Por Sebastián Chittadini
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En su autobiografía Fútbol total, el entrenador italiano Arrigo Sacchi cuenta cómo el bibliotecario de su pueblo – Fusignano – solía decirle que había sido él con su éxito en el fútbol y no el violinista Arcangelo Corelli, la cantante Lara Saint Paul o el periodista Lea Melandri el que había puesto a la pequeña localidad situada en la región de Emilia-Romagna en los mapas, como había ocurrido con Uruguay por haber organizado el primer Mundial.
El 5 de junio, la selección galesa de fútbol masculino derrotó por 1-0 a Ucrania en el partido de vuelta de la repesca europea y clasificó a un Mundial por segunda vez, 64 años después de la primera. Enseguida pensé en el cantante Tom Jones, la persona a la que casi inevitablemente uno asocia a Gales y alguien que indiscutiblemente puso al país británico en los mapas con la fuerza de su voz. Busqué rápidamente alguna conexión del crooner galés con el que es el segundo deporte en importancia en su país –el rugby es sin dudas el primero- y no encontré muchas. Fotos, apenas tres y de la misma secuencia, en la que se divierte jugando al fútbol con su hijo Mark en 1966. Por ese entonces, Gales apenas había participado de uno de los ocho Mundiales disputados.
A raíz de la clasificación de los Dragones Rojos a Catar 2022, surgía la incógnita de descubrir cuál sería el vínculo del galés más famoso con el fútbol. Y el primer punto de contacto conocido se remonta a 1962, cuando quien luego sería mundialmente conocido como Tom Jones tenía 22 años y un hijo de seis, se llamaba Thomas John Woodward y ni se imaginaba que un día sería Sir. Por aquel entonces, como vocalista de Tommy Scott & The Senators, grabó un demo con cuatro temas en un improvisado estudio armado en el vestuario de un club de fútbol en Gales. Del demo no se sabe mucho más, pero sí del talento interpretativo de Jones, que con los años vería cómo uno de sus grandes éxitos – “Delilah” – se convertía de forma involuntaria en el himno de los hinchas del equipo inglés Stoke City. Hasta 2016, cuando los caminos de la historia, los mapas, la música y la pelota se juntaron antes del histórico partido de Gales ante Bélgica por los Cuartos de Final de la Eurocopa 2016. “¿Alguien va a decirme qué es el alma de un hombre?”, dijo un emocionado y orgulloso Tom Jones con su voz de trueno, como preámbulo de un video que mezclaba a su éxito “Soul of a man” con imágenes de Gareth Bale y Aaron Ramsey y terminaba con él mirando a la cámara y diciendo: “Buena suerte, Gales”. Luego de eso, Gales ganaría ese partido de forma sorpresiva por 3 a 1 y una versión animada del popular Tigre de Gales protagonizaría un video sobre el partido en el canal de parodias animadas de fútbol 442oons en YouTube.
Cada vez que alguien – como Arrigo Sacchi con el AC Milan, como Uruguay con el primer Mundial, como Tom Jones con sus canciones – tiene éxito a escala mundial, se dice que puso a determinada ciudad o país en el mapa. Y muchos galeses y galesas han contribuido en el posicionamiento del pequeño país británico en la cartografía. Y como los viejos atlas, el mapa de Gales necesitaba una actualización. Incluso si pensamos en términos de fútbol, en tanto la manifestación deportiva más importante de la humanidad, ya que su última versión databa de 1958. En ella, el poeta Dylan Thomas -nacido en 1914- ya había muerto hacía cinco años y Tom Jones cumplía la mayoría de edad el 7 de junio, un día antes del comienzo del Mundial de Suecia. Gales debutó con un empate 1-1 contra Hungría, tras el que empataría con México y con Suecia, pasando a la siguiente fase luego de ganarle 2-1 un desempate a Hungría. En cuartos de final esperaba Brasil, a la postre campeón del mundo por primera vez, que ganaría el partido con gol de un adolescente llamado Edson Arantes do Nascimento, Pelé.
En términos de medir la presencia de Gales en el mapa a través de destacadas personalidades galesas y su relación con el Mundial de 1958, surgen varios nombres. Por ejemplo, faltaban 13 años para que Anthony Hopkins – quien dos Oscars, dos Emmys, un Globo de Oro y muchos premios más tarde es considerado uno de los actores más importantes de la historia – consiguiera su primer papel en el teatro. Cuando Gales hizo su debut mundialista, la cantante Bonnie Tyler tenía siete años, cumplidos concretamente el mismo día de inicio del Mundial. Faltaban exactamente veinte años para que grabara su éxito “It's a heartache” y algunos más para que la canción fuera reversionada por las hinchadas de fútbol en el Río de la Plata. Tres días antes, el escritor Ken Follet cumplió nueve años y todavía ni soñaba con Los Pilares de la Tierra. Hacía 15 años que Roald Dahl había escrito The Gremlins y todavía faltaban seis para que de su puño y letra saliera Charlie y la fábrica de chocolate. El actor Richard Burton ya había sido nominado dos veces al Oscar como mejor actor y lo sería cuatro veces más, hasta su muerte en 1984. Faltaban once años para que naciera la actriz Catherine Zeta-Jones, 15 para que lo hiciera el histórico futbolista y ex técnico de la selección Ryan Giggs y 16 para la llegada al mundo del actor Christian Bale, que no está emparentado con Gareth Bale, el hombre que volvió a poner a Gales en el mapa.
El capitán y jugador más caro en la historia de Gales logró lo que los históricos Ryan Giggs – 24 temporadas en el Manchester United – e Ian Rush – goleador histórico del Liverpool – nunca pudieron: poner el nombre de Gales entre los equipos mundialistas. El sueño de varias generaciones se hizo realidad de la mano de quien tal vez sea en este momento la persona más famosa de un país que vive en estado de excitación su llegada al Mundial. Los galeses dicen que Bale es ahora tan grande como Tom Jones, pero el primero que puso a su país en el mapa – literalmente – fue Humphrey Llwyd, en 1567. Hasta ese entonces, Gales solo aparecía en los mapas junto con Inglaterra, por lo que se le encomendó a este autor, cartógrafo y miembro del parlamento la tarea de crear el primer mapa impreso de su país. Llwyd, un excelente orador también conocido por haber sido el autor de la traducción al inglés del histórico texto Brut y Tywysogion, promotor de la traducción de la Biblia al galés y por haber acuñado el término Imperio Británico, murió apenas un año después -en 1568- y nunca vio el mapa publicado, ya que recién apareció en un atlas en 1573. El cartógrafo nunca imaginó allá por el siglo XVI que, cinco siglos después, habría otras maneras de hacer trascender a una nación en términos geográficos. Mucho menos que la segunda presencia mundialista de Gales lo iba a poner en el mismo grupo con la cabeza del imperio al que él bautizó.
Podría alegarse que la rivalidad entre galeses e ingleses se reduce a términos geográficos, pero la cuestión va más allá de estar juntos en ese mapa que hizo Llwyd. Es que, en la historia de Gales y también en la de su fútbol, la presencia de Inglaterra ha sido ineludible para bien o para mal, en una relación que se ha movido entre la dependencia y la opresión. Más allá de su fuerte conciencia e identidad nacional, hasta mediados del siglo XX –por ejemplo, cuando jugó el Mundial de 1958 – Gales era visto por el resto del mundo como una extensión de Inglaterra. De hecho, no tuvo una capital – Cardiff – hasta 1955, sino que respondía a Londres y no adoptó su hoy conocida bandera hasta 1959. Incluso, pese a que hay clubes galeses jugando en la Premier League inglesa, si nos metemos en lo etimológico encontramos que la palabra Walas o Wealas (Gales en inglés antiguo) significa Extranjero no germánico. A nivel deportivo, la enorme rivalidad comienza por el rugby, deporte nacional galés en el que el país del dragón rojo es el segundo con más títulos en el Torneo de Seis Naciones, solo por detrás de los ingleses. Pero la cosa no queda ahí, ya que a fuerza de tener a sus mejores equipos y jugadores compitiendo futbolísticamente en Inglaterra, el país de tres millones de habitantes se ha convertido en una fuerza creciente, clasificando a sus dos primeras Eurocopas de forma consecutiva y llegando a Semifinales en la edición de 2016.
Hoy, de la mano de Gareth Bale y de otros jugadores habituados a competir de igual a igual en Inglaterra, Gales siente que puede ganarle a su vecino mayor como alguna vez sintió Tom Jones al compararse con los Beatles. Y puede que Bale, ganador de cinco Champions League en nueve temporadas con el Real Madrid – 106 goles y 58 asistencias en 258 partidos llenos de luces y sombras – y ejecutante del tiro libre que se desvió en el ucraniano Yarmolenko para darle la clasificación a Gales, haya alcanzado un nivel de impacto similar al de Jones en términos de representar a su país. Sin embargo, lo que no es capaz de hacer es cantar como su compatriota. Tanto así, que aún hoy, dieciséis años después de su debut en la selección mayor- con apenas 16 años- es recordada su incursión en el canto hecha a modo de bautismo antes de jugar contra Trinidad y Tobago. Su ex compañero en la selección Joe Ledley dijo al diario inglés The Sun que Bale tiene todo como futbolista menos una buena voz para cantar, mientras que Robert Earnshaw –otro de sus compañeros- declaró en la misma nota no recordar qué fue lo que cantó, pero sí tener presentes los abucheos de todo el plantel.
Sin embargo, hay algunos puntos en común entre el hombre que sigue corriendo a toda velocidad por la punta izquierda y el que sigue de gira con la voz intacta. Mientras el legendario Tigre de Gales vendió más de 100 millones de discos –y contando- en su carrera, el Expreso de Cardiff jugó más de 100 partidos –segundo líder histórico- con su selección. Jones tiene 42 álbumes de estudio y Bale 38 goles con la camiseta del país al que puso en el mapa, léase por mapa jugar otra vez un Campeonato del Mundo.
Para terminar la nota, la infaltable playlist de Spotify con lo mejor de la música de Tom Jones.
Por Sebastián Chittadini
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