El 6 de febrero, Pedro Pastor publicaba un tweet. En él, agradecía a la murga uruguaya La Gran Muñeca por reversionar su canción "Los olvidados" e integrarla a su repertorio. Esta anécdota es apenas un detalle que ejemplifica las preocupaciones del artista, unas centradas en asomar la cabeza por la ventana, en mirar a aquellos que no son vistos.

En el siglo XVII, Hobbes decía que "el hombre es el lobo del hombre". Hoy, Pedro Pastor retoma esa idea. Su espíritu crítico no le permite mirar hacia el costado. No para de indignarse con la frivolidad del mundo, una que infecta los rincones de la industria. Este espíritu, forjado en una casa con ambos padres músicos (Luis Pastor y Lourdes Guerra), hace que hoy cante lo que canta. 

La crítica social inunda sus letras. Canciones como "El hambre de mi pueblo" o "Los olvidados" conforman una forma de entender el mundo que no todos comparten. Porque para Pastor, la consciencia se adquiere saliendo a la calle, pero no todos quieren abrir la puerta.

Pedro Pastor recorrió el mundo y se sintió atraído por el agua y la sal. Una sal que baña nuestras costas. Tocó en varios bares y se enamoró del Uruguay, y más precisamente de su público. Esto le permitió sentirse escuchado y lo integró en su sensibilidad. Y así, nació Escorpiano (2024). Un álbum "venenoso" que le cuenta al viento lo que varios optan por callar.

Se presentará este 23 de abril en la Sala del Museo, como la celebración final de una gira de 16 fechas en ocho países. Las entradas se encuentran disponibles y pueden adquirirse aquí. 

Tus padres son Luis Pastor y Lourdes Guerra, ambos músicos. ¿De qué manera creés que esto influyó en tu vocación? 

Creo que en el acceso a la información, lo primero. Hay muchísimos niños y niñas que crecen sin saber que la música es una opción. Aunque tengan esa pulsión dentro, jamás se van a dar cuenta de que eso existe, y eso fue lo primero. Luego, el vivir rodeado de música. Mis papás, además de ser músicos, son unos tipos muy abiertos, muy sociales, muy queridos. Tenían muchos amigos músicos que venían a casa y guitarreaban. Yo era un niño inquieto, de mis hermanos era el que más se interesaba por ese mundo.

Esto me lo dice gente adulta, que ahora ya es mi amiga de la música. En aquel entonces eran amigos de mis padres, y siempre me dicen que yo andaba por ahí, poniendo la oreja a lo que estaba pasando. También te aliviana mucho el terreno el no tener que pelear con tu familia para poder ser músico. Porque los papás que quieren que su hijo les salga abogado y les sale músico, también son una realidad común. Tener hijos es una responsabilidad; hay que asumir que son seres propios, que no son una extensión de nosotros. Ese trabajo es de los padres, y no de los hijos. Es dejar que hagan lo que les dé la gana, porque es su vida.

¿Cómo marcó tu música? 

La música es un mundo muy amplio, y yo podría haber hecho cualquier tipo de música. Sin embargo, con los años me he hecho un músico muy ecléctico y e investigado mucha música del mundo, algo que en mi casa no pasaba. Hay algo de lo político, algo de lo social y de lo humanista que claramente es una herencia. Y hay canciones de mi repertorio, incluso para mí de las mejores canciones, como por ejemplo "Los olvidados", que no podrían existir si yo no fuera hijo de quien soy. Sería imposible. Nunca habría tenido esa puerta o esa bombilla encendida. Esa información constante, políticamente hablando, es la que me ha permitido hacer estas canciones con profundidad o fundamento. Que no suene a propaganda, sino a verdad, algo que en este caso creo que se ve.

Cortesía de producción

Esta crítica social está muy presente en tus letras. ¿Creés que el artista tiene la responsabilidad de expresarse sobre ciertas temáticas, o depende de cada uno?

En verdad lo que hay que hacer es preguntarse dentro de uno mismo. Preguntarse qué es lo que quieren decir, qué es lo que quieren dejar en el mundo a través de su obra. Esa cuestión solo la puede responder el artista. Lo que sí creo es que los seres humanos tenemos responsabilidad civil. Vivimos en este planeta y tenemos que tratar bien al resto de humanos que conviven con nosotros en nuestras ciudades y pueblos, porque es la única manera de habitarlo a gusto.

A partir de ahí, si tú tienes un altavoz y en vez de hablar con una persona vas a hablar con mil cada vez que te expresas, por lo menos asume eso. Haz lo que quieras con tu discurso, pero sé consciente. En lo único que pienso es en que la gente tiene que ser consciente de lo privilegiado que somos y de la influencia que tenemos. Y cuanto más mainstream seamos, más todavía, pero al final siempre son los que menos se mojan. Si tú eres un tipo que llena estadios en cada ciudad del mundo, asume que hay 50.000 personas viéndote en vivo en cada concierto. Que hay millones de personas que están pendientes de ti. Vive la vida que quieras, pero debes tener ese pensamiento en algún lugar guardado.

Cortesía de producción

¿Cómo ves el panorama musical en ese sentido? ¿Se tiene en general esa responsabilidad que decís que debería tenerse?

Hay mucha gente que la tiene, muchos artistas de estadio que la tienen clarísima. El Día de la Memoria yo veía como Wos o Trueno, por ejemplo, compartían en sus historias el "Nunca más". Me parece valioso que haya gente que asuma esa realidad de lo mainstream. Luego, de los artistas independientes y underground como soy yo, sí, obviamente. Hay muchos que son ejemplo de lo que considero que debería ser, y son un ejemplo para mí. Yo intento aprender de los demás en ese sentido. Creo que sí hay muchos artistas que la tienen clara. Luego, por supuesto, hay artistas que han nacido en una casa en la que no les ha faltado nada jamás. Son ricos, han ido a colegios privados y nunca se han enterado de que el mundo también es lo otro. Que hay un montón de gente que tiene que buscársela totalmente para sobrevivir y que la pasa realmente mal. Y no te hablo solo de los conflictos bélicos, te hablo de nuestras ciudades. No hay que hacer más que salir a la calle para ver la realidad social de muchos, pero hay gente que tampoco tiene acceso a eso. Hay gente que nace en sus casas de ricos y muere en sus casas de ricos.

¿Sentís que realmente no ven esas realidades, o es un tema de no arriesgarse a hablar y perder público? 

Hay mucha gente que odia a los pobres. Sobre todo en los ambientes más clasistas y elitistas de nuestros territorios, hay mucha gente que claramente siente aversión por quien no es de su estrato. Esto es algo que pasa en prácticamente todo el mundo, eso para empezar. Si tú naces en una de esas casas, te van a educar en eso. Te van a hacer sentir que eres mejor, y que por eso te mereces todo lo que te está pasando. Sin hablar de que obviamente te has podido dedicar a eso porque en tu familia había muchísima gente metiendo dinero para que lo lograras. Y luego, por supuesto que hay miedo en artistas que a lo mejor sí que podrían interesarse por estos temas, pero tienen miedo a la represalia. También las disqueras y la industria tienen cosas que decir al respecto. No quieren mojarse porque saben que eso les va a hacer perder público, porque es un público que está alineado con pensamientos clasistas, misóginos, racistas, fascistas, etc., y también es normal que no se quiera perder ese público. En mi caso, no puedo perder público porque saben lo que hago.

Cortesía de producción

Empezaste tu carrera como solista, pero después nace Pedro Pastor y Los Locos Descalzos. ¿Cómo fue esa transición? ¿Cómo influye a la hora de trabajar?

Yo era solista, cantautor. También era muy pequeño, tenía 17 años y no tenía energía ni comunidad como para hacer algo así. Simplemente, yo sabía que mis amigos estaban en otra cosa. Obviamente, fui el primero que me fui de casa de mis padres, y empecé a recorrer primero España y después el mundo. Al principio, naturalmente iba solo. Cuando grabé mi primer disco grande, con 18, trabajé con unos músicos que luego me acompañaron en una serie de conciertos como los que me podía permitir en España. Luego hubo un punto de inflexión, que fue cuando una banda muy importante en España, que se llama Fito y Fitipaldis, me invitó como telonero. Pero los músicos que yo tenía en ese momento no podían venir. Ahí tuve que buscar una solución, y como siempre en la vida, las cosas suceden así. Con una serie de problemas que uno tiene que solucionar, y de repente encuentra caminos completamente nuevos.

Entonces pensé en unos chicos que yo conocía, amigos de mi barrio de toda la vida. Habíamos coincidido siempre en el instituto, cantando en la Semana de la Juventud. Montábamos un pequeño escenario y tocábamos ahí quienes hacíamos música en el cole, y pensé en pedirles ayuda. Yo estaba en Argentina. Les llamé y les dije lo que había pasado, preguntando si estaban como para prepararse el repertorio y venir a abrir a Fito al estadio, a lo que respondieron: "obviamente". Ellos ensayaron por su cuenta mientras yo estaba en Argentina.

También pasé por Uruguay en ese viaje. Fue la primera vez que fui, hace 10 años. Estuve en el Contraluz, que era un hostel que había en Montevideo. Cuando volví, pegamos dos ensayos y nos fuimos a Tenerife. Tocamos para 9.000 personas como teloneros de esta banda, y fue todo tan espectacular que nos quedamos unos días en Canarias a conocer el Teide, el volcán de la isla. Les llevé a visitar varios sitios y hubo un flechazo puro y duro. Yo venía de tocar con gente mucho mayor, que no tenía tiempo como para quedarse a conocer. Entonces entendí que me estaba perdiendo una etapa de la vida. Una pila de músicos amigos con los que poder andar y disfrutar, gozar y reírme, salir por la noche y por el día, y han pasado 10 años. De hecho este año es el décimo aniversario, lo cual vamos a celebrar.

Cortesía de producción

¿Es importante ese flechazo que describís a la hora de elegir con quién trabajar? ¿Pasa muy seguido?

Es fundamental. Estar enamorado de la gente con la que trabajas es fundamental, porque más allá de que sean buenos músicos, que hay muchos buenos músicos en el mundo, está buenísimo que tengas un vínculo fuerte con ellos y que tengáis ganas de estar juntos. Que tengas ganas de compartir, de salir a tocar con esas personas, que estés a gusto cuando estéis esperando antes de un show y la paséis bien, no hay más remedio. Se comparten muchas horas de viaje, muchas horas de furgoneta, habitaciones de hotel, pruebas de sonido interminables. Es imprescindible amar a los músicos que te acompañan.

En 2024 lanzaste Escorpiano, tu último álbum de estudio. ¿Cómo lo describirías? ¿Qué lo identifica?

Hay un lenguaje distinto en este álbum. Es un lenguaje un poquito menos sobrio, un poquito más venenoso. El aguijón del escorpión. Las canciones políticas tienen otro tono: "Sapiens" es una canción absolutamente irónica, "El hambre de mi pueblo" es una canción disruptiva, y yo no estoy acostumbrado a tener ese lenguaje. No se me había ocurrido decir eso antes en mi vida, pero también me lo permito porque lo siento. Hay mucho hartazgo de estos años. También hay mucho pesimismo por el mundo que nos está tocando vivir en la juventud, atravesada por las redes sociales, la ansiedad, la depresión. Por querer cumplir con unos cánones estéticos todo el rato y no aceptar nuestras diversidades y nuestra disidencia.

Hay mucho hartazgo y eso también se ve reflejado. También he dejado salir mi parte más irónica o más provocativa. "Escorpiano" es una canción que yo hice en Montevideo, porque en Uruguay estáis absolutamente locos con el horóscopo. Recuerdo una gira por toda la costa uruguaya que hice hace un par de veranos. Todas las noches tenía la misma conversación, sobre la Luna y el ascendente, y se me ocurrió hacer esta canción. Está bien mi lado político, pero también está bien que me permita ser irónico y sarcástico o venenoso si es algo que soy, y sí que lo soy, definitivamente.

¿Dirías que representa una etapa de tu vida?

Representa esta. Todos mis discos representan etapas de mi vida. El primer disco lo hice con 18 años, muy popero y como más infantil, aunque tiene algunas canciones que sigo cantando hoy en día. El segundo disco surge después de mi primer viaje a América, que duró cinco meses. Tenía 20 años y me cambió la vida, e hice un disco con ese impacto de Latinoamérica. Luego Vulnerables (2019), que creo que es mi mejor disco, representa una etapa en la que yo estaba mal. Me he abrazado a esa vulnerabilidad y salió ese disco hermoso en el que hay muchas cosas muy profundas y muy sinceras, que ponen en jaque también mi estado de ánimo y mi autoestima. Vueltas (2021) es un disco con el que salgo de ese pozo, empiezo a andar por el mundo y retomo esa conversación alegre, festiva y ociosa. En este, por último, me adentro en mi parte más sarcástica o venenosa.

¿Cómo fue el proceso creativo? ¿Cuánto tiempo te llevó?

El disco entero lo compuse en América. Hace dos años y medio empecé una gira con la banda, y luego me quedé con el guitarrista. Fue cuando fui a Uruguay, y estuve un mes y pico recorriendo la costa y tocando ahí como un músico local más. En ese viaje hice todas estas canciones de golpe. A mí me hace muy bien estar fuera de mi casa, porque me suceden distintas cosas todos los días y eso me llena el cajón de las ideas. Tener algo que decir es imprescindible.

Cortesía de producción

¿Cómo fue esa experiencia en Uruguay? 

Hermosa. Uruguay es mi segundo país favorito de América, después de Colombia. A mí me encanta la idea de tener tanto vínculo con el Uruguay. Tener tanto público y tanta gente que reciba mi música y que me permita hacer este tipo de cosas, como una gira por los chiringuitos de playa siendo el único español. De alguna manera me hizo sentirme un poquito local en Uruguay, y es un privilegio muy grande. Lo disfruto mucho, me gusta mucho el Uruguay.

Conecto mucho con la musicalidad que se tiene. Están todo el rato bebiendo de Brasil, pero con una cultura afro tan presente, con la música tradicional tan rica que se tiene en el Uruguay, con el carnaval, con el lenguaje poético. Tantos autores hermosos que ha dado el Uruguay al mundo, la nostalgia que se respira, el concepto de país chiquito, que permite generar una red en la que se conozcan entre todos. Es muy lindo todo eso que pasa y yo me siento muy atraído, y celebro que el Uruguay también me lo permita. Porque por más que uno tenga las ganas, hay un poco de Julio César. Tienen que levantarte el dedo.

¿A la hora de enfrentarte al público uruguayo con tu música, hay algo que te haya llamado la atención?

La capacidad de escucha. Eso es algo muy hermoso que tiene el Uruguay, y tiene que ver con la cultura musical que se tiene allí, que siempre ha sido muy poética. Los grandes artistas uruguayos son extraterrestres. Tú piensa que alguien como Eduardo Mateo, alguien como el Príncipe, alguien como Cabrera haya podido triunfar en un país, aunque sea póstumamente, es un termómetro muy interesante. Muy probablemente, en otros países muchos de esos artistas no habrían tenido ese reconocimiento. Pero claro, en Uruguay hay una capacidad poética del lenguaje y una educación muy fuertes. Las canciones de Jaime son complejísimas, líricamente hablando. También Rada, todo el mundo ha hecho canciones muy profundas, y eso es lo que se escucha de Uruguay. Entonces claro, esa educación el público la tiene y tú la sientes. Sientes que te escuchan desde otro lugar. Están entendiendo lo que les estás diciendo.

Cortesía de producción

Te presentás el 23 de abril en Uruguay como parte del Escorpiano Tour. ¿Qué se puede esperar del show? 

El show está espectacular, a la gira le está yendo increíble. Está viniendo mucha gente y están disfrutando mucho. Montevideo es el último concierto de esta gira, que son 16 fechas en ocho países. Va a ser la celebración final de esta gira. Por primera vez en 10 años vamos a tocar con otros músicos, como con Juli Taramasso, que es una bajista uruguaya. Vamos a tocar en su casa, con su gente y su familia, y eso es muy lindo. Lo que se viene construyendo con Uruguay es muy fuerte. La Gran Muñeca ha cogido "Los olvidados" y la ha adaptado con una letra que ha tenido mucho revuelo. Estamos hablando para que pueda venir también alguien de La Gran Muñeca a cantar. Todo lo que está pasando en el Uruguay se percibe, se respira, entonces la expectativa es grande, y de parte del público y de los medios también. Va a ser una fecha histórica, se está moviendo muy bien y va a haber mucha gente.