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Contenido creado por Federica Bordaberry
Música
Escudo de cristal

PabloPablo, el sonido de un artista cuya música no se parece a la de Jorge Drexler

El artista de veinticuatro años, español, lanzó su disco homónimo PabloPablo y hará una gira en América Latina a finales de 2022.

24.08.2022 13:16

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2022-08-24T13:16:00-03:00
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Por Juan Ignacio da Silva

“Jamás se escuchó a mi padre en casa”, dice. “Para mí, sus canciones tienen el reverb de un escenario, en mi cabeza las imagino de esa forma, nunca escuché los discos de estudio”, también dice. 

Veinticuatro años tiene Pablo. Nació en Madrid, es hijo de Jorge Drexler y Ana Laan. En junio publicó su disco homónimo, PabloPablo, porque eligió que ese sea su nombre artístico. Él siente que lo representa muy bien, que se trata de una insistencia, como si fuera alguien que lo está llamando.

—Para mí es algo estético, porque alejarme de mi viejo no es posible, ni tiene sentido. Al criarme yendo de gira con mi padre, al apellido Drexler lo veo como una cuestión estética: ver las letras juntas formando la palabra me lleva a un tipo de sonido que no es mío y no me apetece que se me vincule con eso. No es un tema de esconder que soy su hijo, porque eso no va a pasar. Es crear un concepto nuevo, que sea fresco; es un lienzo en blanco que quiero poder rellenar como quiera. 

La elección del nombre fue lo último. Primero hizo la música y, cuando se acercaba la salida del disco, su mánager le preguntó cuál sería su nombre artístico. ¿Pablo Drexler? No, PabloPablo. Sus amigos le habían dado el visto bueno. Entonces, lo eligió y lo abrazó como si fuera una parte de sí mismo que tomaba forma.

Mi escudo es de cristal

Me lo hicieron a mano

Pero tu maza es de hierro

Y mis caricias en vano

“Agua y Arena”

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Cuando atiende el teléfono está de gira con C. Tangana en alguna parte del norte de España. En realidad, “está flotando” en los pocos días libres que quedaron entre toque y toque, porque la gira sigue todo el verano europeo y, en noviembre, llega a Latinoamérica.

Pablo se sumó a la gira de Pucho —apodo de C. Tangana— “para pegar el oído y dar una opinión”, pero el español le pidió que se fuera de gira con él y que participara como músico. Además, hincó el diente en otros aspectos de la producción, como hacer el beat con que inicia cada show.

—Aprendo un montón con Pucho. Para lo inmensamente famoso que se ha vuelto es un tipo super humilde y tranquilo, es muy fácil estar a su alrededor. Cualquier conversación que tengas con él te marca, te inspira, te da ganas de cambiar y mejorar. Me pasa que hablamos de letras y quiero volver a casa a terminar una canción. 

Pablo nació y se crio en las sierras de Madrid, en un lugar llamado San Lorenzo del Escorial. Tardó mucho en darse cuenta de la cantidad de tiempo que pasaba haciendo música. En parte, por estar en una familia regida por ella. Con 14 años empezó un ciclo de escritura que continúa hasta el día de hoy, pasando por distintos géneros y gestando su propio estilo. 

En su casa estaba bien querer dedicarse a eso. “No tenía que explicar nada”, porque el hecho de que el pequeño Pablo hiciera canciones no llamaba la atención. Así fue creciendo: sacaba buenas notas y le regalaban un micrófono, trabajaba un verano y se compraba un bajo.

En la casa de Drexler y Laan se escuchaba mucho a Los Beatles, a João Gilberto, a Caetano Veloso y a Chico Buarque (los últimos tres siendo una misma persona para los oídos del Pablo niño). También giraban los discos de Radiohead y Bjork, con una impronta más electrónica que los anteriores.

La obsesión crecía y era siempre Pablo el que buscaba ir tras ella. Su primer acto de escuchar música propia fue en un discman en el que tenía tres álbumes: Monkey Business (The Black Eyed Peas), American Idiot (Green Day) y uno de Marilyn Manson, que no recuerda. Era música fuerte y distinta a la de otros referentes de Pablo, como puede ser Bon Iver.

—Siempre me gustó lo intenso y creo que, tanto Bon Iver como Green Day tienen la misma intensidad, solo que en direcciones distintas: en ese caos está la tristeza. Me gustan los extremos, me gusta la música dura.

Sus padres nunca lo presionaron, pero Pablo rumbeó su camino hacia el mismo lado que sus progenitores y marchó hacia Londres para estudiar música.

La carrera se llamaba Composición y Música Electrónica y era en la Guildhall School of Music & Drama. Es que Pablo transitaba un momento electrónico y de amor desenfrenado por ese estilo, pero al mismo tiempo quería ser libre en la composición, y eso fue lo mejor que encontró: “Podía hacer desde pop hasta cosas rarísimas”.

Foto: Difusión

Foto: Difusión

Cuando empezó a estudiar hacía piezas muy experimentales, oscuras y raras. Incluso hubo un año en el que no escribió letras. Sin embargo —y sin darse cuenta—, iba sumando herramientas de producción que luego utilizaría para componer la música que hace hoy.

—La carrera no fue tanto de enseñanza, sino más bien de fijarte deadlines para que vos aprendieras haciendo. Cuando alguien te enseña a componer, te enseña la forma en la que compone esa persona, pero lo importante es cómo uno resuelve los problemas.

Cuando habla, a Pablo se le escapan más de un “vos” y más de un “che”, algo no tan común para alguien que vivió sus 24 años de vida entre Madrid y Londres.

—No lo fuerzo, simplemente pasa que cuando hablo con uruguayos me sale cambiar el acento y algunas palabras. Con mi padre, por ejemplo, hablo así. Luego, si estoy en España, hablo con este acento.

Y, de una palabra a la otra, cambia su forma de hablar. En ese momento no hay dudas de que Pablo Drexler es uruguayo por herencia, pero español por nacimiento (y crecimiento). 

Jorge trabajó mucho para que sus hijos tuvieran una conexión con Uruguay y funcionó porque el aprecio que siente Pablo por el país de su familia paterna es inmenso. Su primer vuelo lo llevó a aterrizar en Montevideo y fue cuando tenía tres meses. Así se repitió y todos los veranos cruzaba de continente.

Que me pregunten si te he querido

Que me lo pidan por favor

Como una ola va a su roca

Yo siempre vuelvo hacia tu amor

“Azul Zafiro”

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Todo lo que dice PabloPablo es lo que piensa y dice Pablo Drexler. Pero a Pablo también le gusta que PabloPablo sea un alter ego que dé flexibilidad frente a futuros proyectos que busquen ir en otra dirección.

La música es la que define el nombre. En su cuarto graba lo que hace, no trabaja en estudio. Esa intimidad que encuentra a través de la improvisación deriva en muchas ideas musicales que terminan archivadas o, en algunos casos, formando un álbum. 

PabloPablo es el nombre de su álbum homónimo, publicado en junio de 2022 y formado más por las canciones que descartó que por las que terminaron siendo parte.

—Es un poco random, no quiero forzar ningún concepto. Fue una etapa de mi vida en la que me sentía más reflexivo, más trancado. Había cosas que quería sacar en este primer aproximamiento al mundo exterior y que representan un momento en el que estaba y ahora ya no estoy. 

Foto: Difusión

Foto: Difusión

Le gusta que el ángulo de su obra tenga un “output confuso de música”, que no se sepa si van a haber más canciones o no, que no tenga un nombre que lo distinga por sobre los otros álbumes que pueda sacar, sino que se convierta “en una tirada de canciones que sean un mundo en sí mismas”. 

Texturas de todo tipo predominan en esta introspección que decidió compartir. Los sintetizadores, los pianos, la percusión y la dulzura de su voz hacen del álbum una experiencia profunda para escuchar en el auto mientras las llaves vibran. 

La mayor parte del tiempo la destina a encontrar las palabras justas que encajen en la melodía y representen lo que Pablo quiere decir. Intenta que la canción lo lleve por donde ella quiere ir. Mientras tanto, la acompaña con paciencia.

Siempre prefirió hacer las cosas solo antes de pedir ayuda y la ventaja está en que, mientras esté en su habitación, nada le impide grabar un disco entero. La desventaja es que trabajar en soledad puede ser duro, “porque estás dialogando todo el rato contigo y tomar decisiones es complicado”.

—Yo echo en falta estar escribiendo con una persona al lado, es mucho más llevadero.

Sobre finales de este año tendrá sus shows en dos formatos: uno con banda y otro con su computadora, piano y guitarra. Algunos de esos seguramente sean alrededor de la gira de C. Tangana por Sudamérica, un continente que lleva hasta en su acento cuando quiere mostrarlo.

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Un álbum que por mucho tiempo no pudo sacarse de la cabeza fue Circa 1968 de El Kinto, aquella banda uruguaya surgida en la década del 60 y formada por íconos como Eduardo Mateo y Rubén Rada. “Me volvía loco. Esa época de Uruguay era increíble, tenían un estilo muy propio”.

Lo que se pregunta es qué seguirá. Para él, Argentina encontró la siguiente fase en lo urbano, pero en Uruguay no ve el camino tan claro. 

—El tema es que es difícil. Cuando tenés el peso tan grande de algo tan bueno es complicado hacer algo nuevo. Todo lo que hagas lo van a comparar y van a decir: “Ah, pero no es Mateo” o “Ah, pero no es Drexler”.

Y Pablo es Drexler, pero no en términos musicales.

Por Juan Ignacio da Silva