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Música
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Rebeldía, diversidad y rock: Marilina Bertoldi, la ‘mojigata’ que rompe estructuras

La mujer que hizo temblar los paradigmas arcaicos de un rock desfasado, terminó su presentación en Uruguay, exhausta, después de darlo todo.

14.06.2022 20:10

Lectura: 7'

2022-06-14T20:10:00-03:00
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Por Paulina Molaguero

Una de las figuras contemporáneas más importantes en la escena del rock argentino, irrumpió este sábado en el escenario de la Sala del Museo y dejó a la audiencia extasiada y con ganas de más.

"Mojigata", un adjetivo que a priori no le queda, pero en el que Marilina Bertoldi se reconoce y se resignifica, es el nombre de su último álbum nacido en pandemia. La compositora aprovechó ese tiempo de incertidumbre para volcar sensaciones, sentimientos y reflexiones en un disco que no para de sonar en Argentina y también de este lado del charco.

Ella, que califica a su obra como vintage, habla de una liberación personal. Si bien toda su discografía es muy íntima, y contiene su sello e impronta, con Mojigata se cierra un ciclo, un ciclo de dolo que la acompañó (y que por momentos aún la acompaña) durante muchos años.

Lo bueno se hace esperar y tras varios minutos de silencio interrumpido solo por murmullos, pasadas las 21.30, todo indicaba que el show estaba por comenzar. Con la sensualidad que caracteriza al personaje que adopta cada vez que sube a un escenario, Marilina, lookeada como colegiala sexy, se impuso frente a un público devoto e impaciente —como secta que aguarda por su líder— que la recibió entre gritos y silbidos.

Cuando todavía las luces estaban bajas, comenzó a sonar la canción que abre su último disco —después de una introducción de 42 segundos con mucho rock and roll— “Es poderoso”, un tema que habla de revelaciones y que destila una luz no muy propia de la cantautora, que se define como pesimista pero que con su música genera un estado de éxtasis.

Sin embargo, ella busca algo más. Le interesa dejar un mensaje, una huella y eso se refleja en sus letras. “Canto todo lo que creo cantando”, dice uno de sus himnos, “Correte”, que interpretó con una fuerza intrínseca transmitida a través de su voz y su cuerpo. En tanto, debajo del escenario, un público compenetrado y mimetizado, cantó al unísono: “Y si no hay amor que no haya ni un carajo”.

Foto: Damián Cejas Delgue

Foto: Damián Cejas Delgue

Marilina, que acostumbra a deslumbrar con outfits jugados y estudiados, sorprendió con unas largas trenzas a lo Sailor Moon que terminaban en plumas, una pollera escocesa con un top que hacía juego, medias de red y botas de charol con atisbos noventosos, a tono con su más nueva composición llena de referencias a grandes íconos de la época: Sheryl Crow, Molotov, y Fiona Apple.

Una artista con presencia, original, una lesbiana empoderada que se mueve sensual al ritmo de su música mientras las trenzas le caen y juegan con las luces azules y blancas que se alternan para crear una imagen psicodélica, una fantasía que tiene como única protagonista a la jefa del rock.

Del otro lado, un público con identidad femenina en el que sin embargo se puede distinguir a algunos varones disfrutando de un nuevo estilo de rock que llega a romper las estructuras tradicionales de un género musical que dejó atrás a las mujeres y que durante mucho tiempo dio exclusiva visibilidad a los hombres.

Foto: Damián Cejas Delgue

Foto: Damián Cejas Delgue

La hermana de Lula Bertoldi, vocalista y compositora de Eruca Sativa, formó parte de una banda de rock alternativo, Connor Questa, que se mantuvo en la escena musical argentina por cinco años. En ese período, la artista santafesina lanzó su primer álbum como solista en formato digital El peso del aire suspirado (2012). Y se quedó con ganas de más. Fue así como dos años después publicó su segundo disco La presencia de las personas que se van (2014), y le siguió el gran Sexo con modelos (2016).

No obstante, la obra que la catapultó y posicionó como una de las revelaciones del rock en Argentina, fue Prender un fuego (2018), disco que le valió un Gardel de Oro y la convirtió en la segunda mujer en ganar este premio después de Mercedes Sosa, que obtuvo este reconocimiento en el 2000.

Al momento de cantar “La cena”, Marilina adoptó un personaje aún más sensual y utilizó una manzana que mordió con placer cual si fuera Eva, pero en una constante provocación. Arriba y a los costados, unas luces rojas e intensas la iluminaban cuando comenzó a sonar uno de los temas con más rock que tiene Mojigata.

La respuesta fue un pogo del que se soltaron gritos eufóricos. El público festejó cada gesto de la artista con pasión desenfrenada. Una artista que con Mojigata terminó de encontrar su estilo, en un momento clave para izar bandera.

Aunque Marilina se robó todas las miradas, su banda no se quedó atrás: estuvo a la altura y rockeó a la par. Edu Giardina en batería, Ivanna Chipi Rud y Luciana Torfano en guitarra, y Juan Manuel Segovia en bajo; todos lookeados en una misma sintonía, emulando un animé o similar al estilo de School of Rock, con un aire osado y juvenil.

Como en todo espectáculo de rock, la balada también tuvo su lugar. El show llegó a su clímax cuando la vocalista se paró frente a un teclado del que colgaba la bandera LGBTIQ+ y comenzó a tocar los primeros acordes de “Amuleto”, el tema que canta junto a la artista chilena Javiera Mena.

"Amuleto", el lento por excelencia de su último disco, fue interpretado con suavidad y llenó el ambiente de una calma que escaseó durante una función llena de momentos explosivos. En medio del show, una fanática llegó con la ayuda de la gente a subirse al escenario donde se levantó la remera para que la artista firme uno de sus pechos ante la ovación de toda la sala.

En su faceta más rockstar, Marilina se tiró sobre el público que la recibió a los gritos y luego aplaudió mientras jugaba con la jirafa en una performance muy circense.

Foto: Facundo Quenón

Foto: Facundo Quenón

Cuando llegó el turno de “Fumar de día”, uno de los temas más sentidos de Prender un fuego, el escenario se iluminó con luces anaranjadas y la sala estalló. Hacia el final, la canción fue coronada por un aplauso cerrado de todos los presentes.

Después de un corte y un cambio de luces, la referente feminista y de la comunidad LGTBIQ+, regresó al escenario con un top negro —aún más atrevido— lanzando besos al público, que sabía que el próximo tema sería “Beso, beso, beso”.

En Mojigata, la rockera coquetea con el trap, y “Pucho” es una clara muestra de la fusión de géneros. Al grabarla, la cantante elige utilizar el recurso de auto-tune para jugar con su voz y darle un tono más grave. Sin embargo, en vivo y con luces en tono violeta, se anima a rapear y realiza una performance habitual en sus shows en la que toma prestado el celular de una fan para grabarse.

Foto: Facundo Quenón

Foto: Facundo Quenón

La señal de que el espectáculo llegaba a su fin fue la presentación de la banda, que después de saludar dio el pie para la retirada con “Y deshacer”, canción que forma parte de Sexo con modelos.

Para el cierre, la artista se guardó uno de sus hits y se despidió a puro rock and roll. “Racat”, el sencillo que se desprende de Prender un fuego, fue el último del amplio repertorio presentado en Montevideo.

La mujer que hizo temblar los paradigmas arcaicos de un rock que quedó desfasado, terminó su canción en el piso, exhausta, después de darlo todo. Al ritmo de las palmas, la banda se retiró con un baile improvisado.

Bertoldi calentó una de las noches más frías de junio, donde muchas chicas se soltaron, disfrutaron y armaron pogo en un ambiente cuidado y feminista.

Foto: Damián Cejas Delgue

Foto: Damián Cejas Delgue

Por Paulina Molaguero