En cuanto entraron al recinto, sabían que era un caso perdido. Rompieron la promesa. La que, dos meses atrás, su amigo les había hecho decir en voz alta tras entregarles las invitaciones. “Si lo arruinan, no me hablen más”, había sentenciado, después de explicarles las reglas. No podían tomar más que uno o dos whiskys, tampoco pelearse con cualquiera de sus tíos. Meterse con sus primas estaba terminantemente prohibido. Si acataban, el casamiento de su hermana estaría a salvo.  

Todo iba bien hasta las seis de la tarde de ese día. Ya habían conseguido los trajes, incluso uno se había comprometido a ponerse corbata. La noche anterior se acostaron a las cuatro y media de la mañana. Para ellos, eso era acostarse temprano. Habían acordado salir los tres juntos desde la casa de uno de ellos. Ahí estuvo el error. 

Una botella de Jack Daniel´s en la cocina fue la que desbarató el plan. Prometieron que sería solo una medida. Cuando la terminaron, una segunda vuelta no parecía algo tan drástico. En la tercera, ya se habían sacado los blazers y se habían puesto cómodos en el sillón. Así continuaron, sirviéndose medidas, arrugándose las camisas, buscando en la billetera cualquier resto de algo que ayudara a levantar –todavía más– el ánimo.  

Ahora, con los ojos desorbitados, aplanándose las camisas o peinándose con las manos, estaban en la entrada del lugar, buscando a su amigo. “¿Hacemos como si nada, o se lo decimos?”, preguntó uno. “No creo que se dé cuenta, no estamos tan mal”, susurraba otro, mientras avanzaban por el salón. Evitaban la charla de cualquier conocido, limitaban a agradecer los cumplidos de alguna tía que los conocía desde niños. Hasta que lo vieron. O, mejor dicho, los vio.  

De traje color claro, saco abotonado y sombrero, cruzó el salón de punta a punta, manteniendo la compostura, sin ánimos de hacer un escándalo. Al llegar, bastó clavar la mirada para saber cuál era el mayor responsable. Uno se había esforzado en ponerse corbata, no podía ser él. El otro era un caso perdido hacía rato. El culpable tenía que ser el único que estaba peinado, rasgo que lo delataba.

“Dijiste uno o dos whiskys durante el casamiento, no antes”, le contestó a su mirada y se irguió en una postura altanera. Los otros dos comenzaron a reírse, el de corbata incluso lo tomó de los hombros. Por más enojo que tuviera, no pudo evitar la sonrisa.  

Aunque esta historia podría ser verdad, forma parte de la serie de ficción que nosotros llamamos "Fotos pioneras", en honor al Pionero Bar en Santa Mónica, donde se encuentran expuestas. Lo que sí es verídico es que son los integrantes de The Rolling Stones en una fiesta. El lugar es Nueva York. La fecha es el 18 de enero de 1983. La persona detrás de la cámara es Ebet Roberts.  

Ese año salió Undercover, un disco ecléctico que surgió a partir de las tensiones entre Mick Jagger y Keith Richards. El primero buscaba adaptarse a las tendencias musicales del momento, el segundo quería volver a las raíces blues de la banda. 

Dos años antes, había salido Tattoo You, el álbum que incluyó a "Start Me Up", un lado A más rock and roll y un lado B más blues.

Ebet Roberts, el ojo detrás de esta fotografía, nació en Memphis y se mudó a Nueva York. En 1977, abandonó la pintura por la fotografía. Documentar la escena musical de ese entonces, principalmente la explosión del punk, pudo más. 

Su trabajo ha sido exhibido mundialmente y ha sido parte de publicaciones como Rolling Stone, GQ, Playboy, The New York Times, Time, entre otras. Ha fotografiado a otros como Bob Marley, Bob Dylan, The Ramones, Bruce Springsteen, Talking Heads, The Clash y Bon Jovi. 

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The Music Photo Gallery estará presenta en la temporada de verano uruguaya del 2024 junto al club cultural Pionero. La exhibición, dentro del propio bar, incluye fotografías nunca antes vistas en grupo donde convergen las obras de fotógrafos como Chris Stein, Mick Rock, Bob Gruen, Ebet Roberts y Roberta Bayley.

Las fotos documentan la escena musical de los 70 y revelan un Nueva York entrando en lo punk y en la new wave. Comienza con una imagen de Debbie Harry mirando a la cámara comouna supermodelo hasta los primeros días en CBGB, donde Chris Stein solía tocar como miembro de la banda Blondie y compartía el escenario con The Ramones, New York Dolls, Suicide, DEVO, Television y Lou Reed, entre otros.

Se suma al registro la primera ola del punk británico con piezas de los Sex Pistols y The Clash que trajeron una actitud agresiva y una nueva imagen rebelde a la escena de las bandas. Hay retratos de Joe Strummer, Mick Jagger y Keith Richards, Debbie Harry, Prince, Bob Dylan, Ramones, Iggy Pop, John Lennon, Sid Vicious, Patti Smith y David Bowie y muchas imágenes de las grandes bandas tocando en vivo en los años 70.

El Pionero Club es un bar cultural ubicado en el balneario de Santa Mónica (km 177,5 de la Ruta 10) entre dunas, el océano y la laguna de José Ignacio, con un paisaje que remite al Lejano Oeste. Está inspirado en una iglesia de rock and roll ubicada en New Orleans, con un escenario como centro neurálgico. Los acordes de las guitarras eléctricas convivirán con exposiciones internacionales fotográficas.

Los negativos de las fotografías continuarán en exhibición hasta marzo de 2024. Todas las fotografías de la exhibición estarán disponibles para la venta en forma exclusiva para Uruguay y podrán adquirirse directamente en el Pionero o a través de la página web de la galería (www.musicphoto.net).