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Música
Los cósmicos

Nicolás Molina: "Me gusta ese vínculo con la tranquilidad del paisaje"

El artista se presenta este sábado 21 de diciembre en Mucho Bueno, Cabo Polonio.

19.12.2024 15:33

Lectura: 10'

2024-12-19T15:33:00-03:00
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Por Catalina Zabala
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Nicolás Molina es hijo de su tierra. Nacido en la ciudad rochense de Castillos, sus vivencias atravesadas desde su infancia hasta el día de hoy trazaron una impronta. Una filosofía de la música. Como oyente, su corazón tiende a vibrar con aquellos que vivieron una vida semejante a la suya; sintiéndose "mucho más cercano" a la música de las afueras de la capital. 

Como artista, conecta con aquellos paisajes tranquilos que observó durante largos viajes a través de la ventanilla de un vehículo. Sus largos pero inevitables viajes a la ciudad de Rocha o a la capital montevideana le ofrecieron espacios más tranquilos, más pensativos, y lógicamente más contemplativos. 

Pasó por su proyecto musical Molina y los Cósmicos, uno que le permitía "esconderse" de una imagen de artista nacional que le aterraba: buscaba que no se percibiera la "frialdad del solista cantautor uruguayo". Sin embargo, sus experiencias personales y el reflejo de las mismas en sus obras lo llevaron a cambiar de rumbo. A continuación, publicó Querencia (2019) y el reciente Castillos Soho (2024) bajo el nombre de Nicolás Molina. Hoy, con una postura más despreocupada sobre el tema, deja que se lo presente bajo cualquiera de los dos nombres. 

Con una mirada nostálgica y espíritu contemplativo vuelve al Cabo Polonio, el balneario de sus veranos en familia. Con Sebastián Arruti, Ignacio Vitancurt y Santiago Miraglia, los integrantes de su banda, prepara su presentación en Mucho Bueno este sábado 21 de diciembre, con entrada gratuita. 

Desde tus inicios hasta hoy, ¿cómo sentís que evolucionaron tus composiciones?

Yo estoy bastante conforme. Viendo en retrospectiva y comparando los primeros discos con los últimos, tanto desde el punto de vista compositivo hasta el punto de vista de las letras, veo la evolución personal y me quedo conforme. Entiendo que también la música que estoy haciendo ahora quizás no es tan comercial como tal vez era al comienzo.

¿Sentís que el haber nacido en Castillos se refleja de alguna manera en tu música? 

Yo creo que sí. Sobre todo en el ritmo de la música, de los tiempos, de la paciencia para algunas cosas, porque en realidad me crié sobre la ruta, escuchando música. Para ir a sacar la cédula siendo niño tenía que ir a Rocha, entonces esas horas de ruta te permiten ver el mundo con otro tiempo. Yo estoy yendo y viniendo de Rocha a Montevideo todo el tiempo, y esas siete u ocho horas que tengo en la ruta me dan como para pensar un montón, y creo que también esa impronta la tenemos toda la gente del interior. Esa espacialidad geográfica que hay de mirar las praderas, de mirar las llanuras, de mirar las palmeras, en cierto sentido si te ponés muy contemplativo te puede dar un insumo para llevarlo a la música. Si bien creo que cualquier persona de cualquier parte del mundo puede hacer la música que se le antoje, en mi caso me gusta ese vínculo con la tranquilidad del paisaje.

¿Ves a la música de Montevideo como alterada por otro manejo del tiempo? 

No sé si tan así, pero noto diferencia. También hablo por mí, pero pasa un poco a nivel nacional del canto popular, que es diferente en el interior que en Montevideo. En cierto sentido, empatizo más o me siento más cercano a los músicos del interior que a los de Montevideo, aunque seguramente en cantidad me gusten más músicos de Montevideo, porque es imposible comparar a mucha gente del interior con un Jaime Roos por ejemplo, que es un dios musical. Pero noto que por ejemplo el Sabalero, Los Olimareños, o Santiago Chalar, son artistas que me llegan al alma y al corazón de manera diferente. Escucho a Lucas Sugo o a Chacho Ramos y siento que me gusta mucho más que de repente Márama o esas bandas, por ejemplo.

Foto: Germán Pérez

Foto: Germán Pérez

Trabajaste en la composición musical de la banda sonora del cortometraje El camino solo. ¿Cómo fue esa experiencia? 

El director es profesor en la escuela de cine de Seattle, y él venía estacionando el auto y escuchando la radio, una muy conocida de allá. Justo estaban pasando una canción mía y se contactó, y trabajamos puntualmente para un par de escenas y estuvo buenísimo. Fue en el comienzo de mi carrera, si se puede llamar carrera. Increíblemente participó de diferentes festivales en Europa y terminó en Estados Unidos, incluso en un festival que era presentado por Clint Eastwood. Yo soy ultrafan de los spaghetti westerns, y que lo haya presentado él fue una locura. Obviamente todo esto me lo contó el director. Además en el primer disco, que tiene algo de esa música y se llama Gallos de Kentucky, yo sampleé una voz del doblaje de Clint Eastwood y aparece en la canción. No tengo ningún derecho, simplemente es un robo a mano armada del que supuse que nadie se iba a enterar nunca.

Tenés un proyecto musical, Molina y los Cósmicos. ¿Por qué viste necesario separar tu identidad artística de tu nombre personal? 

Surge porque necesitaba cerrarme, esconderme o escudarme en un nombre que no surgiera solo como solista. Que no se sintiera esa frialdad del solista cantautor uruguayo, porque no me gusta quedar en ese lugar. También porque yo no me consideraba ni me considero cantante, simplemente termino por hache o por be contando las canciones, pero es más un ejercicio. Y cuando tuve que buscar un nombre, un amigo que se llama Nicolás Curbelo me mostró un lugar que había en Texas, que es un hospedaje hecho con pedazos de caravanas, tráilers viejos de autos, en el medio del desierto. Aparte de eso, en ese lugar empezaron a hacer festivales e iba a tocar la gente, entonces me pareció un lugar que estaba bueno desde el punto de vista estético y artístico. Ese lugar se llamaba "El Cósmico". Entonces se me ocurrió ponerle así, he pensado en cambiarlo mil veces y de hecho lo hice, pero quedó.

Hace algunos años volviste a usar tu nombre personal en el ámbito de la música. ¿A qué respondía esa decisión? 

Generalmente dejo que el boliche lo presente como quiera. Yo siempre trabajé de manera solista en mis discos, pero pasó algo extraño, y es que los dos primeros discos de los Cósmicos creo que fueron mucho más solistas que mis discos como Nicolás Molina solo. De hecho, en mis dos discos como Nicolás Molina solo hay una columna vertebral de gente que trabajó como Pablo Gómez, que se encargó de todos los teclados. También componiendo, en cierto sentido, así como un montón de invitados más. Pero como que con Molina y los Cósmicos era más un proceso de hacer un archivo, grabar, surgía todo desde una maqueta, un demo, y en realidad para mí los dos primeros discos de Molina y los Cósmicos son demos, no sé si bien grabados, pero sí como para editar. 

Yo venía tocando con Molina y los Cósmicos, y había logrado tener una banda fija de amigos que estuvieron tocando. Uno de ellos decidió bajarse, no estaba a gusto, y otro de ellos también quería comenzar una carrera solista, y un poco por honor a esa amistad decidí que no iba a seguir tocando como Molina y los Cósmicos. En esa época fallece mi padre, y empiezo a escribir muchas canciones que tenían que ver con él, con mi infancia, o cosas relacionadas a lo cotidiano de la vida en Castillos, tanto de cuando era chico como de ahora. Entendí que ese disco era remío, y lo quise firmar con mi nombre.

La gente no lo entendía, porque teníamos toques programados con el nombre anterior, pero a mí no me interesa buscar el rédito cuando tengo que firmar algo, y lo puse como Nicolás Molina. Después me llamaron para tocar y fui a un lado y al otro, y fue quedando. Pero en realidad el nombre ahora es lo que menos me preocupa, mil veces me dan ganas de cambiar, pero también me embola cuando veo que la gente cambia mucho de nombre. Tengo bastantes artistas que me gustan un montón y que han cambiado, pero siento que para lo que es Uruguay a veces es mucha información. Entonces soy yo mismo, somos Molina y los Cósmicos, que sea lo que sea. Te juro que hice un click respecto a eso, y no me preocupa.

Participaste del álbum tributo de Os Paralamas do Sucesso. ¿Cómo fue esa experiencia?

Estuvo rebueno, porque en realidad el portal que se encargó de la producción del disco hace varios tributos, y los hace coordinando con los artistas. En este caso lo coordinaron con la misma banda, los permisos y todo eso, y con el batero seleccionaron las bandas y me escribieron para hacer una canción. Yo puntualmente no conozco tanto Paralamas, conozco la parte comercial. Entonces no me veía haciendo un cover de Paralamas ni a palos, pero me pasaron esa canción un día y la adaptamos. Había que decir que sí. Participaría en 10 discos tributos a bandas brasileras antes que Paralamas, aunque los respeto mucho y me parecen tremenda banda por lo poco que conozco.

¿Qué dirías que es lo que identifica a Castillos Soho (2024), tu último álbum?

Creo que empecé desde Querencia (2019), que es el primer disco que firmé como Nicolás Molina. La diferencia con lo previo es que empecé a hablar más de la sociedad que me rodea, tanto en verano como en invierno. La idiosincrasia rochense y esteña de balneario desolado, y cómo interactuamos con el turista y con la gente que está de paso, las pequeñeces de un pueblo. Quizás las otras canciones de los primeros discos eran más universales. Creo que eso es un poco lo que lo identifica, creo que en estos discos estoy hablando más de acá, y quizás también en algunas cosas estoy siendo más crítico con el acá.

¿Qué se puede esperar del show del sábado 21 en Mucho Bueno, Cabo Polonio? 

Yo estoy reilusionado por varias cosas. Una de ellas es tocar en el Cabo Polonio, donde increíblemente nunca he tocado con mi proyecto solista. Había tocado una vez con La Vaca del Fondo, hicimos una gira por el interior. Fue un despelote por lo divertido que fue, y puntualmente esto de ir a mi segundo balneario de niño fue muy especial. Mi familia era de clase trabajadora, teníamos una panadería en Aguas Dulces y repartíamos el pan en el Polonio. Siempre me gustó el vínculo con ese lugar, ese Polonio libre de turistas. Y cuando coordiné con Mucho Bueno para tocar, me parecía reinteresante hacerlo en diciembre y no en enero, por ese tipo de razones.

Puntualmente en este toque surgió la idea de incluir a Manu como DJ porque sabemos que él está muy fijo ahí en los veranos, es como más local que nosotros. Además, creo que es una persona que ha leído muy bien lo que venimos haciendo nosotros desde el punto de vista musical. En la banda, todos los músicos somos 100% de Rocha y de Castillos, que si bien es lo fijo que tenemos ahora, hoy te nombraba en este último disco la participación de Pablo Gómez en teclados, que es muy importante. La idea de la banda es trabajar de manera fija, que nos permite poder ir a toques pequeños sin mover gente de Montevideo. Pero para mí, cuanto más músicos haya arriba del escenario, más divertido es. Va a ser lo máximo que podemos dar para un lugar así, con estas dimensiones, y me parece que va a ser divertido.

Por Catalina Zabala
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