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Contenido creado por Federica Bordaberry
Literatura
Los libros y sus autores

Martín Bentancor, el autor que junta la crónica de pueblo chico con un relato en verso

En "Muerte y vida del Sargento Poeta", el escritor uruguayo arma una ecuación que termina en chicharras. Colaboración con HUM y Estuario.

16.06.2022 13:09

Lectura: 7'

2022-06-16T13:09:00-03:00
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Nacido en Canelones, 1979, es escritor y periodista. Colabora con diversos medios de prensa, a la vez que desarrolla el proyecto editorial +Quiroga, dedicado a investigar la obra del escritor salteño. Publicó los libros de cuentos Procesión (2009), Montevideo (2012; Premio Mixtura/ Casa de los Escritores), La lluvia sobre el muladar (2017) y Los colores primarios (2019), y las novelas La redacción (2010), Muerte y vida del Sargento Poeta (2013; Premio Narradores de la Banda Oriental), El Inglés (2015; Premio Nacional de Literatura), La materia chirle del mundo (2015) y El fondo del quilombo (2019; 2do Premio Nacional de Literatura). Junto al dibujante argentino Dante Ginevra publicó la novela gráfica Cardal (2012; Premio Fondos Concursables/ MEC).

¿Cuándo empezaste a escribir?

A escribir con afán literario, mientras iba el liceo. Un pastiche de plagios diversos, una digestión de todas aquellas lecturas desordenadas por entre las que, supongo, empezaba a colarse la propia voz, sea esto lo que sea.

¿Te acordás de cuál fue el primer libro que te marcó?

Un triste vaquero, de Raf Segrram. Colección Bisonte de la editorial Bruguera, editado en Barcelona, en 1952.

¿Dejar de leer o dejar de escribir? ¿Por qué?

Dejar de escribir, por supuesto. La inspiración y las ganas de hacerlo tienen vida útil. La obra de los otros es infinita.

Contanos qué estás leyendo ahora.

Amar y ser sabio, de Josephine Tey.

Montevideo Portal I Javier Noceti

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¿Cuáles son tus escritores uruguayos favoritos? ¿Identificás influencias? ¿Cuáles? ¿Alguno que te guste recomendar?

No me gusta identificar a escritores por procedencia geográfica, pero apurado por la pregunta diré que leo muy poca literatura uruguaya. ¿Influencias? Demasiadas. Toda escritura es una decantación de innúmeras influencias. Y puestos a recomendar a un autor uruguayo: Onetti. Aunque, ¿es necesario recomendar a Onetti?

¿Sos de releer? ¿A qué libro solés volver?

Sí, desde luego. Para mí la relectura es uno de los grandes placeres de la lectura. El tema es que así como uno no es el mismo que vuelve a un libro ya leído, tampoco lo es el libro. Relecturas recurrentes: Pálido fuego, La dádiva e Invitado a una decapitación, de Nabokov; Glosa, El río sin orillas y Nadie nada nunca, de Saer.

Para este fin de semana recomendanos un libro, un disco y una película.

En ese orden: El gusano máximo de la vida misma, de Alberto Laiseca; El Tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas, de Apichatpong Weerasethakul; y No More Shall We Part, de Nick Cave.

Contanos sobre esa vez que un lector te reconoció en la vía pública.

Una vez me hicieron una entrevista para la televisión en el Cementerio Británico y la mañana que salió al aire, una señora se me acercó en la parada del Copsa. “¿No tenían otro lugar donde sentarse que no fuera sobre un panteón?”, me preguntó.

Tu autobiografía en una frase.

Paso, definitivamente. O, quizás, pueda ser esa: “Paso, definitivamente”.

Tenés que convivir un mes con una autora o un autor: ¿a quién elegís?

Primero preguntaría qué tipo de convivencia. ¿Mansión de escritores o isla desierta? ¿Cama aparte o base doble? ¿Con obligación de conversar sobre sus libros y los míos o con piedra libre para hablar mal del prójimo?

Montevideo Portal I Javier Noceti

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Un lugar para volver.

El paisaje de mi infancia en Las Brujas, pero no todo: de los 6 a los 10 años.

El primer verso que te viene a la mente.

“I was born like this, I had no choice/I was born with the gift of a golden voice…”.

¿Para qué literatura en el tiempo del desamparo?

La literatura siempre, en cualquier tiempo. Y puestos a filosofar: todo tiempo es del desamparo.

Lo último que comiste va a ser el menú para toda tu vida ¿qué es?

Un flan casero con dulce de leche. Será, en consecuencia, una vida corta.

Tu idea de felicidad y tu idea de miseria.

Responder eso acorrala siempre en el lugar común o en la generalidad. Un momento de felicidad: el lápiz subrayando un pasaje bien escrito.

Sobre su libro:

La muerte de un antiguo funcionario policial en el día más caluroso del año, lleva al escribiente de la comisaría de la Tercera Sección a investigar acerca del pasado del difunto, reconstruyendo parte de la historia de la región y de algunos de sus habitantes.

Con Muerte y vida del Sargento Poeta, Martín Bentancor no solo fundó la peculiar zona de sus historias sino que dinamitó el propio concepto de novela, dándole forma a un texto híbrido que mezcla crónica de pueblo chico con un relato escrito en verso, mientras el campo sucumbe bajo el mormazo y las chicharras despliegan su canto incesante.

Esta versión corregida y aumentada de la obra que obtuvo el Premio Nacional Narradores de la Banda Oriental en el año 2013, reconfigura el mapa de la Tercera Sección, “un territorio híbrido construido sobre el mapa real de pequeñas localidades canarias como Los Cerrillos, Las Brujas, Aguas Corrientes, Parador Tajes y la ribera del Santa Lucía. Lugares cercanos a Montevideo que el viajero puede conocer apenas desviándose de la ruta para ingresar a la peculiar atmósfera de los pueblos pequeños del interior, tan cargados de historias y leyendas propias”

-Renzo Rossello, El País.

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Un fragmento:

Las chicharras

¿Has escuchado alguna vez el canto de las chicharras en una siesta de enero, tan potente y cercano que parece brotar desde el interior de tu cabeza? Yo sí. Una de las primeras tardes en la comisaría, aprovechando que Pintos dormía y el milico de la entrada no me necesitaba, me largué hasta la biblioteca de la Junta y busqué una enciclopedia sobre insectos. Hasta aquella tarde creía yo que las chicharras cantaban por la opresión del calor, como rechazo al agobiante aire estival y en oposición a los caprichos del sol al proyectarse sobre la tierra. Qué equivocado estaba. Resulta que de estos bichos solo cantan los machos: cuando están alzados y quieren aparearse con las hembras lanzan el chirrido por un tubo interno conectado a una bolsa de aire que oficia, como podrás imaginarte, de caja de resonancia.

El mormazo

En este pueblo las chicharras cantan al alba, a la siesta y cuando el sol comienza a ocultarse, pero es después del mediodía cuando el sonido se escucha más nítido, seguro que por la calma chicha que envuelve a las calles de piedra y que se extiende a las puertas cerradas de los comercios, los porches recién baldeados y los árboles inmóviles de la plaza. Acá se escucha mucho la palabra mormazo. Es muy difícil que hables con algún vecino y el mormazo no aparezca en la conversación. Está bravo el mormazo. No camine bajo el mormazo. Me acuerdo de aquel mormazo del año ochenta y siete, etcétera. Dos acontecimientos volvieron atípica a la última tarde del año pasado en estos pagos: el mormazo alcanzó su punto más alto y apareció el cadáver de un antiguo funcionario de esta comisaría. Los dos sucesos parecen no guardar relación, pero si sos paciente y seguís leyendo te contaré cómo conocí al Sargento Poeta en la tarde más calurosa que ha vivido este pueblo y de qué forma nació la vigilia y el trabajo que culminó en esta sarta de asquerosidades —con hedor, pulgas, mierda de palomas y vacío— que voy a relatarte.

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