Documento sin título
Contenido creado por Federica Bordaberry
Literatura
El otro y yo

Laura Santullo y la historia sobre Tom, un niño que es medicado por un TDAH sospechoso

La escritora y cineasta uruguaya presenta su novela y la película que hizo junto a su marido, El otro Tom, en Uruguay.

20.04.2022 12:41

Lectura: 21'

2022-04-20T12:41:00-03:00
Compartir en

Por Federica Bordaberry

Laura Santullo es esa mujer que es uruguaya, pero que vive entre su país de origen y México. Es esa mujer que es cineasta, pero también es escritora de narrativa. Esa mujer que escribió Un monstruo de mil cabezas y que la hizo película. Que la hizo junto a su marido, Rodrigo Plá. Que hizo muchas películas con su marido. Que le gusta que sus obras también queden en Uruguay. 

Que escribió una novela llamada El otro Tom. Que se publicó antes de la pandemia, pero que ahora se publicó con la editorial uruguaya HUM y Estuario. Que usa una temática típica de estos tiempos. Que esa temática que toca, tiene que ver con nosotros como ciudadanos. Que fue una charla de sobremesa. Que, al mismo tiempo que la escribía, la hacía guion de cine. 

Que trata de esto:

Lena emprende el camino de la maternidad a tientas, con pocos recursos familiares, culturales y económicos. Sobrevive gracias a un modesto trabajo y a los servicios sociales. En la escuela, su hijo Tom tiene conflictos a causa de su comportamiento y rápidamente es diagnosticado con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) por lo que acaba sometido a tratamiento farmacológico. Sin embargo, un extraño accidente pondrá a su madre en guardia contra la medicación psiquiátrica.

Tom tendrá que enfrentar esa condición que lo señala como diferente al resto, mientras que Lena hará lo que sea necesario, incluso a riesgo de perder la custodia del niño, en el intento de darle a Tom la oportunidad de ser él mismo.

Laura Santullo no usa la narrativa para dar respuestas, sino para establecer una conversación sobre los límites de la a/normalidad y preguntarse sobre los riesgos de simplificar y encasillar la experiencia humana en una sociedad que estigmatiza sin tener en cuenta matices individuales, y donde los niños muchas veces son evaluados haciendo caso omiso de las características e historia de cada uno.

El preestreno de la película y lanzamiento del libro El otro Tom es este miércoles 20 de abril a las 19:15 horas en LIFE Cinemas 21 - CASABLANCA. La entrada es libre y gratuita.

El otro Tom, ¿por qué lo elegís como título?

El título tiene que ver con dos cosas. Una, es un evento que ocurre dentro del propio libro. Es un momento  que ocurre en el libro y que se respetó y llegó a la película. Hay un momento en que este niño, que está medicado, que tiene una serie de problemas de comportamiento y, a la vez, un comportamiento que se ha visto alterado ahora que está medicado, tiene un diálogo que ocurre entre madre e hijo.

 Después de que ocurre este accidente extraño y ella empieza a dudar de la pertinencia de seguirlo medicando psiquiátricamente, llega un punto donde ella toma la decisión de no seguir y, en ese momento justo, se habla de la idea de el "otro". Ella le dice que van a dejar la medicación atrás y el niño se preocupa de no gustarle a los otros ahora que es él mismo. Le dice que el otro Tom es mucho mejor que él y ella le dice que no hay ningún otro Tom, que tendrá que gustarles por si mismo.

Hay una cosa, si se quiere, muy literal. Pero al mismo tiempo la idea del otro Tom, o por lo menos del nombre de nuestro personaje que es Tomás, tiene mucho que ver en el proceso de investigación en conjunto con Rodrigo. En algún momento de la investigación llegamos a una nota de prensa en Estados Unidos y esta autora, que estaba hablando del tema del trastorno por déficit de atención, hablaba de Tom Sawyer. De alguna manera, hacía un juego de ideas donde decía que, si Tom Sawyer fuera un personaje real y viviera en nuestros tiempos, estaría medicado hasta las cejas.

Justamente, es esta idea de comportamientos que, tiempo atrás, eran considerados como parte de la vida infantil. Sí de niños inquietos, niños un poco complicados, pero no con la idea de enfermedad. De eso iba el artículo y nos gustó mucho la idea de hacer un guiño a Tom Sawyer. Incluso, lo que esto implica dentro de la cultura norteamericana. En la propia película hay un momento en que los niños están representando en escena, en la escuelam la obra de Tom Sawyer. Hay varios jueguitos que no significa ni que la gente los cache, ni los vea, pero a nosotros nos gustaba hacerlos. 

En cierto grado, quizá la idea de la presencia del "otro" Tom, el que es definido por otros, tiene que ver con la libertad y los límites frente a otros. ¿Considerás que la libertad es un tema que aparece en la obra?

Sí, sin duda. La idea era rondar el tema de los límites de esa libertad y también los límites de la normalidad o de la anormalidad. De alguna forma, también hay una marcación muy severa, sentimos nosotros o eso es a lo que la investigación nos llevó por esa ruta. La infancia es observada de una manera, a nuestro entender, muy crítica y muy severa en términos de lo que es normal y de lo que deja de serlo. La sensación que nosotros teníamos en el proceso de escritura, que fue muy largo, es que esos límites se han ido condensando, estrechando.

Eso también nos llevó a pensar cómo los limites de esa normalidad, que finalmente también juega con los límites de lo que es la salud mental, tienen que ver con que, finalmente, lo que la sociedad cree que es salud mental también está en referencia con nuestra propia época, con los prejuicioso.

Eso va modificándose en el tiempo. Lo loco es que cuando miramos, observamos, incluso cuando somos categóricos a la hora de juzgar, es como si perdiéramos de vista de que eso esté en plano movimiento. No vivimos en la cúspide del mundo civilizatorio y este es el final. Eso se sigue moviendo. Lo que pensamos que es salud, que es bueno, que es malo, es un conjunto de valores que están en permanente construcción.

Entonces, sentíamos que eso solo bastaba para ser prudentes a la hora de decir "esta persona es anormal", "esta persona es enferma", cuando, a fin de cuentas, es el resultado de los prejuicios y del pensamiento de una época. Estas son algunas cosas que creemos que circulan en la historia y, sin duda. el tema de los límites a esa libertad individual y los límites a la propia idea de lo que es normal y de lo que no lo es.

El tema que trata la novela, y también la película, es muy específico: un niño que se lo medica por tener TDAH. ¿Por qué escribir sobre esto, dentro del mundo de historias que se puede elegir en el cine y en la literatura?

Es algo que hemos charlado mucho con Rodrigo, también. En buena medida, los temas que hemos ido abordando, no solo en este caso, sino tambien en otras películas y libros, en mi caso, se da la particularidad de que varias veces primero yo incursiono en lo narrativo y después nos llevamos eso al cine.

Pero son todas conversaciones de sobremesa. Tiene mucho que ver con nuestras propias preocupaciones como ciudadanos, como gente viviendo en el mundo y, muchas veces, creo que también tiene que ver con las etapas de la vida. Nosotros somos padres, tenemos dos hijos. Ahora ya están grandes, pero cuando empezó este proceso teníamos hijos en la escuela primaria. Hace unos diez años que estamos rondando esta idea, en este proceso largo, y de algún modo creo que la temática llegó a nosotros a través de una preocupación como padres, de hablar a su vez con otros padres que se encontraban frente a esta idea de lo no normal, o de la preocupación.

Muchas veces que viene desde las escuelas. Son los primeros que ponen ojo avisor sobre la temática, muchas veces. "El niño se distrae demasiado", "el niño es demasiado inquieto". La palabra "demasiado" es clave porque a uno lo lleva a pensar qué tanto es demasiado, qué tan poco, es curiosa la idea de "demasiado" que, a fin de cuentas, tiene que ver con la idea subjetiva de una persona que está observando. Demasiado para vos, podría no ser demasiado para mí. Depende de la paciencia de cada uno.

Pero, volviendo a la pregunta, creo que la tematica tuvo que ver con esta sensación de explosión de niños con TDAH, bipolaridad, y muy diversos trastornos. La idea propia de la enfermedad nos llevó a preguntarnos sobre los límites, qué tanto es sobre diagnóstico, qué tanto de comportamientos que podrían considerarse parte de la infancia estaban siendo vistos como trastorno o enfermedad. Fueron como un montón de preguntas que, primero fueron preguntas de padres, y después se transformaron o cobraron una especie de ímpetu artístico de querer hacer algo con eso.

Entonces, tu vínculo con la historia es desde el lugar de madre.

Tal cual, de una conversación doméstica que después se transforma en las ganas de preguntarse sobre eso. Creo que, muchas veces, hacer una película, hacer un libro, es justamente pensar al respecto, es una manera de seguir preguntándote y pensando en voz alta. También de establecer un diálogo con otra gente. Hacés una obra como un punto cerrado, más como una manera de transmitir tu propia preocupación para  ver qué ocurre del otro lado, de abrir una especie de preocupación.

¿Cómo, en ese proceso creativo en que te hacés preguntas sobre este tema, llegás a Lena y a Tom como personajes?

Una cosa que me gusta aclarar es que fue un proceso peculiar porque, otras veces, ha sido distinto para nosotros. En este caso, la película no es estrictamente una adaptación del libro, sino que fueron procesos que fueron naciendo en paralelo. Yo iba escribiendo la novela y, al mismo tiempo, íbamos escribiendo el guion y, una cosa y otra iban tocándose, como en el camino, regalándose cosas. La novela tienen algunos elementos que, en la película, por ejemplo, no están. Hay todo un pasado de los personajes que en la película estaría sugerido, pero no lo ves ocurrir. En la novela sí hay este pasado remoto, sobre todo de Lena, el nacimiento de Tom y una serie de cosas que la película abarca como un período de tiempo más concreto. Eso es curioso en el sentido de proceso de trabajo.

Después, cómo llegamos a esta familia. Creo que una idea que siempre estuvo presente era jugar con personajes que no estuvieran puestos en los extremos. No nos interesaba un niño que fuera claramente un incordio, claramente sufriente, porque es verdad que hay muchos niños en medio de toda esta situación que padecen mucho esta diferencia, más allá de que sea o no sea un trastorno de enfermedad. El hecho de ser distintos los coloca en un lugar de mucho sufrimiento a ellos y a sus padres.

Quisimos no irnos a los extremos y jugar con algo en el medio. En ese medio encontramos, o quisimos dotar, a esa familia de ciertas problemáticas, que haya cierta posible explicación para la inquietud de Tomás, que vaya más allá de una posibilidad biológica porque, generalmente, el trastorno por déficit de atención se considera que es hereditario, que es una condición biológica. Nos gustaba dotarlo de una historia peculiar, un padre ausente, una madre que trabaja muchas horas.

Que pudiera, de alguna manera, haber otra posible explicación a lo que estaba pasando. Además, de un tema biológico químico. Entonces, nos gustaba que fuera amplia la posibilidad de interpretar lo que le pasaba a Tom y, de alguna manera, no nos decantamos por ninguna. Podría ser una cuestión biológica, podría ser una cuestión social, o podría ser, como ocurre para la mayoría de todos nosotros, un combo de todo eso, lo que somos biológicamente y lo que somos a nivel social.

Por eso le dimos todas estas características: padre que no está, situación compleja madre e hijo, una madre muy inmadura, una madre que está aprendiendo a ser madre y hace lo mejor que puede y también a veces es muy salvaje. Nos gustaba que viviera con toda una problemática compleja que nos permitiera tener una diversidad de explicaciones para lo que le pasa a Tomás. 

Hasta ahora, venís hablando en plural. ¿Eso tiene que ver con que el guion vino casi al mismo tiempo que la novela?

Sin duda. Sobre todo, previo a volcarnos a escribir. La primera intención fue película. Fue una conversación con Rodrigo de qué estaría buenísimo hacer, y si le ponemos o le sacamos. Lo que ha ocurrido en nuestros procesos de trabajo, muchas veces, es que a mí me gusta mucho escribir y soy escritora de narrativa, independientemente de escribir guion, que muchas veces yo me acerco a través de la narrativa a nuestros personajes, a nuestras posibles ideas, porque me da la impresión de que allí puedo encontrar con una mayor facilidad los motores emocionales de los personajes.

A veces, el guion puede ser un poco más frio o austero en su forma. Te ves obligado, en el caso de guion, a llevar todas las emociones de tus personajes, a trasladarlas a acciones concretas, a imágenes concretas. Puede ser un poco árido ese pasaje. Siento que en las novelas, en un cuento, tenés la posibilidad de abordar incluso monólogos interiores, lo que a los personajes les ocurre, y en cine escasamente pasa eso. También existe la voz en off, pero pasa menos.

Muchas veces, y ya lo hemos agarrado un poco como mecánica de trabajo, yo me lanzo como a sondear el mundo de los personajes internos y eso después vamos trasladándolo a cómo sería eso en el mundo cinematográfico. Por ejemplo, Un monstruo de mil cabezas, que es nuestra película anterior, ahí claramente yo terminé primero la novela y después nos abocamos al guion. Acá no fue así. Incluso, la investigación fue muy amplia. Leímos mucho material que nos hicieron el favor de acercarnos. Fue una investigación que hicimos en común con Rodrigo. Después, hubo otra investigación bien interesante que Rodrigo hizo cuando tomamos la decisión de llevar la película, el guion ya lo teníamos, a El Paso, Tejas. Ahí, Rodrigo fue varias veces a El Paso y, entonces, transita el camino de la realidad. Va a escuelas, habla con directoras, con maestros, para ver un poco cómo ocurría en la vida real, en Estados Unidos, el abordaje con niños TDAH. 

Eso, en términos de guion nos permitió recorrer como un camino más apegado a lo que ocurre a la realidad de Estados Unidos, o en esa zona de Estados Unidos. Rodrigo hace esa investigación y nos permitió robarnos muchas cosas de la realidad y enriquecer lo cinematográfico a partir de lo que él vio y las cosas que conversó.

En ese sentido, esta historia tiene bastante de transmedia.

Yo tengo la impresión de que, además, lo quiera o no lo quiera. Justamente, porque me dedico al cine y porque es mi principal actividad. Yo amo escribir narrativa y probablemente es lo que más disfruto, donde me siento, tal vez, más libre de indagar, de inventar y etc. A veces el guion puede ser un poco mas árido.

Con independencia de eso me doy cuenta que, justamente por estar trabajando en cine y porque yo empecé a escribir narrativa, más o menos, al mismo tiempo que empiezo a escribir cine con Rodrigo, creo que tambien mi narrativa está tocada por todo lo cinematográfico. Me doy cuenta que mi propia imaginación circula de ese modo, yo veo las imágenes, de alguna forma, mas allá de que echo mano o trato de ponerle estilito a lo que escribo, pero me doy cuenta que mi mente funciona de una forma, Mi imaginación funciona mucho en términos cinematográficos y, por eso, creo que las novelas tienen esta característica en la cual las imágenes y las acciones, y la trama, lleva mucho el peso dentro de la historia.

Siento que no hay tanta digresión. Si bien abordo los personajes en lo íntimo, no me quedo diez millones de horas ahí, no estoy acostumbrada, eso me resulta ajeno. De alguna manera, la trama lleva mi escritura, lleva el hilo. En Un monstruo de mil cabezas, incluso, tiene como una velocidad muy de lo cinematográfico.

En esta novela me di el permiso de tratar una especie de reto para mí misma, de ahondar en otros asuntos aún sabiendo que nunca iban a ser parte de la película. Me di una libertad de tratar de profundizar en mis personajes, en su historia, en su pasado. Sobre todo, porque consideraba que eso era algo fundamental para construir esta idea de personajes complejos y esta idea que nos gusta mucho de película y de novela.

En muchos talleres o clases de guion se usa como herramienta de construcción de personajes el escribir sobre los personajes, encontrar un motor que los mueva. Quizá, todo eso ahora sea un libro.

Yo siempre digo en broma, pero tendemos a hacer un 2x1 con todo lo que tenemos entre manos y, de alguna manera, reutilizamos todo. En casa somos gente que no tira nada y la verdad es que, por otro lado, creo que vos decís, "la obra narrativa apoya al guion", pero al mismo tiempo, por lo menos en este caso, el guion tambien apoyó a la obra narrativa. Hay algunos de los elementos de la novela que primero fueron escritos como guion. Yo iba escribiendo una parte, dejaba una cosa, íbamos para acá, después para el otro lado, pero hay algunas de las escenas que primero fueron guion y luego yo hice una adaptación a narrativa y viceversa.

Fue un proceso más bien extraño, pero interesante, distinto a lo que habíamos hecho antes. Fue como muy enriquecedor y, al mismo tiempo, por primera vez en esta ocasión yo participé de una manera más intensa en el mundo de la dirección. Si bien cada uno de nosotros tiene su zona donde se desarrolla, aunque ahora  Rodrigo trabajó muchísimo en el guion y yo también tuve la posibilidad de participar en muchas áreas de dirección. Entonces, este fue un proceso que realmente hicimos en una colaboración, incluso mucho más estrecha que antes, que ya era muy estrecho cómo colaborábamos. Ahora sentimos, y por eso la película está filmada por los dos tanto en dirección como en guion, que las ideas centrales, el resultado final, es responsabilidad de los dos.

¿Cómo llega la posibilidad de sacar una edición uruguaya de El otro Tom?

La novela salió, por primera vez, en México, ya hace unos años, a través de Vergara que es Random House. Nosotros, al mismo tiempo mientras eso ocurría, presenté yo la novela en México y seguimos retrabajando el guion.

El proceso de la película fue bastante más largo porque pandemia. En realidad, nosotros filmamos la película en 2019, pero recién salió a festivales el año pasado, entre otras cosas porque aunque ya la teníamos terminada en términos de rodaje, nos pareció que no tenia ningún sentido lanzarla en plena pandemia. Era como mandarla a morir cuando no había nadie yendo a las salas. Quedó tan separado el estreno de la película de la primera versión de la novela, aunque no estaban tan lejanas realmente en el tiempo.

Pasó un tiempo y para mí es muy importante, tambien para Rodrigo, que nuestras cosas sigan existiendo en Uruguay. Nosotros nacimos aquí, hicimos la película La demora aquí, y nos gusta pensar en esta binacionalidad, en que somos urumex. Queremos sostener eso en el tiempo. Entonces, busqué a Martín Fernández y le alcancé la novela. Le dije que me encantaría tener una edición en Uruguay, por suerte ellos se colgaron con la idea, les gustó la novela y aquí estamos. Tenia la suerte también de que Estuario había publicado antes Un monstruo de mil cabezas. Ya tenía un vínculo previo con ellos, lo que me facilitó un poco la tarea de llegar a que leyeran este nuevo libro.

En esta binacionalidad de la que hablás, ¿qué tiene esta historia de mexicano y qué de uruguayo?

Más que de un país o de otro lo que creo que tiene, y que es como una cosa que tiene que ver con el espíritu nuestro, binacional, es el haber colocado una historia de frontera, porque de algún modo, tanto Rodrigo como yo, nos sentimos en una especie de frontera utópica e inexistente. Rodrigo a veces embroma y dice que nació en la frontera entre México y Uruguay y el haber colocado o haber inventado esta historia que ocurre entre gente de frontera que tiene esta nacionalidad, si se quiere doble o incierta, donde sos un poco de este lado, un poco del otro, un poco de ningún lado, tiene mucho que ver con nuestra propia historia nacional de exilio, de migrantes. Hicimos una historia con migrantes y creo que la película toca mucho este ser nuestro de migración que, desde muy pequeños, tuvimos que salir de Uruguay antes por la dictadura militar, después yo regresé, pero tenemos toda esta historia vinculada a la migración y al exilio. Sería como una línea muy vinculante con esta película, donde nuestros personajes son tambien migrantes.

El ida y vuelta entre novela y guion implica mucha relectura del texto, ¿te cuesta leerte? 

Yo lo vivo bien. Creo que con los años ya no se me antoja tanto leerme, pero mientras estoy construyendo, corrijo mucho. Tengo una cosa que lo vuelve cansador. Vamos a suponer que yo dejo durante un mes el texto. No puedo agarrarlo en la página 70, tengo que volver a leer todo y seguir trabajando, lo cual hace que cada vez que vuelvo a la página uno vuelvo a meterle mano y a retocar las cosas, inevitablemente. Pero no tengo una mala relación con el texto mientras lo estoy construyendo. Mientras siento que puedo tocarlo, modificarlo, no me genera nada angustiante. Mientras estoy en el proceso, no es algo que me inquiete porque sé que es algo que lo puedo tocar, cambiar. Hay un momentito así como inquietante cuando decís "punto", cuando lo que es, es, y no se mueve mas. Pero pasa y en algún momento hay que abandonar a ese libro o película y cerrar el capitulo.

Onetti decía que él no leía a Onetti en el post publicación, ¿vos como te llevas con la lectura post publicación?

Me releo poco. No he pensado mucho al respecto, pero con honestidad no me releo demasiado. Incluso, a veces cuando tengo que hacer una lectura ya tengo seleccionado lo que voy a leer, el fragmento, desde siempre. No es que vuelvo a leer toda la novela para saber qué podría yo compartir. Más o menos, tengo el camino pensado. No me releo demasiado. Cuando lo he hecho, con franqueza, no me resulta incómodo, sí me he topado con decir "ay, esta frase, qué fea frase", pero no demasiado, no como algo que me molesta. Lo que más bien me pasa es que yo asocio cada cosita que he ido escribiendo con épocas de la vida, con momentos de la historia de uno. Lo tengo asociado con cosas que, más bien me agradan, etapas de la vida, no con algo malo, pero con qué estaba haciendo yo cuando escribía esto, dónde estaba viviendo, qué estaba haciendo, qué tenía en la cabeza.

¿Cómo reaccionaron tus hijos a la historia?

Ellos la ven cinematográficamente. Los muy malditos no han leído la novela, pero vieron la película y la verdad fue un momento muy emotivo. Fue un gran viaje porque fuimos a presentar la película al Festival de Venecia y fuimos los cuatro. Fue altamente complicado porque vacunas, porque entrar a Europa. Altamente complicado, pero a la vez fue un viaje muy lindo. 

Llegamos a Venecia y vimos en una sala divina la película. Ellos la vieron allí, por primera vez. Fue muy emocionante para todos nosotros por estar en ese sitio. ¿Qué piensan de la historia? Ellos declaran que les gusta y que les parece interesante y quedaron, sobre todo, muy encantados con los dos actores a los cuales ellos no conocieron, que son dos actores que no son profesionales. Les había gustado la historia, pero quedaron muy impresionados y con esa idea de que antes nunca hubieran actuado. 

Por Federica Bordaberry