Documento sin título
Contenido creado por Federica Bordaberry
Música
De tal palo, tal astilla

Manolo y Los Vespass: un proyecto independiente nacido de las entrañas de La Vela Puerca

Manuel Ferreiro, el histórico asistente de escenario de la banda local, publicó "Tiempo al tiempo", su segundo trabajo con Los Vespass.

12.12.2023 16:57

Lectura: 20'

2023-12-12T16:57:00-03:00
Compartir en

Por Carlos Dopico
Carlos Dopico

Manuel “Manolo” Ferreiro es quien, desde hace más de dos décadas, junto a Álvaro “Cocho” Garroni, acompaña a La Vela Puerca como asistente de escenario. Su tarea técnica específica es descargar los instrumentos, afinar, probar sonido y acondicionar todo para que la banda suba cómodamente a tocar.

Aunque Manolo hace mucho más que eso.

Es quien anima los viajes, musicaliza los recorridos, cocina los asados o irrumpe de forma disparatada en medio del concierto en cualquier lugar, ya sea para cantar una de AC/DC, Los Ramones y gritar cualquier cosa con honestidad brutal. “El personaje de Manolo nace de bardear”, remata con seguridad.

Manolo es un personaje exótico del universo de La Vela Puerca, un descubrimiento disputado entre varios de los miembros del staff.  “Hay una pelea sobre quién me inventó. Pepe Canedo me alentó a tocar, pero el Cebolla dice que fue él quién me agitó para cantar”, advierte Ferreiro, alimentando aún más esa pugna artificial.

Manolo es un personaje entrañable, carismático, risueño y disruptivo; un farsante que llega de galera y pantalón a rayas, o un dandy que entra de saco de piel y calza de leopardo. Es el primero que llega y el último que se va pero también quien salta sobre una marea de gente de 20 mil personas y se va flotando sobre los brazos de todos en el lugar.  “Una vez que entro al escenario, correte Mick Jagger, Cebolla o quien sea. No con actitud de soberbia, sino porque es lo que me pidieron y lo que se empezó a dar”, explica Ferreiro.

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

Desde hace unos años, su inquietud artística fue encontrando otros espacios. En 2019 fue parte de Wild Gurí, esa versión salvaje y local de los Traveling Wilburys, que reunía a figuras destacadas como Pedro Dalton, Garo Arakelian, Seba Teysera, o Ernesto Tabaréz.

Un año después, fundó un espacio propio que, con rudimentos básicos, comenzó a desplegar. Manolo y Los Vespass es su banda, un proyecto sin presiones, con el que publicó primero un disco homónimo y con el que recientemente editó Tiempo al tiempo. “El primer disco nace de mis limitaciones, de afinar la guitarra en Sol abierto y meter el requinto donde pinte, en cualquier lugar, sin saber ni qué estoy tocando y de ahí hacer un arpegio, grabarlo y tirarle una melodía encima”, confiesa Ferreiro.

Manolo, el “Gallego” de La Vela, tiene 50 años y reparte sus pertenencias entre la casona de la banda en Palermo y una pequeña chacrita en Aiguá, donde atesora los vinilos que alterna con las canciones de su celular.

Conoce al Seba Teysera desde los 12 años, por lo que fue fácil convencerle de ser parte este proyecto musical. El Enano comenzó siendo el batero del grupo, además de productor artístico, pero hoy prefiere acompañarlo desde otro lugar.

La banda la completan Sebastián Delgado en guitarra, Esteban Demelas en bajo y Sebastián Wea Balta en batería, pero en cada álbum varios de los integrantes de La Vela (Alejandro Piccone, Carlos “Coli” Quijano o Sebastián “Cebolla” Cebreiro) se han sumado a colaborar.

Esto ya no es un juego. No era sacar un disco para tachar pendientes, sino una necesidad. ¿Tu carrera solista va en serio?

Manuel Ferreiro (MF): Va en serio. Se ha decantado. Una de mis desilusiones era ver a mi viejo, un tipo re metódico, trabajando en un laburo que no quería. Entonces, decía, "qué raro". Yo terminé trabajando de la música. Vivo de la música ajena, porque vivo de La Vela Puerca, pero que está muy conectada a mi proyecto solista. Yo la siento como una escuela permanente, como un hermano mayor. Lo considero como si trabajara en un restaurante tres estrellas Michelin y abriera mi propia cevichería. Soy un buen cocinero y creo que puedo hacerlo bien, pero implica que tengo que ser responsable. No es fácil abrir tu propio negocio y vivir de eso. Hoy por hoy son compatibles y las disfruto las dos juntas por igual.

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

Hablar de tu carrera musical sin hablar de La Vela Puerca es algo muy difícil: están confabuladas, entrelazadas. ¿Hace cuánto te relacionás con la banda?

MF: Desde el nacimiento, básicamente. Yo soy intimo amigo del Enano (Teysera), era mi compinche a los 12 años, y (Santiago) Butler a los 14. Yo era como el gordo de la pelota, ¿viste? Tenía una batería en mi casa, que era de un cuñado, y disponía de un lugar donde podíamos ir a tocar. Tocábamos con el Enano, Quico Perazzo —era el bajista— y, en un momento de la vida, por el 93, 94, me empecé a aburrir de la batería, de Montevideo y me fui para Maldonado. Aquello no era todavía La Vela Puerca, pero en esos años se comenzaron a consolidar.

¿Cuándo tomás relación laboral con La Vela?

MF: Con las crisis surgen las oportunidades, dicen los chinos. Año 2001, crisis, yo instalado en Maldonado feliz y se me ocurrió poner un boliche con un amigo, de música en vivo. Fue un desastre. Ese marzo comimos congelados. Durante aquel enero, febrero y marzo comimos todo lo que pensábamos que íbamos vender. Uno de esos días, me enteré que La Vela iba a tocar en un boliche de la Brava. Los fui a ver en vivo y me arrancaron la cabeza, no podía creer lo que habían avanzado de sonido. ¡Era una amoladora! Ahí fue que el Enano me invitó a ir a Paysandú para ayudar al “Momia” con los equipos. Habló con Juan (Zas, el manager de la banda) —otro amigo de la infancia—, y me dijeron: "venite ya con nosotros". Era solo por una semana. Pero arrancamos en la semana de la cerveza pero no me fui más. Pasé una semana divina de gira, bondi, conciertos.

Era justo después de la explosión de la banda con su segundo disco, y bombazos musicales como “El Viejo”, “Por la Ciudad” o “José Sabía”.

MF: Claro, La Vela recién bajaba del coletazo del éxito de De Bichos y Flores. Bueno, bajando... No paraban de tocar jueves, viernes, sábado y domingo por Canelones, Florida, Maldonado, y otros lugares en distintos boliches. Por aquella época recién empezaban a desembarcar en Argentina. Yo curtí toda la crecida, no las primeras del Salón (Pueyrredón), pero sí desde Cemento.

¿En qué momento comenzás a ganar escenario con La Vela Puerca e irrumpir con la percusión en “De tal palo, tal astilla”?

MF: Claro, eso lo tocaba (Sergio) Tulbovitz en el disco, con un solo de pailas. Yo tenía uno de tambor que sonaba parecido a una paila y, en un boliche de Córdoba, debuté con el Ferné y la percusión en el tema. Creo que ya no tocaba Lucas. (Lucas deja la banda después de grabar A Contraluz, en 2004). Gran parte de que yo sume a la percusión de la Vela es por Pepe (Canedo), que es quien más domina la percusión en la banda. Él me agitaba para tocar una pandereta o un shaker. De todas formas, hay una pelea sobre quién me inventó. El Cebolla dice que fue él quién me agitó para cantar en “Sigo Creyendo” (Del álbum Piel y Hueso, 2011). (Juan) Berbejillo cantaba en el disco y en la giras me agitaban a cantar. Me encantó, me divierte mucho. Yo soy un asistente y no reniego de eso ni ahí, pero también subo al escenario. Es como cuando ves dirigiendo a Recoba…

Quiere patear, pero tiene otro rol en el cuadro.

MF: Es bravo después de cantar un par de canciones volver al banco. Ese es un tema para psicólogo. En un momento, sentís que sos el uno, aparte del equipazo que tengo detrás. Es como esa cosa de Capusoto. Yo hago lo que quiero y la gente se prende fuego conmigo. Antes de salir a cantar me concientizo, y estoy un rato diciéndome: “Soy músico, soy músico, soy músico”. Al regreso digo: “Soy técnico, soy técnico, soy técnico”. No es fácil bajar, es una adrenalina bárbara. A veces cantas para 20 mil personas.

Hay una confianza muy grande de la banda.

MF: Es una actitud muy punk la de la Vela. Manolo ni estéticamente, ni musicalmente, es el uno. La Vela podría tener un Manolo en una jaula, diez veces mejor. Creo que es medio punkie esa actitud de sacarme el collar y dejar que haga lo que se me cante. Habla muy bien de La Vela y yo creo que defendí muy bien la oportunidad. Por más que, generalmente, vayan ganando 3 a 0, con estadio lleno y yo entre en los últimos minutos, me dejan tirar un caño y hacerme el crack o tirarle una patada a uno porque igual ya vamos 3 a 0. Pero no siempre te sale, no siempre lográs un lugar súper poderoso de ida y vuelta.

¿Y cómo lo vivís? Porque es una condición bastante expuesta la que tenés. No llegas descansado al escenario, sino que lo hacés después del trajín de estar horas como técnico, armando los instrumentos y aprontando detalles sobre el escenario.

MF: Gracias por la pregunta. Sí, es verdad. No salgo del camarín de chupar Ferné. Vengo desde las dos de la tarde de descargar el bondi, armar la batería, afinar, ayudar con el monitoreo, todas mis tareas de stage. Eso hace que no siempre esté tan entero. Hay tramos de la gira por Europa donde ya vengo liquidado y, de repente, le digo al Cebolla (casi sin voz): “Hoy no, hoy no”.  Y aquel me bardea para salir. Claro que pesa estar todos los días a ese ritmo. Pero ta, me digo: ¡Dale, loco, encará! Cansa el puerto, la obra; déjate de joder. Y ahí me meto en el personaje del “Gallego”.

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

***

Sebastián Cebreiro, o el “Cebolla”, dice: Manolo tiene una musicalidad enorme y tiene un grado altísimo de improvisación, donde encuentra tal vez, el lugar musical en el cual logra expresar mejor su talento. Es el amenizador perfecto de un viaje tedioso en una gira interminable, o en la reunión de turno de cualquiera de sus amigos, cantando canciones disparatadas y ocurrentes. Pero cuando la música se pone seria, tiene un oído coherente para aportar un arreglo interesante o una opinión constructiva. Hace tres años le mostré una canción mía y, en un instante, improviso un piano que grabamos y que silbo hasta el día de hoy. Así de fresco y espontáneo es Manolo.

***

¿Creés que el público esperaba un disco del Gallego o de Manolo Ferreiro?

MF: Creo que la gente esperaba un disco de Manolo, pero medio onda Auténticos Decadentes, tipo: “¿qué haces, chupa p…”. 

Pero el personaje que irrumpe en el escenario de La Vela, ¿es Manolo, el de la carrera solista?

MF: Por supuesto que son de la misma madera, pero con diferentes lustres. No sé como describírtelo.

Quiero decir, al disco no trajiste a ese personaje. Ni al percusionista, ni al excéntrico disparatado.

MF: No, es verdad. Hay un Manolo solo que es un artista, con inquietudes, pero que también le encanta seducir. Me encanta eso. Nunca aspiré a que me miren por inteligente o fachero. Esas opciones las empecé a descartar. Pero que mis referentes musicales —que tengo miles— como Pedro Dalton, Juan Casanova, el Enano mismo o Laura Gutman, vengan después de un show y me digan qué bueno que estuvo, es mortal. Gutman me dijo: ¿Dónde estabas? Te cantas todo…

Dentro del personaje, en sus comienzos muy “Tío Sam”, hay como sub personajes. Hay un Axl Ferreiro o Axl Latino, que es medio glam metal.

MF: Sí, totalmente. Yo creo que tendría que hablar con un especialista. Tengo como cinco personalidades. Una vez que entro al escenario, correte Mick Jagger, Cebolla o quien sea. No con actitud soberbia, sino porque es lo que me pidieron y lo que se comenzó a dar. El otro día terminé tirándome sin camiseta sobre la gente, algo que nunca hice en mi vida. Eso soy yo, pero no pienso dónde, cómo ni por qué. Es mucha improvisación. Creo que es porque siempre he improvisado en la vida y me sale bien.

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

Y este juego improvisado, ¿comienza directamente sobre el escenario en vivo, o en la prueba de sonido?

MF: No, empieza en el ómnibus. El personaje de Manolo nace de bardear prendido fuego en el bondi. Siempre fui el gracioso del asado, el bardo dañino, ¿viste? Eso lo hago desde los 12 años. El Enano siempre jode con que me banca desde los 12. Y en los bondis de las giras empezó a aparecer el Dúo Compromiso que era un dúo que hacíamos con el Nico (Lieutier) con la guitarra. Nico no es tan bueno tocando la viola y yo soy malísimo con las letras, pero no importa, volvemos a repetir la parte que sabemos. 

Y tu iniciación musical fue siempre desde la batería, ¿o también te soñabas cantando?

MF: De niño siempre sentí que tenía facilidad con el ritmo. Estudié muy poco, pero llegué incluso a tocar en Maldonado, por ejemplo, con una banda de gente grande, La Polibanda. Yo tocaba la percusión, dos congas y accesorios. Siempre me gustó.

¿Cuál es tu método para componer? Sé que en el primer disco el Enano Teysera fue gran referente, y que incluso te hizo varias recomendaciones.

MF: Es raro que un tipo de 50 años te diga estoy encontrando el método, pero es así. Como líder de la banda, en este proyecto, llevo recién cinco años. El Enano encontró parte del método después del Deskarado. Yo el método lo estoy recién encontrando. El primer disco nace de mis limitaciones, de afinar la guitarra en Sol abierto, y meter el requinto donde pinte, sin saber ni qué estoy tocando. De ahí, hacer un arpegio, grabarlo y tirarle una melodía encima. Generalmente, lo primero que canto es en inglés y, aunque no sé mucho, me resulta más fácil. El Enano, de hecho, me dijo, "basta de cantar en inglés porque es más fácil y después no vas a poder volver". Yo tarareo en inglés, inventado, y de ahí surgen melodías que después escribo en español. Así surgió el primer disco. Generalmente hago la parte A y las partes B o C las hacen el Seba (Sebastián Delgado, el guitarrista de Los Vespass) o Esteban Demelas (ingeniero de grabación y bajista de la banda). El Enano (productor y primer baterista del proyecto) también sugiere mucho, tipo: "No digas no nos importa, hacete cargo y decí no me importa”. Ya en el segundo disco, todos sugirieron cosas desde lo musical. Las melodías, sí, son todas mías. Pero yo soy uno más, no como el Enano en La Vela que participa en todos los rubros y arregla todas las canciones. En las letras he ido aprendiendo mucho.

El disco, de todas formas, tiene varias canciones en inglés.

MF: Sí, hay canciones en inglés que son más de (Esteban) Demelas, como “Hold down”, pero que surgió de una premisa que me sugirió un grito desgarrador. Yo fui fanático de Los Ramones cuando era niño, y lo único que entendía era el estribillo. Con el estribillo ya alcanzaba, yo entendía todo: "The KKK Took My Baby Away" o "She’s a Sensation". No me interesaba saber la letra completa, creo que de ahí surge todo. A mí lo que me tiene que pagar es el grito inicial. “Ready to go” es una canción medio punkie que el estribillo dice: “Ready to go, to go around the world. / Ready to go, to go now”. Tenía que ver con que era una canción nueva, de alguien nuevo, que va a salir a la cancha. Cuando Demelas me mandó la base sentí como que la conocía de antes. Salió de una. Fue de los primeros momentos donde sentí conexión total entre la letra y la música. “Mi Modo” fue un poco así también.

En “Mi Modo” hay casi una declaración de principios:

Ganarle al tiempo es perderlo sin motivo / poder parar para poderme sentir vivo. / A respirar todo el aire que se me antoja / y disfrutar estar en esta cuerda floja. Y resolver vivir a mi modo / descender a buscarlo todo”

MF: Sí, el Enano un día me insistió en que otro método de composición podía ser contar un día en tu vida. Escuchamos un tema de Los Planetas que relataba cosas que el tipo había hecho en la mañana, una levantada de cualquier canario un día libre. Yo a veces me pongo a cantar sobre las bases de la banda y ver qué pasa. Un día, en los descansos durante la grabación de un video de la Vela, me puse a cantar y prácticamente surgió “Mi Modo”, un día de mi vida.

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

En tu segundo disco Tiempo al tiempo, vuelve a surgir tu modo. En el tema “Junté en el Fondo” cantás: “Y cuando es verano de nuevo, / fugarse mudo, sordo, ciego / buscando resolverlo todo, / pensando en vivir a mi modo”.

MF: Sí, es verdad. Es lo que me pasó durante los últimos quince años con mi ex pareja. Yo sufría mucho cuando en verano, típico de “maldonauta”, alquilábamos la casa que teníamos y nos íbamos a un lugar más económico. Teníamos una chacrita con un rancho de madera en Aiguá. Y lo hacíamos por plata, y ni tanta, pero con eso se pagaba el colegio, y otras necesidades. Era una cosa que me costaba mucho, me mudaba mudo, sordo y ciego. Pero no era a mi modo en realidad, yo no quería hacer eso.

En este segundo álbum cantás junto a Pedro Dalton “El espejo”, un tema bastante oscuro en el que rezas: “No miras atrás, te preocupas por algo incierto. / Y al final, estas buscando más en un desierto. No miras, poca luz. Resolvé, resolvé, resolvé”.

MF: En una gira por Alemania estaba tocando una secuencia de acordes muy oscuros y en una prueba de sonido, Cocho, yo y no sé quién más, cantaba algo medio ronco que salía igual a Pedro. El Enano me decía: “Sos un hijo de p, sos un plagio de Pedro Dalton". La canción era muy buena, decía: “No sé por qué me dicen Pedro Dalton en el almacén. Robando chaskibunes en la kermesse”. Se la mandaron a Pedro y casi se muere. Es que yo cuando estoy medio roto, medio cansado tengo un tono parecido. El Enano siempre jode con que tengo un pedal “pedrodaltinizador”. Pedro para mí es un ídolo total, humana y artísticamente. “El Espejo” es un tema medio Buenos Muchachos, sin buscarlo, claro, y cuando se lo mostré a Pedro le encantó.

¿Cuántas giras llevas con la Vela?

MF: Fah, no sé, desde el 2001. Más de 20. Todas las giras europeas. Calculá que son casi 60 shows por año, más o menos. Este 2023 fue movidito, no mucho más de lo normal pero tampoco menos del record. Hicimos 65 shows. 

Me imagino que en los distintos festivales, donde le toca tocar a La Vela, viste algún artista que te haya partido la cabeza. ¿Recordás alguno?

MF: Sabes que no tanto. Soy muy exigente. Nunca fui a un psicólogo, pero imagino que debe tener que ver con la expectativa que uno se genera. Pero por ejemplo, en uno tocaba Pearl Jam y nos fuimos a verlos armar. Fue un polvo, no lo podía creer. Los técnicos eran como ratones arriba del escenario, moviéndose sin parar. De hecho, los anbil de la banda tienen todos una rata estampada de los técnicos. Estábamos en un balcón mirando y, cuando arrancaron a tocar, era una bola de graves.

Recién al décimo tema lograron acomodar y tampoco me arrancó la cabeza. Creo que tengo mejores recuerdos de mi infancia. Una vez fui a ver a Djavan, cuando todavía estaba en la época bossa nova y arrancó con un tema que se llama “Ferrugen”, súper lento y fue imponente. Para luces, sonido y locura ya estamos nosotros. Me gusta, pero tampoco me llama tanto la atención. Prefiero un teatro con algo más íntimo. Yo laburo en el Festival de Jazz de Punta del Este desde hace casi 30 años, por ejemplo. Ahí los vi a todos.

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

¿En Lapataia/El Sosiego trabajas desde antes que con La Vela?

MF: Sí, antes de La Vela. Laburo ahí desde el 95 y los vi a todos: a Ron Carter, a todos los que tocaban con Charlie Parker, con Miles Davis, John Faddis (trompetista norteamericano, discípulo de Dizzy Gillespie) y hablé como estoy hablando ahora contigo. Arranqué como el clásico técnico al que le piden todo, desde porro hasta unas chancletas. Ahí, en realidad, soy mejor asistente que técnico. Soy entrador, simpático, me defiendo con el inglés y te puedo hablar de candombe, de Mateo, los Fattoruso, qué se yo. Nosotros defendemos la música “carne y papa” como le digo yo, la que nos gusta a todos: AC/DC, Ramones… Esas que tienen un groove potente que disfrutan todos, como la milanesa con puré, difícil que no te guste. Pero esto es como un plato gourmet. Y ojo que a mí la técnica no me importa, estoy a favor del artista, no del músico. Me encanta que los pibes toquen cada vez mejor, pero dame alguna frase que te quede en la memoria. Los más virtuosos siempre son los más pelotudos, y quisquillosos. Pero de repente vienen leyendas como Roy Haynes o Ron Carter, John Patitucci o Lewis Nash y son unos crack. A Lewis Nash le preguntaba siempre si estaba bien, para tenerlo mimado. Un día viene y me dice, "vos, ¿cómo estás? A mí también me importa que vos estés bien".

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

¿Creés que alimentar el proyecto de Manolo y los Vespass, y hacerlo crecer, podría perjudicar tu continuidad como técnico?

MF: Bueno, no lo sé. Hoy por hoy, la prioridad es La Vela Puerca, por una cuestión laboral. Tendría que pasarme algo increíble de no poder parar de tocar con Los Vespass para tener que decidir. Hoy por hoy van de la mano. Por la cantidad de gente que yo puedo llevar, puedo hacer un show un martes o miércoles. La Vela es como un hermano mayor.

¿Y eso no condiciona tu proyecto musical?

MF: Puede condicionarlo y me lo he planteado, pero tengo que hacer molde. Y hasta que no tenga una cosa más concreta no voy a soltar. Me costaría mucho hacerlo.

______________________________________________________________________________________

Manolo y los Vespass tocan el viernes 22 de diciembre, en La Trastienda, como banda invitada de Trotsky Vengarán por los 20 años de Pogo.

______________________________________________________________________________________

Por Carlos Dopico
Carlos Dopico