Por Federica Bordaberry
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En la provincia de Córdoba, en la Argentina de 1944, nació una niña que, por 1970, entró al Ballet Estable del Teatro Colón. Que bailó junto a los reconocidos Rudolf Nureyef y Alexander Godunov. Que fue Directora del Ballet Argentino de Julio Bocca en 1989. Que llevó a esa compañía a debutar en el City Center de Nueva York y varias ciudades de Estados Unidos en 1995.
Que llegó a armar una gira llamada “La vuelta al mundo”, donde el Ballet argentino recorrió los cinco continentes, presentándose en lugares como el Teatro Kirov y el teatro del Palacio del Hermitage en San Petersburgo.
Que acompañó a Julio Bocca, también argentino, a las giras de Turquía y Grecia como Maestra del American Ballet Theater. Que, en 1997, fue quien preparó a Herman Cornejo, ganador de la Medalla de Oro en el Concurso Internacional de Ballet de Moscú.
Que dirigió el Ballet Argentino de La Plata y, luego, el Ballet Estable del Teatro Colón durante seis años. Que fue Maestra invitada del Ballet Contemporáneo del Teatro General San Martín. Que integró el jurado del certamen Benois de la Danse en el Teatro Bolshoi y en el Prix de Lausanne.
Que, por amor a la danza, con 79 años, sigue siendo docente y todavía se la convocada como coreógrafa en su país y en el exterior.
Lidia Segni, la mujer que hizo todo lo anterior (ya lejos de ser la niña que era cuando nació en Córdoba), es la que tomó una decisión artística que, ahora, compete al ballet uruguayo y a su público: estrenará en Montevideo y en Punta del Este un espectáculo de danza que ella dirige llamado “Estrellas del Colón”.
Se estarán presentando varias figuras de teatros argentinos en 9 de febrero en el Sodre (entradas en Tickantel) y el 10 de febrero en el Enjoy (entradas en Suticket). Duplas como Julieta Morchio y Daniel Altamirano, Romina Panelo y Emanuel Gómez, Jiva Velázquez y Caterina Stutz, o Sol Rourich y Benjamín Parada, estarán transitando los más conocidos pas de deux del ballet clásico y del ballet contemporáneo.
“Creo que con la disciplina nacen los éxitos”, dijo Lidia Segni, quien está dirigiendo todo aquello, en entrevista con LatidoBEAT.
Entonces, es eso: primeras figuras del ballet argentino bailando los pas de deux más conocidos del ballet clásico y del ballet contemporáneo. Vivaldi, Chopin, Coppelia, El talismán, La esclava, Michelangelo, Diana y Action, El corsario, sobre todo ello bailarán.
Lidia, ¿por qué sacar a las estrellas del Teatro Colón hacia otros teatros?
Nosotros pusimos “Estrellas del Colón”, pero también abarca muchos otros teatros. El Colón está de vacaciones ahora, pero esto lo venimos haciendo hace más de un año. En realidad, es una cosa que se hizo toda la vida, aun cuando yo bailaba.
¿Por qué? Porque en Argentina, el Colón, con la gran temporada de ópera, concierto y ballet que tiene, no tiene la cantidad de funciones que debería tener el cuerpo de baile. Entonces, los bailarines, que tienen la carrera es la más corta de todas, porque los de la orquesta y los del canto tienen una carrera mucho más larga, quieren bailar todo lo que puedan porque se termina la carrera y no han bailado lo que ellos deseaban.
Entonces, es una posibilidad que todas las primeras figuras del Colón, como las primeras figuras que van en esta gira, que son de La Plata, del Teatro San Martín, estén contentas. El año pasado hicimos todo el país, en Argentina. Acá hay un sistema que es que los fines de semana largos se hacen más largos para fomentar el turismo. Aprovechábamos todos esos feriados y nos íbamos a hacer una gira de tres o cuatro días y pasaba así.
Cuando estuve para la Ópera en Montevideo, hablé con el director del Sodre y le dije que me encantaría traer al grupo porque es una función de todas primeras figuras y donde se hacen todos los clásicos de la danza clásica. Osea te vas a encontrar con El corsario y un montón de cosas, que es lo que a la gente normalmente le gusta mucho. Y también en contemporáneo llevamos dos obras, porque tenemos una pareja hermosa de contemporáneo. Osea que es muy variado y es muy ágil, porque nosotros no cerramos el telón nunca.
Se abre el telón a las ocho de la noche en Montevideo y empieza el primer pas de deux. Cuando termina ese pas de deux, que está saliendo después de saludar, se baja la luz y viene la luz del próximo pas de deux. Así, sucesivamente, hasta que llegamos al final del espectáculo que saludan todos juntos y termina.
¿Estaría estructurado, entonces, como si fuera una coreografía sola, en términos escénicos?
No, porque son muy distintas una de otra. Son muchos estilos diferentes. Lo que sí es que está estructurado con cómo mostrar las grandes pas de deux de toda la era del clásico, de los grandes ballets. Hemos eliminado y no hemos hecho Quijote, porque Quijote se ve en todas partes, así que hemos hecho Talismán, Coppelia, muchas cosas que no se ven tanto a lo mejor.
La función en Montevideo es en el Sodre, que es un lugar preparado para ballet, pero el Enjoy en Punta del Este no necesariamente. ¿Cómo se adapta un ballet a un escenario que no está pensado para el ballet?
Me estás preguntando algo que ni yo sé porque voy a saber cuando llegue allá. Nunca pisé el Conrad, pero nosotros nos adaptamos. Hemos estado en escenarios fantásticos, como el que se ha hecho acá en Argentina, un teatro increíble en esta época, en el Siglo XXI, en la provincia de San Luis, que es una provincia relativamente chica. Nosotros nos hemos encontrado que ahí en el Enjoy no tenemos problema de luces, no tenemos problemas de tapete.
¿Se adaptan sobre el ensayo?
Tenemos ensayos. Nosotros estamos llegando antes y tenemos ensayos de todo el programa antes de la función. Se prueban luces, sonido, todo. Nada es improvisado, son todos profesionales. Son primeras figuras de teatro.
Lidia, esta propuesta mezcla ballet clásico y ballet contemporáneo. ¿Cómo se logra ese balance?
Se logra porque hoy en día están, en una balanza, equiparados los dos. Vos fijate que hoy en día, por ejemplo, si hay gente que se va a presentar a un concurso porque quiere entrar a una compañía, le exigen igual de clásico que de contemporáneo. El contemporáneo tiene tanto peso como el clásico. Antiguamente no se le llevaba el apunte al contemporáneo. Es más, en la Ópera de París están haciendo cualquier cantidad de obras de ballet. Antiguamente, la Ópera de París era tradicional, una compañía súper clásica y purista de lo clásico. Sin embargo, hoy en día se hacen muchísimas cosas de todos los grandes coreógrafos que hay en este momento.
Trabajaste con Julio Bocca, que para acá fue muy importante para profesionalizar el Sodre.
Lo sé, perdieron un grande. No sé el motivo, pero fue una lástima que lo dejaran irse. Es más, ahora cuando estuve trabajando ahí me encontré con algunas chicas del Sodre y les digo, ¿lo extrañan? Me dicen “lo extrañamos muchísimo porque el profesionalismo y las cosas que él hacía..”. Para Montevideo fue una cosa impresionante, nunca lo tuvo el Colón como director, yo no lo comprendo eso.
¿Qué aprendiste tú de él y viceversa?
Según dice él, aprendió sobre mi manera de llevar el ballet argentino. Él, hasta ese momento, era nada más que bailarín. Prácticamente no se encargaba de nada porque estaba como primera figura en Nueva York, y todo lo arreglábamos por teléfono. Después nos encontrábamos en el principio de la gira en una ciudad equis de Europa, o donde fuera, a hacer todas las temporadas de invierno, o todas las temporadas de verano, y él se encontraba con todo hecho.
Aparte, veía la disciplina que yo imponía en la gente. Yo soy muy fanática de la disciplina. Creo que con la disciplina nacen los éxitos. Entonces, él dice que aprendió verdaderamente cómo se lleva una compañía viendo cómo yo llevaba el ballet argentino.
Yo de él aprendí todo, pero lo que más tengo que decir es que nunca perdí esa cosa tan linda que uno tiene, de cuando uno va a ver un espectáculo, o uno ve a alguien, de que te llene de admiración. Nunca sabías hasta dónde iba a llegar, porque Julio no tenía topes. Cada noche era impresionante, estar al lado de él para mi fue todo una experiencia y una felicidad.
Has visto bailarines de todo el mundo, ¿qué tiene que tener un bailarín para ser un gran bailarín?
Por lo que he visto, todos los que se han destacado y han llegado a grandes bailarines, han tenido una disciplina de trabajo y se han volcado a eso, que lo aman y lo quieren, porque eso es lo que tenés que tener.
He conocido bailarines con unas técnicas y unas facilidades bárbaras, pero no tenían disciplina y no tenían esa vocación, porque es vocación, de estar enfocado en eso. Porque, al fin y al cabo, es tan corto el periodo de lucirte y de bailar, y disfrutar, que se va enseguida. He visto gente maravillosa que no llegaó a nada a raíz de eso. No tenían la constancia ni la vocación de poder hacer todo.
Fijate en Baryshnikov, fijate en Nureyef, trabajé con todos, con Godunov, eran personas que estaban totalmente dedicadas a eso. Lo bueno es que tanto como Julio, como Baryshnikov, como tantos otros, terminan de bailar, dejan (y dejan verdaderamente) y se dedican a enseñar y a hacer todo lo que aprendieron.
Julio está ahora como maestro dando las clases en Suiza, pero él no para nunca, va de un país a otro. Estuvo en Corea, estuvo en Rusia, estuvo en todos lados. Son personas que dejan mucho, lo mismo Baryshnikov. Me parece mentira que este mes cumplió 78 años, lo ves que se sigue moviendo con esa calidad de un gran bailarín, no bailando clásico desde ya.
¿Por qué existe las estrellas del Colón?
El grupo es perfecto. No los quiero separar para nada porque ellos son como una familia. Con decirte que, a veces, llegan a teatros con grandes camarines y cada cual tiene su camarín, y ellos prefieren estar todos juntos en un solo camarín. Porque se divierten, se llevan bien.
Entonces, yo quiero seguir con el mismo grupo, pero no es fácil perteneciendo a distintos teatros tratar de armar un programa que sea por lo menos una obra completa, algunos pas de deux de de entre acto y una obra completa, porque quiero seguir con el grupo, porque tiene mucho para dar y en el interior no se ve tanto ballet. La situación acá en Argentina está tan dura y tan difícil que poca gente puede aguantar llevar una compañia a un teatro, el hotel, los pasajes y que ese pasaje sea en avión, porque todos tienen que volver al teatro a trabajar, estar al día siguiente en el teatro. Ellos no pueden faltar al teatro que pertenecen, pero están tan felices que a mi me contagian eso. Aparte, es una manera también de que yo siga con lo que a mí tanto me gusta y con lo que yo tanto disfruté.
¿Por qué toma esta forma y no otra?
Por una cuestión de facilitar los ensayos. Vos fijate que, por ejemplo, por ahí el Colón está de funciones y es muy difícil juntar a los chicos a ensayar si están en funciones, pero a lo mejor los de La Plata no, o a lo mejor los de San Martín no están tan ocupados. Podía yo ensayarlos por separado, no tenían que estar todos juntos en un ensayo. Cuando hacés una obra completa, que tiene un principio y un final, con todo el grupo, es muy difícil juntarlos a todos. Pero yo tengo esperanza de este año poder hacer eso, aunque sea con una obra no tan larga.
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