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Teatro
El otro manifiesto

Luciana Emancipada, una obra sobre los anhelos y la rabia de lo no dicho

La obra, dirigida y escrita por Nacho Revello, estrenó por primera vez en la Sala Lazaroff con una escenografía surrealista y fluorescente.

18.10.2023 18:06

Lectura: 14'

2023-10-18T18:06:00-03:00
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Por Federica Bordaberry

Las baldosas se distorsionan con el espacio. Con la mirada, con la proyección, no. Se van deformando de izquierda a derecha.

Del lado geométrico, una televisión, una heladera-puerta hacia los distintos pasados o una entrada para los personajes, una pared empapelada que funcionará de pantalla para proyectar y de cortina transparente para ver hacia el otro lado.

Del lado surrealista, una cocina, una mesada, una caja de donde saldrá la cabeza de uno de los personajes pintada como una pelota de fútbol.

En el centro, donde se sentará Luciana prácticamente toda la obra, un sillón, una mesa. Sobre esta, resaltadores, una computadora, un cuaderno.

Los colores son miles, son fluorescentes, son extremos. Luciana Emancipada, la última obra de Ignacio, o Nacho, Revello (1991), es un “antológico viaje de ácido, sin drogas, y sin salir de un monoambiente en Parque Rodó. Protagonizado por una casi treintañera que conoció la palabra ‘antología’ gracias a la canción de Shakira. Recuerdos, sueños y anhelos: tres palabras para describir una novela de Cris Morena. Alucinaciones, pesadillas y gritos de socorro describen mejor este musical frustrado para una actriz sin oído".

Nacho Revello, que es actor, guionista, director de cine y de teatro. Que ganó un Premio Onetti con su obra Manifiesto para Unicornios Insatisfechos. Que ahora estrenó su segunda obra. Que hizo la película Adultos acabados, que tiene cortometrajes de su autoría y que colaboró con el cine uruguayo en general.

Está en cartelera desde el 13 de octubre e irá hasta el 4 de noviembre en la Sala Lazaroff, esa sala moderna en el Intercambiador Belloni, en Av. 8 de Octubre.

Baja la música de la sala y las voces del público se transforman en susurros. Se apagan progresivamente hasta que lo hacen de pronto. Una mano sale desde adentro del sillón. Trepa, escala, y sale Luciana, el personaje principal de la obra.

Dirá mucho, muchísimo. Algunas de sus frases, y las de otros personajes, estarán aquí. Otras, no. La mayoría, de hecho, no.

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LatidoBeat: ¿Dónde, en tu infancia en Durazno, entra la necesidad tanto de actuar, de generar o ver teatro, de generar o ver cine? ¿Dónde está el origen?

Ignacio Revello: Creo que en las novelas de televisión que miraba de niño, como Muñeca Brava con Natalia Oreiro, que la miraba con mi hermana. Las novelas de TV Globo, que las cito en Manifiesto para Unicornios Insatisfechos y también en Luciana Emancipada, que miraba en Canal 12 con mi madre.

Las novelas fueron las primeras cosas de ficción con las que tuve contacto. Con los dibujitos, sí, pero esto tiene esa cosa de verlo en familia y que no fueran dibujitos. También era ver algo más para grandes, ver esos mundos. Creo que despertó curiosidad y muchas preguntas. Yo preguntaba mucho y mis padres a veces me respondían que eso no lo viera, que fuera a jugar, porque empecé a ver novelas con siete u ocho años.

Foto: Reinaldo Altamirano

Foto: Reinaldo Altamirano

LB: Con el tiempo, uno se empieza a formar por otras personas que hacen lo que nosotros queremos hacer, de forma directa o indirecta. ¿Quiénes son esas personas para ti?

IR: Son unas cuantas. Lo primero que me voló la cabeza fue Bienvenido a casa de Roberto Suárez. La vi en vivo y todo lo que hace Roberto, en general, me encanta. En teatro empecé a ver obras de Marianella Morena y de Fernando Nieto en su momento. Demonios de Marianella y Blu de Fernando Nieto.

Después de ver esas obras hice talleres con los directores y absorbí de todo. Desde la actuación, pero también con Marianella y con Fernando fue con los primeros con los que empecé a escribir para teatro. De hecho, con Marianella en un taller que hicimos escribí lo primero que terminó en Manifiesto para Unicornios Insatisfechos, años después. Con Gabriel Calderón, también.

Todos estos fueron grandes influencias. Marianella me introdujo a Mark Ravenhill, un inglés que leo y me interesa. Tengo muchísimos, pero creo que ellos fueron los disparadores.

LB: Me hablaste de influencias que vienen del teatro, ¿hay alguien vinculado al cine o a la literatura?

IR: Me marcó mucho Injuria, un libro de Apegé. Tengo mucha tendencia de ver cosas y después terminar haciendo un taller. Esta cosa de ir a buscar formarme con esta gente. Me gusta mucha gente, y creo que tiene que ver con el tipo de formación que se da acá. Pero no tengo grandes referentes, al menos uruguayos, de cine. Creo que mis influencias son muy teatrales.

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Luciana dice, en algún momento, lo siguiente.

“Recordatorio: no teñirme de rubio platinado y no garcharme hijos de personas con potencial de cagar un país. Eso”.

“El obituario dirá: murió de sobredosis de cafeína, videos de gatitos y películas de Julia Roberts”.

Su madre, en diálogo con ella, esto:

“A los quince años, cuando vi mi primera película de Marilyn, me quise teñir de rubia. Pero no le di el gusto a la bruja. Ni si quiera los últimos años cuando era una planta. Esperé a que se muriera y caí al velorio como Susana Giménez, platinada hasta la médula y de lentes de sol, ¡regia!”.

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LB: En tu obra está presente ese carácter de comedia que juega mucho con la decadencia, pero desde un lugar muy honesto. Por alguna razón, termina siendo bastante más luminoso de lo que uno esperaría. Obviamente, hay tantas interpretaciones como personas vean las obras. ¿Cómo es para ti tú obra?

IR: Siento que ahí digo lo que no me animo a decir. Tiene que ver con esto de ser del interior y de ser un niño tímido, introspectivo, aunque cada vez me fui abriendo más, si bien siento que lo sigo siendo. Hay como una cosa en mí de todo lo que no dije, y quise decir, y todo lo que no me animo a decir. Mi obra parte de ahí.

Foto: Reinaldo Altamirano

Foto: Reinaldo Altamirano

Mis personajes hacen lo que, a veces, me cuesta hacer. Hay gente que empatiza, o se sienten identificados, y creo que tiene que ver con esto de generar un mundo donde sea un Montevideo, pero un poco corrido. También lo hecho con el campo, pero corrido. En Luciana hay eso de buscar lugares como la identificación, pero el lugar de lo que no te animás a decir donde habitás usualmente.

LB: Si tienen algo en común Manifiestio de Unicornios Insatisfechos y Luciana Emancipada es el Premio Juan Carlos Onetti. El primero fue ganador y este fue mención, ¿por qué los premios?

IR: Es una motivación que he encontrado. Me pasó que con Unicornios hacía mucho que quería escribir una obra. Escribía, escribía, pero nunca la terminaba de concretar. Vi lo de los Onetti y me puse una fecha límite. De hecho, la terminé el día que cerraba el plazo y la mandé.

Con Luciana, me pasó lo mismo. La escribí ensayando Unicornios. De hecho, hay varios guiños que, quienes la vieron, los van encontrar, de texto y demás. Está lo difícil de hacer cuestiones artísticas en Uruguay y esto ayuda a financiarlo. Hay, también, una cuestión personal de cerrar los textos que me obliga a poner una fecha. Es tan simple como eso.

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“Que sentimiento de mierda sentirse inspirada por sentirse como la mierda, ¿no? ¿Sabés que siempre sentí que iba a componer un hit? No tendré el talento para escribir, ni la voz para cantar, ni la paciencia para tocar un instrumento, pero hay algo ahí, algo de estar tantos años escuchando música, analizando discos, no sé, es como que me prepararon para esto. Tantos años de videoclips en la ducha, de conciertos en bombacha y con desodorante en mano. No sé, digo, ¿qué tan difícil puede ser hacer una canción? ¿No?”.

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LB: A ti te interesa, además del teatro, el cine. Son dos lenguajes muy distintos a la hora de escribir. Has escrito ambas. ¿Cómo pasás de una cosa a otra?¿Creés que tenés un cine más teatral, como puede ser el Wes Anderson ahora, o un teatro más cinematográfico?

IR: Me pasa siempre que la gente que ve mis obras me dice que qué cinematográficas que son y vice versa con el cine. Siento que se mezcla. Según el proyecto trato, cada vez más, de no limitarlo. Tiene que ver con el hecho de que siempre van a tener un poco de ambas. Para mí es lo lindo. Se tocan en el lenguaje hasta en la forma de hacerlo.

Hay una forma de hacer teatro y una forma de hacer cine. Me pasa ahora con esta obra que sentí, en un momento, que era un rodaje. Mi formación siempre fue simultánea. Mientras estudiaba cine, también estudiaba actuación y, a la vez, teatro. Me hace tener como una esquizofrenia de mezclar todo que a mí me gusta.

En cuanto al lenguaje en sí, creo que sí se mezclan y trato de habitar ese borde cada vez más. Ese borde que no sea tan así, que tenga un poquito de cada uno. Creo que es lo que lo hace cmás interesante, estar un poquito en cada lado.

Foto: Reinaldo Altamirano

Foto: Reinaldo Altamirano

LB: Predomina, más que el lenguaje de cada género, ¿tu idenidad?

Sí, es como que lo voy soltando. Muchas veces genera discusiones, en el buen sentido, pero me dicen, “esto es así, se hace así” y yo pregunto, “¿por qué?”. También traigo mucho del audiovisual que, para las obras, me junto con los diseñadores antes que con los actores, para crear la escenografía, el vestuario y tener una identidad clara y así transmitirsela a los actores. Cuando entré a dirigir obras, para mi era algo súper normal y me di cuenta de que no lo es tanto. No digo que haya una forma que esté bien o mal, pero trato de hacer mi forma, robando cositas, lo que a mi me va sirviendo.

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“Italianos intentaban incendiarme. Incendié iglesias. Ingleses imparciales intercedieron. Ibiza. Insectos impresionantes, isleños impacientes, Ícaro insolado. la toman de las piernas abajo, la tocan”.

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LB: Sos de Durazno e imagino que, crecer en el interior, te marcó de formas que a un montevideano no. ¿Vos lo ves en tu obra eso?

Sí, lo veo y me sorprende cada vez más. Lo niego y lo abrazo, todo el tiempo. Arranqué haciendo los primeros cortometrajes y ahí lo negaba. Lo negaba, o no tenían nada que ver con ser del interior, o nada que ver conmigo, con quien soy. Pero mi corto de egreso fue un corto que lo filmé en Durazno y era muy del campo.

Viéndolo, siento que es mi yo adolescente. Esa cosa que muchos hacemos de hacer nuestra propia versión en pantalla. He ido yendo y viniendo y, últimamente, creo que lo abrazo cada vez más. Me pasa que en la serie que hice, en la obra de ahora, veo en varios de los personajes versiones que soy o fui y muchas tienen que ver con eso, con abrazar ese niño adolescente.

LB: Pero también ese haber crecido en Durazno y después irte para Montevideo te dio la habilidad de fragmentarte.

IR: Sí. Cuando viví en Durazno hubo una cosa de no estar presente, del anhelo de querer venir a la capital. Hay una cosa de el ahora estando acá, el volver a eso, a lo fragmentado. Volver a lo que no vi de niño y adolescente, eso del presente. También tiene que ver con mi sexualidad y más en el interior. Creo que con eso de lo fragmentado hay mucho de ir y venir. Cuando lo transmito en lo que hago, hago paz con eso de lo no vivido.

Ahora, por ejemplo, en mi obra hay una quinceañera y se habla de eso de los quince. Hay algo de fantasear con la vida de quinceañera que engloba la adolescencia, la fantasía. De eso hay mucho en mi obra.

Foto: Reinaldo Altamirano

Foto: Reinaldo Altamirano

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“-Esta me gusta mucho más, ¿quién es? La del guardaespaldas, ¿no?

-No, mamá, esa es Whitney Houston. Esta es María Carey, la de no hay un héroe como tú, ¿sacás? Pero este es un disco más nuevo. The Emancipation of Mimi. En español sería la Emancipación de mí misma”.

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LB: Manifiesto para Unicornios Insatisfechos empezó en un circuito más under, en aquel momento en Barrio Sur, en Espacio Palermo. Después, terminó en el Solís. ¿Cómo fue esa experiencia?

IR: Fue un muy lindo viaje. Estrenamos en plena pandemia, había muy pocos asientos y había muy pocos espectáculos en la vuelta. Teníamos ese privilegio de poder hacerlo, pero era una experiencia muy extraña. Fuimos haciendo un par de temporadas hasta que las últimas dos fueron en la Zavala Muniz con el aforo completo, la sala llena. La obra se fue transformando y hubo reemplazos por ser un elenco tan grande.

Se fue dando todo muy orgánico, de menos a más. Pasamos a un teatro cada vez más grande, a más gente, agregando cositas acá y allá. Fue mi primera obra y era una obra con doce actores y toda esa infraestructura. Era muy ambicioso, pero viniendo del audiovisual, donde había dirigido cosas grandes, no lo había pensado. Era un monstruito medio grande, pero fue progresivo. Pero cada nueva temporada había que volver a rearmar esa máquina, que era, entre equipo y actores, veinte personas y volver a coordinar todo eso.

LB: El público que va a Espacio Palermo y el público que va al Solís es distinto, ¿sentiste una diferencia en el público?

IR: Fue una ampliación, se diversificó. Creo que con la llegada al Solís llegó el hate, que es lo que llega con algún tipo de masificación. Igual, fue divertido. Comentarios en Facebook de señores que, en Espacio Palermo, no lo teníamos. El que iba, claramente, sabía más o menos a qué iba. El Solís llevó eso. Llevó el hate, por un lado, pero también comentarios muy lindos, de un público distinto. Estaba ese público más joven de Espacio Palermo que se diversificó en el Solís. Recibimos como comentarios muy lindos y se generaron cosas muy lindas.

Para quienes no la vieron, al principio arrancaba con un actor haciendo un monólogo y eso fue creciendo. Al haber mucha gente, empezó a pasar que hubo mucha interacción con el público. Un día bajó una señora e hizo un Tik Tok. Ese tipo de cosas que creo que no hubieran pasado en pandemia

LB: El flyer de Luciana Emancipada dice “musical frustrado para una actriz sin oído”, que es el anti atractivo, ¿por qué tomás ese tipo de decisiones a la hora de comunicar?

Foto: Reinaldo Altamirano

Foto: Reinaldo Altamirano

IR: Creo que tiene que ver con la honestidad, con esto de obligarme a ser honesto. Es algo que necesito en mi vida y trato de pasarlo a lo que hago cada vez más. Empecé escribiéndola, intentando hacer un musical que no me salió, y la obra tiene eso. Habla mucho de la filtración y habla de las crisis existenciales. Me pareció que era un buen subtítulo. Como la obra es muy honesta, sentí que iba con eso. Fue casi como una nota para mí y por qué no dejarlo. Esas son varias decisiones de las que tomo últimamente. Tienen que ver con eso, con la honestidad.

LB: Lo interpreté como un burlarse del teatro solemne.

IR: No fue como apuntado a eso, ni a nada, ni a nadie, en particular. Es ser honesto con lo que sea, con el éxito y el fracaso, justamente, y con lo que estamos haciendo. Sacarle a todo lo que hago la solemnidad, reirnos un poco de eso. Cada vez trato de ir como un poquito más, un pasito más.

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-"A veces pienso que el silencio absoluto no existe. Y, ¿por qué tengo que dormirme escuchando el aire acondicionado? Eso también lo pienso. Yo tengo que dormirme escuchando algo. Sí. No, música no. Porque me hace viajar, me lleva a otro mundo. A la mitad del campo donde estoy sola y hay peligro, y yo necesito sentirme más acá. Rodeada de edificios, de humedad. El sonido del aire me da eso. Es un sonido artificial, pero relajante. No es ese falso silencio de la naturaleza. Nunca creí en eso. La ciudad te prepara, te avisa del peligro. La naturaleza, no. Se disfraza de caperucita y siempre hay un animal o hay un trueno...

-Dejate de joder, Lu...".

Por Federica Bordaberry