Por Sofía Durand Fernández
sofdurfer
El “niño blanco” que hacía música asociada a la cultura afroamericana. El de los movimientos polémicos que enloquecía a las chicas. El chico que no deberías llevar a tu casa. El héroe de guerra. El músico devenido en actor. La vuelta de la leyenda. El ocaso del ídolo.
Hace unas semanas, Netflix lanzó El regreso del Rey: declive y resurgimiento de Elvis Presley. Un documental de hora y media que repasa los comienzos de la carrera del astro hasta el ´68 Comeback Special, un hito que marcó su vuelta a la gloria.
Además de parecerse al cuaderno de apuntes e intenciones de Baz Luhrmann a la hora de dirigir Elvis (2022) —una biopic que, en retrospectiva, no parece haber alcanzado su objetivo inicial y que culmina por asemejarse a una parodia—, el documental trata al ídolo con una empatía pocas veces vista.
La historia de Elvis Presley es una tragedia. No es una novedad. De hecho, el final de su vida solo lo confirma: un hombre derrotado, con tan solo vestigios del éxito que supo alcanzar. Su trayectoria está fundamentalmente marcada por la lucha entre lo que él quería ser y lo que le exigían que fuera. Un artista cuyo camino se bifurcó hacia el de un producto de consumo a raíz de decisiones ajenas.
El primer acierto es, entonces, abarcar hasta el especial del 68, “lo que podría haber sido, pero”, y una de las pocas batallas ganadas por Presley frente a su mánager, el coronel Parker. La pluralidad de testimonios cubre las diferentes dimensiones del fenómeno, desde aquellos que lo admiraban, como Bruce Springsteen, pasando por periodistas especializados, hasta su círculo cercano.
Caer en pensamientos contrafactuales sobre la vida del rey del rock tiene un efecto dominó en el resto de la cultura popular. La idea de merchandising, la intromisión en su vida por parte de los medios, al punto de llorar la muerte de su madre frente a las cámaras, la creación de una cierta imagen. Los elementos que consagraron a Presley se convertirían en estandartes para sus sucesores. Y así, también, se gestaría la gran batalla entre lo que es comercial y lo que es puramente arte.
Una vez que llega la masividad, esta disyuntiva pasa a ser un espectro. La tarea de pertenecer de manera exclusiva a una sola categoría se vuelve casi que imposible. Sin embargo, el haber sido un fenómeno sin antecedentes convirtió a Presley en terreno fértil para que Parker y otros —incluyendo a su propio padre—, lo exprimieran hasta las últimas consecuencias. Sin ir más lejos, los Beatles fueron mucho más cautos frente al peligro de caer en esto.
Fue imposible no remitirme al concepto del signo lingüístico de Saussure y cómo un solo significante alojó tantos significados. ¿Cómo fue posible pasar por tantas etapas en 22 años de carrera?
Paradójicamente, este proceso culminó por convertir al rey del rock en una figura que, si bien nunca perdió vigencia, fue disipándose de generación en generación hasta retener solo aspectos superficiales. La vestimenta, el peinado y los movimientos que le han dado trabajo a miles de imitadores en los últimos 50 años. Sin dejar de lado, por supuesto, a aquellos que denostaron su imagen, convirtiendo sus últimos años en un blanco de burlas.
Significados que en conjunto demuestran cómo fue perdiéndose a sí mismo en una bruma. Porque su primera etapa de carrera es una demostración del poder que alberga la cultura. No fue solo anecdótico que se codeara con B.B. King o Ivory Joe Hunter. Y si bien hoy esta influencia se interpretaría como apropiación cultural, en ese entonces representó el acercamiento de dos partes de la sociedad a través de la música. Que un artista corriera el riesgo de ir preso por sus movimientos de baile construyó un canon identitario: el ideal de la rebelión asociado al rock.

´68 Comeback Special
Años más tarde, el mismo hombre capaz de generar todo esto no cruzaría el límite que separa el arte y lo social cuando su época lo exigía. Mientras artistas como Bob Dylan se convertían en voces activas que amplificaban el sentir popular, Elvis se veía encerrado en contratos cinematográficos. Una idea que, como varias de las decisiones que se tomaron en torno a su carrera, fue utilizada compulsivamente hasta convertirse en un sinsentido. Esto, como lo demás, llevaba a Presley a estar insatisfecho, y básicamente atado de manos.
El especial del 68 le permitió volver a donde pertenecía por un rato. Rodeado de su antigua banda, sentado con su guitarra. Y esto no fue mérito de Parker, que estaba totalmente en contra de la dirección artística que terminó tomando el proyecto, sino por los mismos realizadores y por mera coincidencia. Porque no hubo un Elvis más real que aquel que solo quería tocar música y hacer canciones. Todos los adornos que le fueron colgados posteriormente solo lo alejaban de su propósito simple y claro.
En otro universo, el especial del 68 habría sido más de lo mismo: un producto sobrecargado de colores y coreografías con Elvis casi que siendo parte más de la escenografía. Por suerte, nos tocó un especial con un objetivo coherente, que era recordarle a sus contemporáneos lo que Presley era capaz de hacer.
Y que era tan humano como el resto. La tragedia reside en la deshumanización de la persona en pos del enaltecimiento del personaje. El rey alojó tantos conceptos como fue posible. Fue un arma de doble filo, porque lo enalteció, pero también lo mantuvo a una distancia considerable. Y si hay algo que no sabemos hacer como especie es cuidar a los dioses que nosotros mismos ponemos en pedestales.
El regreso del Rey: declive y resurgimiento de Elvis Presley finaliza con la presentación de “If I Can Dream”, y así deja una sensación agridulce. ¿Cuántas cosas tenemos gracias al paso de Presley por la música, pero cuántas cosas nos habremos perdido por la forma en la que todo ocurrió?
Por Sofía Durand Fernández
sofdurfer
Acerca de los comentarios
Hemos reformulado nuestra manera de mostrar comentarios, agregando tecnología de forma de que cada lector pueda decidir qué comentarios se le mostrarán en base a la valoración que tengan estos por parte de la comunidad. AMPLIAREsto es para poder mejorar el intercambio entre los usuarios y que sea un lugar que respete las normas de convivencia.
A su vez, habilitamos la casilla reportarcomentario@montevideo.com.uy, para que los lectores puedan reportar comentarios que consideren fuera de lugar y que rompan las normas de convivencia.
Si querés leerlo hacé clic aquí[+]