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Música
Lo otro no se borra más

Los Estómagos en imágenes: "Una noche más, una lágrima y tu foto en el espejo"

Un libro fotográfico de Rodolfo Fuentes que reúne 160 postales analógicas de la banda fundadora de la segunda camada del rock uruguayo.

25.03.2024 11:17

Lectura: 21'

2024-03-25T11:17:00-03:00
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Por Carlos Dopico
Carlos Dopico

Rodolfo Fuentes es legendario.

Es fotógrafo, diseñador, curador y docente uruguayo, con un largo recorrido visual y diseño editorial.

Por su trabajo, estuvo vinculado a la música desde diferentes ángulos, en los tempranos 70 como sonidista en su ciudad natal, Santa Lucía, operando la consola durante los conciertos de Tótem, Los Campos o Los Delfines y, más tarde, desde principios de los 80, directamente relacionado a la imagen, tanto de los propios artistas como del arte de tapa de sus trabajos discográficos.

Su firma gráfica puede rastrearse en más de mil álbumes nacionales, desde Alfredo Zitarrosa hasta Eduardo Mateo, pasando por El Cuarteto de Nos, Los Terapeutas, La Chancha Francisca, Leo Maslíah, Jorge Galemire, Sonora Palacio, Roberto Darvin o Aníbal Sampayo.

Rodolfo Fuentes es una gran parte del archivo del rock nacional.

Sin embargo, el vínculo artístico que desarrolló durante mayor tiempo fue con Los Estómagos, desde sus primeras fotografías profesionales hasta la disolución y conformación del nuevo grupo, Buitres después de la una. Esa es la razón por la que, a 40 años de la fundación de la banda, concretó un proyecto que esperó más de tres décadas para ser publicado: Los Estómagos, fotografías de Rodolfo Fuentes 1983-1989 (Little Butterfly/ La Nao Editorial, 2023).

Se trata de un libro de 144 páginas, casi sin palabras. Están las necesarias para identificar lugares y fechas, o fundamentar alguna decisión técnica. Dentro, ordenadas cronológicamente, 160 imágenes documentan e ilustran el vértigo de los seis años en los que Los Estómagos fueron mutando, buscando una identidad estética y musical.

El registro fotográfico es mayormente de estudio, por encargo, alternando postales por distintos rincones de la ciudad de Montevideo. Pero incluye, además, instantáneas en vivo, tanto de Comunafiesta en Biarritz como en el Montevideo Rock I realizado en la Rural, o la filmación del videoclip de “Avril”, donde se ve en detalle a la banda en acción. Es en esas instancias donde Fuentes (70 años) aprovecha a poner el foco e incluir otros artistas contemporáneos, tanto locales como extranjeros: Fernando Cabrera, El Cuarteto de Nos, Zero, Flavia Ripa, Patricia Sosa o Sumo, con un par de retratos de Luca Prodan y Roberto Petinatto.

Además de un gran número de reconocimientos y distinciones, Rodolfo Fuentes recibió el Premio Morosoli al diseño en 1996 y el Premio Grafitti a la trayectoria en 2011. 

Rodolfo Fuentes es testigo y, al mismo tiempo, protagonista fundamental del registro de un momento.

Lo que sigue es una extensa charla con el autor del material y las primeras impresiones de algunos de los protagonistas retratados: Gabriel Peluffo, Gustavo Parodi y Marcelo Lasso.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

"Una de las anécdotas, quizás de las más curiosas para quien la ve por primera vez, es la fotografía del video de 'Avril', donde se ve una persona en silla de ruedas. En realidad, se utilizó como travelling, para pasear la cámara y llevarla de un lado a otro, dado los pocos recursos de aquella época a los que teníamos acceso. Esa persona no necesitaba de una silla, sino que era una herramienta para la filmación del videoclip", dice Marcelo Lasso a LatidoBEAT

"Indumentaria no conservo ninguna de aquella época, y si lo hiciera no la podría usar. Pero sí, aún conservo parte de esa batería. La tengo guardada, por todo lo que representó no solo en la etapa de Estómagos, sino también de Buitres y que incluso sirvió como portada para la banda Rojo Tres, en la cual hoy toco la batería", agrega.

"Teatro de Verano de Colón. Un escenario insólito para la grabación de parte del video clip de la canción 'Avril', por parte de Julio Sonino y su equipo. Una de estas fotos (color) fue contratapa del último disco de la banda. El resto de ese material realizado en formato medio (Mamiya 645, diapositiva) desapareció misteriosamente de mis archivos…", agrega Fuentes.

Evidentemente el 40 aniversario (agosto de 2023) fue un marco celebratorio para esta publicación, pero, ¿desde hace cuánto tiempo atrás venías masticando la idea?

Rodolfo Fuentes (R. F.): En realidad, viene desde el 89 cuando se separaron Los Estómagos y empezaron funcionar como Buitres. De hecho, yo hice las primeras fotos de difusión de prensa de la nueva banda, que era casi la misma, sin el “Hueso” (Hernández) y con Rambao. Hasta ahí llegó mi participación con ellos y quedó la idea de que con el material que había acumulado durante los seis años de historia podíamos hacer un libro. Tuvo varias instancias. Primero, iba a ser un libro de fotos y no salió. Luego, varios años más tarde, nos reunimos nuevamente en mi estudio en Ciudadela con todos Los Estómagos, y hablamos de hacer un libro con la historia cronológica, textos, etc. Pero la persona que estaba a cargo de eso tuvo problemas personales y el proyecto naufragó, quedó archivado.

Entonces, lo que hice fue guardar en una carpeta todos los negativos, las diapos y los materiales relacionados. El detonante que hizo realidad el libro esta vez fue que finalmente tuve un scanner capaz de digitalizar en muy buenas condiciones todo aquel material analógico (negativos 35 mm, diapositivas, y algunas fotos en papel). El hecho de que existiera una fecha simbólicamente importante lo terminó de activar y la participación de Little Butterfly Records fue fundamental porque financiaron el proyecto y salió.

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La legendaria camioneta Dahiatsu de Parodi, que llevaba a la banda a todas partes. Esta foto pertenece a la primera serie de imágenes tomadas para promoción en prensa, en la zona del Mercado Agrícola. Mariott, Peluffo, Hernández, Parodi.
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Gustavo Parodi (G. P.): De Rodolfo tengo algunas copias, él me las daba. De hecho tengo una autografeada de aquella época. Esa era una Dahiatsu Van 55 Wire, del año 81. Esa hizo la carrera de Los Estómagos con nosotros. Yo siempre digo que Los Estómagos “triunfaron” porque eran muy tenaces, le rompieron las pelotas a Carbone y tenían una camioneta, cosa que no tenían los demás. Hablo en serio, con la camioneta podíamos hacer un montón de cosas. Éramos unos gurises con vehículo. Era una camioneta que fue comprada para hacer los pedidos de la farmacia (familiar) y yo me la apropié, básicamente para movernos con Los Estómagos. ¡Qué manera de meter quilómetros y fundir a cada rato esa camioneta! 

Los ex miembros de Los Estómagos están también transitando una revisión, cada vez más cerca de publicar sus memorias, un relato oficial. ¿Han articulado de alguna forma ambas publicaciones?

R. F.: Mirá, más allá de contar con alguno de ellos en la presentación de este trabajo (Peluffo y Lasso), yo no tengo contacto reciente con ellos. Sí sé que Parodi ha hablado de eso. Por eso, este libro se llama “Fotografías de Rodolfo Fuentes”, porque son los registros que yo hice. Hay más, por supuesto que sí, desde fotos que hizo otra gente a un archivo casi familiar que está en manos de la banda. Si ese proyecto sale, supongo que incluirán todo eso.

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Un año atrás, cuando Los Estómagos conmemoraban cuatro décadas de su fundación, en un concierto de Buitres en Costa Azul, Gustavo Parodi advirtió:

“Te cuento que con Gabriel (Peluffo) y el Hueso (Fabián Hernández) ya hace casi nueve años que nos juntamos durante unos meses en Pando a grabar. Hugo Giardino (conductor de Jinetes en la Tormenta de FM El Molino de Pando) ponía un grabador en la mesa de mi casa y entrábamos a hablar, a hacer una especie de biografía cronológica de Los Estómagos, hasta que llegamos a las 480 páginas. Ahí cortamos, con la idea de reenganchar. La idea está ligada a mi jubilación, donde voy a tener una cantidad de tiempo libre para traer una cantidad de música que teníamos guardadas, y videos, sobretodo de la primera época. Hay mucha cosa del 83 y 84 que tengo en casete. Queremos tener nuestra biografía oficial, nos la merecemos”.

O sea, ¿se viene un libro autobiográfico por un lado y, quizás, una edición discográfica por otro?

G. P.: Ahora que Little Butterfly Records está reeditando vinilos, nos gustaría tener además del libro una especie de caja con los vinilos y algo con cantidad de canciones que están perdidas por ahí; canciones que hacíamos en los ensayos pero que nunca terminábamos de grabar. Éramos unos tipos muy prolíficos.

¿En qué está el libro en el que trabajan sus memorias por escrito?

G. P.: Estamos en un momento particular, porque primero Gustavo a fin del año pasado, y ahora yo muy recientemente, nos quedamos con mucho tiempo libre para proyectos. Uno de esos era ese, que lo tenemos pendiente, hacer nuestro libro. El contenido parte de una larga entrevista que nos habían hecho, y queremos pasarla a libro pero está pendiente. En este momento estamos metidos en el disco de Buitres y eso nos absorbe todo, pero es muy probable que este año, previo encuentro nuevamente con el Hueso, revivamos la idea de sacar nuestra versión de la historia.

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Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

El relato cronológico de este libro de fotografías comienza en los estertores de la dictadura (marcha de estudiantes por facultad de arquitectura en 1983) y, al mismo tiempo, el inicio de tu carrera profesional. ¿Esa fue tu primera vinculación con a la escena musical?

R. F.: Hacía ya algunos años que trabajaba en este tema. Empecé con la fotografía desde muy chico y vinculado profesionalmente a la música comencé en el 76. Estuve trabajando en una empresa que se llamó TeCo (Técnicas de Comunicación). Si te ubicás en el tiempo, era la noche oscura, no había nada en esa época. La idea de la gente que inició aquel proyecto fue la de abrir un poco, generar espacios, organizar recitales y hacer programas de radio y televisión. Los que estaban detrás de eso fue gente conocida: Leo Antúnez y la que era entonces su compañera, Cristina Barbero, hija del dueño de Ímpetu Publicidad. La idea estaba bien, pero medio que fue un fracaso. Ese proyecto, sin embargo, nucleó a mucha gente que andaba perdida, en la vuelta, desde Mateo a Walter Luzardo, Lobito Lagarde o el turco Elías Turubich. Ahí hice mis primeras fotos de grupos y generé un vínculo que terminó en que, cuando en el 80, 81, empezó a moverse la industria musical, al tipo que conocían era a mí. Al Mango fue la primera tapa de disco oficial que publiqué.

Yo venía ya de interesarme mucho en el diseño. Por aquellos días terminé trabajando en una agencia de Corto Buscaglia, y en el año 84 empecé a trabajar por mi cuenta. Apenas antes, ya comencé a trabajar para Orfeo y RCA, y luego para todo el resto de los sellos discográficos.

¿Qué otros trabajos discográficos llevan tu firma en la foto o diseño de portada?

R. F.: Es un poco inabarcable. Llevé un registro en algún momento pero no tengo documentación de todo eso porque el espacio era imposible de manejar, pero debo haber hecho mil y pico de portadas. Desde Alfredo Zitarrosa hasta Grupo Queguay, y lo que se te ocurra. Era muy ecléctico y no exclusivo en un solo palo musical. Lo que hay en el libro son laburos, trabajos que mayormente me encargaban. Pero las fotos de Comunafiesta, por ejemplo, son por iniciativa propia, incluso las de Montevideo Rock, aunque también tenía el encargo de Día Pop en ese momento. La verdad es que tenía el dedo en el gatillo todo el tiempo.

Dentro de la escena rockera, ¿con qué artistas llegaste a trabajar?

R. F.: Hice una cantidad. Los invasores, La Chancha Francisca, Resorte Reflexivo, Séptimo Velo, El Cuarteto de Nos, Níquel, un montón... Incluso, ahora que perdimos a Tüssi, también hice algunas fotos de él con Guerrilla Urbana que, aparentemente, saldrían en un disco a editarse en Brasil. Muchas eran fotos para contraportada de discos, para difusión y prensa, y otras directamente tapas. Pero, también, en un momento trabajé mucho con orquestas tropicales y murgas, desde Araca la Cana a los Diablos Verdes. Irte a las diez de la noche, a un club del Cerro, con una cámara Mamiya RB67 que valía 4 mil dólares era todo un riesgo, más un equipo de flash. Andaba con casi 7 mil dólares arriba. La idea siempre fue hacer un laburo integral.

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Los Estómagos en Comunafiesta, evento organizado en la tardecita del domingo 15 diciembre de 1985 por el novel Departamento de Cultura de la Intendencia de Montevideo, dirigido por Thomas Lowy. Insólitamente se reunieron más de 10.000 personas en la ladera del Parque Villa Biarritz. Además de Los Estómagos, actuó Zero, El Cuarteto de Nos, Flavia Ripa y Fernando Cabrera.

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¿Qué fotografía te evocó más directamente el momento retratado?

Gabriel Peluffo (Ga. P.): Las fotos que me llevan más directamente al momento son las “en vivo”, fundamentalmente las de Comunafiesta, donde se ve la cara de la gente y cómo era todo en ese momento, más allá de cómo éramos nosotros. Yo no me reconozco, parezco otra persona, un niño, un adolescente cantando. No me siento yo, aunque sea raro. Por eso, las que evocan el momento son las de Comunafiesta y Montevideo Rock. Tanto, que las vuelvo a sentir en el cuerpo aunque no me parezca mucho al chiquilín que está ahí arriba.

¿Podrías seleccionar una fotografía de las 160 publicadas en este álbum de banda y contarme una anécdota en relación a ella?

Ga. P.: Si bien es un libro de Los Estómagos, hay también otros artistas, no solo en Comunafiesta, sino en Montevideo Rock. Ver a Luca Prodan me hizo acordar a cuando entré en los vestuarios del Prado y Luca me miró fijo y dijo: “Los Estómagos…”  y levantó el pulgar. Me quedé paralizado, no supe qué decirle. Me sonreí, nada más.

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¿Tenías referentes concretos en todo este universo visual?

R. F.: El año pasado salió un documental ingles sobre el grupo Hipgnosis (Squaring the Circle: The Story of Hipgnosis de Anton Corbijn), que fue un célebre estudio de diseño y fotografía que hizo las tapas de Pink Floyd o Led Zeppelin, y con la escasa información que llegaba, salvando las diferencias, el centro mío pretendía ser algo igual. Ahora, viendo el documental, me di cuenta que lo que yo veía como una distancia tecnológica gigantesca no era tal. La distancia mayor estaba en lo que cobraban por el trabajo y el tiempo que le podían dedicar.

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Cementerio Central. De allí surgieron las fotos del primer (frustrado) disco simple del grupo. No había una planificación que marcara que tipo de fotos hacer, todo fue surgiendo de ese encuentro (por otra parte, era la primera vez que nos veíamos) Original en diapositiva color, reproducido en negativo color y filtrado.

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¿Estómagos fue la banda con la que más te involucraste? Trabajaste para casi la totalidad de sus publicaciones, tanto simples como LPs (Los seres vivientes (1985), La ley es otra, (1986); En la noche, (1986); Los Estómagos, (1987); No habrá condenado que aguante, (1988). ¿Qué tipo de relación desarrollaste la banda?

R. F.: Bueno, éramos amigos. Se generó un vínculo personal. En las primeras fotos del libro, que son en la calle, se hicieron como una de especie de bautismo de profesionalización de la banda. Ellos ya habían aparecido en San José (mítico concurso de bandas donde estrenan “Cambalache”) y en Canal 12 (donde tocan “La Barométrica”, por ejemplo). Esa sesión fue hecha con el fin de tener material de difusión y lo que iba a ser el primer simple. Aquel proyecto finalmente fracasó por un problema de fabricación, el famoso simple con las fotos del Cementerio Central. Fue fabricado, impreso y prensado, pero se dieron cuenta que habían puesto dos temas que no eran lo que estaban en la tapa. Esa edición se destruyó casi totalmente. Quedaron unos pocos ejemplares que los fanáticos se matan por tener. 

¿Tenés alguno de aquellos ejemplares sobrevivientes del primer simple?

R. F.: No, hasta hace poco lo tuve. Lo vendí porque precisaba dinero para otra cosa.

Gabriel, ¿conservás alguna indumentaria de las que se ven en las fotografías?

G. P.: No, fui de guardar durante mucho tiempo las cosas, pero hoy en día no, trato de no guardar nada. Miro para adelante y trato de no mirar muchas fotografías tampoco, más allá de que esto es un álbum emblemático de fotos y que está bárbaro… tiene una distancia temporal enorme. Miro para adelante.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

El primer álbum oficial de Los Estómagos, Tango que me hiciste mal (1985), es el único trabajo de la banda en el que no participas. ¿Por qué?

R. F.: Luego del simple fallido hubo una especie de corte con la banda y como no era mi única ocupación, lo tomé como una circunstancia laboral. Ellos hicieron ese primer disco con la ilustración de Pedro (Dalton, alias de Alejandro Fernández) y la foto de atrás la hizo Daniel “el Conde” Escardó. Eso salió y funcionó muy bien. Luego volvimos a trabajar y mantuvimos un contacto casi constante. Tan así que, de repente, Gustavo (Parodi) caía a preparar una caipiriña en mi estudio. Si bien había una distancia por una cuestión generacional —casi diez años—, había mucha confianza.

¿Siempre lo concebiste como un libro de imágenes?

R. F.: No, al principio la idea era que el libro tuviese testimonios de gente. De hecho, contacté a algunas personas vinculadas al grupo para recabarlas. Finalmente lo deseché.

Pero sí hay un texto de Renzo Teflón que los define: “Cuando vi por primera vez a Los Estómagos, quede impactado. (…) Parecían de otro planeta”.

R. F.: Claro, iba por ahí pero iba a ser un lío satisfacer a todos y fui desechando la idea. Renzo aparece en una de las fotografías de Comunafiesta, y me pareció interesante incluir su visión, la de un compañero de ruta, de una banda amiga.

¿Musicalmente qué te pasaba con ellos? Porque vos ya tenías una fuerte afición musical y una melomanía en estado avanzado.

R. F.: A mí me terminaron de impresionar en el Montevideo Rock I, cuando estuve arriba del escenario con ellos. Metían miedo, eran muy potentes. No te olvides que yo vi todas las bandas que andaban en la vuelta y nadie sonaba como ellos. La verdad que había problemas en la gran mayoría. Muchas las vi, incluso, al momento de grabar, en IFU. Cuando tuve el estudio en Arenal Grande, iba frecuentemente a tomar mate con el flaco Iglesias. Muchas bandas no estaban para grabar y los sellos las metían igual, porque no había una gran exigencia profesional.

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Montevideo Rock, 1986. El “Hueso” en primer plano y el público entregado al espectáculo. La calidad del gran angular 21mm de la Leica contribuye a la nitidez de las texturas y a que algunos concurrentes se hayan encontrado en esa foto, treinta y pico de años después.

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En el centro del libro, luego del registro en vivo del Festival Comunafiesta, hay retratos en primer plano de cada uno de los miembros estables en la banda: Peluffo, Parodi, Hernández, una vertiente fotográfica poco habitual.

R. F.: Es que la idea, cuando se concretó la posibilidad de editar y logré escanear todo el material, fue que tenía que ser un libro gráficamente rico y no solo un registro de prensa y discográfico; tenía que ganar desde el aspecto gráfico. Esos retratos resultaron ser muy interesantes. El retrato es una vertiente fotográfica que me interesa mucho.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Hay una portada de disco que combina tu trabajo como fotógrafo y diseñador. La ley es otra, con esas líneas diagonales que seccionan la fotografía fue un recurso, ¿verdad?

R. F.: Sí, porque justamente se produjo el cambio de baterista, pasaron de Leo Baroncini a Marcelo Lasso. Ya habíamos hecho las fotos con Leo y hubo que hacer nuevas fotos con Marcelo y mezclarlas. Photoshop no existía, así que la única forma era mecánicamente, cortando y pegando. En la reedición del vinilo le quitamos las líneas. (Incluimos en el sobre la foto original, donde estaba Leo y también una de Comunafiesta donde aún tocaba Baroncini).

Hay varias fotografías disparadas con fines de difusión que jamás fueron utilizadas. ¿Cómo era el comportamiento de la banda durante las sesiones? ¿Vos mandabas?

R. F.: No, yo por criterio personal nunca mando. Trababa de que se dieran las situaciones, pero ellos mismos se regulaban. Hay algunas fotos donde se les ve haciendo pavadas, pero llegaba un momento en que asumían el trabajo y cambiaban la postura. No había ninguna marcación de seriedad, cualquier cosa podía servir.

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Montevideo Rock, 1986. Fotografías hechas desde el mismo escenario, con película de altísima sensibilidad, color. El privilegio de oír sonar la banda desde el mismo lugar donde se estaba produciendo la música. La iluminación era bastante precaria, pero eso contribuía al clima.

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¿En qué momento tomás dimensión de la trascendencia de la banda y la contundencia de su repertorio?

En Montevideo Rock. Ahí fue cuando pasaron a un plano de importancia mediática y de propuesta. Por la diferencia de edad yo había visto a casi toda la oleada anterior del rock. Yo trabajé como sonidista en mi pueblo (Santa Lucía). Trabajé con Los Delfines, Los Campos, con Tótem, con todos… y los vi sonar, estuve con ellos en el escenario y sé lo que era. Tenía un gran antecedente. Es muy difícil trasmitir lo que por entonces generaban Los Delfines sobre el escenario, era casi una banda inglesa. Eran muy buenos músicos y se sonaban todo con sus equipos ingleses. Pero había unas diferencias técnicas muy acentuadas. Lo que hoy en día es un estándar de que las bandas tengan sus monitores, antes no existía, era todo para adelante: Tótem, Delfines, todos. Los equipos de voces iban a una consolita de cuatro canales y de ahí para el frente. Arriba del escenario no tenían ni idea de lo que pasaba. Yo hice música también y seguí bastante conectado a la experimentación de sonido, por eso puedo hablar con propiedad.

El registro del video clip de “Avril”, corte audiovisual del No habrá condenado que aguante, deja bien en claro la escasez de recursos de la época, con Julio Sonino como cameran haciendo los travelling en una silla de ruedas, mientras un asistente lo empuja y otro carga la mochila U-matic.  

Usualmente, andabas con dos cámaras, ¿una con película a color u otra con rollo monocromático? ¿Qué vericuetos recordás para trabajar?

Claro, aquello se hizo en el teatro de verano de Colón. Yo no sabía ni de su existencia. Yo andaba con una cámara de formato medio con rollo a color y una Leika con película blanco y negro. Lo que nunca era abundante era la película.

En varios momentos recurrís a la copia por contacto de los negativos, dando cuenta de la secuencia y contexto de una sesión. ¿Es una decisión gráfica estética o una forma de incluir la totalidad del trabajo en la publicación?

Por ambas, pero fundamentalmente porque es una parte de la cocina del trabajo que generalmente no se ve. Me pareció interesante y, al mismo tiempo, un recurso estético gráfico.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

¿Tendrías insumos para un libro como este de otro proyecto artístico?

De una banda completa, no. Lo que sí tengo, y de hecho hubo una propuesta de Argentina para desarrollarlo, es un enorme catálogo de músicos uruguayos.

El recorrido de este trabajo culmina con los primeros registros de la banda sucesora, una sesión fotográfica de Buitres. ¿Por qué?

El manager en ese momento final de Los Estómagos y principio de Buitres era Gerardo Michelín, muy amigo mío, y me planteó la IDEA. Está hecha en un boliche por Arroyo Seco con la finalidad de generar material de difusión. Eran fotos para prensa, pero que nunca se usaron; solo alguna se publicó en un libro que posteriormente escribió Daniel Figares. Esta es la primera vez que se publica la sesión completa. Soy consciente que en ese momento que había avanzado en la calidad de mi trabajo y en las exigencias que yo mismo me imponía, por eso creo que esas fotos tienen un carácter superior.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Por Carlos Dopico
Carlos Dopico