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Vestite para matar

Peluffo, de Trotsky Vengarán: “Hasta el más revolucionario convencido precisa dar un beso”

La banda “que siempre tocó en la esquina de tu casa” promete al Teatro de Verano un show de encuentro con un rock que habla del corazón.

28.10.2022 14:20

Lectura: 30'

2022-10-28T14:20:00-03:00
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Por Sebastián Astorga

Guillermo Peluffo tiene 52 años, un enorme amor tricolor por Nacional, una familia con fuertes bases rockeras y un grupo de punk rock que acaba de volver a los recitales y recuperó la energía de los shows sin restricciones. Esa Trotsky Vengarán, que se presenta en el Teatro de Verano el próximo martes 1.º de noviembre a las 21 horas, es la banda que siempre tocó en la esquina del barrio y está dispuesta a generar un espacio de encuentro donde lo que predominará serán las remeras al viento, la catársis física, los abrazos y el 'portate cómo quieras'.

En una entrevista con LatidoBEAT devenida en una larga charla, Peluffo terminó hablando de los distintos derroteros del punk uruguayo y su rol como música popular vernácula, de la barrabravización de una sociedad que otrora se unía en rituales como el fútbol, donde a menudo el publicista, además de cantante, se infiltra como un hincha más.

Respecto al inevitable tema de conversación que se posa como un elefante blanco detrás de cada regreso a los escenarios sin restricciones sanitarias, el músico subrayó que las desiciones y el temple de espíritu post pandemia fueron de las cosas que le salvaron la cabeza a él y a sus compañeros de banda. En ensayos que muchas veces se convertían en terapias de grupo y no llegaban a tocar un instrumento, durante los peores meses de la emergencia sanitaria el grupo decidió ser su propia burbuja y hacer su catarsis en cada encuentro.

Se acabó el baile

La pérdida de los templos donde no solo bandas como la Trotsky iban a tocar se ha hecho evidente. Hace pocas semanas se supo de la demolición en el barrio de Cordón del recinto del local que tuvo, entre otros nombres, el de Bluzz Live. Hugo “Llamarada” Díaz, guitarrista de la banda, se lamentaba en un posteo en Instagram al respecto: “Algunos de nuestros mejores shows tuvieron lugar ahí, en ese lugar chico pero salvaje, donde tenías a la gente pegada a la cara, donde todo era un saludable descontrol”.

Para Peluffo, eso ha hecho que la banda se tenga que reinventar a la hora de armar shows. “No hay lugares abiertos en Uruguay, esa es la verdad. No hay ni grupos de cumbia tocando en el interior del país. Se acabó el baile”, se lamentó.

Sin embargo, con el lanzamiento de dos sencillos este mes –"Todo está por pasar" y "El comienzo del final"–, se prepara el ambiente con un nuevo disco en la mira con la promesa de que el estilo de la Trotsky no se quiebra ni se cambia. Sobre el estado del rock y las críticas que van y vienen entre el mundo del rock, Peluffo comenzó afirmando que “cualquier rockero que odie a Elvis [Presley] no es rockero. Punto”. "Nuestro sonido es más vintage que nunca. Nosotros somos los que no renunciamos ni renegamos del rock. Vivimos bajo sus reglas de verdad. Lo cual es pagar un precio muy alto muchas veces”, admitió.

No nos estamos encontrando

Para una banda que ha sido protagonista de la escena musical del mundo punk nacional, que le ha tocado vivir y tocar en situaciones país tan dispares, como lo fue durante la crisis del 2002, en 2012 y en un contexto postpandémico e híperconectado y politizado, a Peluffo le apena que ahora todos estamos divididos.

“Pasada la crisis del 2002, la gente iba a romperse. No a romper las cosas, pero sí a romperse ellos, a terminar en una noche de excesos interminable, ¿no?”, se pregunta el músico. No obstante, afirma que, como bálsamo para esto, el recital se ha convertido “en un lugar de encuentro”.

Como arma contra la desaparición de espacios de convivencia, Peluffo vuelve una y otra vez en la charla al concepto de que el show de la Trotsky Vengarán es “un lugar abierto al que todo el mundo está invitado”. Y todo parece indicar que el próximo 30 de octubre, en la "Noche de los muertos vivos" –como bautizaron al show– se cumplirá la consigna de relajo, pero con orden.

Foto: Sebastián Astorga / LatidoBEAT

Foto: Sebastián Astorga / LatidoBEAT

¿Cómo fueron los ensayos durante la pandemia? O sea, como ese bálsamo que tú decías, ¿qué sucedía en esos ensayos que no pasaba antes?

Para empezar, el ensayo se transformó en un lugar de encuentro y de catarsis. ¿Qué quería decir? Que se marcaba un ensayo pero de repente no se prendían los instrumentos porque alguien levantaba la mano y decía 'no puedo tocar nada, no sé ni cómo va esta canción, no sé ni como me llamo'. Entonces , yo qué sé. Hablabas de la vida. Casi que una terapia de grupo sin pensarlo. Cada tanto se suspendía alguno pero no se suspendía la reunión y decidimos que éramos nuestra burbuja. Nosotros tenemos una relación de amistad y nos cruzamos más allá de la vida de la banda. Entonces decidimos obviamente no arriesgar a toda la familia, teniendo los recaudos, nos juntábamos dos o tres veces por semana y muchas veces, a hablar.

Empezábamos a agarrar instrumentos y decíamos 'bueno, ¿por qué no aprovechamos y hacemos el famoso disco de covers que muchas veces nos piden?'. Entonces los mexicanos nos decían 'Así como hiciste de Nino Bravo, ¿por qué no hacés de este artista o este otro mexicano?'. Los colombianos lo mismo.

Empezamos a hacerlo. De repente, nosotros con los covers nos parece que tenemos que darle una impronta de interpretación que tiene que, de alguna manera, ser nuestra la canción. Y de repente eran buenas versiones pero no eran nuestras. Entonces empezamos a probar con otros artistas uruguayos, no se qué y ahí, cuando estábamos en eso, alguna canción nueva aparecía pero no nos terminaba de colgar.

Hay una cosa muy oscura entre nosotros. Y, de repente, empezamos a proyectar un show de lo que se supone que iban a ser las condiciones para la vuelta a los shows de la manera que finalmente sucedieron. Obviamente, utilizando un poco el sentido común, todo parecía indicar que irremediablemente se iban a abrir espacio por la necesidad de dar lugar al entretenimiento y a cosas que nos alivianaran la rutina pesada de la pandemia y a las necesidades que marcaba el sector de la industria cultural o llamale como quieras, pero sabíamos que de ninguna manera iba a volver sobre el cual nosotros teníamos diseñada nuestra carrera.

Es un show festivo, se dice que es físico porque se trata de contagiar una energía a la gente y que la gente haga hasta un poco de catarsis física en lo que es el pogo, son los abrazos, las remeras al viento, el 'portate como quieras', eso sabíamos que no iba a volver porque nos dejó claro todo el universo familiar que está muy cerca de la medicina y nos dejó clarísimo que eso no iba a pasar. La lógica indicaba que iba a ser así.

Entonces empezamos a pensar qué pasaba con el famoso acústico que nunca nos decidimos hacer porque estábamos divididos entre la banda y bueno, llegó el momento de probarlo. 'Es ahora o nunca', decíamos; es eso o esperar que pase el tiempo y no nos parecía una opción que pase el tiempo. No teníamos miedo de morir en el camino, de que desaparecieran las ganas, de transformarnos en otra cosa. Y nos tiramos al agua. Organizamos un show adaptándonos a esas condiciones y sabiendo que si no salía bien, renunciábamos y listo. Pero la gente lo recibió bien, salió bien. Hay mucha gente del público de Trotsky que no participó de esos shows, lo cual lo entendemos perfectamente, y hay otro que participó y hay otra gente que no iba a ver a la Trotsky, nos empezó a ir a ver en esas condiciones.

Ahora, el 30 de octubre, ¿proyectan que será una vuelta a la normalidad festiva?

Sí, sí. Esa normalidad que se perdió ya la recuperamos. Hace un rato. Parece que fue hace muchísimo tiempo pero no fue hace tanto. Pero la recuperamos este año.

El año pasado ya hicimos shows con el paso sanitario y ya este año fue de comportamiento libre sin ninguna restricción. Volvimos en Sala del Museo una noche que fue uno de los recitales más memorables de nuestra carrera. Hicimos varias Trastiendas, hicimos varios shows de todo tipo. Ya recuperamos esa energía. Hay un costado del repertorio de la banda que nos permite, de repente, generar shows en otro lugar. Eso quiere decir que, de repente, Trotsky ha hecho algunos recitales en teatros, en lugares donde de repente se complica mucho armar un recital común porque no hay lugares abiertos en Uruguay, esa es la verdad. No hay ni grupos de cumbia tocando en el interior del país. Se acabó el baile.

Foto: Javier Nocetti / LatidoBEAT

Foto: Javier Nocetti / LatidoBEAT

¿Estas Trastiendas han rescatado algo de lo que fue la energía de lo que se sentía en el Bluzz Live, que cerró hace poco?

Sí. Es una energía muy fuerte lo que está generando la banda en vivo, es muy poderoso y cada vez convoca más gente. La última vez ya fueron tres Trastiendas agotadas, se está mezclando el público que nos redescubrió en la pandemia con el que ya nos esperaba. Siempre hay un público nuevo que te conoce. Trotsky sigue siendo un lugar de entrada al universo del rock and roll, seguramente porque es la banda que está tocando en la esquina de tu casa siempre entonces siempre ves caras nuevas, botijas nuevos, pendejos que empiezan a ir y son muy fáciles las reglas de un recital de Trotsky, entonces sigue siendo un lugar de entrada y se está potenciando. Los shows de este año han sido muy intensos, muy lindo.

¿Sentís que estas nuevas generaciones se vinculan igual con las canciones que significaban más cosas para la gente?

Sí, algún vínculo emocional que generalmente se genera dentro del público. Tengo la sensación de que la gente consume Trotsky como parte de su vida cotidiana. Entonces tiene una conexión emocional con los momentos de vida. Distintas generaciones están ancladas en distintas temáticas, en distintos lugares. Trotsky representa distintas cosas para esas distintas personas de distintas edades.

Con sorpresa, vemos que canciones que, de repente hace diez años no generaban nada el el público, hoy sí generan. Hay todo un universo detrás de los temas más conocidos y más tribuneros de Trotsky, un cancionero que, de repente, ahora es el que está llamando más la atención.

¿Cómo cual?

Por ejemplo: un disco que fue muy mal recibido por nuestro público, Todo para ser feliz, es la base del repertorio actual. Es un disco que cuando salió en el momento fue un golpe muy duro para nosotros porque no vendimos ni cerca de lo que veníamos vendiendo. Casi que no lo podíamos tocar en vivo, y de repente se empezó a volver el punto de referencia del repertorio. Eso llama mucho la atención.

Foto: Sebastián Astorga / LatidoBEAT

Foto: Sebastián Astorga / LatidoBEAT

Y también llama mucho la atención que los discos nuevos son los puntos más altos del show. Los temas que se destacan de los últimos discos empiezan a ser los pilares del show. Más allá o más acá, "Tarde de sol", "Acá estoy", que es una canción que nosotros sacamos como una rareza, es una canción de esas que decimos 'yo no creo que esto funcione', pero la tirás ahí y de repente hoy es una canción que la gente festeja mucho y está alejada a la estetica normal o habitual de la banda en el sentido que está apoyada en guitarras acústicas, por ejemplo.

"Yo creo que en un recital hasta el más revolucionario convencido precisa tomar una cerveza y dar un beso a un amor casual de una noche. Hay veces que llevamos las cosas a un plano de intelectualización que es insoportable".

Osea, no han quedado en orsai.

No [risas], exacto, no hemos quedado en orsai pero también hemos descubierto con los viajes que, de repente, cuando nosotros salimos de Uruguay, claramente tocamos para una escena de punk rock. Claramente tocamos para un universo en el que tocan bandas emblemáticas como 2 Minutos. Ese es el referente continental.

Nosotros vamos a ese tipo de show a tocar antes de 2 Minutos o para el mismo público para el que toca 2 Minutos pero a nosotros nos piden otra cosa: nos piden "El alma en dos", nos piden "Vestida para matar"... Nos piden todo el cancionero más romántico, más melódico internacional porque los tipos entienden que ese es el rincón que más le pega de la banda. Los tipos disfrutan con el cancionero que se llama de amor, digámoslo así, y llama mucho la atención.

Lo entienden como un rasgo distintivo y, de repente, nosotros a veces interpretábamos que si estábamos tocando al lado de 2 Minutos teníamos que sacar un repertorio más guerrillero, de canciones más rápidas, pero vienen y te dicen: 'No, no, no. Si no tocás Las penas, te vas'. Y esa es una canción que redescubrimos porque nos la pedían en México. Entonces empezamos a tocarla. "Las penas" es una canción que es más parecida a un blues que a otra cosa en el repertorio de Trotsky y se convirtió en una canción pesada dentro del repertorio porque vos te das cuenta que no todo se disfruta a través de la fiesta. Eso es algo que quedó más evidente justamente en los shows que hicimos en pandemia, donde tuvimos que acostumbrarnos a otra vibración en los shows en donde la energía ya no pretendía que el público te la devolviera en el rito del recital de rock, sino que era algo que tenías que mandarte y que el tipo procesara todo frente al escenario sin siquiera saber si estaba sonriendo o no.

Tenés que confiar mucho en las sensaciones y en las vibraciones y en esas cosas intangibles que son muy difíciles de explicar que son esas cosas de me pega o no me pega, más allá de si está bien interpretado bien o no es cosa de interpretar una canción desde otro lugar, para nosotros fue todo un aprendizaje. Lo importante es creerse las cosas cuando uno las va a interpretar. De repente no estabas en el lugar exacto emocionalmente donde estabas cuando creaste esa canción pero al momento de interpretarla tenés que llegar hasta ese lugar. Osea, el rito del rock and roll a veces te permite que toques una canción sin pensar.

En 2012 cantaban y les decían 'sí, te hacés el pobre' y también tuvieron la oportunidad de tocar en 2002, en otras generaciones. Hoy en día, ¿se siente algo parecido más a lo del 2002 o es algo que no ha cambiado de hace diez años para acá?

No, yo creo que ha cambiado mucho. Ha cambiado mucho desde todo punto de vista.

Yo creo que si bien el rock and roll siempre estuvo en el centro de la ebullición, de la energía, muchas veces los recitales de rock tenían que ser una válvula de escape de una sociedad muy reprimida donde el público iba a portarse mal, a romper, a chocar.

Después eso, más adelante, pasada la crisis del 2002, la gente iba a romperse. No a romper las cosas pero sí a romperse ellos, a terminar en una noche de excesos interminable, ¿no?

Después, las cosas fueron mutando, pero para hacértela fácil, de un tiempo a esta parte, el recital para nosotros es un lugar de encuentro. Nosotros asumimos la responsabilidad de que un show es un lugar de encuentro. Lo que antes eran otras cosas, en una sociedad pequeña como la uruguaya, y espacios que han desaparecido, nosotros, a conciencia, hemos tomado el lugar de 'esto es un lugar abierto al que todo el mundo está invitado'.

Por ejemplo, vos antes ibas al fútbol, y en la misma tribuna estabas, como era la sociedad democrática y republicana uruguaya, estaba el doctor, estaba el punga, estaba el cafillo, estaba el vendedor y el almacenero. Bueno, ahora estamos todos divididos. No es solamente una división simbólica de hinchas. Sino que directamente ahora todos los que vamos al fútbol, somos tratados como barras bravas y, a la larga, la gente normal se empezó a comportar toda como barra brava y es una consecuencia lógica.

Foto: Javier Nocetti / LatidoBEAT

Foto: Javier Nocetti / LatidoBEAT

Es una sociedad totalmente dividida que de repente solo se ve desde el punto de vista de la política partidaria, pero yo creo que estamos en un momento en el que la atomización de los fenómenos se está volviendo complejo, no estamos dialogando en ningún sentido, ni siquiera nos estamos encontrando en un lugar común. No nos vemos ni en el parque, me parece. No nos vemos ni en la plaza. No nos vemos.

Creo que está claro. Cuando yo te decía lo del interior, ¿cómo es que salgo y no hay nadie en la calle? No es una cuestión de seguridad solamente. No sé qué es. Cambió mucho el impacto del universo de las redes sociales, en sociedades tan pequeñas como la uruguaya, yo no sé si a nadie le importa. Pero lo cierto, es que no nos estamos encontrando.

Lo que yo te digo es que nosotros en el show tratamos de tener uno en el que no hayan dueños. Ni siquiera nosotros somos los dueños. El dueño es el que está delante del escenario y el comportamiento es el que quiera siempre que no arruine la experiencia del de al lado.

Nosotros, con nuestra música, lo que estamos tratando de hacer a conciencia en los últimos años es conectar. Más allá de que te guste o no te guste, te esperamos una noche, estamos juntos, vamos a conectar.

En el mundo, el punk, el ska o el rock pesado en español ha enarbolado discursos políticos más tirados hacia la izquierda ¿Ha cambiado el discurso político del punk uruguayo en los últimos 20 años?

Hay dos preguntas ahí. A nivel internacional, yo noto ese cambio también. De bandas legendarias del punk rock, yo noté ese cambio también. Es algo que era una sensasión, pero hay veces que lo ves de carne y hueso.

Yo cuando me fui a ver a los Dead Kennedys, que son una banda que toca desde 1975. Una banda de origen universitario que se convirtieron en una banda emblema del punk rock californiano, con letras extremadamente politizadas, hicieron campaña contra (Ronald) Reagan, contra todo el mundo, su cantante lo desfiguraron los punks radicales porque tenía dinero. Y bueno, la banda sigue girando, con otro cantante, un excelente cantante, los fui a ver a Montevideo Music Box y el baterista, que es un baterista negro y es una cosa muy rara entre el universo del punk rock, se para en un momento y dice: 'Llegó el momento de que entendamos que todos somos personas, de que a todos los gusta la música, y que por eso hoy estamos acá. Ya no importa si sos punk, si no sos punk, si sos blanco o si sos negro'. Ese es el mensaje que faltaba en el punk rock. El punk rock, como vivió siempre declarándose en contra de, funcionaba muy bien como un fenómeno adolescente, pero obviamente con los años han tenido que cambiar. Y distintas bandas tienen distintas posturas.

Si bien es cierto que se asumen como de izquierda, yo creo que, para un uruguayo decir izquierda es una cosa y para un estadounidense es otra cosa. Sinceramente, yo veo a los izquierdistas de Estados Unidos y me parecen un té de viejas. Son unos intelectuales de cafetín. Es como hablar de la izquierda argentina y la izquierda uruguaya, por más que estemos uno al lado del otro y seamos dos sociedades con el mismo origen y no tienen nada que ver una con la otra.

Es cierto que (el punk rock) está alineado con la izquierda pero en Uruguay, nosotros, el punk siempre tuvo otra historia. Por más que ahora muchos protagonistas quieran contar una historia distinta, el punk siempre fue apolítico partidario en Uruguay. Jamás la tuvo. Los Estómagos jamás lo tuvieron y, que yo sepa, Los Traidores tocaron para el Partido Colorado (risas). Esto es en serio, tocaron en una fiesta del Partido Colorado y no pasó nada, siga, siga.

Sinceramente, eso son los referentes máximo del punk uruguayo. Seguramente hay otras bandas que de repente se identifican o toman elementos del punk rock que sigan a una u otra bandera pero nosotros creemos que en Uruguay, cuando nos hacen esa misma pregunta desde afuera, nosotros tenemos que explicarle a la gente que en Uruguay hay un fenómeno de música de protesta que no precisa de un rock and roll para retomarla. Vos hablás de carnaval, y bueno, el carnaval te va a hacer lo que pasó durante el año entre treinta artistas. Algunos van a ir más al hueso, otros menos, pero la agenda y la crítica al sistema político está a la orden del día. Tenés payadores... En Uruguay, cuando querés acordar, está lleno de esto. Es hiperpolitizado.

Nosotros, cuando abordamos el tema político, es porque nos parece que es pertinente con una canción y porque estamos aportándole algo de originalidad al punto de vista o a la manera de presentarlo o porque tenés una impronta rupturista y eso hay que decirlo así y no hay más vueltas, al estilo de La Polla Récords. Pero claro, me cruzo con La Polla Récords en un 1%. Yo no voy a estar todo el día explicándote cómo son las cosas porque, sinceramente, acá viviríamos sumergidos. Por eso te decía que ahora nos preocupamos más por conectar. Si te voy a hablar de algo, te lo voy a decir pero no te voy a explicar cómo es el tema. Te voy a tratar de sensibilizar sobre el tema.

Trotsky Vengarán en Bluzz Live. Foto: Nicolás Paulis

Trotsky Vengarán en Bluzz Live. Foto: Nicolás Paulis

¿Por eso te piden más baladas en el exterior?

Totalmente. Yo creo que en un recital hasta el más revolucionario convencido precisa tomar una cerveza y dar un beso a un amor casual de una noche. Hay veces que llevamos las cosas a un plano de intelectualización que es insoportable, que nuestras fuerzas primarias son las que nos gobiernan y el rock and roll tiene la obligación de mantenerte en contacto con las fuerzas primarias. Cualquier cosa que no venga del corazón, a mí me parece que en el rock and roll es mala palabra. Lo que se piensa, no funciona.

Yo creo que hay una cultura de rock que quiere decir eso, que se habla del corazón. Ahora, si la cultura del rock es que todos tenemos que tener el mismo corazón, bueno, se va todo a la mierda. Eso es lo que está pasando en la cutura del rock ahora. Están mostrándote los pergaminos de los pilares de la cultura del rock, como si fuera la Biblia y no, pará. La gracia era que no había Biblia, ¿no?

Hay gente que se está encargando de que el rock and roll sea muy aburrido y por eso agarran generaciones nuevas y te dicen: 'Esto es trap'. Y vos los ves y los tipos hacen rock and roll, pero les dicen trap y se sacan de arriba a todos los pelotudos que les van a ir a explicar que si escuchaste "Escalera al cielo" ["Stairway to Heaven"] de Led Zeppelin y las mismas cosas que te decían a vos cuando tenías 15 años. Es un aburrimiento.

Ahora que hablas del trap: hay quienes han dicho que el trap es el punk de ahora, ¿estás de acuerdo?

Muchas cosas son punk. Hay muchos artistas que se definen como punk y de repente, por la actitud punk, por esa cosa de definirse a uno mismo, hazlo tu mismo, no obedezcas las reglas... entonces yo que sé. También está en punk de la electrónica, te presentaron al punk del chamamé. Melingo toca con los Ramones del tango. El punk es un sello muy atractivo, es una grifa muy atractiva para ponerse, sigue garpando. Pero quiere decir cosas muy distintas según con el artista o la manera que tú tengas de leer el fenómeno del punk rock. Seguramente, si alguien le dice esto es el punk rock, debe tener algo que lo vincule con alguna faceta del movimiento del punk rock. Seguramente la debe tener.

Depende del artista, pero el punk, cuando surgió, entiendo yo, trató de devolverle espontaneidad y frescura a un rock and roll que se había vuelto un saco de cemento.

Se había ido hacia el lado sinfónico, se alejó de la vida cotidiana y estoy totalmente de acuerdo que el rock de hoy en día no es el rock. Otra cosa debe ser el rock.

¿Y el rock de la Trotsky?

No, el rock de la Trotsky sí es el rock de antes. Nuestro show es más vintage que nunca, nuestro sonido es más vintage que nunca. Nosotros somos los que no renunciamos ni renegamos del rock. Vivimos bajo sus reglas de verdad. Lo cual es, pagar con un precio muy alto muchas veces. ¿Qué es rock? Asumir que hago una canción para que te guste. El que dice que hace una canción y no le importa lo que pensás de ella, eso no es rock, eso es mentira. El rock es Elvis. Elvis es el rey del rock. Ahí está todo. Cualquier rockero que odie a Elvis no es rockero. Punto.

Tenés que saber que esto a veces se trata de una capa de lentejuelas y lentes de aro grueso y tirar patadas karatekas. Eso es rock.

¿Crees que las bandas del rock uruguayo que se han profesionalizado han abandonado ese rock que mencionás?

No, no. Yo creo que esas bandas asumen una posición bastante compleja que les ha tocado que es ser bandas referentes y asumen su popularidad y de repente relegan algunas claves del rock. Pero no estoy hablando de ese caso.

Estoy hablando de a los que les va mal y explican a todo el mundo qué es el rock. El rock también es tratar de ser popular y convivir con esa popularidad. Es doblar las reglas. Las bandas que están establecidas son bandas que han luchado por su espacio, les ha costado muchísimo, les ha costado sudor y lágrimas y son todas bandas que son muy difciles de entender. Son todos artistas autogestionados, por más que tengan contratos con compañías internacionales, lo que yo conozco de No Te Va Gustar, de La Vela Puerca, del Cuarteto de Nos, es que son artistas que se han hecho a sí mismos y han marcado su camino. Esos son artistas. Y aparte hay otras bandas de rock que son terribles bandas de rock como Los Druidas de Mandrake que son muy buenas.

Lo que yo digo no está dirigido a nadie en particular. sí está dirigido hacia las personas que emiten un juicio sin embarrarse las patas. Eso sigue sucediendo, ha pasado toda la vida y me parece que cuando yo te digo que hay una cultura del rock y que cuesta trabajo decir que sos parte de eso. Si sos parte de la cultura del rock te tiene que gustar el show en vivo.

Hubo generaciones de críticos que se quejaban del olor a cerveza en el piso y que el guitarrista acoplaba mucho, por ejemplo. Yo no leí jamás en la Rolling Stone una reseña con ese tipo de comentarios. Directamente todo el mundo pensaría que es un pelotudo el que fue a ver eso, pero en Uruguay hay gente que hizo carrera de crítico diciendo esas estupideces. Entonces a eso me refiero.

¿Que estuviste escuchando ahora, en pandemia? ¿Que pensás de bandas como Niña Lobo, El Mató, el indie actual de gente joven?

Me parece que son propuestas que contienen su personalidad, que tienen una sensibilidad distinta, pero yo tengo que confesar que me parece que son todos artistas que están buscando su lugar, yo no me fijo si es bueno o malo. Me fijo si me pega o no me pega.

De repente si no me pega mucho no les presto tanta atención porque pienso que sería una experiencia forzada. Entonces arranco para otros lugares. Me gustan cosas como el cantante desesperado, me gusta escuchar una poesía más desordenada, más desprolija.

Si voy a escuchar algo prolijo, quiero algo poderoso, que suene gigante. Escuché mucho el disco de Weezer que sacó de covers (Teal Album). La canción de Toto Africa, ¿escuchaste la versión de Weezer? (mira hacia sus manos negando con la cabeza). Si estaba triste en pandemia ponía... ¡tum, tutututu, tu tum! Me explotaba la cabeza...

Descubrí bandas nuevas, descubrí una banda irlandesa que se llama Fountains D.C., que me gustó mucho. Le presté atención a algunos fenómenos y con algunas cosas te quedás y con otras no. Hay una cantidad de bandas europeas que están haciendo una especie de afterpunk retomando el universo Joy Division y todo eso que me parece que está muy interesante. Por ahí ese lado me gusta mucho. Me gusta más ese lado que el lado americano fiestero.

A mis compañeros les gustan otras bandas. No somos iguales en Trotsky.

¿Alguien de la banda le ha dado una oportunidad al trap para escucharlo?

Algunas cosas me gusta. Pero lo que pasa es como todo. Escucho a algunos raperos y me parece que están buenos, pero escucho el disco del Peyote (Asesino) y me arranca la cabeza. Entonces eso es lo que pasa. Uno tiene que ser fiel a las cosas que siente.

El disco del Peyote me arrancó la cabeza: es un ejemplo de que no se trata si es trap, si es rap, si lo produjo (Gustavo) Santaolalla o quién sea. Se trata de que yo escucho a esos tipos y ya está. Me dieron vuelta el mate en la primera escuchada. Hay un código cultural que nos une, entonces a mí los traperos que de entrada me van a pegar más son los que se apegan al código cultural que yo ya traigo. Entonces cuanto más rockeros sean en el sentido no de sonar pesados, sino de estructura, de canción pop tradicional que tengas texturas de bajo, drum and bass, y no solo un ritmo de caja, yo ya voy a estar mucho más cerca.

Hicieron una gira en los 1990 con Los Chicos Eléctricos, Epidemia Sónica, ¿hay alguna posibilidad de hacer alguna gira parecida?

Nosotros hicimos aquella Epidemia Sónica y ellos estaban en un lugar en el que precisaban algo más. Nosotros tocábamos mucho en el interior y ellos tocaban mucho en Montevideo y nos juntamos para compartir fechas.

Fue una unión en la que no nos encontramos estrictamente en el lado de lo musical sino que unimos fuerzas para la Epidemia Sónica, que fue tal cual como se diseñó en su momento, fue un éxito en comunicación. No fue un éxito de ventas, obviamente, pero aprendí mucho con los chicos de cómo hacer un comunicado de prensa, de lo importante que es hacer la propia reseña de tu show para que siempre algún descuidado la levante como si te hubiese ido gloriosamente, pero fue hasta ahí.

Yo creo que ellos pertenecen a un universo musical que no es estrictamente opuesto al nuestro, pero es una propuesta muy distinta. No quiero definirlos porque me parece que no me corresponde, pero... (balbucea). Solamente voy a hacer el siguiente comentario: a mí me da mucha pena cuando los artistas renuncian a sus proyectos artísticos que tanto trabajo les han llevado, que tanta energía han puesto y que encima son muy queridos por el público.

Yo no sé cuales eran las circunstancias que los llevaron a suspenderlo ni cuáles son las que los separan de volver. Lo que sí te puedo decir es que la calle es difícil siempre. Por eso te decía: es difícil cuando te va mal, pero también es muy difícil cuando te va bien.

La calle, estar ahí en contacto con la gente es muy difícil. Y está bravo bancársela en muchos aspectos. Inevitablemente en algún momento tenés que ceder a algo, no necesariamente se trata de ceder al sistema. De repente, se trata de aceptar condiciones en las que vos no tenías previsto tocar, como hacerlo con veinte tipos arriba del escenario. Y es muy lindo, pero después, cuando se va la gente y tenés todos los instrumentos rotos, te preguntás qué tan lindo fue.

Entonces se hace difícil armar una escena. Todos los artistas hemos tenido que armar nuestra propia escena.

Seguramente deben haber sufrido mucho en alguno de los sentidos. Es muy brava la noche, son bravos los vicios, saber convivir con ellos, es caminar en campo minado. Uno no es un pibe y muchas veces hay muchas experiencias asociadas a la noche que hacen que sea un lugar de cuidado. Te cagan muchas veces, te cagan los bolicheros, te caga este, te caga el otro y es agotador.

No sé que fue lo que les llevó a separarse y no sé que los detiene de volver, pero estoy seguro o apostaría que no son las cuestiones artísticas. Esas deben estar intactas porque son tipos que vivían con mucha intensidad su música.

¿Hay algún mensaje subliminal en "El Comienzo del Final"?

No, no es un mensaje subliminal. Es una letra un poco existencialista, simplemente, es una manera poética de decir que éramos felices y no nos habíamos dado cuenta. Es un poco eso de que a veces tener éxito o que algo funcione bien, está lleno de connotaciones inexplicablemente negativas.

Probar un fruto prohibido es tan placentero como peligroso. Saber que no vuelve, por ejemplo. Saber que después de determinado lugar hay cosas que son en bajada. Ese momento de éxtasis que podés tener en una relación, que cuando enseguida cambia la sensación... Eso es algo que está siempre detrás de las canciones de Trotsky. Es ese 'fuimos felices y no me dí cuenta, ¿qué pasó? Ahora quiero hacer lo que estábamos haciendo hace seis meses...' Eso es Historias sin terminar, por ejemplo. Y vuelve, es una temática que vuelve, ese misterio de qué te hace feliz, del por qué la felicidad es un estado de ánimo, ¿qué carajo es? ¿qué pasó?

Es como tratar de explicar las contradicciones. Es imposible y a la vez hipnótico.

Es para sentir y no para pensar, que es una frase divina, pero es una mierda.

Es asumir que todo es una realidad subjetiva, que, de repente, un pancho puede ser un plato delicioso en un momento inaprehensible y único y no te vas a olvidar nunca más de ese pancho en tu vida. ¿Y qué hace a ese pancho especial? Y bueno, si seguimos celebrando al pancho nos va a ir mal. Entonces tenemos que tratar de ver. Es todo tautología.

Cuando yo te digo que Trotsky asume esa responsabilidad es cuando llega el momento del estribillo: 'Esto lo tenemos que cantar todos'. La letra tiene que estar hecha de un lenguaje sencillo que pueda entender cualquier civil. No precisás estar preparado para tener la sensibilidad. Es lo que tiene la música popular.

Nosotros tenemos una banda que quiere hacer música popular en clave punk rock.

Siempre es que la gente se vaya contenta.

Por Sebastián Astorga


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