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Cine
Vuelta a las canchas

Pablo Stoll: “El tema del verano tiene una intención pop y es una película muy cinéfila"

El director uruguayo regresa a las pantallas, tras más de 10 años, con un largometraje sobre zombis rodado en José Ignacio.

29.01.2025 14:27

Lectura: 13'

2025-01-29T14:27:00-03:00
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Por Sofía Durand Fernández
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Si hay alguien que puede concebir la idea de una película sobre zombis en territorio uruguayo, ese es Pablo Stoll. Por una cuestión de aval —trae bajo el brazo las consagratorias Whisky (2004) y 25 Watts (2001)—, pero, sobre todo, por su ojo clínico para detectar y capturar la "uruguayez", algo que se ha convertido en su insignia cinematográfica.

No, no importa que hayan muertos vivientes vomitando líquido negro. Stoll logra leer arquetipos y costumbres e insertarlos en géneros inéditos para la industria cinematográfica nacional. Un buen antecedente es Todos detrás de Momo, serie que codirigió junto a Adrián Biniez, creada por Carlos Tanco. En esta, un policía se infiltra en una murga para investigar a una banda delictiva y resolver un asesinato. 

Ahora, en El tema del verano (2025), se puede ver a un personaje clavándole dos bombillas de mate a otro en los ojos, en un estilo similar a Kill Bill Vol. I (2003). Hay chetos, hay artistas pretenciosos, y hay conspiranoicos. Porque, además, otro elemento puesto sobre la mesa es la pandemia. En el estreno, el 24 de enero en el Festival de Cine Internacional de José Ignacio (JIIFF), el diálogo "por ahí soy asintomático", despertó varias risas. 

Este largometraje representa su retorno a la pantalla grande tras más de diez años. La última había sido con 3 (2012). "Me gustaría no pasar 10 años más sin hacer una película", afirma en entrevista con LatidoBEAT, y explica que las dificultades no solo tuvieron que ver con la pandemia, sino que también con los efectos visuales. El rodaje fue llevado a cabo en José Ignacio. 

El tema del verano se estrena en salas el 30 de enero.

En el correr de la película se pueden identificar referencias a clásicos, como Kill Bill. ¿Hubo una preparación y un visionado previo que te permitiera decidir qué querías lograr? 

La otra vez en Buenos Aires me citaron unas referencias de películas que no había visto o que había visto, pero en el 89. Esta película es muy cinéfila, tiene muchas referencias, de repente hay planos que están inspirados en otros de otras películas, de distintos géneros y directores, que tampoco sé exactamente quiénes son. Son cosas que tengo en la cabeza, que sé que las vi en algún lado, o que charlando con el fotógrafo surgían. La forma en la que te vas formando es esa: viendo mucho, y de alguna forma te va quedando.  

Yo vi muchas películas de terror en mi vida, sobre todo de adolescente. Es un género que me gusta mucho y que además tiene mucho lenguaje, se ve muy claramente la forma de contar, del corte y el encuadre, el espacio negativo, un montón de cosas que están ahí y que son muy fáciles de ver en las películas de terror o de suspenso. Todas cosas que vienen de Hitchcock y Murnau para acá, cosas que se intentaron hace 100 años que siguen funcionando. Te puedo nombrar películas de zombis que me gustaron en la vida, pero no las volví a ver para hacer la película.  

Hay una cosa también del cine de género, sobre todo de los setenta, que era tratar de lograr hacer mucho con poco. Hay una referencia muy clara, que está en la película y que además es una solución de producción. Cuando Ramiro está mirando su celular y dice “los muertos no se mueren”, se ve un pedacito de The Crazies (1973), de George A. Romero, en que los soldados están vestidos con monos blancos y unas máscaras. Sigue siendo mucho más barato un mono blanco que un uniforme de soldado. Entonces cuando hablamos con el equipo y la directora de arte, les dije que quería que fueran así, y me dijeron que no, que no eran soldados. Les mostré la película y les dije: “esto es lo que quiero”. En realidad, yo la vi hace años, no la volví a ver, y no es de zombis. Me gusta la mordida de Dawn of the Dead (1978), que la vi cuatro veces y la última vez fue hace 15 años. Ahí alguien fue a buscarla. Esas cosas son más el trabajo de investigación que hacen los técnicos. Lo mío lo tengo interiorizado, es parte de lo que soy, del por qué hago películas, Me gustan mucho las películas y me empezó a gustar hacerlas, además de verlas.  

El tema del verano (2024), Pablo Stoll

El tema del verano (2024), Pablo Stoll

Está presente la pandemia, que también representa un desafío, porque no son tantos los productos que hayan podido integrarla bien a las tramas. En este caso se une de manera orgánica. 

Creo que lo que embola es la historia de vida durante la pandemia, “estaba en mi casa solo”. Eso es un reembole. En un momento parecía que iba a ser un género que se iba a explotar, pero nos emboló mucho a todos, aunque para nosotros fue mucho más suave que para el resto del mundo. También me pasó de ver películas situadas en 2020, que se filmaron durante pandemia, y se hacían los boludos. En 2020 no pasaba eso porque la gente estaba encerrada, no estaba pasando lo que me estaban contando. Es rara esa contradicción.  

Al respecto de esto, la película se filmó durante la pandemia y estábamos embebidos del tema, sabíamos que iba a ser un embole. Jugamos con hacer chistes sobre eso, porque además era una película de zombis.  

Con un tono crítico, además.  

Sí, me parece que más que un tono crítico, hay una crítica a esa idea de “el protocolo es este, hay que hacerlo así porque si no está todo mal”, En realidad, un poco lo que se probó fue que el protocolo tenía sus límites, y no era todo tan así. Hay personajes como el de Dani Hendler, que es el que la tiene reclara, que te manda toda la información, y al final no la tiene tan clara y cambia de posición. Eso también fue una cosa que pasó en la pandemia, un montón de gente que rápidamente salió a decir cosas muy maximalistas ya sea para un lado o para el otro, y capaz que había que darle un año para pensarlo. Esa idea, a mí y a Adrián Biniez, que escribió ese guion, nos causaba mucha gracia. Desde el paranoico total hasta el confiado, todos tenían esa idea de que las cosas eran de cierta manera. Y después a los cuatro meses cambiaban.  

Lo que cambió la pandemia fue esa idea del fin del mundo y la distopía. No era como habíamos pensado que iba a ser, era una cosa mucho más lenta, más aburrida. No era tan así, no era que se iba a transformar en Mad Max en 20 días. Nos dio espacio para hacer chistes que tienen que ver con ese momento. Para mí está bueno ver las cosas con humor.  

El tema del verano (2024), Pablo Stoll

El tema del verano (2024), Pablo Stoll

El elenco está compuesto por actores con vasta experiencia, como Daniel Hendler, hasta figuras pertenecientes a otros mundos, como el rapero Hache Souza. ¿Cuál fue la dinámica de trabajo? 

Hubo mucho tiempo para hacer el casting, un poco por la pandemia y por el momento en el que se hizo la película. Fue un laburo de casting super exhaustivo y está buenísimo. Lo hicimos en Argentina y acá, con Lucho Viera y Georgina Yankelevich, y fue buscar mucha gente, no ir a los sectores de siempre, no buscar lo más clásico, sino que buscar en otros ambientes. Por ejemplo, Leandro [Souza] es un rapero, viene de otro palo, Romina [Di Bartolomeo] es modelo. Débora Nishimoto, que ahora está en Netflix y es re cool, fue una recomendación de Dani Hendler que la había visto en un espectáculo de danza y me dijo: “che, esta chica para la película tiene un manejo del cuerpo que es impresionante”, entonces ahí hablamos con la directora de casting y la contactó. Con Azul [Fernández] lo mismo, iba a ser la chica de la película y queríamos que fuera de determinada forma. Hay una cosa muy linda de ella que es la fragilidad y fortaleza al mismo tiempo, te da la sensación de que es la menor del grupo, pero al final termina siendo la más fuerte. A Malena [Vila] ya la conocía por su música, después me enteré de que era actriz porque la vi en El ángel (2018). Son tres actrices muy distintas que quedaron muy bien juntas, sus formas de trabajar son redistintas, entonces mi forma de dirigirlas también lo fue.  

Con Romina fue otro desafío porque venía de otro palo, tiene muchísima experiencia, pero nunca había actuado. Entonces con ella también hubo un laburo de coaching, con Hache lo mismo. Y Dani quiso estar en la película, me pidió para actuar, y yo tenía dos papeles: Ramiro o el Comandante. El eligió el Comandante. Le dio un giro alucinante y fue relindo tenerlo, somos amigos de hace mucho tiempo, pero además él sabe mucho de cine, tiene mucha experiencia, y Gonzalo lo mismo.  

Hay una cosa muy graciosa y es que todos los papeles chicos los hacen actores de verdad, amigos. La soldada es Gabi Freire, está Romina Peluffo, Néstor Guzzini. Son actores en papeles mínimos porque se los morfan enseguida. Los soldados de la carretera son todos actores de verdad. Los únicos extras son los que matan en la lejanía, los zombis en primer plano son estudiantes de actuación. Me imagino que es lo que siente Bielsa cuando cita a la selección, tenés mucho para elegir y vas viendo.  

El tema del verano te tomó mucho tiempo, y es diferente a tu filmografía en términos de ritmo y tema. ¿Cómo fue variando en el transcurso de la producción? 

Hay una cosa del hecho de que fuera un proyecto que me tomó tanto tiempo que hizo al proyecto cambiar en sí mismo, yo cambié mucho en esos diez años. La primera vez se filmó de una forma que tenía más que ver con cómo filmamos 25 Watts (2001) en cuanto a la velocidad de rodaje, la forma de cómo contar. Pero a la vez, era totalmente distinta. En la escena de la pelea que son todos contra todos estuvimos cinco días filmando, cosa que nunca me había pasado en mi vida. Un delirio de planos que filmamos para esa secuencia que dura 3 minutos. Claramente los ritmos fueron otros. La montajista vivía en España, yo filmaba acá, estábamos trabajando remoto, se lo mandábamos contra horario. Lo veía en su día, mandaba las devoluciones de noche. Eso tampoco lo había hecho antes y estuvo buenísimo para tener un montón de material. El ritmo de la película iba a ser otro, cámara en mano, un nervio distinto que para mí estaba bueno. Tuvo que ver con la forma de producción, cada película y su lenguaje es un poco hija de su forma de producción. Lo que tiene que ver es cierto sentido del humor. Soy así todo el tiempo.  

El tema del verano (2024), Pablo Stoll

El tema del verano (2024), Pablo Stoll

¿Gran parte del tiempo se lo llevaron los efectos visuales (VFX)? 

Son esas cosas en las cuales el presupuesto juega, entonces podíamos hacer la película, pero en determinado tiempo. Teníamos que hacerla en cuatro semanas de rodaje y en dos años de efectos especiales. Los efectos están buenísimos y hay un laburo de un millón de personas, que claramente no conozco ni al 5%, que aportaron para la película. Cada gotita de sangre que pega en un vidrio la hizo alguien, y eso llevó dos años. Fueron dos años de los viernes a las 6 de la tarde, en un Zoom, en el cual me mandaban 6 o 7 segundos. Y la película tiene efectos en casi todos los planos.  

Es un género en el que es muy fácil caer en lo trash, en lo mal confeccionado, también. 

Laburamos mucho desde los dos lados, tratando de hacer todo lo práctico que pudiéramos, pero sabiendo que lo íbamos a apoyar con efectos. Lo que nos dijo Santi, director de VFX, fue que hagamos cosas que después no tengamos que borrar, que aporten y a las que solo tengamos que agregarle cosas. Fue un trabajo entre él, la directora de arte, y la directora de maquillaje, de buscar materiales que funcionaran, que después él pudiera trabajarlos. 

Los personajes son arquetípicos. ¿Cómo fuiste decidiendo qué tipos de grupos sociales iban a integrar el ecosistema de la película? 

Fue con Adrián Biniez, el guionista, cuando llegamos a esta última versión de guion. La idea siempre fue la misma: tres chicas que afanaban a tres chicos y a la otra mañana se había acabado el mundo y habían zombis. Esa es la idea básica de la película. Tuvo muchas encarnaciones por muchos años, y la última era que había que filmar en cuatro semanas con pandemia. ¿Dónde vamos a concentrar eso? A partir de una anécdota que nos contaron de una residencia de artistas dijimos, "bueno, ¿y si ponemos la historia en ese mundo?". Al final hay un punto en el que todos son unos chantas. Había un chantismo de base que se estaba manejando.

En una película de zombis de 90 minutos los personajes son arquetípicos, la onda es que no sean muy boludos. La película va muy a los palos y me parece interesante eso, conocer rápido a los personajes, en un momento los sacás y seguís con ellos. No es una película character driven. Tampoco es exactamente una cosa con la cual damos una vuelta de tuerca. Es otra cosa. Tiene una intención pop del tema del verano, el "punchi punchi". La intención de la película es pop, todo el resto que vos le puedas leer se puede leer, pero la onda es una película de verano.  

Es muy pronto, recién se va a estrenar El tema del verano. Pero, ¿tenés otros proyectos en mente?

Me gustaría no pasar 10 años más sin hacer una película. Tenemos un proyecto nuevo con Federico Ivanier, que es escritor, pero también guionista. Me ayudó en algunos de los tantos años de proceso de esta película, con uno de los guiones, los leyó y lo hizo de una manera superinteresante. Ahí empezamos a trabajar juntos y a relacionarnos, y me trajo una idea de una novela, que se llama Papá no es punk, que es una novela que escribió cuando nació su primer hijo. Me agarró en el momento del nacimiento de mis hijos, y es una novela que habla sobre la paternidad, con mucho sentido del humor, desde el punto de vista de un pibe. Él hizo un guion, después lo adaptamos a serie, lo movimos, ahora lo adaptamos de vuelta como largo y me gustaría filmarlo largo.  

Por Sofía Durand Fernández
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