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Contenido creado por Federica Bordaberry
Literatura
Los libros y sus autores

Nicolás Alberte: “El ser humano está siendo cada vez más cuestionado por otras empresas”

Escritor de poesía y narrativa, publicó su novela “Una empresa llamada La Humanidad”, este 2023, con la editorial uruguaya HUM y Estuario.

07.12.2023 12:47

Lectura: 9'

2023-12-07T12:47:00-03:00
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Es una reunión de inquietudes. Aparecen y reaparecen, en distintas formas y de distintos tamaños, las temáticas de Nicolás Alberte. Que son “un paseo por la historia —y las teorías y los vicios y los simulacros y las justificaciones— del arte contemporáneo y la sociedad de consumo”, según el escritor y periodista uruguayo Juan Andrés Ferreira. 

Sobre Una empresa llamada La Humanidad (2023), Ferreira también dice que “aquí también se siente la tensión/comunión entre ciencia y religión, entre arte y mercado, entre el hombre y la naturaleza, entre las fragmentadas y limitadas cartografías de la realidad y la ilimitada e inabarcable realidad. Hay sátira, escenas de horror, confesiones, visiones místicas, momentos de intimidad con lo liminal. Los temas se ramifican, las estrategias narrativas parecen inagotables: el autor se vale de diálogos telefónicos, soliloquios, listados, transcripciones o de reproducciones pictóricas para dar forma y contenido a cada relato, cada uno creado como un mecanismo con sus propias reglas —no siempre, o no del todo, a la vista—, donde surgen apuestas arriesgadas que, en ocasiones, derivan en desenlaces insospechados”.

Alberte (Montevideo, 1973) no es un escritor nuevo, reciente, de óperas primas. Ha publicado seis libros de poesía: El cuidado que ponemos diariamente en no morirnos (2004), Vacío en partes iguales (2005), unapalabramáslargaquelanoche (2006), Montevideanas (2008), Escritos a la luz de las cosas que no se ven (2009) y Área de Broca (Tercer Premio Nacional de Literatura, 2015; publicado en 2020).

En narrativa publicó las novelas Ópera prima (2007) Te odio, eternidad (2018; Segundo Premio Nacional de Literatura, 2020) y Amantísima (Primer Premio Nacional de Literatura, 2019; publicado en 2021). Su ensayo biográfico sobre Gustavo Príncipe Pena, como parte de la colección Discos, se titula La fuente de la juventud (Estuario, 2022).

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

¿Preferirías viajar al futuro o al pasado?

Al pasado.

Si pudieras ser un personaje de tu libro, ¿cuál serías?

Beddy Tear, la estrella de la industria pornográfica que deviene en guía espiritual (del cuento “Precauciones para la contratación de humanos”). 

Imaginá que tenés la oportunidad de escribir una secuela para cualquier libro clásico. ¿Cuál libro elegirías continuar y qué dirección tomaría la historia en tu secuela?

De la novela titulada Vida de Rimbaud, me gustaría escribir una secuela en la que sobrevive al carcinoma de su pierna derecha, se vuelve a Charleville con su madre Vitalie y su hermana Isabelle, y pasa sus últimos años entregado a la lectura de las sagradas escrituras, huyendo de los acólitos que empiezan a deslumbrarse, cada vez en mayor número (como era de esperar), con el brillo de su poesía. 

Si pudieras vivir en el mundo de cualquier libro, ¿cuál elegirías y por qué?

Memorias de Adriano (de Marguerite Yourcenar), lo leí de joven y todavía recuerdo esa permanente sensualidad melancólica llena de arte y poesía. Lo mismo me pasa con Paradiso, de Lezama Lima. También podría ser ese, La Habana es una ciudad tan espléndida.

Si pudieras invitar a tres personajes literarios a cenar, ¿quiénes serían y por qué?

Clarissa Dalloway, Connie Chatterley y Angélica Font. Convoco también a Pepe Carvalho para que me ayude en la cocina.

¿Qué cinco cosas guardarías en una cápsula del tiempo?

Algunos dibujos de mis hijos. 

Tu autobiografía en una frase.

Antes muerto que sencillo. Me gustaría que fuese mi epitafio.

Contanos qué estás leyendo ahora.

El mar, el mar, de Iris Murdoch.

Si pudieras tener una conversación de una hora con cualquier escritor famoso, pero después nunca más podrías leer ninguna de sus obras, ¿a quién elegirías para tener esa conversación?

Me gustaría hablar con Leanne Shapton sobre natación y arte. Si tiene que ser ultra famoso, que sea Byron, con quien también podría tratar los mismos asuntos.

Si tus libros fueran adaptados al cine, ¿quién te gustaría que interpretara al personaje principal?

Cate Blanchett. 

El primer verso que te viene a la mente.

“Dondequiera que esté / yo soy lo que falta”, de Mark Strand.

¿Por qué Una empresa llamada La Humanidad?

“Empresa” en el sentido de tarea que conlleva dificultad y cuya ejecución requiere decisión y esfuerzo. Lo que nosotros entendemos por “ser humano” (un concepto que se deriva del sujeto cartesiano, de la ilustración, de la teoría freudiana del inconsciente; que se sustenta en nociones particulares de verdad, justicia o libertad) es una construcción “humana” que tiene su lugar en la historia.

No va de suyo, no es natural ni evidente y mucho menos eterna. De hecho, como ocurre en el cuento que da título al libro, esa entidad está siendo cada vez más cuestionada por otras empresas, sobre todo las del complejo científico-técnico, que promueven nociones de libertad y verdad diferentes. Si a partir de este cambio surge una subjetividad nueva, es algo difícil de saber por ahora, pero se trata de una cuestión sobre la que conviene reflexionar. 

Contanos sobre una lectura que haya tenido un impacto significativo en tu vida. ¿Qué libro fue y por qué fue tan importante para vos?

Las lecturas significativas van cambiando en diferentes períodos. En el que corresponde a la producción de estos relatos, la influencia principal fue David Foster Wallace. Sobre todo, los textos de Entrevistas breves con hombres repulsivos y Extinción. Foster Wallace y las lecturas que a partir de él se ramificaron (Gaddis, Barth, Pynchon, Barthelme, De Lillo), fueron muy importantes porque me revelaron otras formas de narrar. Varios de los cuentos de este libro tienen que ver con la exploración que se deriva de esas lecturas.  

¿Cuánto tiempo te llevó escribir este libro? Desde la concepción de la idea hasta la publicación final.

Son cuentos que escribí hace años, cuando vivía en el exterior. Cada uno fue escrito en un período diferente y la duración de esos períodos es variable. Algunos me llevaron dos o tres meses, otros más. Todos tienen bastante trabajo de corrección a lo largo de los años.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Si tuvieras que describir tu libro en una sola frase, ¿cómo la formularías?

No se pierdan este circo: un actor porno más enfocado en el Tánatos que en el Eros del arte clásico, un viaje místico delirante a Monte Albán, una versión materialista del más allá, una metáfora siniestra de la poesía como lenguaje extranjero, un héroe pop juvenil viejo y reventado, otro publicista que se cree iluminado (pero esta vez de un modo original), el apocalípsis de la literatura en un cadáver, el crimen más famoso de la historia del rock visto desde el lado de la paranoia y un neurótico obsesionado con todos esos brotes psicóticos.

Si pudieras combinar el final de cualquier libro famoso, ¿cuál elegirías y cómo sería el nuevo final? 

Me encantaría salvar a Anna Karenina, pero si no se tirase a la vía del tren no sería Anna Karenina. En resumen: no me veo capaz de mejorar el final de ningún libro. Ni famoso, ni ignoto.

¿Qué consejo o frase inspiradora darías a otros escritores que están buscando su voz y estilo literario?

Como dice Bartleby: “preferiría no hacerlo”. Pero puedo dejar una cita de Onetti que a mí me funcionó y me funciona: “Los escritores se dividen en dos grandes categorías: los que quieren llegar a ser escritores y los que quieren escribir […] A los primeros les aconsejaría que se apuren […]. Los segundos no necesitan ningún consejo”.

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Fragmento de Una empresa llamada La Humanidad:

“En el mundo se produce un suicidio cada cuarenta segundos y, por cada caso exitoso, hay veinte fallidos. ¿Qué te parece eso como terapia alternativa para la conquista de la felicidad?”

Todas las sesiones pasaba lo mismo: me sentaba frente a ella y decía aquella frase como si fuera graciosa; después empezaba con las novedades de la semana. El día en que ocurrió el episodio se trataba de que me había despertado en el apartamento de una chica que conocía bastante bien físicamente, pero no tan bien intelectualmente, porque casi no habíamos hablado las pocas veces

que nos vimos y, como quería que ella durmiese la mayor cantidad de tiempo posible, dado que precisamente no me interesaba dialogar, fui sin hacer ruido a la biblioteca y me puse a hurgar. Tuve que prender la luz del living porque todavía era noche cerrada. Me di cuenta de que la chica tenía un comportamiento bastante consecuente con los escritores que le gustaban: cinco libros de Amis (Martin), seis de Auster, cuatro de Barnes, ocho de Bolaño, cinco de Carver, cinco de Foster Wallace, cinco de Kureishi, cuatro de Munro, cuatro de Nothomb, y así sucesivamente. Todos ordenados por nombre, como en una librería. En la F, después de los cinco de Ford (Richard), tenía tres de Jonathan Franzen, de los cuales yo había leído esos dos que leyó todo el mundo: Las correcciones y Libertad. El tercero no lo conocía y, por hacer algo, lo agarré y empecé a hojearlo: Cómo estar solo era su título. En ese momento ella, mi psicoanalista, como si no me estuviera escuchando con atención o mis palabras le llegaran con algún tipo de delay, retrotrajo la conversación a su momento inicial diciéndome: “Esperá, ¿una chica? No me habías comentado nada de una chica… ¿Cuándo la conociste?”. 

Desde luego que era una intervención extraña por parte de ella, que en los ocho años que llevábamos de terapia había hablado menos que un personaje de Tarkovski, y más que nada viendo lo que pasó después, no puedo dejar de pensar que estaba nerviosa por algo. Aunque la verdad es que es imposible saber si lo que pasó después no había estado pasando cada una de las casi cuatrocientas veces anteriores que yo fui a terapia con ella y en las que no anduve abriendo las puertas de su apartamento. Lo pienso y me da algo…

Cambiemos de tema.

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Este libro recibió un incentivo a la edición del llamado "Felisberto"/ InLet.