Por Sofía Durand Fernández
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NAFTA le hace honor al nombre. El soul, R&B, y hip hop en sus dos álbumes, NAFTA (2019) y NAFTA II (2023), son el combustible para gestar groove. Sabiendo dónde y cuándo hacer que suene cada cosa, son capaces de crear un clima y también crear historias.
Porque NAFTA no solo cuenta con un sonido pulcro, pero cargado de sentimientos. Los dos álbumes se unieron en una sola historia que incluye material audiovisual, en el que los personajes habitan escenarios de la vida cotidiana y pertenecen a una narrativa que acompaña las canciones.
Ya se han presentado en Montevideo, incluso formaron parte de la grilla de la última edición del Cosquín Rock. "Estamos enamorados de Uruguay", dice Magamo, líder del grupo, en entrevista con Latido BEAT. Hay algo que es irrefutable: es un amor correspondido.
En esta ocasión, se presentarán en el marco del Festival Buena Vibra en Montevideo, el 7 de septiembre. Las entradas se pueden adquirir aquí.
¿Cómo se lograr gestar un proceso creativo entre 10 personas y generar algo con el nivel de armonía que tiene NAFTA?
El sonido no se gestó de un día para el otro, pero siempre se compuso grabando, sobre todo al principio. Ahí vos podés probar un montón de cosas, como mutear cierta parte de un tema o cambiar un estribillo y vas componiendo, armando cada piecita del rompecabezas para que todo tenga su lugar, que nada esté amontonado y lograr desde la simpleza, sofisticación. En general, la conducción del proyecto está a mi cargo, eso a veces facilita las cosas en relación con otros proyectos que he tenido, en los que hay más voces opinando sobre todo, o que las decisiones se toman entre un conjunto de personas. Acá hay una especie de capitaneada por mi parte, igualmente está abierto a que cada uno proponga lo que sea, pero hay un rumbo marcado desde mi lado y eso facilita las cosas. Hay muchos temas que salen de zapadas, de estar tocando todos juntos y después se trabajan como laboratorios en producción, con la computadora. Después otros temas salen más de la guitarra, más de la manera tradicional. Otros han salido de beats, de cosas sampleadas, hay varios caminos.
NAFTA y NAFTA II no son solo discos conceptuales, sino que constituyen un solo proyecto audiovisual. ¿Tenías la idea de que fuera así desde el principio?
Fue una idea que la fuimos encontrando a medida que avanzábamos con el primer disco, sobre todo lo del video. En un principio empezaron a aparecer los primeros temas, de repente dije, "che, si empiezo a hilar los temas, voy construyendo una historia en que cada tema sea una especie de escena y así se pueda construir un relato que, a la vez, no esté tan servido y me lo termine de completar la interpretación del oyente". Armé toda la historia, los temas están entrelazados y era necesitábamos que quedara más evidente, porque quedaba un poco encriptado solo con la música. Entonces, con el video y esto que encontramos de representar el tema en una escena fija, simple, pero como que la sintetice, ahí terminamos de poder darle una forma clara a este especie de rompecabezas narrativo. Se terminó de lograr en el primer disco, encontramos ese lenguaje, y en el segundo decidimos seguir explorando y así extenderlo, seguir abriendo esta historia que une a los dos discos en una especie de película.
Dijiste que para un siguiente proyecto no está la idea de mantener esta historia. ¿Cómo te diste cuenta de que la historia ya había dado todo lo que tenía para dar?
Es medio en el momento. En realidad, no lo tengo claro, pero siento que, como muchas veces pasa con las series, en un momento empezás a estirar algo que ya no da. Creo que está bueno saber ver cuándo algo está bien que termine y no hacer "Terminator 8". Decir, "bueno, esto cierra perfecto, no sé si voy a inventar otro". No sé, porque quizá lo haga, pero hay que ver. Si está bien hecho puede estar bien, pero no sé si seguiría estirando esta historia. A la vez, es una forma de narrar que va ramificando todo, podés contar otras cosas, pero con un personaje que aparezca tanto en el primero disco como en el segundo. Pero eso quedará cuando se venga un nuevo disco que, por ahora, está recién empezándonos a picar estas ganas de componer cosas nuevas.
Provienen de diferentes formaciones. Varios forman parte de Militantes del Clímax, incluyéndote. ¿Qué relación encontrás entre estos dos proyectos y que significado tienen para vos?
Militantes del Climax es una parte fundamental de nuestras vidas. Es un proyecto con el que ahora estamos por sacar un disco nuevo, es un proyecto que tiene 15 años y es con el que, de alguna forma, nos convertimos en músicos profesionales. Nos dio un montón de enseñanzas que después se aplicaron en el camino que construyó NAFTA, que fue distinto en algunas cosas, pero con muchas cosas aprendidas tanto de los Climax, como de otros proyectos musicales de los cuales hemos participado. Yo he tenido bandas de cumbia, de salsa. En la banda de salsa fue la primera vez que fui solo cantante y ahí empecé a tomarme más en serio lo de cantar, entonces me sirvió para esto. Todo te va nutriendo de experiencia y de cosas que después vas aplicando, en este caso en NAFTA, pero NAFTA es un desprendimiento del proyecto de los Climax.
Son búsquedas distintas. NAFTA es más canciones, los Climax es más un funk con rap en los recitales, hay mucha crítica política desde lo artístico. En el rap, por más que hay letras muy variadas, hay muchas críticas a la actualidad. NAFTA quizá abarca otro lado, que es más del retrato de la vida cotidiana y de experiencias de la vida más cotidianas, de encontrar la música en diálogos. No es fácil, pero los dos conviven, y está bueno para no tener la cabeza tan abrumada con una cosa. A veces pasar al otro proyecto te da un poco de aire y te desconecta, estás laburando un tema con los Climax y después volvés a NAFTA. Te refresca un poco.
De chico tenías una inclinación hacia el rock y el punk, eso de "agarrar la guitarra eléctrica". NAFTA, sin embargo, es más equilibrado. ¿Cómo concebís subirte a un escenario con esa idea?
Tiene que ver con la música que hacemos, que no tiene nada que ver con romper todo. Creo que también es lo que pasa en el escenario, que nos pasa físicamente en escena o cómo nos atraviesa, es algo natural que nos pasa al estar tocando ese estilo. No sé si está tan premeditado y también creo que, hoy en día, está muy en auge el espectáculo cargado de estímulos visuales, en un momento sale una explosión y sale volando en un arnés y hay quince bailarines. Un estilo de show que, en general, se da alrededor de figuras que son una sola persona, entonces arman un mundo alrededor. En nuestro caso es más ir y ver a músicos tocando, y ver qué pasa entre ellos y cómo sienten cuando interpretan sus canciones, es más simple la propuesta. Y creo que a la gente le resulta muy atractivo, hay un montón de cosas para ver y escuchar y también somos un montón en escena, hay muchos instrumentos.
Tener tres voces al frente no es común, requiere un trabajo y una preparación de los tres.
Las armonías vocales en el soul tienen otro protagonismo en la canción, no son el soporte de la voz principal, no es un apoyo al estribillo, están en un plano mucho más adelante porque hay una búsqueda más amplia que solo reforzar una frase. Eso hace que tengan otro protagonismo porque el género también le da ese protagonismo a las armonías vocales que quizá en el rock, o en otros estilos, no está tan visto como en este género, que es el plano de las voces. Es una de las cosas que llama la atención.
¿Ese criterio es trasladable a la preponderancia de ciertos instrumentos en momentos particulares de las canciones, como el bajo de "Quiero verte" o la batería en "La carta"?
Un poco sí. Algo a favor de NAFTA es que en la construcción de las canciones, a nivel de instrumentación, cada cosa tiene su lugarcito. Eso es más de la composición y los sofisticadamente simple que está armado como para que cada cosa brille desde su simpleza. La batería en "La carta" es de un nivel de simpleza tan alto, que tiene una personalidad tremenda, y es un poco cómo vemos la construcción de la música. Cada cosa tiene que tener su lugarcito y si hay un solo de teclado, vos no podés poner atrás un solo de saxo y otro de batería, es un quilombo. Entonces si hay un solo de teclado, todos los instrumentos tienen que hacer determinada cosa y así con todo. Esas son cosas que hemos aprendido de escuchar grandes maestros de la música.
En internet están para bajar los multi-tracks, que son las pistas de la grabación de un tema, por ejemplo, de Bob Marley. Entonces vos te bajás todas las pistas y escuchás qué cosa hace cada instrumento, cada cosa tiene su lugar. Un poco entender eso hace que también sea un desafío construir algo de esa forma, sin sobrecargar, que cada sonido se entienda y tenga su protagonismo. En el caso de "Quiero verte" tenés al bajo slappeando en todo el tema y está cargándote de información. Es mucha carga de información, entonces si vos tenés el bajo tirando data todo el tiempo, no podes tirar data con todo, tenés que ir armando el escenario sabiendo que hay un bajo haciendo eso.
¿Qué tan metido estuviste en la producción de los discos?
Lo produje con el equipo, con la banda. Armamos grupitos de producción, pero la mayoría de la parte del armado de las canciones y los discos va por mi parte. Después armamos grupitos con Simón, que es el que compone muchas de las armonías, tiene un criterio muy fino y también hacemos grupito con el Oso, que es el que toca el sampler. Depende de lo que sea, se arman equipos e trabajo.
Ustedes no trabajan con sello, además, son independientes.
Somos independientes porque siempre lo hicimos así y estamos cómodos con nuestra forma.
Son independientes y hacen algo fuera de lo común en una época de estimulo. ¿Cuál fue la necesidad inicial de NAFTA? ¿Sabían que iban a tener éxito o fue un salto de fe?
Nosotros no lo hicimos para pegarla, hicimos algo que como resultado la pegó. Lo que queríamos hacer nos ponía nuestra propia vara muy alta y quisimos ir por ahí, intentando lograr hacer la música que queríamos escuchar. Todo lo demás es un resultado de una búsqueda genuina de ir por algo artísticamente que nos satisfaga y que nos haga felices. Después los resultados a nivel convocatoria, o de cuánta gente te escucha, eso no lo sabés, pero a la vez crees que lo que hiciste lo merece. Creés en lo que hiciste y sentís que es algo bueno, que merece por lo menos tener una oportunidad de ser escuchado.
¿Sienten ese nivel de contemplación en el público montevideano?
Vinieron amigos de Uruguay y me dijeron: "¿Sabés lo que es que venga gente acá y esté así? Ves a la gente apreciando algún arreglo, contemplando todo a la vez, bailando un poco. Siento que la banda puede resultar interesante por varios lugares. Si tocás el piano, lo ves a Simón y probablemente te interese lo que está tocando.
Por Sofía Durand Fernández
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