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Contenido creado por Federica Bordaberry
Literatura
La resaca del Cervantes

Los poemas de Cristina Peri Rossi que laten en algunos

Beat consultó a lectores de poesía de Cristina Peri Rossi, la tercera uruguaya en ganar el Premio Cervantes.

04.05.2022 11:54

Lectura: 8'

2022-05-04T11:54:00-03:00
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Por Federica Bordaberry

Al Premio Cervantes solo lo han ganado tres uruguayos. El primero fue Juan Carlos Onetti en 1980. La segunda, ya mujer, fue Ida Vitale en 2018. En 2022 aparece con el mérito otra mujer (la sexta dentro de todas las mujeres que recibieron el Cervantes alguna vez), que vivió más en España que en su país de origen, que respira exilio, que escribe sobre lo erótico y sobre lo político, lo esencialmente político.

Cristina Peri Rossi, esa niña que nació el 21 de noviembre de 1941 y que, según su autobiografía de niñez y de juventud, creció apegada a una madre que la defendería (y a veces la expondría) a un padre alcohólico. Que creció leyendo literatura de hombres, pero que se encontró con mujeres y quiso, con todo su cuerpo, jugar a ese oficio tan peligroso que combina el ser escritor y el ser mujer. Creció leyendo sola y enamorándose de otras mujeres.

“Una mujer me baila en los oídos”, escribiría en el comienzo de Evohé (1971), ese poemario que apareció un año antes de exiliarse en Barcelona y que es erótico a más no poder.

La palabra "mujer", qué importante es en ella. Será repetida en este texto de manera desmedida, sin pudor alguno.

Esa niña, que de mujer escribiría novelas, cuentos cortos, poemas y autobiografías, creció en una familia de inmigrantes pobres, en Montevideo, sufrió de tuberculosis en el campo de sus tíos, no le gustaba comer y se colgaba de la portera cuando los peones movían el ganado o los caballos.

Cuando fue adulta, cuando la niña fue grande, estudió literatura comparada y dio clases. Fue periodista. Se fue a Barcelona exiliada, porque se había prohibido incluso su nombre. Desde entonces, decidió que no volvería porque para tener nostalgia de Montevideo y de Barcelona, prefiere tener solo de su ciudad de origen. Es una decisión inteligente, lógica. Se fue y dejó todo atrás el el 20 de octubre de 1972.

Antes de los 30 años, había ganado tres premios literarios: el Narrativa Arca por Los museos abandonados, el Novela Biblioteca de Marcha por El libro de mis primos, el Inventario Provisionales de Poesía por Exactamente como los argelinos en París.

Después de instalada lejos, fuera del origen, en esa ciudad en la que ella no es ni catalana, ni española, sino que es uruguaya de manera muy clara (a pesar de sus cincuenta años viviendo allí), apareció La nave de los locos. Esa obra es considerada como la novela hispanoamericana más importante después del boom latinoamericano (según la academia y los críticos).

Desde aquel entonces (desde 1972) toda su obra se editó en Europa, generalmente primero en España, pero a Uruguay llegó poco de todo aquello. Empezó a hacerse presente en nuestras librerías, recién, hace diez años, cuando la editorial HUM y Estuario (uruguaya) empezó a hacer las ediciones nacionales de la obra de Cristina.

Es una escritora, una mujer, una exiliada, que ha sido más importante para el mundo que para nosotros. Allá, en su segundo país, en España, ganó el Premio Ciudad de Barcelona de 1991, fue la primera autora en ganar el Loewe de poesía y publicó su poesía reunida con la editorial Lumen en 2005.

El 10 de noviembre de 2021 le dijeron que, sumado a todos aquellos premios españoles, sería la ganadora del Premio Cevantes, ese premio que se dice que es el más importante de la literatura en español. Ese premio que lo entrega el Rey y que se llama como el autor de Don Quijote de la Mancha, quizá la obra más importante de la historia de la literatura española.

Hace dos semanas que Cristina Peri Rossi tendría que haber ido a buscar su premio, haber leído su discurso en una ceremonia, pero no pudo. Por cuestiones de salud, la tercera uruguaya en recibir el Cervantes no estuvo presente y, en su nombre, envió a la actriz argentina Cecilia Roth.

Desde Beat, consultamos a personas, algunas que son artistas, otras que son psicólogas, otras que enseñan y otras que se dedican al comercio, sobre cuáles eran sus poemas favoritos de Cristina Peri Rossi. Nos interesó, como siempre decimos, entender dónde late nuestra cultura en los propios uruguayos. Entendimos que, si la cultura somos nosotros, entonces había que consultarnos. Estas personas que aparecen debajo, sabemos, son lectores asiduos de Cristina y todos tienen menos de 30 años. 

Fabián Rojas, que es uruguayo, que es director de cine y que tiene 28 años, que vivió un tiempo en Barcelona a cuadras de la casa de Cristina y que cree que (realmente quiere creerlo) cuando fue a ver La noche de 12 años al cine podría haber compartido sala con ella, la lee y la devora. Él adora ese poema llamado Montevideo, del poemario Estado de exilio (2001).

Dice así:

Nací en una ciudad triste

de barcos y emigrantes

una ciudad fuera del espacio

suspendida de un malentendido:

un río grande como mar

una llanura desierta como pampa

una pampa gris como cielo.

Nací en una ciudad triste

fuera del mapa

lejana de su continente natural

desplazada del tiempo

como una vieja fotografía

virada al sepia.

Nací en una ciudad triste

de patios con helechos

claraboyas verdes

y el envolvente olor de las glicinas

flores borrachas

flores lilas

Una ciudad

de tangos tristes

viejas prostitutas de dos por cuatro

marineros extraviados

y bares que se llaman City Park.

Y sin embargo

la quise

con un amor desesperado

la ciudad de los imposibles

de los barcos encallados

de las prostitutas que no cobran

de los mendigos que recitan a Baudelaire

La ciudad que aparece en mis sueños

accesible y lejana al mismo tiempo

la ciudad de los poetas franceses

y los tenderos polacos

los ebanistas gallegos

y los carniceros italianos

Nací en una ciudad triste

suspendida del tiempo

como un sueño inacabado

que se repite siempre.

Lo mismo dijo Sofía Puig, que tiene entre 29 y 30 años, que educa a otras personas, que es directora del programa Enseña, que se dice a sí misma “feminista”. Y lo dice muy firme.

Hay una mujer que es argentina, que tiene vínculos familiares con Uruguay muy fuertes y que es lectora de poesía en general. Mastica poesía. También la escribe. Tiene 25 años y es psicóloga, trabaja con cerebros ajenos con el cuidado con el que se debe bordar un vestido a mano. Ella, que tiene ese libro llamado Detente, instante, eres tan bello, que reúne su poesía completa, eligió un poema dentro de Diáspora (1976).

Dice:

En sus ojos acuosos

hubiera navegado toda la vida

si no fuera

que no tienen orillas.

Está Eugenia, una mujer de 25 años que sigue las redes de Beat y que, cuando fue consultada, dijo Descripción de un naufragio. Que es un poemario entero, que quizá se refiera a alguno en particular allí dentro, pero que un poema ahí dentro son todos.

Y está, también, Matilde Penadés. Esa mujer que tiene una edad parecida a la de todos los que pasaron sus poemas. Que estudió Bellas Artes, que estudió fotografía y que ahora estudia Comunicación Social. Ella, dice, tiene colgados dos poemas de Cristina en su cuarto. Son estos:

Tango

La ciudad no eras vos

No era tu confusión de lenguas

ni de sexos

No era el cerezo que florecía -blanco-

detrás del muro

como un mensaje de Oriente

No era tu casa

de múltiples amantes

y frágiles cerraduras

La ciudad era esta incertidumbre

la eterna pregunta -quién soy-

dicho de otro modo: quién sos.

La pasión

Salimos del amor

como de una catástrofe aérea

Habíamos perdido la ropa

los papeles

a mí me faltaba un diente

y a ti la noción del tiempo

¿Era un año largo como un siglo

o un siglo corto como un día?

Por los muebles

por la casa

despojos rotos:

vasos fotos libros deshojados

Éramos los sobrevivientes

de un derrumbe

de un volcán

de las aguas arrebatadas

Y nos despedimos con la vaga sensación

de haber sobrevivido

aunque no sabíamos para qué.

Último, aparece de forma inevitable la editora de Beat a la que se le colma el cuerpo con pocos poetas, en general, pero que cuando las lee a Idea Vilariño y a Cristina Peri Rossi le aparece fuego corriendo por las venas como si se tratara de una nicotina de las palabras. Federica Bordaberry, que tiene 25 años, que es periodista, se desarma cada vez que lee un poema llamado No quisiera que lloviera, que está en el poemario Arqueología amorosa (2019).

Dice:

No quisiera que lloviera

te lo juro

que lloviera en esta ciudad

sin ti

y escuchar los ruidos del agua

al bajar

y pensar que allí donde estás viviendo

sin mí

llueve sobre la misma ciudad

Quizá tengas el cabello mojado

el teléfono a mano

que no usas

para llamarme

para decirme

esta noche te amo

me inundan los recuerdos de ti

discúlpame,

la literatura me mató

pero te le parecías tanto.

Por Federica Bordaberry