Por Catalina Zabala
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El Cabo Polonio siempre se caracterizó por una mística particular. Sin parecerse a ningún otro balneario del Uruguay, sus elementos inconfundibles atraviesan los años y lo mantienen como uno de los lugares predilectos de miles de veraneantes cada temporada. Su naturaleza virgen, sus aguas oceánicas y su desconexión con la tecnología y lo que lo rodea lo vuelven, al menos, un lugar especial.
El entorno natural es el protagonista de la escena. Ha inspirado a numerosos artistas en sus obras, quienes pueden ser vistos por sus alrededores de vez en cuando, en una sintonía más descontracturada de lo habitual. Este aura que rodea al pueblo oceánico inspiró a Sabrina Silva y Nicolás, dos amigos que se unieron por un interés en común: la necesidad de devolver un pedacito de todo aquello que su balneario favorito les había regalado durante tantos años. De este interés común surge la propuesta actual de Mucho Bueno. Un restaurante que apuesta por el producto local y la cultura nacional, invitando a músicos, tanto consolidados como emergentes, de la escena a brindar a las veladas su toque especial.
Nicolás Pérez es el dueño del establecimiento, y Sabrina se encarga del armado y programación de la agenda cultural que tanto lo identifica. Ambos trabajan en sintonía para generar una red de amantes de la cultura que compartan un mismo norte. Una misma dirección. A través de una oferta gastronómica que los caracteriza desde 2017 y una gran inclinación por los productos locales, ofrecen una propuesta compatible con el entorno que los rodea, en el que buscan acercar la música a los veraneantes. La entrada al recinto es gratuita y apta para todas las edades.

Sabrina Silva. Foto: Julieta Rudich
¿Mucho Bueno siempre tuvo este lazo con la cultura?
Nicolás Pérez (N.P.): Sí, desde el año uno. Sabri arrancó yendo como clienta y se fue haciendo amiga con el tiempo. Veníamos con esa espina de poder hacer algo juntos, y hace dos años que se sumó al equipo.
Sabrina Silva (S.S.): Lo que buscamos a través del armado de la grilla es poder contemplar con anticipación los diferentes aspectos que queremos impulsar. Por un lado promover lo que es la música de autor, a los compositores. Destacar a los creadores nacionales, tanto a los reconocidos como a los emergentes y a los locales. En la grilla de diciembre hay una fuerte impronta de música local, porque creemos que a través de las canciones los artistas devuelven a este lugar todo el agradecimiento. Es como que se va regenerando todo el tiempo. Por otro lado también buscamos la paridad. Poder integrar propuestas que cuiden la cuota de género, y que haya representatividad de música internacional, para así acercar también a los turistas y a los visitantes y veraneantes del Cabo Polonio propuestas a las que capaz no podrían acceder de otra manera.
¿Qué criterio siguen a la hora de definir a qué artistas invitan?
S.S.: A Nico, que está todo el año con Mucho Bueno, le llegan un montón de propuestas. Mucho Bueno se instaló en la agenda del circuito de la costa como uno de los lugares elegidos por los artistas para integrar en sus giras de verano. Sabemos que el verano es muy importante para el sector de la música, porque surgen muchas posibilidades de shows. Entonces hay una gran cantidad de propuestas que nos llegan a través de las redes para poder ser parte de la grilla, las cuales bienvenimos.
N.P.: Estamos hablando de 400 o 500 propuestas por año que nos llegan por diferentes medios. Ya sea de conocidos, amigos de amigos o colegas que saben lo que hacemos. Acá al artista se lo cuida desde el minuto cero, desde que Sabri se pone en contacto con ellos, si tiene algún problema de salud, si hay que irlos a buscar, en qué casa de preferencia se quedan. Nosotros tenemos una casa para recibirlos, la comida, que siempre hay veganos, vegetarianos, celíacos. Todo eso se habla dos o tres meses antes, ese es el trabajo de producción que no se ve. En la grilla nosotros cerramos 80-90 toques por temporada, pero hay más de 80-90 días atrás en los que se labura para llegar a eso.
S.S.: Incluso el artista, en el momento en que se pone en contacto con nosotros para ser parte de la grilla, ya empieza a vivir la experiencia del Polonio. Hay una anécdota que me contaba hace unos días un amigo sonidista muy reconocido. Me decía que hace como 20 años fue con una banda y llegó con los equipos, entraron al bar y preguntaron dónde podían enchufar. El dueño les respondió que no, que tendría que ser acústico porque no había luz. A lo que voy es a que, desde el minuto uno, para el artista ya es una experiencia. Mucho Bueno tiene algo que se destaca, y es que tenemos baterías, guitarras, todo lo básico, considerando que llegar al Polonio con todo ese despliegue técnico no es fácil para nadie. Desde el vamos la experiencia para el artista empieza a ser esta, de sumergirse en todo lo que es el mundo del Polonio y empezar a pensar un posible show considerando todas las particularidades que tiene el lugar.
Que es un área protegida, un parque nacional. Que tiene muchísimos objetivos aparte de lo que es la cultura. Que entran aproximadamente unos 5.000 turistas por temporada, que es un montón de gente y que las propuestas están muy pensadas para todo este público. Otra cosa muy importante y en la que también fuimos pioneros con Nico desde Mucho Bueno, es que considerando que la llegada al Polonio es bastante particular (todo lo que significa llegar, subirte al camión, el traslado en ómnibus o auto, dejarlo en la terminal), desarrollamos un vínculo con lugares que tienen nuestro perfil, el del vínculo y el trabajo con el artista. Entonces generamos lo que llamamos "Circuito oceánico", en el cual nos mantenemos en coordinación con otros establecimientos como es El Beril en Punta Fría, La Onda en La Paloma, o La Curandería en Maldonado. Tratamos de que muchas de las propuestas que programamos se integren en ese circuito, para facilitarles también a los proyectos poder llegar en mejores condiciones.
¿Qué tiene de especial el Cabo que lo vuelve un lugar fértil para este tipo de proyectos?
N.P.: Creo que lo que lo hace especial es el trato uno a uno que vos podés tener con el artista. Quizás fuiste a ver a Hugo Fattoruso a un mega teatro o a un mega escenario y pagaste x cantidad de dinero, que es lo que vale el show. Pero acá tenés la posibilidad de ver a Hugo Fattoruso cenando contigo. Te podés sacar dudas de sus temas, él se va a tomar una con vos después, lo vas a tener tocando mesa por medio a la tuya, y yo creo que si te llevás esa experiencia, lo demás es cuento. Tenés otra cercanía con el artista. Todas las temporadas nuestro público es el mismo. Tenemos las mismas reservas para los mismos días, los mismos clientes, las mismas familias. Estamos hablando de que a un toque de Cuatro pesos de propina van niños de seis años. Y los músicos saben que van niños, entonces no se desubican. Es algo bastante armónico. Van veteranos de 70 años y gurises de seis, el lugar es muy familiar.
S.S.: También el agradecimiento que sentimos con Nico y Mucho Bueno hacia los artistas, porque sabemos que para ellos es un esfuerzo enorme llegar. Más allá de que es un paraíso, porque la experiencia no es solamente el show. Empieza desde que te bajás del camión, vas hasta Mucho Bueno, que te recibe con un fogón, mirás para arriba y tenés a la Luna llena o las estrellas a flor de piel.
N.P.: Y tenés todo lo otro; llegan y saben que tienen un buen sonido, buenos fierros, buenos cables, hay una acústica tremenda. Eso va trayendo otro nivel de artistas también, se va corriendo la bola de que no es ir y enchufarse un parlante y que suene todo distorsionado. Hay un cuidado del sonido y de los elementos que puede hacer que el músico tenga una linda experiencia.
A lo largo de estos años, ¿sienten que se generó una comunidad alrededor de Mucho Bueno?
N.P.: Sí, yo creo que sí. Tanto entre los artistas como entre la gente que labura con nosotros, o la gente amiga.
S.S.: Por ejemplo los hostels de Cabo Polonio, que hay un montón, o tantas personas que viven en el Polonio todo el año. La temporada es uno de los momentos donde las personas locales pueden desarrollar sus proyectos. Por eso están muy pendientes de las grillas de Mucho Bueno, porque también eso impulsa todo lo que es la visita a los establecimientos.
N.P.: Y las reservas también, cuando ellos no están enterados de las grillas te preguntan qué tenés vos ese día, porque de repente les cayeron varias reservas. Entonces vos les pasas la grilla para que ellos estén un poco más enterados si no lo vieron en las redes. Pero a nosotros ya en octubre, setiembre, por ahí, la gente nos pregunta porque quieren ver qué licencia pedirse. Es muy lindo lo que se genera.
S.S.: Otra cosa importante es que nosotros para poder elaborar esta programación, además de articular con los hostels y con todo lo que es el parque nacional, también coordinamos con el gobierno local, con los transportistas. Tratamos de integrar a toda la comunidad para que todas las instituciones que están vinculadas al área protegida puedan acceder a la información con anticipación. Por eso la importancia de armar grillas, para trabajar en equipo y poder cuidar el lugar. No olvidarnos de dónde estamos. A nosotros no nos interesa que explote, sí nos interesa que haya respeto. Que se cuide el lugar, que se cuide el medio ambiente, al vecino y al que viene a descansar. Por eso los conciertos son a las 9 de la noche, todos los días con entrada libre y gratuita. Terminan a una hora apropiada y se puede seguir disfrutando del paisaje de otra forma.
Al recibir tantas propuestas, ¿cómo hacen para mantener su norte y seguir priorizando a la comunidad y al entorno por encima de un mayor éxito económico?
N.P.: Creo que va en la personalidad y en las ambiciones de cada uno. Mis ambiciones son que cada vez más gente conozca al boliche, poder seguir haciendo una mejor comida, seguir superando el nivel gastronómico y por ahí me quedé.
S.S.: Otra cosa que es importante es que al estar en un contexto de parque nacional hay ciertos factores que también plantean una metodología particular al momento de programar. Por ejemplo, el último camión entra a las 8 de la noche. Entonces lo que nosotros sabemos al momento de programar, es que la gente que va a ir va con anticipación, o es la gente que ya se está alojando en Cabo Polonio. Por eso cada año tratamos de apostar más y buscar más apoyos, porque esto se sostiene con la inversión de Mucho Bueno. Todos los años tratamos de poder ir integrando a empresas y marcas que estén interesadas, para poder seguir desarrollando mejor y con más tiempo la propuesta.
¿Siempre vieron cierta conexión entre el Polonio y lo que es el ámbito cultural?
N.P.: Sí, porque cuando iba de chico siempre veía a grandes músicos en la vuelta, y los veías tocando en la playa. El lugar tenía algo diferente, que no se veía en otro lado. Y después te vas enterando, el tema cultural está latente todo el tiempo.
S.S.: Y todas las canciones que están inspiradas en el Cabo Polonio. Nosotros este año en la grilla tenemos a Martín Buscaglia, que tiene un montón de canciones del Polonio, y una cantidad de artistas. Otra cosa que me gustaría destacar de Mucho Bueno, es que, además de la música integra propuestas de arte visual, de literatura, de poesía, y ya desde que entrás al lugar vas a ver el arte en las paredes. Lo vas a ver ahí. Es todo muy mágico, lo que estamos haciendo es casi una utopía.
¿Por qué creen que se da este vínculo especial entre el Polonio y la cultura?
S.S.: Yo creo que uno cuando está en un momento de felicidad o de ocio y en un contexto determinado, se potencia el escuchar al otro. Se potencia el contemplar, se potencia el sentarse sin el celular al lado del otro, descalzo, alrededor de un fuego hablando de la vida, y ahí surgen cosas mágicas. Y el Polonio tiene eso, es un lugar que inspira ese tipo de encuentro con el otro. En un mundo tan intenso, tan automatizado, tan tecnológico, este lugar perdido en el medio de Uruguay tiene todavía esa magia y posibilita esta conexión. A través de esa conexión con el otro es que surgen obras de arte.
Por Catalina Zabala
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