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Contenido creado por Federica Bordaberry
Música
Ancora, ancora, ancora

Mina, la tigresa de Cremona o la Baby Gate italiana que se recluyó de la vida pública

A casi un mes de cumple 84 años, un repaso por la vida de la intérprete italiana que afirmó que quien ama no traiciona.

28.02.2024 14:00

Lectura: 7'

2024-02-28T14:00:00-03:00
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Por Gerónimo Pose | @geronimo.pose

Es el año 1978. Estamos en la ciudad de Roma. Mina, la cantante más exitosa de la historia de la música pop italiana, es una estrella en ascenso, incapaz de ser apagada.

Quince conciertos programados para el siguiente verano. 20 millones de liras por cada uno. Hacía seis años que no se presentaba en vivo y la gente está enloquecida. Más de 150 millones de discos vendidos y una personalidad que oscila entre la figura de diva y de poeta deslumbrante.

Ese fue el verano en el que decidió abandonar la vida pública. Mandó, literalmente, a todos a la mierda y se recluyó en una casa en Suiza, donde aún vive junto a su marido.

Mina Anna María Mazzini nació el 25 de marzo de 1940 en el pueblo italiano Busto Arsizio, localidad próxima a la frontera con Suiza. Fue criada en Cremona, de donde eran originarios sus padres. Su abuela, Amelia, era una cantante de ópera y fue quien la impulsó a tocar el piano y le enseñó el arte del canto.

A los 18 años tuvo su primera incursión en el terreno de la música, participando en una muestra en vivo en el local La Bussola. Allí interpretó canciones en inglés al igual que en italiano bajo el nombre artístico de Baby Gate.

Su éxito fue inmediato, casi como un golpe que llega antes de tiempo. Protagonista de programas de televisión, grababa un disco y este automáticamente se convertía en número uno. Todo esto, acompañado de una complicada agenda que involucró entrevistas y giras internacionales.

Mina con su piano Anelli y una guitarra Giemmei en su casa de Cremona, 1959. Foto: Fetishguitars

Mina con su piano Anelli y una guitarra Giemmei en su casa de Cremona, 1959. Foto: Fetishguitars

Y, también todo esto, fue poco a poco empujando a Mina al rechazo. A comienzos de la década de 1970 y con menos de diez años de trayectoria, se gestó la idea del retiro permanente. Odiaba a la prensa, la exposición pública y los chismes que rodeaban su vida privada. Una timidez furiosa hacía que todo esto fuera aún más difícil.

Sigue regalando su voz anualmente, grabando desde su casa en Lugano, Suiza, cada vez que tiene oportunidad. Una personalidad que ha grabado e interpretado canciones como “Cittá vuota”, “Ancora, Ancora, Ancora” e incluso ha llegado a grabar espectaculares versiones en vivo en español junto a Astor Piazzolla. Jugando con el estilo de canción popular a lo Charles Aznavour, Jacques Brel y Serge Gainsbourg, no se quedó nunca en un círculo cerrado. Canciones como “Conversazione” (escrita por Amurri y Canfora) mezclan el lenguaje italiano con el ritmo bossa nova, propio de Brasil. Su figura floreció cuando la televisión era una mera novedad y pronto sus hits fueron un tsunami que arrasó en el imaginario popular italiano

“Es muy difícil vivir la vida del escenario, he decidido vivir”, dijo en aquel entonces y prometió desaparecer para siempre. Eso declaró a medida que el imperio televisivo se apoderaba de todo, trayendo consigo pautas y formas de vender la intimidad de los artistas, haciendo que estos se volvieran, más bien, productos. Mina enfrentó todo eso.

Quizás, lo más juzgado por los brutos es que Mina nunca compusiera una canción propia, sino que se dedicara a ser intérprete. Algo similar hizo desde este lado del hemisferio Eduardo Darnauchans, a quien conocemos gracias a grandes canciones que no compuso él, cómo “Cápsulas” y “El instrumento” (de Washington “Bocha” Benavides). Allí entra el prejuicio y la estupidez en su máxima expresión. La discusión se plantea: ¿cuál es la función o el oficio del artista? Ser un precursor, solamente, o también una vía, los ojos de un universo previamente planteado.

Mina con Alberto Lupo, 1972

Mina con Alberto Lupo, 1972

En 2018 fue su última aparición pública, a lo Indio Solari, en un holograma. Fue en el festival San Remo e hizo que millones de personas volvieran a interesarse en su mito: la estrella fugaz que se encerró luego de haber alcanzado lo que muchos desean.

Es cierto que, gracias a la globalización y el surgimiento de ciertas redes sociales creadas para atrapar tu atención durante pocos segundos con tal fuerza que te obliga a olvidar las imágenes rápidamente, Mina hoy en día sufre un cierto resurgimiento. Totalmente inesperado. Ella debe de haberse enterado, algún representante debe de haberle hecho llegar el comentario. Sus canciones volvieron a posicionarse en el top global.

Su estilo, personalidad y carácter han calado hondo en generaciones enteras. No solo por sus ademanes y acercamientos poco ortodoxos hacia la música, sino también por sus formas de lidiar con el estrellato y la exposición pública.

El ejemplo más cercano que se me ocurre es el de Fiona Apple, una artista de igual magnitud que también escogió la reclusión voluntaria, lejos de la fama. En este caso, Fiona solo ha grabado cinco discos hasta la fecha, desde su debut con Tidal en 1996. Su encierro puede justificarse y remontarse a una infancia difícil y repleta de traumas, pero conecta con el de Mina: un asco por y para con la prensa en todas sus formas. La búsqueda de la expresión y la intención de mantener un perfil bajo.

Foto de la serie de televisión Ieri e oggi (1969). Foto: Davideroma

Foto de la serie de televisión Ieri e oggi (1969). Foto: Davideroma

Lo que suele pasar con las figuras que llegan al nivel de mitos es que suelen ser romantizados a tal punto que la gente se olvida que son personas de carne y hueso, con las mismas frustraciones que ellos, los mismos vicios y las mismas ganas de encontrar algo que los mantenga con vida.

Scott Walker fue más conocido por su mito que por su música, pareciese que terminó siendo más admirado por los propios músicos que por la gente: Los Radiohead, Nick Cave, Jarvis Cocker y el propio Bowie (quién produjo un documental sobre su vida que se centró meramente en su aislación posterior a los Walker Brothers).

“La tigresa de Cremona” pudo haber aparecido en películas de Coppola y Fellini, sin embargo, rechazó ambos papeles. Almodóvar utilizó varias de sus canciones en sus cintas, Sinatra le atribuyó el calificativo de ‘’la mejor voz femenina’’ (aunque Mina le haya denegado una actuación en conjunto) y fue homenajeada en un sinfín de discos que juntan a diversos exponentes de la canción. La mujer de ojos enormes, conscientemente maquillada y parecida salida de un cuadro de Modigliani.

Mina acompañada por la orquesta dirigida por el bajista y arreglista Pino Presti durante sus últimas actuaciones públicas en el Teatro Bussoladomani en 1978. Foto: HempKarin

Mina acompañada por la orquesta dirigida por el bajista y arreglista Pino Presti durante sus últimas actuaciones públicas en el Teatro Bussoladomani en 1978. Foto: HempKarin

No voy a entrar en ese famoso escándalo que se produjo en 1962 (cuando quedó embarazada del actor Corrado Pani quién estaba casado y mantenía una aventura con Mina) porque no es trascendente a la hora de escribir un perfil, quizás hasta vago, de su persona. Las polémicas siempre están y estuvieron, el mencionado anteriormente Gainsbourg tiene para rato. Esto demuestra que, a pesar de su deseo de mantener una vida privada estable, todo termina filtrándose a la luz y más si se está en el ojo de la tormenta.

Sigue grabando, publica en el diario La Stampa y responde dudas sentimentales en un apartado de la revista Vanity Fair. “Quién ama no traiciona”, sugiere en una de esas respuestas y es que algo que nadie puede reprocharle a Mina es su pasión y su forma de moverse por la vida.

Pudo haber sido más de lo que fue, pero, ¿para qué? “Es mejor quemarse que desaparecer lentamente”, declaró Kurt Cobain en su carta de suicido. Ahí hay un testimonio, que deja lugar a un sinfín de interpretaciones. La voz de Mina sigue rellenando los huecos y su presencia es un fantasma que transita los pasillos, las casas y las calles vacías, buscando entrar, buscando un refugio seguro, lejos del ojo ajeno e intimidador.