El presente y el pasado del periodista, editor y escritor José Vittadini Bruzzone se dividen entre dos ciudades: Montevideo y Londres. En el medio, un exlíder gremial estudiantil que carga sobre su espalda una leyenda, un millonario exintegrante de la Fracción del Ejército Rojo alemán y un hijo suyo que viaja a Uruguay a buscar su pasado. En este universo corre La traición (2025), que pertenece a "Tres nouvelles oscuras", junto a Heimlich (2023) y Puedes culpar a la noche (2024).

"Lo que sí puedo afirmar es que Rafael Massa escribe cada día mejor. No solo sigue siendo un gran creador de personajes, sino que su prosa se pule, se perfecciona, se llena de matices expresivos no exentos de humor, y la estructura es incluso más compleja e interesante que la de sus novelas anteriores", escribe el autor Gustavo Verdesio.  

Si bien Massa es ingeniero civil de profesión, ejerció durante años el periodismo escrito y la producción teatral. Fue fundador y director de La Pedrera Short Film Festival, evento que dirigió entre 2004 y 2012. Es coautor de la obra Rosa Luxemburgo, un cuerpo junto al río Spree, ganadora del Premio Florencio en 2019 al mejor texto de autor nacional. 

Como novelista publicó Todos mienten (2017), La estafa de la muerte (2021) y La invención de la muerte (2022), obras que componen la trilogía de la calle Yaguarón.

Fotos: Javier Noceti

¿Qué libro de otro autor/a te afectó de tal manera que te gustaría generar ese mismo efecto en tus lectores?

Viaje al fin de la noche (1932), de Louis-Ferdinand Céline.

Top 3 de libros que más regalaste o recomendaste.

Santuario (1931), de William Faulkner; Glosa (1986), de Juan José Saer; Para una tumba sin nombre (1959), de Juan Carlos Onetti.  

Si pudieras coescribir un libro con cualquier autor/a, vivo o muerto, ¿con quién sería y por qué?

No sería capaz de coescribir.

¿Qué cosas nunca pueden estar separadas?

Si hablamos de arte, ética y estética.

¿Si estuvieras en la Biblioteca Nacional de Uruguay y te pudieras robar un libro sin que nadie lo sepa, cuál sería?

Si se tratara de robar, robaría un banco. Nunca una biblioteca.

Contanos qué estás leyendo ahora

Toda la obra de Mark Fisher. Un pensador que se ocupó de cómo acabar con el capitalismo, antes de que este acabe con el mundo.

Fotos: Javier Noceti

¿En qué te gustaría reencarnar?

Más allá del gusto, me resulta inviable. Imposible imaginarlo.

Nacido para..., obligado a...

Cero obligación. Tan solo la pretensión de ser libre.

¿Qué libro prestaste de tu biblioteca y hasta el día de hoy no fue devuelto?

Más que prestado… algunas primeras ediciones de Onetti desaparecieron de mi biblioteca. Tristísimo. No por los libros; por las personas. Que los disfruten.

¿Qué escribirías en un muro?

"Digan de una puta vez ¿dónde están?".

¿Qué libro nunca te aburrís de releer?

Cualquiera de Faulkner, Saer u Onetti.

¿Por qué La traición?

Escribo por puro placer, aunque en este caso también lo hice para saldar una deuda pendiente.

¿Cuánto tiempo te llevó escribir este libro, desde la concepción de la idea hasta la publicación final?

Un par de años; aunque la idea sobrevolaba desde hace mucho más tiempo y no encontraba cómo abordar el tema.

¿Por qué elegiste ese epígrafe?

Porque representa exactamente lo que siento en relación a la obra. Y para homenajear al maestro Onetti.

¿En qué momento te sentiste más vivo?

Estoy vivo; y así lo vivo. O al menos trato.

Si tuvieras que describir tu libro en una sola frase, ¿cómo la formularías?

Es una novela criminal que aborda tiempos de mierda, cuando los militares, los asesinos seriales más crueles que tuvo el Uruguay, se dedicaron a torturar a adolescentes casi niños, nada más que porque eran comunistas. 

Contanos sobre una lectura que haya tenido un impacto significativo en tu vida. ¿Qué libro fue y por qué fue tan importante para vos?

Leí Viaje al fin de la noche, de Louis-Ferdinand Céline, sin parar, a mis veinte años. Comencé una noche, me hice el enfermo al día siguiente para no ir a trabajar y no paré hasta la siguiente noche cuando terminé. No podía creer lo que había leído.

Escribir para...

Jugar a ser dios.

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Fragmento de La traición: 

El hombre está detenido en la acera de enfrente al edificio. Mira hacia arriba; luego, hacia abajo; más que fotografiar, radiografía; estudia; suma y resta, pero no números; calcula, porque no puede fallar. Prepara su ingreso a un terreno que le es absolutamente ajeno. No conoce la ciudad, habla con dificultad y lentitud su idioma. Cuando su vista se eleva, ve los muros ennegrecidos por el hollín, las ventanas de hierro oxidadas, sus vidrios opacos por las sucesivas capas de polvo y lluvia. Se detiene en cada piso, separado del siguiente por un alero de tejas de un rojo lejano, amarronado por el tiempo, como una estrecha mansarda, el único detalle que escapa a los múltiples tonos del gris del edificio de oficinas al que deberá ingresar; faltan unos minutos. Ahora mira hacia abajo, al pequeño retiro abovedado, como un zaguán ventilado, que resguarda una puerta pesada, de hierro y vidrio.

Cruza por el medio de la calle. Enciende un cigarrillo; sobre un costado del pequeño refugio que antecede a la entrada, busca en una cartelera, que por un instante le resulta divertida, extemporánea. Dentro de un marco de madera, tras un cristal, sobre una felpa negra, acanalada, se insertan unas letras plásticas, percudidas, que numeran las oficinas y nombran sus ocupantes. No están todas, por descuido, por el paso del tiempo o por desidia. Las recorre y confirma. En el 401, puede ver, como en un crucigrama a medio completar, una T, y luego de unos cuántos espacios vacíos, juntas, la E y la Z. por delante del apellido cariado, dice Dr. Suficiente. Apaga el cigarro. No necesita tocar el timbre; la puerta está abierta.

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