Por Federica Bordaberry
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Hay algo que suena al mar un día nublado con bastante viento. Hay algo que suena a esa situación, pero cuando quien escucha está bien abrigado, mirando el paisaje. Hay algo que suena al folklore francés, a la banda sonora de Amélie, hecha por Yann Tierseng, o a lo balcánico de la música de cine de Emir Kusturika. Que suena a rock y a psicodelia. Un poco al Río de La Plata, también.
Y ese algo es una orquesta de siete uruguayos que se conocen de toda la vida, de la escuela y del liceo. Ese algo, es la Mushi Mushi Orquesta, que surgió como banda por 2008, durante un verano donde recorrieron la costa este uruguaya con sus instrumentos.
"Lo que pasó fueron las ganas de irnos de vacaciones y buscar tocar en la calle. Es una banda instrumental, que es la mejor manera para tocar en la calle porque cantar es bastante jodido", dice Ignacio Pérez Traverso, que se ocupa del acordeón y del teclado en la banda, en conversación con LatidoBEAT.
Y agrega: "me parece que lo de orquesta muestra bien lo que es, porque somos siete, pero instrumentos hay el triple. Todos tocamos instrumentos y nos gusta jugar con instrumentos nuevos". Y es cierto. Hay guitarra, hay metalófono, hay violoncello, hay saxofón, hay ronroco, hay teclado, hay batería.
Pasaron de aquel verano al circuito montevideano y ya llevan tres discos (en 2010, 2012, 2016), un EP compartido (2014), varios singles, y algunos premios. Pasaron de aquel verano, y hoy conforman a la Mushi Mushi músicos como Alejandro Schmidt, Diego González, Gonzalo Peluffo, Ignacio Pérez Traverso y Pablo Sosa.
Este sábado 8 de junio se estarán presentando en Sociedad Urbana Villa Dolores junto a la Petit Orquesta, una banda de tres voces y tres guitarras a cargo de Alfonsina, Marcelo Fernández y Damián Gadea (entradas acá).
¿Qué hace de una orquesta, una orquesta?
Creo que la instrumentación en sí. Creo que hay varias orquestas. Las orquestas típicas del tango, una orquesta como de conservatorio o de tocar concierto, y creo que lo nuestro es una mezcla de esas dos cosas. Un poco viene de la orquesta más arrabal, pero con una instrumentación a veces un poco más clásica, con el violoncello, también hubo violín, pero es un rejunte de instrumentos. En nuestro caso, instrumental, que nos da esa visión. Igual, a la vez que te digo esto, la otra banda que va a tocar se llama Petit Orquesta y es muy poco orquesta. Todo lo que estoy diciendo, con ellos, se anula.
La música que hacen, dentro de todas sus características, es instrumental. ¿Por qué la decisión de no usar letra?
En un principio fue algo que nos nació para poder tocar en la calle y hacíamos algunas partes cantadas todos juntos, no hay ningún cantante que quiera ser el cantante principal. La verdad que a mí personalmente la vida me llevó para el lado de la música instrumental, como que compongo mucha música instrumental solo. Y trabajo en otro proyecto donde hay cantante y todo, pero soy muy fan del género. En ese momento escuchábamos el disco de Amelie de Yann Tierseng y el de Emir Kusturica y las películas, entonces hay algo muy cinemático y esa parte nos re atraía también. Creo que fue un comienzo para mí, porque al día de hoy es como que la música instrumental ocupa mucho en lo que yo escucho por día.
El no tener letra presente, que es el idioma en el que fuimos educados, hace que el cerebro de quien escuche tenga que interpretar a través de otros sentidos. ¿Les ha resultado más fácil transmitir lo que quieran transmitir sin letra?
No, yo creo que no. Yo puedo transmitir el sentimiento bien, pero es mucho más difícil que la gente se identifique con algo, con alguna melodía. Porque la letra te re identifica enseguida. Sí te pone en un lugar mucho más ambient, y lo que sí te da lugar a la imaginación y a que vos le encuentres tu propio lugar a cada cosa. No siento que sea una facilidad, creo que debe pasar mucho a gente, porque me pasa a mí también con la música instrumental. De repente no sabés bien quién es, qué canción es la que te gusta, sabés que estás escuchando una música que la tomás, pero no identificás la canción. Si te digo qué tema de la Mushi te gusta, y es difícil. Para mí es difícil que la gente sepa, hay algunas personas que sí, obviamente, pero es mucho más difícil ir a lo puntual de entender y de identificar sobre todo.
A esta altura, con tres discos, un EP compartido y varios singles… ¿han logrado definir qué dice su música? ¿O qué intención tiene a la hora de componerse?
Yo creo que definir es un montón, es un camino. Lo que hacíamos al principio, que está todo bien, pero era otra etapa. Ahora es como que ya no componemos de esa manera, y creo que nos vamos definiendo en cada disco y con cada momento que estamos.
Entonces, ¿qué hacen a nivel compositivo ahora que no hacían antes?
Estamos componiendo mucho más a distancia porque todos vivimos en distintos lugares. Ahora en Montevideo hay tres y somos siete, es poco el número que vive en Montevideo. Yo vivo en Buenos Aires. Y hay un par en Europa, entonces resulta mucho más de que uno manda una idea por mail y cada uno le va sumando sus partes. Me divierte más componer todos juntos en la sala de ensayo, sin duda, pero bueno es otro momento y la que nos tocó.
Hay analogías entre esto de instrumental y música con letra, por un lado, y poesía y narrativa, por otro. Como si lo instrumental y la poesía estuvieran más vinculados a un estado de ánimo que a una historia, ¿te pasa eso con la música de la Mushi Mushi?
Sí, totalmente de acuerdo. La música instrumental es mucho más abierta. Que tenga narrativa ya sería un montón, poder seguirle la narrativa a la música instrumental. Es más un sentimiento que te deja una canción, o una parte de una canción, que una historia. A la vez me encanta, la música clásica por ahí es de contar una historia aunque no la entiendas.
Sin embargo, hace un rato me hablabas de influencias vinculadas a la música para cine. Y lo que hace la música para cine es acompañar una narrativa, incluso formarla.
Total. Muchas veces me parece que la música en el cine, lo que decís está bien, pero creo que a veces por algo es audiovisual el lenguaje, no es solo visual. Obviamente que la imagen es como algo que lo ves sí o sí, el audio podés no tenerlo tan presente, pero creo que lo que está narrando es todo, por un lado la música hay veces que le da la idea a la escena. He tenido algunas participaciones en algunas audiovisuales, en cine, y un poco pasa eso. Cuando lo estás haciendo la música toma un protagonismo importante en la historia.
Digamos, no son comparables en el sentido de que una está pensada para también incorporar otro elemento, que es lo visual.
Exacto. Creo que no, que las dos van de la mano, en el cine sobre todo.
Imagino que siendo tantos, siete miembros, la cantidad de influencias musicales que deben entrar a la hora de componer deben ser muchas… ¿a qué suena Mushi Mushi?
Suena al mar un día nublado con bastante viento, pero cuando estás bien abrigado mirando ahí. Eso es un re sonido de la Mushi, después influencias de bandas también. Hay mucho del folklore francés en nuestros inicios, tipo Yann Tierseng hizo ese disco emblemático para esa peli, pero hay muchos más. Después la música balcánica de Kusturika y los gitanos también, pero después intentamos aprender un poco del Río de La Plata y hay una rama un poquito más de acá, de raíz. No mucho, la verdad. El rock también pasa por la Mushi. Y los climas, y la psicodelia. Va cambiando mucho, a mí también me gusta la música brasileña, pero no sé tocarla. Pero me encantaría y hay un poco de eso.
Pero, además, siendo tantos también son muchos instrumentos, ¿son necesarios elementos como el violoncello, el saxo, el ronroco, el acordeón, para llegar al sonido de la orquesta?
No son necesarios, somos siete y somos muy curiosos, la verdad. En este caso, hay veces que está bueno que suene la guitarra sola, y que no haya nadie más. De repente los otros entran como un detalle, o una nota en un xilofón, o un ruido que podés sacar con el violoncello y eso más una guitarra te hace el clima. Me parece que no es necesario. La orquesta pasó por muchos momentos, y hubo momentos más de entrar en una con estar todos tocando juntos todo el tiempo. Eso también. Y creo que nos pasamos en ese momento, no era para estar en esa. Hay un disco que para mí es un poco demás, tendríamos que haber hecho los temas más tranqui, bajarle un poco la cantidad de cosas. Pero también es parte del aprendizaje y es lo que agarramos. La verdad que la parte de hacerlo fue la más divertida, y aparte lo grabamos todos juntos. Fue Otro cuerpo, otro esqueleto, nuestro segundo disco. Lo grabamos todos juntos y fue hermoso, pero como resultado, como pieza, como obra, quizás fue demasiado, era una intervención de todos, dándolo todo, mil instrumentos.
El segundo disco de la orquesta salió con Perro Andaluz, un sello muy de nicho, pero también conocido por ser el primero en mirar ciertos artistas que terminaron siendo grandísimos, ¿por qué esa decisión?
Porque es un copado Ángel Atienza, la verdad. Nos juntamos con él, hace diez años y nos trató re bien y la verdad que le dio su certificado, que más que nada fue eso. Certificar por Perro Andaluz, hermoso. Me encanta haber sacado ese disco con Perro Andaluz, él nos facilitó toda la parte de la imprenta y la editorial, y fue en la búsqueda de sello sin saber lo que era un sello. Está bueno.
Por Federica Bordaberry
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