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Contenido creado por Federica Bordaberry
Cine
Berlín y el cine

Ray Yeung: “Hong Kong se muestra como abierto y diverso, pero es realmente conservador”

Estrenada en la Berlinale, “All Shall Be Well” retrata la realidad de la comunidad LGBQT en Hong Kong. LatidoBEAT habló con su director.

04.04.2024 16:54

Lectura: 14'

2024-04-04T16:54:00-03:00
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Por Nicolás Medina
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Perder a alguien que amamos. Enfrentar el dolor. Hacer un duelo. Cualquiera de estos eventos acerca el Distant Sky de Nick Cave and The Bad Seeds. Hay algo en la melodía de esa canción que evoca la complejidad del dolor y esa extraña intersección en los vericuetos caminos de la nostalgia y el duelo. Al ver All Shall Be Well en el Festival Internacional de Cine de Berlín, la canción no dejaba de sonar en mi cabeza.

Paradójicamente, la canción no forma parte del soundtrack de la película, la cual, de hecho, no incluye música.

Esta inesperada ausencia de banda sonora se convierte en una elección visualmente poderosa, dejando espacio para que el dolor y la experiencia de enfrentar la pérdida se expresen de manera cruda y directa, pero también con cierta sutileza, creando una propuesta sugestiva.

En All Shall Be Well, Ray Yeung, director de la película oriundo de Hong Kong, complejiza el padecimiento de una pérdida como si este, de por sí, no fuera suficientemente complejo. Todo estará bien. Eso nos dice el título de la película. Últimamente, no todas las películas le atribuyen este carácter de paratexto a su nombre.

Es, de cierta manera, como si Yeung fuera completamente consciente de las reacciones que generarán su película, pero hace una promesa de sanación, de redención. Con esa frase que tanto escuchamos, repetimos y detestamos cuando las cosas andan mal. Todo estará bien. Cuántas veces habremos escuchado esas palabras y hemos querido explotar.

All Shall Be Well nos presenta a Angie y Pat. Una pareja de mujeres adultas de Hong Kong que viven una relación envidiable. El escenario en un inicio, parece de ensueño, casi utópico. La sociedad no parece extrañarse de que estas dos mujeres adultas hayan decidido pasar sus vidas juntas. Su comunidad las aprecia, las quiere, las cuida.

Angie tiene una relación distante con su familia, pero no parece un problema. Porque la gran familia de Pat cumple esa cuota y de sobra. Pat es, a su vez, una especie de matriarca que saca adelante y motiva a toda su familia: apoya a su hermano, un fracasado que aunque parece no abrazar la idea de recibir la ayuda de su hermana, la acepta. Su sobrino menor, Victor, anhela con tener una relación como la de su tía. Fanny, su sobrina mayor, encuentra en Pat un refugio de las dificultades a las que se enfrenta por los obstáculos que acarrea pertenecer a una clase socioeconómica trabajadora en Hong Kong con dos hijos pequeños y una relación bastante tensa con su marido.

Angie, lejos de ser un cero a la izquierda, es una más. Es la tía Angie para todos. Todo es sumamente acogedor. Y la película así nos hace sentir. Sin saber lo que se viene. El primer acto de la película nos llena de calor.

Pero esa creciente sensación de confort, de seguridad, se ve abruptamente opacada por la sombra de la tragedia. La repentina muerte de Pat irrumpe en la vida de Angie y vive en medio de este estado de desconcierto y desolación. La pérdida de Pat parece a abrir grietas en lo que un día antes parecía ser la mejor familia del mundo. Lo que se nos presentó, lo que observamos hasta ahora, solo fue una capa superficial que comienza a desmoronarse cuando las turbulentas burocracias que acechan a la vuelta de cada muerte se acercan: el apartamento donde vivían Pat y Angie es propiedad de Pat y, por ende, le corresponde a su familia.

Ray Yeung es conocido por su mirada empática sobre temas sociales en su Hong Kong natal, algo que retoma en este nuevo capítulo de su filmografía. En este caso, la narrativa se desarrolla a través de retratos de personajes dentro de esta familia multigeneracional. Progresivamente, se van revelando las tensiones entre la familia, que desencadenan una exploración de los derechos legales y la falta de reconocimiento de las parejas del mismo sexo en Hong Kong.

Lo que Yeung hace es, de cierta manera, convertir esta lucha simbólica por igualdad y justicia en un vehículo para desenmascarar las luchas emocionales que se dan en este tipo de situaciones en Hong Kong. Pero, más allá del mensaje, All Shall Be Well es extremadamente sólida y funcional gracias al pienso que tiene detrás y a una autenticidad melancólica pocas veces vista, a pesar de lo recurrente que resulta el duelo como tema principal de una película.

Este compromiso con la autenticidad y la representación fiel de las experiencias humanas, evidenciada en la construcción meticulosa de los personajes y una fotografía que deja un lugar entre incómodo e impotente, trasciende las narrativas melodramáticas y ofrece una reflexión matizada sobre temas universales, que a pesar de que nos rodean, pocas veces son el centro de una conversación.

“They told us our gods would outlive us, they told us our dreams would outlive us, but they lied", dice la letra de Distant Sky. Y, quizás, mi imposibilidad de separar la canción de Nick Cave con All Shall Be Well van de la mano de esta pérdida de fe que, a menudo, acompañan al duelo. Al igual que el personaje de Angie, luego de esto surge una especie de lucha por encontrar significado y consuelo en un mundo de la impermanencia, de lo efímero, de incertidumbre, de fachadas. All Shall Be Well confronta al espectador con la injusticia, la fragilidad, la desesperación. Pero, a fin de cuentas, con la esperanza. Todo estará bien.

En el marco del estreno de su película en la Berlinale, Ray Yeung brindó una entrevista exclusiva a LatidoBEAT en uno de los lounges del Berlinale Palast.

En tus trabajos anteriores abordaste temas similares al que propones aquí, pero, ¿de dónde surge el interés y cómo llegó esto a volverse una película?

En 2020 fui a una charla acerca de los derechos de herencia en la comunidad LGBQT en Hong Kong. Durante esa charla, el expositor citó algunos casos sobre parejas de largo plazo que, cuando uno fallecía, el otro perdía absolutamente todo. Luego de la charla, le pedí al expositor si podía presentarme a alguna de estas personas. No todas accedieron, pero logré conocer a algunas. Y, entonces, me di cuenta que era algo bastante común.

Hay muchas parejas estables, que son muy abiertas respecto a su sexualidad con su familia y que, de hecho, a lo largo de los años han establecido relaciones realmente cálidas con estas. Algunas incluso se van de vacaciones con ellas. Pero, una vez que su pareja fallece, la relación con el “sobreviviente” cambia repentinamente, de manera drástica. En uno de los casos, el día siguiente a que la pareja de una mujer falleciera, su familia fue a pedirle sus relojes con la excusa de que “querían que usara su mejor reloj en su funeral, así que necesitamos que nos des todos sus relojes”.

Entonces, pensé que eso sería una buena historia. Pero no quería que el cambio fuera tan drástico. Porque no quería caer en el melodrama. Y, a su vez, esto haría que la audiencia viera a estos personajes como villanos, como personas avaras. Quería que los miembros de la familia fueran tridimensionales, casi para poder empatizar con ellos, entenderlos. Y poner a los espectadores en una situación de “¿y tú qué harías?”. ¿Honrarían los derechos de esta mujer a pesar de que legalmente no tiene ninguno? O, como tienen este apartamento en términos legales y, a su vez no tienen la posibilidad económica de acceder a uno, ¿se aprovecharían de esto para su propio beneficio?

Algo que, a su vez, revela su verdadera naturaleza, progresivamente.

Exactamente. Porque explora cuán profunda es su homofobia. Porque cuando tus derechos no están sobre la mesa puedes ser muy generoso y abierto. Cenar y tratar a este otro como un igual. Pero cuando es tu trinchera la que está siendo amenazada, en cierto sentido, ¿seguirías tratando a esta persona como un igual? Todo eso eran aspectos que quería explorar en la película.

Obviamente, la película aborda temas como los que mencionamos: la comunidad LGBQT, el duelo, la pérdida, pero también tocás la realidad socioeconómica de Hong Kong, lo tradicional. ¿Cómo logras un balance en todo esto?

Creo que construir a los miembros de la familia de la manera que te mencioné fue una parte importante. El dar a cada uno de ellos una historia, un trasfondo. Para exponer cómo se volvieron quienes son, qué es lo que querían en su vida y cómo les gustaría que su vida fuera ahora. El personaje de Victor, por ejemplo, vive en una búsqueda constante por tener su propia familia y tiene de ejemplo la relación de Pat y Angie, a la cual ve como algo idílico, más que a la de sus propios padres. Pero la ironía es que al vivir constantemente en esta búsqueda, lastima tremendamente a Angie. Porque la realidad es que para casi cualquier persona en sus 20, los precios de las propiedades en Hong Kong son tan altos que se les hace imposible costear una vivienda. Si eres de una familia de clase media o regular, es imposible. Entonces, en esa línea argumental, tener la posibilidad de acceder a un apartamento y construir este hogar que anhela con su novia, es casi imposible. Y, de repente, este apartamento queda libre. Ahí surge esta idea: ¿hasta dónde es capaz de llegar una persona por cumplir su sueño? Esto fue algo que intenté construir en todos los personajes. Ponerlos en esa situación. Hacerlos más multifacéticos.

Es interesante porque también aprovechás esta idea de la vivienda y los espacios pequeños para exponer cómo afecta diferentes aspectos de la vida privada, como la sexualidad.

Sí. Intenté hacer eso en la línea argumental de Fanny. Al inicio de la película quise mostrar el apartamento de Fanny y cómo vive en un apartamento extremadamente pequeño con su esposo y sus dos hijos pequeños. Su relación con su esposo es realmente tensa y ella plantea que tiene un deseo sexual insatisfecho. Eso es otra cosa que es extremadamente común en Hong Kong, porque cuando vivís en un apartamento tan pequeño estás bajo tanto estrés y, si aparte tienes dos hijos, ¿cuándo vas a encontrar el momento para tener algún tipo de romance? Eso confabula en contra de la relación.

Incluso sin tener idea de cómo es la recepción de la comunidad LGBQT en Hong Kong, al inicio de la película me llamó la atención lo abierto y agradable que parecía todo. Como si no hubiera ningún tipo de tabú en una primera lectura, algo que luego cambia para exponer otra realidad. ¿Cómo esperás que el público de Hong Kong reaccione a este retrato?

Lo que sucede es que Hong Kong opera de maneras muy diferentes. Es una ciudad extremadamente cosmopolita, con mucha gente viviendo de maneras distintas. Recibe gente de muchas partes del mundo. Y le gusta mostrarle al mundo que son súper abiertos y diversos. Y, en un nivel superficial lo es, pero en el fondo es realmente conservador. Y, sí, buscaba también exponer que aunque en cierto nivel son realmente abiertos, internacionales y amables, llega un punto en el que puede ser un lugar extremadamente tradicional y chapado a la antigua. Por eso es que al principio establecí este tono alegre y amigable y, cuando fallece Pat, se revela esta otra cara de la región.

Lo que a su vez es interesante, es que si esta pareja fuera en verdad una pareja de hombres, no serían aceptados de la misma manera. En Hong Kong la idea de dos hombres juntos es vista como algo desagradable. Pero pareciera que con las mujeres es distinto, como si el discurso fuera “no son realmente gay, son casi como hermanas que no se casaron y viven juntas”. Se engañan a sí mismos con esto aunque en el fondo saben que no es así.

Es increíble cómo dirigís al personaje de Angie, y el trabajo que hace la actriz, Patra Au, porque a pesar de que la historia lo demanda, ella nunca se quiebra realmente. Y eso hace que todo sea aún más angustiante.

Sí, el trabajo de Patra Au fue increíble. Es que la idea de su personaje, de Angie, es que ella realmente confía en su pareja, en Pat. En que Pat siempre velaría por ella y sus intereses, de corazón. Y que, a su vez, también cree en que su familia haría lo mismo. Y, en cierto punto, eso es algo ingenuo de su parte. Por eso es que su personaje parece no rendirse y cree que todo puede solucionarse hablando con ellos y mostrando que no es una amenaza. Pero cuando todo se empieza a desmoronar y se da cuenta de cómo son realmente, ella empieza a quebrarse lentamente. Y no colapsa hasta que realmente comienza a dudar de Pat y de cuáles eran sus intereses. Entonces, su verdadero conflicto es ese, intentar recuperar la seguridad y la confianza de que Pat realmente la amaba y que siempre velaría por su bienestar.

A nivel de puesta en escena jugás mucho con los planos generales y con la idea de encuadres dentro de encuadres. ¿Cuáles decisiones de dirección son a las que intentaste aferrarte para construir la mejor película posible?

Nos interesaba crear planos que generaran cierta idea de observación. Nos queríamos alejar un poco de lo melodramático y que el espectador pudiera observar toda la imagen y evaluar todo lo que sucedía. Esa fue la idea principal para establecer las decisiones de fotografía. También decidimos no incluir música en la película. Lo intentamos, pero nos dimos cuenta que la música liberaba un poco la tensión constante que queríamos transmitir a través de Angie. Jugamos mucho con los silencios y sonidos para ayudar a crear este mundo en el que Angie está atrapada. También intentamos crearlo a través de la colorización, generar este ambiente gris y un poco angustiante. Recuerdo que cuando el fotógrafo me preguntó qué tipo de clima quería establecer mi indicación fue, “¿alguna vez estuviste en Reino Unido en diciembre? Bueno, eso”. Esa idea de que no ves el sol en todo el mes, ese tipo de tristeza era la que quería que predominara en la película.

Por lo que has contado de todos los temas que tocás, y cómo expones ciertos aspectos de Hong Kong, me resulta curioso saber: ¿cómo hiciste para financiar esta película?

Fue realmente difícil obtener el dinero para hacerla. Creo que para mi película anterior había sido muy fácil. Creo que, en parte, se debió a la pandemia. Al inicio había mucho interés en la película, pero luego de que con la pandemia muchas películas no se llegaron a estrenar o se cancelaron, a medida que pasaba el tiempo el interés iba decayendo. Y, al final, la mayoría del dinero llegó de parte de inversiones privadas. Creo que en parte si se iba a invertir en una película se quería invertir en algo más seguro, más comercial o incluso más feliz. Esta es una historia bastante triste y es como que estaba esta idea de que luego de la pandemia el mundo estaba bastante deprimido para una película como esta.

¿Y desde el lado político? ¿Creés que podrías haber accedido a fondos gubernamentales teniendo en cuenta lo que cuenta tu película?

Bueno, los fondos cinematográficos del gobierno de Hong Kong tienen un esquema interesante. La mayoría de los países y sus fondos estatales creo que apuntan a proyectos con cierto valor artístico más que comercial. Pero en Hong Kong es diferente. Ellos solo invierten en películas en las que creen que hay un potencial comercial. Entonces, revisan tu guion y quieren asegurarse de que puedas obtener una ganancia antes de ellos invertir en tu película, o que tenga un valor comercial para ellos de alguna manera. En el caso de mi proyecto se los presente, pero por años nunca me dieron una respuesta concreta. Y, realmente, nunca recibí fondos de su parte para esta película. Así que tuvimos que rebuscárnosla para obtener los fondos por nuestra cuenta.

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Desde LatidoBEAT le agradecemos a Jon Rushton, publicista de la película en el Festival Internacional de Cine de Berlín por la invitación y gestión.

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Por Nicolás Medina
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