Documento sin título
Contenido creado por Federica Bordaberry
Cine
Coming of age

Nina y Emma, el cine joven e independiente contra la marea

El proyecto de la directora uruguaya Mercedes Cosco se encuentra en etapa de producción y verá las pantallas en 2023.

24.08.2022 17:04

Lectura: 9'

2022-08-24T17:04:00-03:00
Compartir en

Por Federica Bordaberry

El proceso natural para filmar una película en Uruguay suele ser, más o menos, este:

Se escribe un guion, con o sin fondos.

Se postula a un fondo, o se consiguen fondos.

Se hace una preproducción.

Se hace un rodaje.

Se consiguen más fondos, quizá.

Se posproduce. 

Se termina.

Se estrena, en algún lado, de alguna forma. 

Pero ese no es el camino que tomó Nina y Emma, una película uruguaya, un coming of age que comienza con las vacaciones de verano de Nina y su mejor amiga Emma, cuando deciden pasarlas juntas en un balneario de la costa de Uruguay.

“La realidad es que fue todo muy anárquico. Esta no es una historia de cómo se hacen las cosas. Esta es una historia de cómo hacer todo lo posible para que lo imposible suceda, porque realmente fue contra viento y marea”, dice Mercedes Cosco, la directora de la película. 

Es que hay obras que patean, que arañan, que gritan, que hacen todo para salir y para existir. Y, posiblemente, Nina y Emma sea una de ellas. 

La historia de la película, la trama, surge como un primer acercamiento de Mercedes a escribir un largometraje. Primero, se le aparecieron dos personajes femeninos, dos amigas. “Tenía muchas ganas de hablar de la amistad y de la amistad de dos mujeres, como punto de partida. Después, quise incorporar elementos que me parecían interesantes y se fueron dando a medida que se construyeron esos personajes”, recuerda. 

Y todo empezó así, una historia con las puertas abiertas a lo autorreferencial. “Ahora, mirándolo en retrospectiva, siento que me dividí en dos. Como que soy Nina y Emma en simultáneo, o era Nina y Emma en simultáneo. Eso, y las ganas de comprometerme con un primer proyecto a largo plazo”, agrega.

En aquel entonces, Mercedes todavía era estudiante de Comunicación Social, y apareció la oportunidad de enfocar el proyecto en un seminario que le ofrecía la universidad como preparación del trabajo final de grado. Ahí fue cuando Nina y Emma tuvieron un espacio y un lugar: un verano en La Paloma. 

A lo largo de todo un año escribió la primera versión de ese guion y lo entregó a principios de 2018. Luego, eso fue decantando y volvió a retomarlo en 2019. Le hizo algunos ajustes y volvió a dejarlo. 

Pero también hubo otro protagonista en la realización de la película. Mercedes es fotógrafa y, haciendo las fotos de una fiesta de quince, conoció a Juan Martín Alonso, también fotógrafo. 

“Para un fotógrafo lo peor que existe es ir a un quince. Charlamos un montón y, después, en un casamiento, Mercedes me contó que había escrito un guion y que era su trabajo final para la facultad. En 2018, cuando lo terminó, me lo pasó y me encantó”, dice. 

Juan Martín Alonso, que hoy es dueño y productor ejecutivo de Ipsilon Films, antes de 2020 nunca había considerado ser productor de nada. Pero cuando llegó la pandemia a Uruguay, se preguntó (y le preguntó a Mercedes), ¿y si filmamos Nina y Emma

Ahí fue cuando llegó la tercera versión, la cuarta, la quinta, y varias más, de aquel guion. Y, con ellas, llegaron las dos actrices y protagonistas de la película. Nina, interpretada por Alfonsina Carrocio, y Emma, por Valentina Pereyra. 

“En 2018 le había pasado el guion a Alfonsina Carrocio y a ella le había encantado. Me había dicho que cuando la filmara que le avisara porque ella quería ser Nina. Le comenté a Alfonsina y me dijo: ‘¿Pensaste alguien para Emma?’. Yo, en paralelo, ese año empecé a dar mi taller de Diario Íntimo, y una de las chicas que venía al taller era Valentina Pereyra. Ya me había dado la impresión de que iba a ser una gran actriz. Tenía esa sensación de que podía realmente trabajar con ella, pero no la había visto actuar en nada. Ella, sobre todo, estudió teatro, entonces tampoco tenía mucho acceso a eso. Un día dije, ‘bueno, vamos a juntarnos y vamos a ver qué pasa’. Y nos juntamos las tres. Fuimos a comer y fue sumamente orgánico”, cuenta Mercedes.

Y, también, pasó esto: “En ese momento no sabía quién quería que fuera Nina, y quién quería que fuera Emma, no lo tenía claro, lo quería decidir luego, pero ellas naturalmente lo decidieron”. 

Después de todo aquello, apareció lo lógico, la búsqueda de financiamiento. Se postularon a los fondos de desarrollo del INCAU y, cuando no quedaron seleccionados, decidieron hacerla igual.

“Yo tenía la fantasía de que por 5000 dólares la podíamos hacer”, recuerda Juan Martín. Armaron el equipo, primero, y luego tuvieron la idea de financiarse a través del crowdfunding haciendo un teaser e, incluso, a través de un avant-première a futuro. Aunque eso tampoco, esa no fue la financiación. 

La decisión final fue que ambos, directora y productor ejecutivo, pusieran todo el dinero que pudieran para hacer la película. “Sin presupuesto, en pleno covid, un crew muy joven con muchas ganas y mucho deseo. Y se notaba que nos faltaba experiencia en muchas cosas, pero lo queríamos hacer igual. Yo ahora lo pienso en retrospectiva y me siento muy orgullosa de haber sido todos tan valientes”, agrega Mercedes.

Y en ese equipo, en el que nadie supera los 35 años de edad, estuvieron personas como Fabián Rojas (jefe de producción), Lucía Fraga (primera asistente de producción), Belén Papa (segunda asistente de producción), Andrea Pérez (asistente de dirección), Victoria Castro (continuista), Clara Touris (segunda asistente de dirección), Federico Bazzi (director de fotografía), Francisco Prato (camarógrafo), Inés Olivera, Felipe Pérez y Mateo Pigola (primeros asistentes de cámara), Florencia Rossa y Valentina Pérez (gaffers), Lorenzo Bazzi e Ignacio Fomichov (eléctricos), Germán Ferré (DMX operador), Luca Raymondo (director de sonido), Germán Arévalo (asistente de sonido), Marina Fernández (directora de arte), Romina Bonaudi (asistente de arte), Ana Sofía (vestuario), Julieta Broglia (asistente de vestuario y segunda asistente de producción).

Y en el elenco, Alfonsina Carrocio (Nina), Valentina Pereyra (Emma), Santiago Musetti (Gonzalo) y Camilo Ripoll (Felipe). 

“Fue un proyecto un poco kamikaze, pero al mismo tiempo fue tan honesto y tan auténtico”, dice la directora.

La pandemia fue una maldición y una bendición, al mismo tiempo, para Nina y Emma. “Lo bueno fue que no sé si podríamos haber reunido tantas personas en un año normal donde todo el mundo tiene cosas. Ahora, sería imposible. Reunimos veinticinco personas en La Paloma en marzo de 2021. Estábamos en un mundo paralelo, rodando una película, en burbuja sanitaria”, recuerda Juan Martín. En el balneario de Rocha filmaron aproximadamente veinte días, hasta que tuvieron que cortar porque ambas actrices protagonistas se agarraron covid. 

“Ahí frenamos. Fue un momento de muchísima incertidumbre. Abril fue un mes muy oscuro porque después de estar veintipico de días filmando todo seguido volvimos a Montevideo. Filmamos cuatro o cinco días más y ahí tuvimos que frenar de vuelta. Tomamos la decisión, que fue bastante dura, de esperar. Justo todo coincidió porque eran escenas en las que se requería mucha gente, eran las escenas con extras, no podíamos hacerlo en ese momento del covid. No teníamos tampoco el back up necesario como para hacer tests para todo el mundo”, comenta Mercedes.

Después, vinieron unos pocos días más de rodaje en abril y en julio. En total, fue casi un mes de rodaje. Actualmente, la película se encuentra en posproducción y se planea que aparezca en pantallas (aún no se sabe cuáles) en 2023. 

Se suele decir que la gente joven tiene menos experiencia y que, por eso, los productos que hacen tienen menos calidad. ¿Qué piensan ustedes de la película en esos términos, en términos de calidad?

Juan Martín Alonso: Para mí no tenemos que envidiarle nada a nadie. Ya habiendo visto el corte final de la película, no veo falta maduración o experiencia. La verdad es que está lleno de talento en Uruguay y, sinceramente, me parece que falta que algunas productoras se la jueguen más con gente joven. Uno de los mayores orgullos es que un tercio de los que participaron en la película, no habiendo hecho nada antes, terminaron trabajando todos en una película de Pablo Solarz, director argentino. 

Mercedes Cosco: Para mí la película fue una escuela. Fue una escuela para todos. Siempre las películas son escuelas, pero fue una escuela realmente concebida como tal. Durante mucho tiempo, y como autora, sé que mi lugar es diferente. Yo, a parte, estuve, la escribí, estuve en la producción, después la dirigí, después hice el montaje. Tuve un involucramiento muy activo en todas las áreas y no solamente desde el punto de vista de dirección, sino que estuve como montajista. Realmente tengo muy poca distancia de la película.

Obviamente, al principio me pasó lo que le pasa a todo el mundo: esto no me representa, quién era yo cuando escribí esto, por qué escribí acerca de estas cosas, tendría que haber hecho esto y aquello. Ahora lo tomo como lo que es, una primera película para muchísima gente. Y es una película que para mí quedó muy linda. 

Sé que también las condiciones de producción no son algo menor. Hacer cine en Uruguay, de manera independiente, es súper complejo. El cine es un arte muy caro y estoy más que feliz con cómo conseguimos hacer de esto algo muy competitivo, que tiene errores, que hay cosas que yo cambiaria, que quizás no son las ideales, que me gustaría haber pensado mejor. Pero todo eso lo tomo y agarro esta frase hecha porque viene al pelo, “es el diario del lunes”. Eso no era información que se tenía en ese entonces. 

Yo ahora la miro y le tengo mucho cariño. Me di cuenta que hay algo que antes no concebía de esa manera, pero que ahora me parece que es algo para apropiarse y para realmente disfrutar, que es una peli adolescente. Para mí es una peli adolescente y me parece que está buenísimo que haya pelis adolescentes también hechas en Uruguay, por qué siempre las referencias tienen que ser siempre tan internacionales. También lo tomo en ese sentido y, a mí, por lo menos, me da mucha ternura, me da como mucho amor. 

Por Federica Bordaberry