podio de autores más cotizados. Y es que la mitificación de este polémico artista, no es la del bohemio y torturado, sino la de una figura de culto en vida.

Bird On The Money (1981) por Jean-Michel Basquiat

Portada de numerosas revistas y un referente en el mundo de la moda. Es la de alguien que buscó triunfar, que quiso colocarse entre los grandes nombres del arte y lo consiguió, dejando un sendero ancho detrás suyo de furiosos críticos que discuten si su arte es obra de un genio o no. Los lujos, la noche y las mujeres fueron el premio por el que el joven Jean-Michel siempre apostó todo. Algunos hablan del neo expresionismo, del uso de la línea fuerte, de las marcas estilísticas y personales (por ejemplo: La corona, que representaba a los atletas, músicos y escritores). Otros estallan cuando escuchan a un art dealer ofrecer explicaciones que pretenden ser profundas sobre el cuadro Ashes. No existe la mala publicidad, he aquí otro ejemplo.

Riding With Dead, Exu, Flexible, Cabeza, se arrastran con un estilo marcado, latiendo incluso en los espacios vacíos. Soportan una capacidad de transmisión que solo el expresionismo puede dar. Es que el color es una de las fuerzas principales de este movimiento artístico que surgió en la ciudad de Munich alrededor del 1911. Aunque Basquiat pertenece al movimiento del neo expresionismo ya que su obra fue creada por fuera del periodo donde existió la corriente artística.

Y Basquiat, sin duda, sabía manejar el color. Controlaba la fuerza de impacto y atrapaba la atención del espectador como si sus pinturas fueran dientes que se prenden con fuerza de la ropa. Él decía que sí, que toda línea, mancha, está presente por alguna razón. Se encuentran muchas filmaciones en las que se puede ver a Basquiat trabajando, motivado por la concentración y el movimiento, algo que se puede comparar con el action painting de Pollock.

Puede que lo que más atraiga sea la musicalización en sus pinturas. Es una sensación extraña, pero al ver un Basquiat se percibe la música vibrar y esa música es jazz. Son los años 80 en Nueva York. Mientras que cuadros como To be Titled parecen lienzos de investigaciones, hay otros sin títulos que recuerdan a garabatos incentivados por el hastío.  Pintaba varias obras en simultáneo, con la música al palo y la televisión encendida. Incluía referencias tales como la anatomía, el jazz, la poesía, su visión sobre los Estados Unidos, el racismo, la historia del arte. Jugaba con las tipografías, creando así collages visuales que eran profundos y originales al mismo tiempo.

“Out getting ribs” fue lo que escribió Jean-Michel en una servilleta y luego pegó en la puerta de su casa una vez enterado de la muerte de Warhol, para que nadie lo molestase. Se encerró con parte de sus obras, sus jeringas, música y películas durante un periodo oscuro y para nada hedonistico. Intentó recuperarse de las adicciones en alguna ocasión, retirándose por ejemplo a Hawái. Nunca lo consiguió.

Murió el 12 de agosto de 1988, con 27 años (edad maldita, si las hay), por una sobredosis de heroína. Elevó su figura aún más alto, tanto para los fanáticos como para los curradores. Esas muertes son como una especie de sello que se estampa en una estela dorada. Algo que garantiza (en algunos casos) que jamás serán olvidados. Lienzos que solían habitar una cocina fría y abarrotada ahora ostentan precios disparatados.

Su estilo sigue influenciando a las generaciones venideras, siendo los Strokes un ejemplo de lo más reciente, usando el Bird On Money como tapa de su último disco The New Abnormal (2020). Arte naif, primitivo, neoexpresionismo delirante, arte de protesta, expresionismo abstracto, un rejunte de imágenes e ideas surrealistas que beben mucho del arte de la salud (o falta de) mental. Todos esos calificativos entran en juego a la hora de intentar de describir la obra de Basquiat, los esfuerzos están echados y la razón pasa una temporada en cada barrio. Hay casos en los que todo vale, y puede que este sea uno de ellos.