Documento sin título
Contenido creado por Sofia Durand
Cine
El cine y el velero

Martín Cuinat: "Somos un equipo en el que estamos todos con la camiseta puesta"

Del 14 al 20 de mayo, el JIIFF está en el Festival de Cannes, llevando el cine uruguayo al mundo y fortaleciendo su imagen.

17.05.2024 17:09

Lectura: 7'

2024-05-17T17:09:00-03:00
Compartir en

Por Federica Bordaberry

"En realidad, empezó siendo un festival muy chiquito, entre vecinos, con pocas proyecciones, descubriendo lugares, y se fue consolidando, agrandando, recibiendo cada vez más gente, agregando locaciones y contenido", dice Martin Cuinat, productor general de JIIFF, en entrevista con LatidoBEAT.

Cuinat es parte del equipo encargado de representar al a JIIFF en el Festival de Cannes. Esta experiencia es uno de los tantos  esfuerzos de JIIFF por trabajar dos grandes objetivos: desarrollar un evento cinematográfico que refuerce la identidad cultural de José Ignacio y Uruguay, y posicionarse como un motor capaz de potenciar la industria de cine nacional.

Con ese objetivo, el principal evento a bordo incluye la presentación del Fondo Pfeffer del Sur, que otorgará un premio de 50.000 dólares a un proyecto iberoamericano de largometraje de ficción seleccionado para formar parte en JIIFF Lab.

El nombre de este fondo cinematográfico, de características inéditas en la región, está inspirado en los principales benefactores del festival: María y John Pfeffer.

"Es increíble poder estrenar películas en Cannes, entonces nosotros lo que entendemos como festival es que somos una plataforma desde la cual podemos apoyar y potenciar el sector audiovisual uruguayo", afirma Cuinat. En la edición de este año, hay dos películas uruguayas, coproducidas junto a otros países. 


Como cualquier festival, el JIFF se va armando durante el año, con la selección de películas para pasar, pero conlleva muchísimo trabajo de producción. ¿Qué es lo más desafiante de llevar a cabo un festival de cine en José Ignacio?

Diría que lo más desafiante de hacer un festival de cine en el que se proyectan muchas películas al aire libre es resolver esas cantidades de factores que pueden incidir en la producción del evento, desde el clima, hasta los cientos de contratiempos que se pueden dar. Con los años nos fuimos adaptando y aprendiendo cómo prevenir, por ejemplo, el tema del mal clima, intercalando funciones al aire libre con otras a puerta cerrada. Pero creo que el desafío en términos de producción del festival tiene que ver con eso, con la logística de hacer funciones para tanta gente en lugares abiertos, que todo salga en tiempo y bien. Hacemos lo mejor que podemos.

José Ignacio no es lo que era antes. Supo ser un pueblito de pescadores, y ahora es casi que una extensión de Punta del Este, ¿cómo era producir al principio y cómo lo es ahora?

Lo que más cambió fue el festival. En realidad, empezó siendo un festival muy chiquito, entre vecinos, con pocas proyecciones, descubriendo lugares, y se fue consolidando, agrandando, recibiendo cada vez más gente, agregando locaciones y contenido. Entonces, es verdad, José Ignacio cambió mucho en los últimos años y sigue cambiando, pero no deja de ser un pueblo de pocas casas, con los mismos vecinos. Tiene una comunidad muy concreta.

¿Cómo se preparaba a los vecinos de José Ignacio para una movida que, durante 10 días, lleva muchísima gente?

Con respecto al público, nosotros fuimos corriendo el festival hacia fines de enero porque entendimos que era el momento en que se encontraba cierta calma para que los vecinos y espectadores pudieran disfrutar de toda la experiencia. Muchas personas no vienen a ver una sola película, sino que intentan venir a todas, entonces se programan la semana para ir a JIIFF y durante el año están ansiosos por saber las fechas para planear sus vacaciones en ese momento. Es muy lindo ver cómo muchos se acomodan al festival. Los primeros días de enero eran caóticos y era difícil pretender que la audiencia pudiera acompañar todos los días. Cuando lo corrimos a la segunda quincena, descubrimos que era el mejor momento, también. Porque, además, la idea del festival es aportar a estirar un poquito la temporada, proponer algo fuera de las fechas en las que hay muchas opciones.

Todos los productores tienen este tire y afloje entre presupuesto y equipamiento, u otros lujos, ¿qué hace el JIIFF en ese sentido? Sobre todo habiendo incorporado sedes más allá de la bajada de pescadores.

Siempre el presupuesto es un desafío y acá no nos salvamos de esa parte. Es un equilibrio que hay que ir haciendo año a año entre el crecimiento y lo que tenemos que destinar a ese crecimiento, los recursos que tenemos y conseguimos para poder hacerlo. Ese es un poco el equilibrio que hay que ir consiguiendo. Con el tiempo logramos comprar nuestro propio proyector, que es algo carísimo, motivo de orgullo para todo el equipo.

Hace dos años ya que la producción del festival salió de José Ignacio y ahora pisa, por ejemplo, el Festival de Cannes. ¿Cómo es lograr llevar el espíritu de JIIFF a una ciudad inundada por otro festival?

Bueno, esa es la idea y el desafío, traer el espíritu de JIIFF y de José Ignacio a Cannes. Se logra a través de esta posibilidad de tener el barco, hacer actividades, traer a La Huella y traer a Fer, nuestro amigo de Ferona, que es el bar donde hacemos todos los eventos nuestros del festival en Uruguay. Entonces, somos un equipo en el que estamos todos con la camiseta puesta, representando a nuestro país. Queremos que se luzca, compartir nuestra cultura y que la gente pruebe y viva un poquito de lo que somos para que se vaya del barco diciendo: “Quiero ir al festival, a José Ignacio y a Uruguay”.

¿Qué tienen en común el JIIFF y Cannes en espíritu?

Quizás que somos festivales en pueblitos costeros, en lugares de veraneo muy lindos. Luego, la realidad es que el Festival de Cannes es el más importante del mundo, tiene el mercado más grande de cine del mundo, por lo cual se vive bastante diferente en ese sentido. Acá viene toda la industria del cine, así como venimos nosotros. Nosotros somos desde siempre algo chico, medido, acompañamos a José Ignacio y nos paramos desde ese lugar de generar un espacio más íntimo en el que nos podamos encontrar y charlar.

Y no es solo llevar al JIIFF, sino a una pata de la industria audiovisual uruguaya, ¿qué se busca mostrar del cine uruguayo?

Este año hay dos películas uruguayas que son coproducciones con otros países. Son películas que nos representan de alguna manera y nosotros estamos acompañando desde el barco. Celebramos el estreno de Simón de la montaña acá a bordo y fuimos a ver la función de la película, que fue a sala llena. El sábado se estrenará La sábana y la montaña del productor Alex Piperno. Es increíble poder estrenar películas en Cannes, entonces nosotros lo que entendemos como festival es que somos una plataforma desde la cual podemos apoyar y potenciar el sector audiovisual uruguayo.

¿Qué podría tomar Uruguay del cine internacional, y qué podría tomar el cine internacional de Uruguay? ¿Hay algo que aprender de Cannes en términos de producción?

Hace muchos años que venimos al Festival de Cannes. Antes de tener el barco también veníamos todos los años a programar, a reunirnos, a encontrarnos con la industria. Es un festival impactante al que vienen miles de personas, todas las delegaciones institucionales públicas de más de 100 países, los productores, las empresas privadas, las distribuidoras. Entonces, en esos términos, es constante el aprender, el sacar ideas. Todo el tiempo es aprendizaje. Estamos sentados viendo una película y vemos cómo solucionan un detalle que quizás nos sirve para JIIFF. Claro, ellos tienen un músculo impresionante también, ¿no? Es impresionante la cantidad de gente que trabaja en el festival. Pero ni que hablar que aprendemos muchísimo y que nos llevamos siempre algo de ideas para implementar en nuestro festival.

Por Federica Bordaberry