Por Catalina Zabala
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Pablo Silvera siempre vivió a través de la cultura. Su adolescencia lo encontró con un carácter sin contaminar. Desprovisto de gran formación musical hasta el momento y sin conocer lo que era un algoritmo, creaba desde una pasión que no conseguía reprimir, pero que poco entendía de usos y técnicas. Hoy mira hacia atrás y recuerda estos años con nostalgia y gran cariño. Expresa que se trataba de una "libertad compositiva" que no volvió a conocer de la misma forma.
Los 2000 llegaron sin avisar. Para ese entonces ya llevaba unos años integrando Once Tiros, una banda que se convertiría en un actor de suma relevancia para el panorama del rock nacional de los siguientes 20 años. Pero, por supuesto, no lo sabían. En ese entonces solo se preocupaban por reflejar su esencia. Sus canciones más exitosas lo constatan: "Lo más valioso", "Nos dijimos todo", y —por supuesto— "Maldición". Un himno que suena hasta el día de hoy en los rincones más conservadores de nuestro rock. Una canción que Pablo asegura que le desagradaba, que no entendía y que le resultaba "rara". Hoy, años después, la abraza con el más profundo de los respetos. Le recuerda a esta libertad compositiva que describe, una que nunca pudo retomar.
En la actualidad, el contacto con la cultura sigue más presente que nunca. Forma parte del proyecto musical Mota, aunque explica que la esencia de Once Tiros sigue ahí. En sus palabras, en sus versos, en sus melodías. Ama su pasado y no reniega de él. A modo de bienvenida del año que comienza, se presenta este domingo 12 de enero en el club cultural Pionero, en José Ignacio. El show tendrá lugar a las 20 h y las entradas pueden adquirirse aquí.
Integraste Once Tiros por más de 20 años. ¿Qué transformaciones viste en el rock durante todo ese tiempo?
Por momentos tengo la sensación de que no cambió tanto. Obviamente cambia la realidad en el contexto de la movida del rock, pero a mí me parece que siempre se ha mantenido. Ha tenido altibajos de cobertura, momentos de moda, picos más altos o más bajos, pero yo siento que hay un millón de bandas, cada vez hay más. Levantás una baldosa y hay un músico, y yo lo vivo con las bandas de rock. En Mirá Montevideo, el programa que tenemos en TV Ciudad con Noelia, recibimos todo el tiempo a artistas tanto consagrados como de lo más under. Músicos que quizás recién sacaron un EP o solo un tema, pero la sensación siempre es que no paran de salir bandas y de querer hacer música, especialmente rock n´roll. Siento que es algo que he vivido toda la vida, eso de tener momentos en que hay una gran mirada de parte del público y de los medios hacia el rock. Claro que hay momentos en los que la gente está en otra situación, o aparecen otros géneros que acaparan un poco más, pero el rock siempre se mueve. No importa lo que suceda alrededor.
¿Hoy lo ves de la misma manera? ¿Es un género que no muere?
Yo lo veo de esa manera. Obvio que le cuesta, siempre fue un género al que le ha costado. La historia del rock ha tenido momentos de popularidad absoluta y otros que no. La pregunta es si el rock ha muerto o va a morir, y es algo que siempre está en la vuelta. Pero desde el contacto que me toca a mí vivir con un montón de artistas, siento todo lo contrario. Hay un montón de festivales independientes, un montón de bandas nuevas, de gente joven haciendo cosas alucinantes, volviendo a cambiar también los paradigmas. Yo soy de una época en la que nuestra influencia era un rock mucho más de mixtura, más mestizo si se quiere, pero siempre hubo un montón de bandas que iban por otro lado. También creo que el 2000 fue una época muy fuerte, como una segunda ola del rock n'roll. A día de hoy se mantienen las bandas que siguieron tocando, que siguieron creciendo. Pero acá todo lleva mucho tiempo, eso lo hablo con varias bandas. Más allá de que todo sea inmediato en este mundo, en Uruguay las cosas van a su ritmo, a su tiempo. Lo importante es que si te gusta y estás convencido le des para adelante, que quizás en algún momento el foco apunte para ahí.
¿Por qué es todo más lento en Uruguay que en otros países?
Debe ser una cuestión más para un sociólogo, no lo tengo muy claro. Pero supongo que tiene que ver con la demografía, con la cantidad de personas que somos. Con el estar al lado de Argentina, porque es un país muy grande y miramos mucho para ahí. A su vez ellos también miran mucho para acá, pero nosotros no nos damos cuenta. De hecho, puntapiés de la música en Argentina, en varios géneros, han sido de Uruguay hacia Argentina y no al revés. Por otro lado creo que hoy, si tenés algoritmos en otros países que generan muchísimas más reproducciones, es probable que siempre estés corriéndola un poquito de atrás. Pero creo que cuando las bandas van cumpliendo cierto tiempo de estar ahí, haciendo y sacando materiales sin que les gane la frustración, en algún momento pasan cosas buenas. En la mayoría de los casos, pero también he visto a bandas hermosas quedar por el camino. Hay veces que tiene más que ver con cosas puertas adentro de un proyecto que con lo que sucede alrededor.
Hay una gran diferencia entre el músico que compone pensando en que su música sea escuchada, y el que compone solo aquello que considera bueno. ¿Cómo hace este segundo artista para sobrevivir en un mundo en el que todo está condicionado por lo redituable?
Voy a analizarlo en tiempo real contigo, pero quizás lo mejor sería un punto intermedio. Sí hay que tener en cuenta que esas son las herramientas que hay hoy para trabajar, que han mutado. A su vez, tampoco podés abandonar lo que te define y estar totalmente a merced y al servicio de lo que el algoritmo y las plataformas piden. Hay algunos estilos musicales que están ecualizados de una manera particular. Que el algoritmo ya lo reconoce, que eso funciona y que nosotros también vamos agarrando un gusto por lo que sucede de una misma manera. Entonces de repente aparece una banda punk que no tiene nada que ver con eso, y queda allá en el fondo de la lista, o incluso la gente ya tiene el oído acostumbrado a una cierta manera de escuchar música. Esto viene de otro lugar y te suena un poco raro. Creo que el punto intermedio está bien: no renegar de lo que es, porque vas a quedar afuera. De todas maneras siempre depende del proyecto, porque hay proyectos que buscan tener una repercusión popular mucho mayor. Pero hay otros que quieren, con lo que tienen, moverse en un circuito reducido, y ser felices con eso también está bien. Ahí depende del artista, pero el medio me parece que es un buen lugar.
La canción “Maldición” representa un ícono. Con la perspectiva actual, ¿qué se siente haber creado uno de los temas más importantes del rock nacional? ¿En algún momento de su creación lo visualizaron así?
"Maldición" es un tema que iba a quedar afuera del disco, yo no lo quería cantar. No estaba muy afín con la estructura. Es un tema que se compuso cuando yo tenía como 15 o 16 años. Ahora, viéndolo con la perspectiva de hoy, pienso en que era una belleza esa libertad compositiva de no entender ni de algoritmos, ni de estructuras. El tema es rarísimo, es todo un chorro de letra y recién aparece el estribillo allá al final, con una parte en el medio que parecería no tener nada que ver con cómo viene el tema. Tiene una especie de estribillo reggae y después cambia y parece que tiene un metallica en el medio. Creo que esa libertad hizo que saliera una cosa muy rara que por momentos me puso muy inseguro, y al final terminó siendo lo que es, y con mucho tiempo después lo abrazo y soy un agradecido con la gente que lo puso en el lugar que está. "Maldición" salió con mucha naturalidad. Fue una cosa de gente joven expresando lo que le sucedía, con todas las incongruencias que tiene por momentos la letra. Tampoco es un "letrún", pero algo tiene que conecta con un momento particular de las personas y bueno, bienvenido sea.
¿Sentís que la formación y la experiencia contaminan, hasta cierto punto, la creatividad?
Y bueno, a veces sí. Uno compone de una manera en particular. Es verdad que ya estás un poquito contaminado con lo que vos crees que es tu estilo también, y uno tiene miles de oportunidades. Por ejemplo, el segundo disco de Once Tiros es un disco de 17 canciones, con Fernando Cabrera como productor, con un tema instrumental. Quisimos romper de manera radical lo que habíamos logrado con Parvadomus (2002). Teníamos muchas ganas de experimentar, estuvo buenísimo el proceso y salieron canciones que en el repertorio de aquel momento eran fundamentales. Hoy con Mota hay algunas que están siempre en la vuelta, porque la gente lo decidió así. Es probable que en algún momento también le vayas encontrando la rosca a lo que vos querés que suceda en vivo, y que entonces tengas un conjunto de canciones que aportan a eso. Después también tenés una camada de canciones que sabés que van a quedar en el disco perdidas, que las vas a tocar un par de veces en la presentación y eso, pero que después, para que convivan con las demás canciones, va a ser un poco más difícil. Tenés una manera de componer para generar una energía, y después hay una libertad absoluta de que salga lo que salga y ya fue.
Te reuniste con el Bananero. Cantaron "Maldición", grabaron un video y lo compartieron. ¿Cómo se dio y qué significa para vos remover etapas de tu carrera tan importantes, pero tan pasadas?
Fue toda una sucesión de cosas que no vi venir. Además de que nos conocemos de toda la vida, mantuve la relación porque mi madre vive en Estados Unidos, en Miami, entonces yo la voy a ver una vez por año, siempre. Ella se fue en el 2001 junto con él, casi en esa camada. Por eso nunca nos dejamos de conectar, siempre voy y nos juntamos, cocinamos, convivimos mucho. De hecho con los Tiros en su momento también nos fuimos de gira para España, y él vino con nosotros. Siempre estuvimos ahí, y cada tanto tocábamos. Pero esto pasó hace dos años, no fue reciente, sino que fue una noche de hace dos años copeteando. Estaban las guitarras y surgió un momento de empezar a hacer un repaso. Yo tenía muchas ganas de escucharlo a él también, porque son esas cosas que están caladas a fuego. Nos copamos y quedó ahí. En un momento, hablando, nos acordamos del video y pensamos en compartirlo, como un regalito de Reyes.
Yo creo que lo loco fue que él lo compartió. Si se hubiera subido en el perfil de Mota sin que él participara, habría quedado como para un nicho. Pero nada, nos pareció que estaba bueno. Él también se ha dedicado siempre a contar su historia con Once Tiros en las entrevistas, y me parece un acto hermoso, porque es un tipo megaexitoso. Me parece divino que reivindique esa parte de su vida. Después, los medios rescataron el video y dije "opa, mi primer video viral". Él está acostumbrado a que sus cosas tengan millones de visitas, pero yo no me lo esperaba. Se lo ve tocando concentrado, casi saliéndose de su personaje. Para mí es divino, es una reunión de amigos. Siempre compartimos momentos musicales.
Luego de Once Tiros desarrollaste el proyecto Mota. ¿Qué aprendizajes te proporcionaron ambas experiencias, que son tan distintas?
Mota lo que tiene es que mi participación arranca en la composición de las canciones, pero después la banda se pone mucho la camiseta en trabajarlas. Partiendo desde Matto, en una preproducción, también juega Gastón, que a veces oficia como de productor. Después Coppola y el Chino le van poniendo su impronta, y eso va generando la identidad de Mota. Pero mi forma de escribir, mi forma de cantar, mi forma de frasear, las melodías que elijo, tienen un contacto directo con lo que fue Once Tiros. Además, nunca busqué forzar que no fuera así, porque podría haber querido separarme completamente, pero era renegar de una historia que fue hermosa. Que terminó porque tenía que terminar, porque siempre estuvimos de acuerdo en que si en algún momento había cortocircuitos, lo mejor era que cada uno agarrara por su camino.
Lo de Mota surgió por insistencia de exmiembros de Once Tiros, de seguir haciendo cosas. Yo no estaba muy afín, pero, coqueteo va coqueteo viene, fui agarrándole el gustito de vuelta a la sala de ensayo. A conectar con la composición. Pero es mucho más chill, no tiene esa carga que eventualmente tuvo Once Tiros, que desde el primer disco nos fue muy bien. Pasamos a ser un actor clave dentro de la gama de bandas que había, y eso siempre implica otro tipo de presión. Ya con 42 años, y con 25 años de Once Tiros más o menos, me lo puedo tomar mucho más relax y que las cosas vayan fluyendo. Incluso en vivo, si nos equivocamos en algo, ya nos subimos al escenario sabiendo que van a pasar un montón de cosas y que está todo bien que pase lo que pase. Lo importante es mirarse y saber que lo estamos disfrutando, y el día que no suceda de esa manera, levantar la mano y decir "opa, no la estoy pasando bien".
Después de tantos años participando en otro proyecto, ¿no te generaba inseguridad la idea de caer en la repetición?
La verdad es que no, me adelanté a que sucediera eso como abrazando y amigándome con la persona que soy y con la forma que tengo de escribir. Sentí que no tenía ningún sentido buscar otras cosas si no me nacían. Siempre iba a terminar sonando falso. Si yo no me la creo, después va a ser difícil defenderlo. Entonces para adelante; soy lo que soy, el que quiera venir y disfrutar con eso buenísimo, y el que no, bien también. Creo que es una medida también de protección para con uno, así que me dije: "Vos tranquilo, liberate". A mí lo que me interesa es que mis compañeros de banda estén afín con las canciones que presento.
Hoy trabajás en los medios, estás en Mirá Montevideo de TV Ciudad. ¿Cómo ayudó tu experiencia en la música a la hora de seguir tratando con públicos desde otro lugar?
Fue una sucesión de hechos afortunados, aunque al principio yo no lo veía. Pero había gente que me rodeaba que me decía que tenía aptitudes en la comunicación, y me insistían en que tenía que hacer algo con eso. Yo también estaba colgado con la cocina a full; donde me agarraban siempre estaba hablando de cocina, me pasa hasta el día de hoy. Pero desde la parte técnica estudié, me recibí, laburé en restaurantes y todo eso, pero también me encantaba leer. Tengo una colección muy grande de libros de todo tipo, desde recetarios hasta antropológicos, históricos, etc. sobre la cocina, y siempre enloquecía a la gente hablando sobre eso. Una vez di con alguien que laburaba en la televisión y me dijo que tenía que tener un programa. Yo le decía que ni loco, pero ida va ida viene, me fueron amoldando y me fui sacando también un poco los prejuicios que tenía con la tele.
En un momento me dijeron que ir a hacer televisión a TV Ciudad era alucinante; por ser un canal cultural de archivo, por la importancia que tiene para Montevideo y el país, y me mandé. Empecé jugando un poquito con un programa de cocina, después boca a boca yendo a difundir el panorama gastronómico y los locales que había acá en Montevideo, y terminé en un programa cultural con Noelia. Nos hicimos recontra amigos, una crack, me enseño muchísimo y me abrió la cancha. Xime también, cuando empecé con Xime Torres fue igual. Tuve grandes maestras en la televisión que me pasaron muchísimos piques. Hoy por hoy soy un agradecido de poder estar en un canal que difunde cultura de la manera que lo hace TV Ciudad. También Mirá Montevideo en particular, con este panorama de lo que pasa en el cine, en el teatro, en la música, en el deporte. Es alucinante porque agarrás un bagaje y vas aprendiendo un montón de cosas. Para mí al principio fue raro, pero hoy por hoy es una tremenda alegría. Es verdad que me siento comunicador de ciertas casas como es TV Ciudad, pero no es que salga de ahí y me ponga a buscar el trabajo de comunicador en otros lados. No es algo en lo que yo piense.
Tocas el domingo 12 en Pionero, José Ignacio. ¿Qué se puede esperar del show?
Es un arranque de año. Tiene esta cosa de festejo por haber tenido un año increíble en 2024 con los Graffitis, con la concurrencia a los shows, con un cierre hermoso en el anfiteatro Canario Luna, con la salida de un EP de cuatro temas, una cosa increíble. No íbamos a tocar en enero, recién íbamos a tocar el 20 de febrero acá, en Montevideo. Pero surgió esto de Pionero y quisimos hacerlo, porque nos extrañábamos entre todos. Va a ser un show largo, porque tenemos muchas ganas de tocar y de vernos. Es un centro cultural de rock increíble que le abre las puertas a todo, desde lo más under a lo consagrado, manejan un rango muy amplio. Es un lugar para todo el mundo, pero para la gente que le gusta la música y el rock n'roll es ideal. Hay pocos lugares así, hay que aprovecharlos, es en una zona en la que por lo general se hacen megaeventos. Entonces tener un boliche que recibe a una capacidad más limitada y de cercanía me parece que está buenísimo. Ese lugar respira y vive rock n'roll.
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