Documento sin título
Contenido creado por Valentina Temesio
Literatura
Los libros y sus autores

Mauricio Rodríguez: “La literatura es para todos los tiempos; la literatura salva”

El escritor publicó “Zitarrosa en vivo”, que repasa la obra del músico a partir de su presentación en el Estadio Obras de Argentina en 1983.

19.10.2023 14:50

Lectura: 6'

2023-10-19T14:50:00-03:00
Compartir en

Mauricio Rodríguez es periodista y técnico en Comunicación Social, cursó la Licenciatura en Comunicación Periodística y es diplomado en Gestión Cultural. Es, además, docente de periodismo en el Círculo de Bellas Artes. Fue productor televisivo y asiduo colaborador en diversos diarios, revistas y radios. Actualmente es periodista cultural en Canal 4, en semanario Voces y revista Dossier, y columnista musical en Los mismos locos.

Rodríguez publicó los libros El caso Gelman. Periodismo y Derechos Humanos (2006), En la noche. El rock uruguayo posdictadura (2012) y Una vida en el pretil (2017). También el libro biográfico Zelmar Michelini, su vida. La voz de todos (2016; Mención de Honor en el Premio Nacional de Literatura/MEC).

Junto con el periodista Raúl Ronzoni, Rodríguez publicó los libros de entrevistas Viejos son los trapos (2009) y ¡Vidas bien vividas! (2012). Con Gerardo Caetano y Salvador Neves publicó La causa armenia: entre el Ararat y Uruguay (2020).

En la colección de discos de Estuario Editora publicó Brindis por Pierrot, sobre ese disco de Jaime Roos, y Zitarrosa en vivo, un recorrido por la vida y obra del mítico artista uruguayo a partir de las canciones que componen el LP que registra el concierto que dio en el Estadio Obras Sanitarias de Buenos Aires en 1983.

Mauricio Rodríguez. Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal

Mauricio Rodríguez. Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal

¿Preferirías viajar al futuro o al pasado?

Al futuro, para despejar algunas dudas.

Si pudieras ser un personaje de tu libro, ¿cuál serías?

Ninguno. Ellos ya lo hicieron de la mejor manera posible. 

Si pudieras cambiar el final de cualquier libro famoso, ¿cuál elegirías y cómo sería el nuevo final? 

El final de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Sin hormigas, y con una nueva generación de la familia Buendía.

¿Cuál es tu técnica más extraña o inusual para superar el bloqueo de escritor?

Escribir a lápiz en hojas y libretas. En algún momento aparece la palabra salvadora.

¿Qué cinco cosas guardarías en una cápsula del tiempo?

Las voces y las risas de mis hijas, repetidas cinco veces.

Tu autobiografía en una frase

Con fallas, pero con pasión.

Contanos qué estás leyendo ahora

El problema final, de Arturo Pérez-Reverte; Un desperfecto en la carretera, de Cecilia Ríos; Sin red, de Jaime Clara, y Desaparecer en el otro monte, de Selene Hékate.

Si pudieras tener una conversación de una hora con cualquier escritor famoso, pero después nunca más podrías leer ninguna de sus obras, ¿a quién elegirías para tener esa conversación?

Preferiría seguir leyéndolos a todos. Sobre todo, a los que aún tienen mucho para decir (escribir).

Si tus libros fueran adaptados al cine, ¿a quién te gustaría que interpretara al personaje principal?

Al Pacino, Guillermo Francella y Meryl Streep.

El primer verso que te viene a la mente.

Mariposa marrón de madera
Niño violín que se desespera
Cuando becho lo toca y se calma
Queda el violín sonando en su alma

¿Para qué literatura en el tiempo del desamparo?

La literatura es para todos los tiempos; la literatura salva.

Lo último que comiste va a ser el menú para toda tu vida ¿qué es?

Chocolate. 

Contanos sobre esa vez que un lector te reconoció en la vía pública

Estaba sentado en un banco de la Plaza Independencia y alguien —un hombre veterano, alto y medio encorvado— pasó por delante. Hizo un gesto de duda, volvió sobre sus pasos y me preguntó si yo era el autor del libro sobre Brindis por Pierrot. Me había visto en una nota en televisión. Estuvimos hablando media hora sobre Jaime Roos y el Canario Luna. En otra oportunidad fue al revés: yo iba en un ómnibus y alguien iba leyendo uno de mis libros. O sea, yo reconocí a un lector. Por pudor no le dije que yo era el autor de lo que estaba leyendo.

Tu idea de felicidad y tu idea de miseria

Felicidad: mis hijas, mi familia, mi compañera Natalia y mis amigos. Y la playa Malvín. Miseria: la traición en todas sus formas. 

Si pudieras invitar a tres personajes literarios a cenar, ¿quiénes serían y por qué?

Sherlock Holmes, algún integrante de la familia Buendía y a La Maga de Rayuela. Porque tengo varias preguntas para hacerles.

¿Por qué el disco Zitarrosa en vivo?

Para agregar un granito de arena a todo lo que queda aún por contar y saber sobre el recorrido vital y musical de Alfredo.

¿Cuánto tiempo te llevó escribir este libro, desde la concepción de la idea hasta la publicación final?

Dos años, en los cuales Alfredo Zitarrosa pasó a ser parte absoluta de mi vida, mis charlas, mis pensamientos y mi compañía. Aunque esto último ya lo era de antes. 

Contanos sobre una lectura que haya tenido un impacto significativo en tu vida. ¿Qué libro fue y por qué fue tan importante para vos?

Cien años de soledad, sobre todo por ese final removedor. 

Imaginá que tenés la oportunidad de escribir una secuela para cualquier libro clásico. ¿Cuál libro elegirías continuar y qué dirección tomaría la historia en tu secuela?

Romeo y Julieta. Con menos tragedia 

Si tuvieras que describir tu libro en una sola frase, ¿cómo la formularías?

Hecho con respeto, amor y admiración por Alfredo. Y, claro está, agradecimiento.

Si pudieras vivir en el mundo de cualquier libro, ¿cuál elegirías y por qué?

Macondo. Pero con paraguas.

¿Qué consejo o frase inspiradora darías a otros escritores que están buscando su voz y estilo literario?

Siempre con pasión. 

Fragmento de Zitarrosa en vivo

Tapa Zitarrosa en vivo. Foto: HUM y Estuario Editora

Tapa Zitarrosa en vivo. Foto: HUM y Estuario Editora

Cuando Alfredo Zitarrosa murió en Montevideo, su amigo Juceca subió con él hasta los portones del Paraíso, por no dejarlo solo en esos trámites.

Y cuando volvió, nos contó lo que había escuchado.

San Pedro preguntó nombre, edad, oficio.

–Cantor –dijo Alfredo.

El portero quiso saber: cantor de qué.

–Milongas –dijo Alfredo.

San Pedro no conocía. Lo picó la curiosidad, y mandó:

–Cante.

Y Alfredo cantó. Una milonga, dos, cien.

San Pedro quería que aquello no acabara nunca.

La voz de Alfredo, que tanto había hecho vibrar los suelos, estaba haciendo vibrar los cielos.

Entonces Dios, que andaba por ahí pastoreando nubes, paró la oreja.

Y ésa fue la única vez que Dios no supo quién era Dios.