Documento sin título
Contenido creado por Manuel Serra
Personas
Polaroid de fama extraordinaria

Pelé: arte, fama, grandeza y el augurio de “15 siglos” de aclamación de Andy Warhol

Tal fue el brillo de “O Rei” que el famoso artista reformuló sus “15 minutos de fama” para presagiarle una notoriedad mucho más duradera.

30.12.2022 08:42

Lectura: 10'

2022-12-30T08:42:00-03:00
Compartir en

Por Sebastián Chittadini

Sobre la inmortalidad futbolística y la mortalidad humana, Pelé tenía las cosas claras desde hacía mucho tiempo. En 2003, hace casi dos décadas, le había dicho al diario inglés The Guardian: “Pelé no muere, Pelé nunca va a morir, Pelé va a seguir estando por siempre. Pero Edson es una persona normal que un día va a morir, y la gente se olvida de eso”. De acuerdo a esta afirmación, Edson Arantes Do Nascimento dejó este mundo a la edad de 82 años, pero su alter ego empezó a saborear las mieles de la inmortalidad.

Hubo un tiempo, unos pocos años, en el que la discoteca ubicada en la calle 54 esquina con la Octava Avenida, en Nueva York, fue el epicentro de la diversión de la capital del mundo. Corredores de bolsa, actores y actrices, publicistas, agentes inmobiliarios, músicos y deportistas eran felices entre luces led, tapados de piel y lentejuelas, solapas exageradas y corazones acelerados; sexo, drogas y música disco. Studio 54, el lugar más frenético de Manhattan, era el lugar en el que había que estar. Así lo entendían Donna Summer, Frank Sinatra, Woody Allen, Tina Turner, Sylvester Stallone, Henry Kissinger, Cher, Grace Jackson, Truman Capote, Donald Trump, Robert Redford, Sidney Poitier y un montón de gente más. También se había convertido en el lugar sobre el que Pelé, estrella del Cosmos, se preguntaba por qué no podía dejar de frecuentar cada noche junto a sus compañeros de equipo.

Tal vez, la respuesta a qué era lo que atraía al futbolista más famoso del mundo se escondía debajo de la nube de humo que cubría eternamente todo lo que pasaba en ese lugar. Se sabía que, lo que pasaba en Studio 54, quedaba en Studio 54 y bajo ese aire viciado –en todo sentido– pasaban cosas. Y se conocía gente. Así, Edson Arantes Do Nascimento –en su rol de Pelé– compartió copas con Liza Minelli o Mick Jagger, conversó animadamente sobre fútbol con Rod Stewart y estuvo en la fiesta por los 21 años de Michael Jackson, quien muchos años después grabaría un video en una favela de Río de Janeiro. Una noche, en una mesa en la que el rey del fútbol se encontraba junto con gente de la Warner, le presentaron a un hombre raro y tímido, que no tenía cuerpo de atleta. En pleno bullicio —recordemos que estaban en la que quizá fue la discoteca más importante del mundo—, Pelé no entendió que, aquel tipo que le estaba diciendo que un día querría hacer una colaboración con él, era un conocido artista plástico llamado Andy Warhol.

Warhol era el más célebre exponente del Pop Art, movimiento artístico caracterizado por hacer arte con elementos que la alta cultura definía como “bajos”, como la publicidad, los medios de comunicación o los cómics. Para él, no solo el arte estaba al alcance de cualquier persona, sino también la fama. En 1968, en una exposición en su honor organizada en Suecia —donde diez años antes, un adolescente Pelé ganaba el primero de sus tres Mundiales—, diría: “En el futuro, todo el mundo será famoso durante quince minutos”. Al número 10 de la selección brasileña de fútbol, ese manto llamado fama le duraría un poco más. En las décadas siguientes a aquel 1958, su camino se cruzaría con los de la Reina Isabel II, los Beatles, Muhammad Ali y varios papas; actuaría en películas de Hollywood y conocería a cada celebridad de la segunda mitad del siglo veinte. Ninguna era más famosa que él, por lo que no sorprendió a nadie que su paso por el fútbol de los Estados Unidos fuera una revolución cultural además de deportiva.

Andy Warhol y Liza Minelli en Studio 54.

Andy Warhol y Liza Minelli en Studio 54.

Después de jugar 18 años en su Santos de toda la vida, parecía que la historia de Pelé como futbolista se había terminado, aunque varios poderosos de Europa —como el Real Madrid o la Juventus— lo tentaron para volver. Hasta que, desde Estados Unidos y en forma de una compañía acostumbrada a tener estrellas en su plantel, llegaba una oferta imbatible. La Warner, comandada por Steve Ross, le ofreció 4,5 millones de dólares por dos años para volver a ser jugador. Como no podía ser de otra manera, tratándose de una compañía habituada a manejar artistas, le ofrecían —junto con la promesa de ser la cara visible del fútbol en Estados Unidos— la explotación de su carrera audiovisual, merchandising y relaciones públicas. El hombre del que se decía que era más famoso que el Papa sería jugador del New York Cosmos, la gran estrella de un proyecto ambicioso que trataría de igual a igual a las grandes ligas deportivas del país. 

El ícono global que trascendió al fútbol

Pelé jugó los dos años —fue campeón en el segundo— que había acordado con el Cosmos en la North American Soccer League y, ya retirado definitivamente en octubre de 1977, empezó a cumplir con la parte musical del contrato con la Warner. Así, llegaron el disco con Sergio Mendes “Brazil 77”, o la banda sonora de su propio documental “Pelé”, también compuesta por Mendes. Hasta que un día, estando en el despacho de Steve Ross, le dijeron que un artista quería hablar con él. Bajó a la sala de visitas de la Warner y se encontró con aquel hombre al que había conocido en Studio 54, donde los famosos seguían al Cosmos igual que en el estadio. Gracias a Pelé, el deporte también se había vuelto atractivo para el Pop Art.

Warhol le explicó a Pelé que quería hacer algo donde él estuviera con la pelota, pero no en acción. El 10 no entendió nada, pero la idea le pareció hermosa. En 1978, a pedido del coleccionista Richard Weismann, uno de los artistas más icónicos del siglo XX realizaba “The Complete Athletes Series”, una colección de diez retratos de los más destacados deportistas del momento. Para la Polaroid que había retratado a John Lennon, Marilyn Monroe o Elvis Pressley, posaron el jugador de fútbol americano O. J. Simpson, la patinadora Dorothy Hamill, el golfista Jack Nicklaus, el jugador de hockey sobre hielo Rod Gilbert, el boxeador Muhammad Ali, el beisbolista Tom Seaver, el jockey Willie Shoemaker, la tenista Chris Evert, el basquetbolista Kareem Abdul-Jabbar y el propio Pelé.

Estas son los diez retratos de “The Complete Athletes Series”.

Estas son los diez retratos de “The Complete Athletes Series”.

Weismann, el ideólogo de la colección, pensó que el deporte y el arte todavía no tenían conexión directa y que la serie resultaría inspiradora para que los amantes del deporte fueran a las galerías de arte y los amantes del arte se fijaran en las superestrellas deportivas por primera vez. Warhol cobró 800.000 dólares por realizar la serie, también motivado por el hecho de que las estrellas del deporte eran las únicas celebridades que no había retratado hasta ese momento. Los atletas fueron fotografiados en primer plano, enfocando la atención en su cara y en un elemento representativo de su deporte. Pelé, símbolo de aquel equipo que a finales de la década de los 70 hicieron del soccer el deporte de moda en la Gran Manzana, vistió su camiseta del Cosmos, tomó sonriente la pelota “Pelé Edition” de la marca Spalding y Warhol sacó unas cuantas instantáneas.

En esas fotografías se puede ver la comodidad con la que O Rei posa con la pelota, el elemento central en su vida, con una cercanía entre el artista y el atleta que no se ve en otros retratos de Warhol, quizás por la complicidad surgida en la mítica Studio 54.

Rei del Pop (art)

En su otro mítico estudio, el que tenía en la calle 47 —llamado “The Factory”—, Andy Warhol produciría obras en serie para una sociedad de masas. Entre ellas, el rostro de Pelé serigrafiado, como evidencia de que aquel hombre que había llevado el fútbol al país del soccer había traspasado sobradamente los límites de la cancha. Para el artista, la importancia de futbolista no estaba solo en sus tres Copas del Mundo o en lo que hacía con la pelota, sino en lo que representaba en el mundo del deporte. Pelé era para Warhol fútbol-arte, como podía ser arte una lata de sopa Campbell, una botella de Coca Cola o el rostro de una modelo. Era una estrella, la más brillante que había fotografiado su Polaroid.

Uno sabía que su obra duraría para siempre, el otro sabía que eso era bueno para que lo conocieran las próximas generaciones. De esa asociación nacida en la discoteca que albergó durante tres años (1977-1980) al jet set internacional, O Rei salió fortalecido como el primer futbolista ícono de la cultura pop. Su magnética personalidad y su sonrisa hicieron el resto, con incursiones en la televisión, el cine, la música o los videojuegos. En 1980, Atari —también propiedad de Steve Ross— presentó el revolucionario juego Pele’s Soccer. Entre sus muchos logros, fue el primer futbolista que tuvo su propio videojuego. En ese mismo año, Ross debía hacer frente a un intento de absorción de la Warner por parte de Rupert Murdoch y se desprendía de Atari y de Global Soccer, la empresa que manejaba las actividades del New York Cosmos. También en 1980, el SIDA, las deudas, la presión de las autoridades y la irresponsabilidad de sus propietarios llevaron a la clausura de Studio 54 y pusieron fin a los que quizá fueron los tres años más salvajes de la historia de Nueva York, en los que Pelé fue una especie de emperador romano que con los años perdería selectivamente la memoria de lo vivido en ese lugar. Recordemos que, lo que pasaba ahí, ahí quedaba.

La serie “Pelé by Warhol”

La serie “Pelé by Warhol”

En 1985, con varias decenas de millones de dólares en deudas y con una liga en descomposición, el New York Cosmos dejó de existir. Andy Warhol, que siguió experimentando desde la creación en The Factory y llegó a retratar a Franz Beckenbauer, falleció en 1987. Mucho antes de internet y de las redes sociales, vio cumplirse su profecía y elevó la apuesta en relación a aquel futbolista al que una vez le dijo que iba a hacer una pintura suya: en una entrevista a Vanity Fair, Pelé contó que el hombre que se dio el gusto de producir arte en serie le dijo que era la única celebridad con la que había trabajado que no tendría quince minutos de fama, sino quince siglos.

Pelé by Louis Sidoli, un retrato llamado “Famoso durante 15 siglos”

Pelé by Louis Sidoli, un retrato llamado “Famoso durante 15 siglos”

La vida de Edson Arantes Do Nascimento se apagó a los 82 años, como ya se habían apagado las de Studio 54, Atari, Andy Warhol y el Cosmos. Antes, había expandido su reino mucho más allá de los confines del césped, fue más omnipresente que el Papa, fue actor, cantante y ministro de deportes de Brasil, vendió Viagra y también los derechos de imagen y explotación comercial de la marca Pelé. Todos nosotros, con suerte, disfrutaremos en algún momento de los quince minutos de fama que el rey del Pop Art nos presagió. A Pelé, si empezamos a contar en 1958, todavía le queda bastante de los quince siglos que le tocaron en el mismo reparto. Como dijo alguna vez el ex futbolista francés Eric Cantona sobre O Rei, el arte y la eternidad: “En mi opinión, un artista es alguien que puede iluminar una habitación oscura. Nunca he encontrado ni encontraré diferencia entre el pase de Pelé a Carlos Alberto en la final del Mundial de 1970 y la poesía del joven Rimbaud. Hay en cada una de estas manifestaciones humanas una expresión de belleza que nos toca y nos da una sensación de eternidad”.

Por Sebastián Chittadini