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Literatura
De tres en adelante

Oro, la revista literaria que retomó una tradición uruguaya que dormía en los anaqueles

La revista, dirigida por Gastón Atchugarry y editada por Daniel Mella, ya lleva su tercer número en el circuito literario uruguayo.

10.01.2024 12:48

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2024-01-10T12:48:00-03:00
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Por Federica Bordaberry

Un periódico se lee para el olvido, creía Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899), pero un libro se lee para la memoria. Eso lo dijo en “El libro”, dentro de Borges oral (1979).

La revista, ¿para qué?

Oro, la revista literaria que edita el escritor uruguayo Daniel Mella, y que dirige Gastón Atchugarry, existe para llenar un vacío. Reúne escritores inéditos y editados, nacionales e internacionales, para recuperar una tradición que, en Uruguay, estaba prácticamente perdida.

La intención es retomar un legado que, durante muchos años, fue fuerte. En nuestro país destacó, sobre todo, la época de la Generación del 45, esa generación literaria que incluía personalidades como Idea Vilariño, Juan Carlos Onetti, Ida Vitale, Manolo Claps, Emir Rodríguez Monegal, Mario Benedetti, con revistas como Número o Marcha. O Asir y Los huevos del plata, creadas por Clemente Padín.

En Buenos Aires, algunas revistas llegaron al circuito uruguayo, como Sur, V de Vian o Cerdos & Peces, que estaba en un circuito más underground y era liderada por Enrique Symns. Pero allá, siguen y existe.

Oro es pura creación literaria: cuentos, poemas, ensayos y crónicas. No tan atado a la actualidad, sin editorial, sin opinión (a no ser que sea tan buena, que valga la pena). ¿Qué opina la revista? La revista opina lo que hay ahí dentro.

Ya en su tercer número, esta edición cuenta con textos de Roberto Appratto, Pedro Mairal, Alejandra Costamagna, Felipe Reyes, Magdalena Schinca, Giovanna Rivero o Javier Castro. En ediciones pasadas, han contado con escritores como Circe Maia, Sergio Blanco, Daniel Hendler, Leonor Courtoisie, Alejandro Zambra, Dani Umpi, Fernanda Trías, Dolores Reyes, Hernán Casciari o Inés Bortagaray.

La imagen del lector es esta: una persona agarrando la revista impresa en papel de diario doblándola, poniéndosela abajo del brazo. Caminando con ella, escribiendo sobre ella, con el rostro cubierto por el tamaño de las hojas y escondiéndose detrás de una portada con una gallina (Oro I), una serpiente (Oro II) o un árbol (Oro III), en tinta negra.

Oro, además, ha tomado otras decisiones. Que siempre haya una entrevista central de Mella a un autor. Que haya un texto de ese autor. Que haya un autor que no se dedique específicamente a la escritura, pero que tenga una relación interesante con ella (los ejemplos son fue la fotógrafa y artista visual Magela Ferrero o el actor Daniel Hendler). Que cada número se abre con un poema. Que la publicación es trimestral. Que se consiga contactando a la revista en redes o a través de librerías (y un café) que los vende.

Una revista, entonces, para actualizar el presente de la vida literaria nacional y regional. Una revista, entonces, para señalar el futuro.

Si el 2023 significó la publicación de los primeros tres números, el 2024 significará la publicación de tres más y otras formas de crecimiento. Según Daniel Mella, en conversación con LatidoBEAT, las Oro IV, V y VI llegarán en abril, agosto y diciembre, al igual que el año pasado.

Adelanta, además, que en un futuro número estará Julieta Venegas como invitada especial, van a llevar la revista a todos los bachilleratos de Montevideo como forma de donación, que ganaron los fondos concursables del MEC para financiar la revista, que quieren incorporar publicidad al modelo de negocio, que también van a vender la revista en formato virtual.

Si la repetición literaria tres veces de algo, de lo que sea, marca la continuación de ese patrón, quizá, la existencia de la Oro III marque, también, un continuado.

Uruguay tenía tradición de revistas literarias. Una gran parte, sucedió en la época de la Generación del 45. Hoy, prácticamente todas están en el archivo de la Biblioteca Nacional. ¿Por qué creés que pasó eso?

Me encantaría saber. Me acuerdo cuando, hace unos años, ya ni me acuerdo cuántos, cerraron el suplemento cultural de El País. Eso para mí fue una señal de que se empezaba a ir todo al carajo en cuanto a periodismo cultural. Desapareció el suplemento, empezaron a reducirse los espacios de reseñas, de libros, películas. Supongo que por la crisis económica, no me acuerdo cuándo fue que sucedió. Siempre lo primero que se recorta, cuando hay problemas con la economía, es la cultura. Aparecieron ustedes ahí de la nada, LatidoBEAT. Si no me equivoco, es lo único que ha surgido un poco nuevo, que comente el arte. El resto son todo secciones medio perdidas.

Hay muchas secciones de cultura en medios que son, más bien, sobre productos culturales masivos.

Una de las cosas que siempre pasa acá en Uruguay es que el mercado es tan chico que es difícil sostener proyectos editoriales. Supongo que se lee menos, también, o eso dicen. No sabría decir por qué desaparecieron. Pero sí sentí el año pasado que había algo que extrañaba que hubiera. Sentía el vacío en la ciudad de una buena revista literaria, o varias.

Y la revista física.

Claro, el papel. Me parecía que podía haber lugar para una revista. Me pregunto si es como con todo, una vez que desaparecen las revistas literarias, después se genera una especie de inercia donde todo el mundo empieza a creer que no es posible, o no es necesario. Entonces, nadie quiere y nadie saca. Y nadie lo intenta. Ojalá se dé vuelta eso.

Nos acostumbramos a que no suceda.

Escritores, hay. Periodistas, hay. Supongo que lo que tiene que haber, de alguna manera, es plata y ganas. Es eso.

¿Qué tiene Oro de aquellas revistas tan conocidas que hoy están en los anaqueles de la Biblioteca Nacional?

Lo que tiene de diferente, por ahora, es que no tiene una sección de crítica, o de reseña, o de libros, o películas, o novedades. En parte, porque no tenemos el tiempo, ni la plata todavía, porque es un montón de laburo tener una buena sección de crítica.

Era una de las cosas que a mí más me copaba del Cultural. Yo la pensaba a la revista más desde un lugar, primero, para los creadores, para los poetas, los novelistas, los ensayistas. Un lugar donde se pudiera reunir todo eso y hacerlo casi como un gesto de lo que va primero. Lo que va primero es la literatura, llamale la “creación literaria”, y después viene la crítica.

Al ser cuatrimestral la revista, sería extraña esa sección, no sabría bien cómo encararla. Tiene más sentido la reseña o la crítica semanal, a ese ritmo, que cuatrimestral. Ahí ya no sé cómo sería la sección crítica. Habría que pensarla uno poco mejor, pero podría ser algo a incorporarse en algún otro momento.

Yo pensaba que una de las diferencias que puede tener esta revista, con respecto a las otras, es que no tenemos un editorial. No hacemos una bajada de lo que hay. En ese sentido, queríamos que se pareciera más a una revista cultural, casi fanzine. Parecido a un libro donde que ves la tapa, lo abrís y ya tenés texto, el texto que querés leer. Que la revista hable por sí sola.

Lo que estoy seguro que sí tiene es el amor a la literatura de los que estamos detrás. Y las ganas de hacer algo bello, las ganas de reunir en un mismo lugar mucha belleza. También está la cuestión de ser un lugar donde el uruguayo se pueda enterar de lo que están escribiendo los uruguayos, incluso los uruguayos que ni si quiera sabe que existen. Como gente que publica por primera vez, que nunca publicó en ningún otro lado, o gente que sí, que es muy famosa.

Siempre tenemos un lugar de cuatro o cinco autores extranjeros, que también se enteren de lo que se está escribiendo en otros lados. Ahora vamos a dar el salto el año que viene para el mercado de afuera con la revista en formato digital. Que se enteren afuera también de lo que estamos escribiendo acá. Hay mucha calidad en la vuelta. Me parece que tiene que aparecer.

Una de las cosas que pasaban en estas revistas es que, además de haber poesía, narrativa, ensayos, había comentarios extremadamente políticos e, incluso, extremadamente partidarios. En Oro, no. ¿Por qué?

Yo les escribo a los autores. Cuando les pido un texto, les doy total libertad de qué es lo que ellos quieren publicar. La única restricción específica que les pongo es que no me interesa un texto de opinión, a no ser que esté tan bueno, pero en lo posible no.

Para hablar de política y economía, y todo eso, está lleno. Tenés todo internet, tenés la mayoría de los diarios y revistas en la vuelta. Por ejemplo, en el próximo número va a haber un ensayo sobre el Mago de Oz, pero que, al mismo tiempo, es un comentario sobre la sociedad capitalista. Es una crítica al capitalismo. Está tan bueno ese texto, pero no tiene un sesgo político partidario.

Obviamente, es una mirada crítica sobre el sistema capitalista, pero me parece que cualquiera puede llegar a entender por dónde va. No es una cosa en contra del capitalismo, es una crítica, que no es lo mismo. Es como una observación de algo que ocurre. Si yo hubiera notado en ese texto una propaganda de izquierda o, al revés, me parece que eso haría que yo no lo publicara. Porque a mí me interesa algo un poco más trascendente que la política, que es el arte.

Al arte lo lee alguien de izquierda, alguien de derecha, alguien de centro, y a mí me gustaría que mi revista la leyera todo el mundo. Ya bastante nicho es la literatura, como para hacerla más nicho. No puedo vender nada, en ese sentido. Me parece que en un punto yo todavía creo que está bueno, así como el Estado y la religión en algún momento se separaron, que la política y el arte también. Prefiero.

En las últimas tres ediciones, tomaron la decisión de hacer una entrevista central a una de las personas que escribe ahí. ¿Por qué y para qué?

Para mí, el género entrevista es uno de los que más me gusta de lo que se hace en prensa. Yo, con el Cultural, o cualquier revista que agarrara, arrancaba por la entrevista. Si hay una entrevista, voy para la entrevista. Hay algo muy zarpado en la entrevista. Creo que fue lo primero que supe, eso de hacer una entrevista central.

Pero después pensé, “qué lindo sería una entrevista central acompañada de un texto inédito del entrevistado”. Porque eso no lo veía yo. Te encontrabas a alguien en una revista y tenías que conocer al autor, o al músico, o a quien fuera. A veces, no lo conocés. Tener una prueba mismo de la persona que después vas a ver entrevistada está genial.

Y justifica la razón por la que está ahí.

Claro. Los tres autores entrevistados hasta ahora fueron Fernanda Trías, Alejandro Zambra y Pedro Mairal. Fernanda nos dio un cuento de un libro que todavía no vio ni un editor. Zambra había terminado de escribir una conferencia un par de días antes de la entrevista y era lo único que tenía para pasarnos, y me lo pasó. Pedro Mairal mandó una cosa que no sabía si se iba a llegar a publicar. Eso es lo que yo quiero.

Para mí, la entrevista es la vedette del número. Me encantaría hacer un número entero que sea así. No sé si sería interesante, igual. Sería un montón. Es un montón de laburo, pero es tan lindo hacer entrevistas. Para mí fue lo primero, cuando trabajé en El Cultural de El País. Yo hacía reseñas, pero lo que más quería hacer eran entrevistas.

También es cierto que, a veces, la reseña pierde sentido si no involucra mínimamente una entrevista.

De acuerdo. Re aprendés. Me acuerdo cuando era guacho de leer entrevistas para aprender. Aprender del oficio, del artista, a ver qué dicen estos locos, cómo hacen, qué leen. Y la charla, la conversación, la espontaneidad.

También hay artistas que no rinden en entrevistas. ¿Cómo te has manejado con eso? Porque no sabés que no rinde hasta que está ahí.

Claro. Me pasa que, ni bien termino de hacer la entrevista, pienso que fue horrible. Que no dijimos nada, que no fuimos tan profundo como tuvimos que haber ido. Después, la empiezo a transcribir y empiezo a encontrar la cosa. Leo los libros de los autores, pienso varias preguntas, me abro un cacho a la cuestión del momento.

Me imagino que con Pedro Mairal, post estreno de La Uruguaya (2023), abrirse a lo del momento fue ideal.

Sí. Me pasé toda mi vida conversando. Cuando trabajaba en el Anglo enseñando en inglés, diseñé una clase que era la clase de conversación. Era para alumnos avanzados. Entonces, era una hora y media conversando. Yo no preparaba la clase. Mi método era llegar a la clase, con una hora y media por delante y, de repente, le preguntaba a uno cómo andaba, le preguntaba a otro qué había hecho el fin de semana, y empezábamos a conversar. Me daba cuenta que había un tema que estaba bueno y lo tiraba a la clase, lo ponía en grupo y lo ponía a charlar. Toda la clase se desarrollaba de la nada.

Entonces yo ya venía con eso. La conversación siempre me gustó. Con mi familia, con mis amigos, confío un cacho en la mi habilidad para conversar, para no aburrirme, para encontrar algo que me interesa a mí. Creo que padezco de una cosa que tiene mi viejo, que es que puede estar tres horas haciendo preguntas. Pregunta como si realmente le apasionara la vida del otro y yo creo que realmente sí le apasiona.

Pasión o curiosidad.

Claro, a mí me da mucha curiosidad la gente. Es extraña la cuestión de la entrevista porque vos no querés tener al tipo tres horas sentado, hablándole. La gente que ya la han entrevistado bastante sabe, y a la hora y media ya se están queriendo ir. Y ya es un montón.

Sobre todo, porque hay entrevistas que duran quince o veinte minutos.

Claro, tampoco querés atomizar. Tenés que estar medio atento a ese espacio reducido que tenés, qué puede estar bueno preguntar y qué no. Creo que para darle un poco de color, también fijarte un poquito qué está pasando. Si la estás viendo a la persona, puede llegar a servir.

Medir la temperatura.

Claro. Hoy por hoy, además, tenés el mail y el WhatsApp. Entonces, si vos transcribiste la entrevista y, mientras ibas haciéndolo, te das cuenta de que hubo una oportunidad que nos perdimos, de desarrollar esto, voy y les pregunto. Te responden y mechás. Es bastante ideal el tiempo de hoy para el género.

Hablando del conversar, con una amiga muy cercana siempre decimos que la conversación es la obra no tangible de todos nosotros. La entrevista es el género que más se acerca a volver eso tangible. ¿Sentís que la entrevista es parte de la obra del autor que está publicado ahí?

Sí. Me acuerdo cuando era guacho y me hacían las primeras entrevistas, que empecé a leer más qué cosas estaban buenas de responder. Leía, por ejemplo, entrevistas a Hemingway de la Paris Review.

Pasa que los de la Paris Review deben ser de los mejores entrevistadores a escritores del mundo. Son muy buenas esas entrevistas.

Son los mejores, sí. También creo que tienen mucho tiempo para prepararla, espacio. Hemingway, de repente, escribió siete mil libros y se lo recuerda por tres cosas que dijo en una entrevista. Las cosas literales que se repiten de él, a veces, son cosas que dijo en una entrevista. No son cosas que escribió para un libro. Entonces, en algún sentido, sí, las entrevistas que se le hacen a los autores son parte de su obra. Sin duda. Y, a veces, son de las más recordadas, porque es donde los locos pueden decir algo directamente al mundo. Sin disfraz.

¿Cómo elige Oro a sus escritores? Teniendo en cuenta que tenés escritores inéditos, me imagino que algunos los ves en tu taller, o te los recomiendan otras personas, ¿cómo los encontrás a esos?

Los autores son todos autores que a mí me copan. Si me gusta lo que alguien escribe, voy, lo contacto, le pido un texto y me lo pasan. Casi todo el mundo me dice que sí. Es un riesgo, porque nunca sabés. Un gran escritor puede producir un texto mediocre fácilmente.

De ahí el rol del editor.

Claro, ahí yo les pido otra cosa o lo trabajamos. O lo que sea. Y de los autores más novatos y que no todo el mundo conoce, por lo general, o me entero porque algunos vienen a mi taller o me entero porque alguien me dice que existe esta persona que está escribiendo, O busco cosas que hayan escrito. Ahora, como ya que hace rato los que me conocen saben que estoy en esa de buscar talento, me avisan, me pasan nombres. En algún momento, probablemente, a comienzos del año, vamos a abrir una dirección de mail para que nos mande la gente.

Pueden llegar cosas muy malas ahí, también.

Seguramente. Pero, por lo menos, que llegue de manera ordenada porque, hasta ahora, nos han llegado cosas tipo "tengo cosas que publiqué en Facebook, si querés vichalas".

En una industria como la industria editorial en Uruguay, que si no tenés premios es difícil que te publiquen, que lo independiente es poco redituable, ¿cómo sobrevive Oro?

Oro, por ahora, sobrevive con las ventas. Nos está dando para autosustentarnos, pero ahora tenemos esto de los fondos concursables. También nos ganamos los FIC, que son los Fondos de Incentivo Cultural. Eso nos facilitaría conseguir sponsoreo por parte de empresas. Más allá de eso, nos encantaría tener publicidad porque, por ahora, es la única manera que conocemos en la que se puede financiar bien una cosa. A no ser que seas Hernán Casciari, que estaría buenísimo tener la llegada que tiene él. Él ya venía con un público por detrás de él, por su blog, así que no sé si es realmente una posibilidad para nosotros esa. Yo no tengo nada en contra de la publicidad en la prensa o en una revista, me parece todo lo contrario.

Por Federica Bordaberry