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Contenido creado por Federica Bordaberry
Música
Flower in pants

Los 40 años de la carrera de Morrissey, el inglés que armó bandos de adoración y odio

Tras la cancelar la gira por América Latina, Morrissey despertó una vez más las voces de los fanáticos, tanto desde el amor como el odio.

29.01.2024 13:47

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2024-01-29T13:47:00-03:00
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Por María Road

El nombre de Morrissey no dejó de ser tema de conversación en el último tiempo. En todo América. Durante más de 40 años supo, de manera totalmente independiente, colocar su nombre y el de The Smiths en el Olimpo del indie rock. Y en todos los centros de polémica.

Estos 40 años de trayectoria estaban siendo magnificados en la gira “40 years of Morrissey”, cuya parada en Latinoamérica estaba prevista para el mes de febrero, siendo el sábado 17 la fecha programada para un Movistar Arena en Buenos Aires.

La ocasión inicial, incluso, estaba prevista para setiembre de 2023, pero se pospuso debido a que el cantante contrajo dengue. Para sorpresa de pocos, ya que si por otro gran aspecto es conocido este peculiar poeta de la infelicidad es por cancelar recitales, esta parte de la gira fue también cancelada por indicaciones médicas.

“Morrissey se encuentra bajo supervisión médica a causa de agotamiento físico. Se le ha ordenado descansar y permanecerá en Zurich”, comunicó el artista en sus redes sociales.

Este baldaso de agua fría para algunos pocos ilusionados trajo todo tipo de opiniones, desde apoyo a su descanso luego de una gira bastante ocupada, hasta insultos de todo tipo. Sin embargo, no es la primera vez que la situación se torna en el superclásico de los pro-Morrissey y los anti-Morrissey.

Un personaje considerado casi un arquetipo mitológico de la cultura inglesa, que cosechó tanto amor y tanto odio a la vez. Pero, ¿cómo?

Para intentar comprender la magnitud de su mensaje, obra y peso poético de su vida, hay que remontarse a la vieja isla 40 años atrás. Un jovencito inglés en los sombríos principios de la década de los 80 en la Inglaterra thatcheriana no tenía demasiadas opciones a la hora de elegir un modelo a seguir en esos años adolescentes, en donde la cultura popular juega un rol fundamental en la construcción de la personalidad y visión de la realidad.

Si prendía el televisor y sintonizaba el famoso programa "Top of the Pops", veía un sin fin de bandas pintorescas y extravagantes en plena efervescencia de la new wave. Entre sintetizadores y letras hedonistas, el único mensaje válido parecía ser el de la frivolidad.

Si miraba a un costado, el aún más vistoso glam metal glorificaba egos, masculinidades y actitudes destructivas. Aquel punk que parecía adueñarse de los focos a fines de los 70 y que supo representar a una juventud descontenta y rabiosa contra todo símbolo de autoridad, ya era un cadáver para las radios y medios musicales del país.

Imagen: cedida por la producción

Imagen: cedida por la producción

El rock gótico proveniente de la nueva vertiente del post-punk suponía una visión sombría y desgarradora de la vida, e interpelaba a un marcado sector de la juventud británica con Pornography (1982) de The Cure como manifiesto principal. Pero aun así algo faltaba para terminar de tocar el corazón de un distinguido arquetipo de persona: aquellos solitarios, melancólicos y olvidados alumnos del fondo del salón, de esos que parecieran ni siquiera existir para quienes los rodean.

Luego del suicidio de Ian Curtis (Joy Division) había un hueco disponible a llenarse para el consumidor de rock alternativo en Inglaterra y principalmente en la vieja y apesadumbrada ciudad de Manchester. Y todas esas plegarias fueron respondidas con la irrupción en escena en 1983 de una banda única en su especie: The Smiths comenzaba a dar sus primeros pasos y absolutamente nada en la historia del rock fue igual. 

Si a alguien se debe el legado imperecedero del conjunto mancuniano, además de a Johnny Marr por sus poderosas melodías o a Mike Joyce y Andy Rourke por su precisa y magna ejecución de la sección rítmica es a Steven Patrick Morrissey, aquel anti-héroe nacido el 22 de mayo de 1959 en Davyhulme. Fue voz de la banda y, casi sin buscarlo, también de toda una generación.

Popularmente conocido en el circuito como un solitario introvertido, tuvo una marcada adoración hacia la cultura pop, que lo convirtió en un erudito de la literatura y el cine insaciablemente obsesionado con el escritor Oscar Wilde y el actor James Dean. Se volvió cercano y palpable después de generaciones de ídolos intocables.

Si la idea que Robert Plant (Led Zeppelin) o Mick Jagger (Rolling Stones) construyeron alrededor del frontman del rock era la de un símbolo sexual adorado por las mujeres, como si de semi-dioses viriles se tratase, Morrissey coronó a la perfección el nuevo canon de cantante en el rock que venían moldeando tanto Curtis como Robert Smith (The Cure): el joven frágil, sentimental y asexual.

Este último elemento se perfeccionó con el mensaje casi puritano del cantante de The Smiths, el cual pregonaba ideas de celibato y abstinencia sexual a los cuatro vientos en lo que fue una de las décadas más eróticas de la música.

Es en él que se vieron reflejados decenas y decenas de jóvenes que encontraban también en discos y libros el escape de la mediocridad cotidiana y pertenecían a ese extracto de invisibilidad de la población al no cumplir con las expectativas sociales que se espera para cualquier persona de tal edad.

Morrissey en el London Palladium en 2018 (foto: Raph_PH)

Morrissey en el London Palladium en 2018 (foto: Raph_PH)

Morrissey fue el ejemplo vivo para ellos de que se podía ser un perfecto miserable y, de alguna forma, obtener frutos de ello. Sobre todo, de una filosofía outsider orgullosa. Si el chico tímido y sin amigos que pasó la mayoría de su adolescencia encerrado mirando películas de autor podía no ser un fracasado al final de la historia, el público estaba ante un resultado sin precedentes en la cultura pop joven: un alienado exaltado. El éxito de The Smiths y en especial de Morrissey se trataba, entonces, de un triunfo grupal.

Luego de diferentes presentaciones en vivo que les valieron un aumento en su reputación, el 20 de febrero de 1984 vio la luz el disco debut homónimo, The Smiths, del conjunto de Manchester y fue un auténtico cañón de combate dispuesto a disparar en defensa de sus ideales.

Era tiempo de contar una historia distinta (“It’s time the tale were told” reza el track apertura de la canción “Reel Around the Fountain”), una que interpele a aquellos sectores invisibles de la frívola juventud británica y le hable con ternura y compasión a aquellas almas que sufrían de intrascendencia o de crisis de identidad en un mundo capitalista enfermizo.

Mediante un puñado de canciones del jangle-pop más soñado, miles de jóvenes comenzaron a encontrar un lugar en común gracias al efecto de este peculiar conjunto y la encantadora manera en la que Morrissey narraba las pequeñas y grandes desgracias cotidianas ligadas al desamor, la desesperanza e incluso la muerte. Pero si hubo dos temas esenciales en el universo Smiths, los cuales prevalecen hasta el día de hoy en el poemario de la carrera solista de Moz, esos son el amor no correspondido y el rechazo.

Magnificados en el primer single de la banda: “Hand in Glove”, el universo literario del mártir de la angustia existencial consistió en interminables lamentos por no recibir el amor que esperaba. A pesar de buscarlo desesperadamente, simplemente se le escapaba.

Con una popularidad en aumento voraz, muchas presentaciones bajo el brazo y un cambio significativo en la vida de Steven Patrick, llegaba Meat is Murder en 1985. El segundo LP de la banda despegaba la furia reprimida en el primer disco con canciones de protesta en todas sus formas: contra el abuso de las autoridades escolares (“The Headmaster Ritual”), a favor de los derechos de los animales (el track homónimo “Meat is Murder”) e insolentes regaños que ridiculizaban la monarquía (“Nowhere Fast”) el grito de guerra y Combat Rock de The Smiths los posicionó como la banda más auténtica de su generación y una contundente voz política.

Velozmente transcurría la carrera del venerado grupo y entre sesiones con John Peel, giras, discos recopilatorios, una lista creciente de enemigos de Moz ganada a fuerza de sus distintivas declaraciones polémicas con nombres como el de Robert Smith e Ian Mcculloch (Echo and the Bunnymen) salía The Queen is Dead en 1986, tal vez el mejor disco de la banda y una de las mejores obras del género.

En este LP, Morrissey más que nunca exploró el entendimiento de la soledad y la depresión más asfixiante con sombríos himnos de la talla de “Never Had No One Ever”, “I Know It’s Over” o el tema homónimo que reza continuamente “La vida es muy larga cuando estás solo”.

Para ese entonces el microclima de la banda no andaba en su mejor momento. Los desencuentros entre Morrissey y Marr eran cada vez más constantes, se llegaría a echar del conjunto a Andy Rourke (quien no obstante enseguida volvería a formar parte de él) y la tensión iba en aumento, como un caldo de cultivo del (¿peor?) final que acontecería en el año 1987 con la separación definitiva de la banda y con el lanzamiento del cuarto disco de estudio Strangeways, Here We Come a cuestas.

La noticia cayó como un baldazo de agua fría a incontables fanáticos que encontraron en The Smiths una especie de culto religioso. ¿Cómo iba a terminarse lo único bueno que les había brindado la vida? ¿De qué otra forma purgarían tanta necesidad de amor y validación imposible de obtener en la vida cotidiana, pero casi alcanzada en los religiosos conciertos de la banda?

Afortunadamente las palabras de Morrissey jamás fueron una pose forzada outsider y su carrera solista no tardó demasiado en florecer. Y no, no era lo mismo sin las guitarras arpegiadas de Marr o el groove de Rourke y Joyce pero el consuelo ante las desgracias sentimentales y sociales permanecía inmarcesible en la lírica de Moz solista.

Así se vio en sus primeros discos Viva Hate (1988) y Bona Drag (1990) cuya recepción fue más que positiva entre los fanáticos. Mientras su héroe permanezca activo y narrando sus dolores y tristezas, todo estaría bien. Así continuó a lo largo de más de 30 años de carrera con discos como Kill Uncle (1991), el impoluto Your Arsenal (1992) y más de diez auténticos clásicos de su pesimismo realista que van desde Vauxhall and I (1994), You Are the Quarry (2004) y uno de sus más recientes Low in High School (2017).

Aquel tímido e intratable muchacho de las flores en el bolsillo del pantalón supo construir una fascinante carrera de 40 años de amores y odios, polémicas y fascinación, adoración casi religiosa y desprecio gracias a sus grandes bravuconadas públicas. 

o existe punto medio cuando se trata del escritor de “How Soon is Now?”. O se lo ama como si la vida dependiese de eso, o se lo odia a regañadientes.

Quienes lo aman se enorgullecen de hacerlo, porque le deben mucho más que grandes discos, sino que un leit motiv para la vida. Una lucha por la inalcanzable aceptación, por el orgullo del perdedor de la clase que nadie quería, por un fuerte y misterioso mensaje homoerótico tomando un lugar pertinente en el pop de los 80, por el combate de una juventud despreciada por la política de su país. 40 años de profundo y sincero entendimiento hacia todo aquel devoto a sus palabras.

Por María Road