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Contenido creado por Valentina Temesio
Música
Me quiero congelar

Niña Tormenta, una artista que está dispuesta a soltar para hacer música

La chilena tocará en el segundo ciclo del sello independiente Feel De Agua junto a Jorge Portillo este 3 de setiembre en Sala Lazaroff.

02.09.2022 14:26

Lectura: 6'

2022-09-02T14:26:00-03:00
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Por Valentina Temesio

En Chile, entre los sonidos del folclore, creció Tiare Galaz. La chilena, conocida como Niña Tormenta, se dedicó hasta los 30 a la gestión cultural y producción. Sin embargo, en 2012, tuvo contacto con el sello independiente Uva Robot, y así, en ese colectivo en el que las personas pueden crear canciones sin ser pródigas de la música, comenzó a publicar tímidamente sus primeros temas. 

Desde aquel entonces hasta hoy, Niña Tormenta, sin buscarlo y de sorpresa, se posicionó como una de las voces de la música independiente en el país andino. Aunque a la chilena le costó empezar, pensaba que su arte no tenía valor, que era necesario saber mucho de música para mostrar sus temas. Pero, despacio y con pudor, se animó a que sus temas vieran la luz, sin ambición y con “humildad”, comenzó a tocar en ciclos de música que ella misma producía. En 2017 lanzó En vivo desde Valparaíso y Loza, su primer álbum de estudio.

Los temas de Niña Tormenta son un pasaje en el tiempo influenciados por el folclore, Violeta Parra, Eduardo Mateo, Los Varios Artistas, Diego Lorenzini y la música de su infancia, que, además, narran las cosas que ve. Escribe desde pequeña, lo hace todo el tiempo, ese hábito es una manera de decantar. Y, muchas veces, esas cosas que sus ojos ven y guarda trazadas en un papel, son las letras de sus canciones. Esas que ahora escuchan otras personas, pero que antes eran parte de un juego, que comenzó cuando una pareja le regaló un ukelele. 

—Tengo esa costumbre de ir anotando cosas que pienso, imágenes que se me vienen a la cabeza o que veo. De ahí, generalmente, salen las letras. Cuando estoy jugando a tocar algún instrumento y aparece una melodía, vuelvo a esa libretita, veo qué cosas estuve escribiendo, voy leyendo para atrás y elijo. A veces pasa también que estoy tocando y aparece una melodía y, al mismo tiempo, una letra. Generalmente es como un diálogo interno constante, que todos tenemos con nosotros mismos, dice Niña Tormenta.

Así le canta a la mar, a las naranjas, a los edificios nuevos, al cielo, a la lluvia.

En su caso, estudiando desde dentro, transforma imágenes o emociones en frases de canciones. Cuando algo que para ella es significativo, la emociona, o simplemente es hermoso, trata de recordarlo. Sin embargo, admite que hacer música es “un poco misterio”: a veces las cosas se sueltan a un canal, otras es el canal de algo que está apareciendo. Para Niña Tormenta, puede resumirse en que es “estar dispuesta a soltar”.

Galaz se presenta en el mundo de la música con su apodo, Niña Tormenta, aquel que una relación amorosa le dejó. Sin embargo, es ella misma, no existe otro personaje ni fantasías entre ese sobrenombre que apela a la tempestad, a la lluvia violenta. La intimidad de Tiare queda reflejada en cada verso. Las tormentas invitan a refugiarse, lo mismo que el otoño, esa estación que más disfruta porque “es una época donde usualmente hay que adentrarse, hay que salir menos, el ritmo es distinto”, dice.

Los tiempos de Niña Tormenta son lentos, aunque no vive fuera de la rapidez que marca la actualidad. “A veces es angustiante, todos tenemos un grado de ansiedad viviendo en esta época”, expresa. Le cuesta el acelere de la ciudad, de las redes sociales, de la conectividad, pero no está exenta. Tampoco es budista, aclara. Es parte de lo mismo, pero se las ingenia para estar más tranquila, para decir cómo hacer las cosas de otras maneras, porque el ritmo de producción que hay ahora no es el mismo que ella acomoda para vivir ni para hacer cosas.

Niña Tormenta no solo suena en los paisajes chilenos, su música ha traspasado las fronteras. “Una de las cosas lindas de hacer música es que te permite conectar distintos lugares más allá de que la gente te conozca o no”, dice Galaz. Porque cuando una persona comparte su música ya se abre a conocer a otras, a encontrar algo personal. La artista, que vivió siete años en Buenos Aires, abrió el concierto de la argentina Juana Aguirre, y, en Uruguay, a través del sello Feel De Agua, comparte escenario con el músico Jorge Portillo.

Pero, en realidad, Niña Tormenta iba a tocar sus canciones en suelo uruguayo antes. Hasta que llegó la pandemia. Por eso, esta instancia, es el cierre de aquellas charlas que compartió junto a los integrantes de Feel De Agua, que más que colegas son amigos. Con los uruguayos comparte la forma de hacer las cosas, la visión sobre la música, sobre la vida, sobre la política. “Hay un lazo que nos une y yo siento que está buenísimo poder desarrollarlo, alimentarlo y hacerlo crecer desde el cariño”, expresa la artista.

Y, también, comparten la autogestión, ese conocimiento que Niña Tormenta adquirió a lo largo de los años haciendo gestión cultural y producción, esa otra rama a la que se dedica además de hacer música. 

—A mí el camino de la autogestión me hace sentido. Hay cosas que una necesita externalizar. Yo soy independiente, pero tengo un contrato con una distribuidora digital. Aunque es muy distinto, porque es como una plataforma que uno contrata para subir la música, más que ellos manejan derechos de mi música, es un trato distinto. Me parece mejor, me gusta tener control de lo que hago y de lo que se hace con lo que hago.

El camino de la autogestión a Niña Tormenta le funciona. Y, al menos por ahora, se quedará ahí. “No tengo esa fantasía del alcance masivo de la música”, confiesa. El próximo paso será lanzar su segundo disco, que tiene como fecha “máxima” para salir a principios de 2023. Sin prisa, con calma y siguiendo su esencia otoñal, Niña Tormenta volverá a hacer que esas imágenes que aparecen en su cabeza vuelvan a sonar.

Las entradas se pueden adquirir aquí.

Por Valentina Temesio