Documento sin título
Contenido creado por Federica Bordaberry
Literatura
Basta cerrar los ojos

Por qué Julio Cortázar: a 40 años del fallecimiento de un hombre de pluma inusual

Son cuatro décadas desde que el escritor argentino, uno de los padres de la literatura latinoamericana, pasó a la inmortalidad definitiva.

12.02.2024 13:47

Lectura: 7'

2024-02-12T13:47:00-03:00
Compartir en

Por Federica Bordaberry

Porque Julio Cortázar (1914 – 1984) podía escribir cosas como esta, que se encuentra en el capítulo siete de Rayuela (1963):

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

O cosas más cursis, como esta, también en Rayuela:

Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al vesre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.

O, de hecho, frases tan bellas como estas, que se encuentran en Papeles inesperados (2009):

A qué viene la noche si no es buscando pájaros. Sobre la profundidad que abraza mi balcón, asisto sin palabras a la marea ciega y astuta, a sus lápices infatigables, al pausado latido concéntrico de su corazón. Por eso he abandonado el sueño.

Porque murió en París, a pesar de haber nacido en Ixelles, Bruselas, un día de lluvia.

Porque recitaba los versos de César Vallejo que indicaban que moriría en esa ciudad.

Foto: Sara Facio para Editorial Sudamericana, Buenos Aires (1968)

Foto: Sara Facio para Editorial Sudamericana, Buenos Aires (1968)

Porque tuvo una amistad romántica con Cristina Peri Rossi, una de las mejores poetas uruguayas y uno de los tres Premios Cervantes que conservamos. El retrato de ese vínculo se encuentra en el libro Julio Cortázar y Cris (2014) de Peri Rossi.

Porque, allí, ella le escribió a él: “Vos escribías tus cartas como tus cuentos, como tus novelas, era imposible distinguir un género de otro, porque el estilo es el hombre”.

Porque dominó el arte de escribir cuentos a través de las estructuras circulares.

Porque escribió una novela que puede leerse de más de una forma.

Porque, por lo general, es el autor que despierta la capacidad literaria de los adolescentes.

Porque esos, después, vuelven a descubrirlo en su adultez y vuelven a fascinarse.

Porque también le gustaban los dinosaurios y los vampiros. La ópera, los caleidoscopios, el tango, el jazz. El boxeo y las novelas rosa.

Porque creó a los cronopios.

Y en el libro que los contiene, junto a los famas, puso frases como estas:

“El lunes una parte de la familia se fue a sus respectivos empleos y ocupaciones, ya que de algo hay que morir”.

“Negarse a que el acto delicado de girar el picaporte, ese acto por el cual todo podría transformarse, se cumpla con la fría eficacia de un reflejo cotidiano”.

“Inventaron un cristal que dejaba pasar las moscas. La mosca venía, empujaba un poco con la cabeza y, pop, ya estaba del otro lado. Alegría enormísima de la mosca”.

“Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca”.

“Mi secretaria lloraba, leyendo el decreto por el cual me dejaban cesante. Para consolarme decidí abstraer sus lágrimas, y por un rato me deleité con esas diminutas fuentes cristalinas que nacían en el aire y se aplastaban en los biblioratos, el secante y el boletín oficial. La vida está llena de hermosuras así”.

Porque tenía un español con acento, con erres extrañas. Hermosuras así.

Cortázar, 1947 (foto: sin autor)

Cortázar, 1947 (foto: sin autor)

Porque se transformó en un escritor que influyó de tal forma a la literatura latinoamericana que, a esta altura, cuesta darse cuenta de ello. Porque fue parte del boom latinoamericano, aunque él probablemente no estuviera de acuerdo.

Porque no variaba la ubicación de los signos de puntuación porque sí.

Porque su literatura, en realidad, estaba dedicado a lo lúdico: a los juegos con el lenguaje, al amor por el idioma, a la diversión que le generaba la ruptura de las reglas sintácticas. “Juegos mecánicos”, ha dicho algún escritor con desprecio. Como si fuera poco poder ser un niño y un adulto al mismo tiempo. “Poco vital”, han dicho, los que se olvidaron de cómo reír.

Porque fue autor de libros como Los premios (1960), Rayuela, 62 Modelo para armar (1968), Libro de Manuel (1973), Divertimento (1986), El examen (1986), Bestiario (1951), Casa tomada (1946), Historias de cronopios y famas (1962). Porque también lo fue de teatro, de traducciones, poesías, ensayos, correspondencias, y tanto texto más.

Porque está tan de moda decir que no fue tan buen escritor, que ahora puede volver a ponerse de moda decir que sí lo era.

Porque es literatura fantástica, literatura realista, es literatura inquietante, es literatura de humor negro. Porque es una literatura que, constantemente, busca cambiar de forma.

Porque, en 1981, sin renunciar a su nacionalidad argentina (llegó a los cuatro años de vida), optó por la francesa como forma de protesta hacia la dictadura militar en su país. Porque esa dictadura prohibió sus libros y porque él denunció aquello en la prensa internacional desde París.

Foto: Dani Yako para el diario Clarín (1983)

Foto: Dani Yako para el diario Clarín (1983)

Porque, como muchos otros, fue exiliado. Porque también tuvo posturas políticas públicas, activas, claras.

Porque hoy, en Buenos Aires, la que antes era la Plaza Serrano hoy es la Plaza Cortázar. Porque una calle en Rawson, el barrio porteño, eligió ponerle a una de sus calles el nombre del escritor porque ahí había vivido unos años antes de irse a París. Porque existe, también, el Puente Cortázar sobre la avenida San Martín en el barrio Agronomía.

Porque en provincia de Buenos Aires existe la Escuela Secundaria Básica N.º 13 Julio Cortázar, en Banfield la escuela N.º 10 Julio Cortázar, en la ciudad de Florencio Varela la Escuela de Educación Media N.º 8 Julio Cortázar. Y alguna otra institución educativa por el mundo.

Porque en 1984 la Fundación Konex le otorgó post mortem el Premio Konex de Honor por su gran aporte a la historia de la literatura argentina. Porque la Universidad de Guadalajara, en México, inauguró en 1994 la Cátedra latinoamericana Julio Cortázar. Porque sobre su lápida en el cementerio parisino de Montparnasse suelen verse apoyadas cartas, flores, lápices, monedas, dibujos de rayuelas en papeles, libros, cerezas.

Porque, en el prólogo de su Obra crítica (2017), de la edición DeBolsillo, un bloque de 864 páginas está dicho que escribir fue para él un instrumento de exploración global del vínculo entre persona y mundo.

Foto: Wearethedead

Foto: Wearethedead

Por Federica Bordaberry