Documento sin título
Contenido creado por Sofia Durand
Cine
In-Yun

Past Lives, una disertación sobre el amor entre el libre albedrío y lo predestinado

La ópera prima de Celine Song le da un giro de tuerca a las historias de amor y propone una visión verosímil de los vínculos.

19.02.2024 18:19

Lectura: 6'

2024-02-19T18:19:00-03:00
Compartir en

Por Sofía Durand Fernández
sofdurfer

Seúl, Corea. Hae Sung y Na Young vuelven juntos de la escuela. Él juega con su pelota de basquetbol. No intercambian una sola palabra durante todo el trayecto. Cuando toman caminos separados, él se limita a despedirse como si fuera un día más. Ella dejará Corea para siempre y pasará a llamarse Nora Moon. No volverán a encontrarse hasta dentro de doce años. No serán completamente honestos con lo que sienten por el otro hasta dentro de otros doce años más.   

“Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio", escribía Julio Cortázar en un pasaje de Rayuela (1963). Se convirtió en una de sus frases más célebres. En un canon de lo que se supone que es el amor y cómo funciona.  

Desde su concepción, las historias de amor no presentan de manera verosímil la complejidad detrás de las decisiones que los personajes toman. Aviones perdidos, oportunidades laborales rechazadas, la intrascendencia del “qué dirán” frente a algo tan único como el verdadero amor. Al final del día, es lo que único que importa. Un mensaje tan reparador, como insostenible en todo lo que está por fuera de los límites de la ficción. En gran parte, porque no nos enteramos de las consecuencias que vienen después del “vivieron felices para siempre”.  

Past Lives

Past Lives

Past Lives (2023), la ópera prima de Celine Song, está construida bajo los cimientos de los arquetipos de las historias románticas con las que crecimos. De hecho, durante la película, hasta los personajes señalan los clichés existentes. Pero no es una historia de amor. Puede resultar doloroso o reconfortante, según quién la vea.   

"Si dejas una cosa atrás, ganas otra”, contesta la madre de Nora Moon, cuando le preguntan por qué decide irse de Corea. Esa oración es el espíritu de la trama. Desde la bifurcación en la calle de Seúl donde Nora y Hae Sung se separan por primera vez, hasta las disyuntivas que encuentran en torno a su relación en el correr de esos 24 años. En más de una ocasión, ambos pueden elegir priorizar su vínculo ante otros aspectos de sus vidas, como lo son aspiraciones académicas y profesionales y sus respectivas parejas.  

En una entrevista con Kinótico en el Festival de San Sebastián, Song alegó que esta película tiene un componente autobiográfico. Se vio en la misma situación con su amor de la infancia y su marido. Tal vez es por esto que pudo plasmarlo de manera precisa y real en la pantalla. En los momentos donde ambos personajes se veían obligados a tomar una decisión, era entendible que no fuera fácil. No se pone en tela de juicio ni se buscan culpables. Porque no se trata de echar culpas.  

Tampoco se buscan antagonistas. Arthur, el esposo de Nora y quien podría asumir ese rol, no solo confía en ella, también intenta comprenderla. La acompaña, se muestra receptivo a conocer al que fue su amor de la infancia. Incluso le admite que, al comparar las dos historias, le parece mucho más significativa la que comparte con Hae Sung que con él. Pero es así que se marca la clara línea entre el amor idílico e infantil y el amor adulto.

Past Lives

Past Lives

“Cuando se rompe una relación, muere un idioma”, es un concepto que en los últimos años se hizo bastante popular, al punto de parecer trillado. La directora definió Past Lives como “una serie de conversaciones reveladoras”. Lo cultural tiene un peso mucho mayor del que aparenta a simple vista. Arthur le dice a Nora que la escucha hablar dormida en coreano y siente que hay un mundo en el que él no puede entrar. Un mundo al que ella vuelve cada vez que se reúne con Hae Sung. Pero al reencontrarse con este, se da cuenta que posee visiones culturales que difieren de las suyas y que ella perdió al emigrar. 

Las lógicas de comunicación que mantiene Nora con Hae Sung y Arthur son totalmente diferentes. Con el primero, la comunicación no verbal prima. Encuentran la comodidad del silencio que solo se tiene con alguien a quien uno conoce hace mucho tiempo. Con el segundo, el diálogo es primordial. En el único momento en que se invierte es en la escena del bar, que sintetiza ambos mundos. Arthur queda por fuera y espera pacientemente que eventualmente lo vuelvan a incluir en la conversación mientras Nora y Hae Sung analizan el vínculo que mantienen.  

Arthur y Nora eligen estar juntos. En la escena donde dan su primer beso, ella tiene que indicarle que puede acercarse. Se casan para que ella pueda obtener su “green card”. Su vínculo es una construcción articulada entre los dos. Sí, por momentos puede asemejarse a algo artificial. Pero lo de Nora y Hae Sung está fundamentalmente basado en la complicidad que obtuvieron en una etapa de la vida tan formativa como lo es la infancia.  

“In-Yun” en coreano significa “providencia” o “destino”. La creencia alega que “si dos extraños se cruzan en la calle y sus ropas apenas se cruzan significa que en vidas pasadas tuvieron algo y si se casan, entonces tuvieron que haber pasado 8 mil vidas para llegar a este preciso momento". Un concepto que, de alguna manera, deja por fuera la decisión activa del individuo y, además, alimenta la idea romantizada de que estamos predestinados a un otro.  

Lo novedoso de esta historia es que, contra todo pronóstico, presenta algo probable. Sin romperle el corazón a nadie y sin acudir a gritos y discordias. Le da un peso a la elección consciente que hay detrás de compartir la vida junto a alguien más sin que sea algo triste o gris, sino más bien como algo que es parte de la vida.  

Por Sofía Durand Fernández
sofdurfer